KIERAN:
Esto no podía estar pasando. ¿Cómo estas tierras eran del alfa Apeh, el padre de Vorn? ¿Es que acaso no podría cambiar el destino de mi Luna? Miré a Fenris, que no entendía nada, y esperaba que yo le dijera. Me detuve frente a él:
—Sé que no entiendes nada, pero estamos viviendo de nuevo todo. Y mi Luna aterriza aquí en este claro, el alfa Vorn la encuentra y contamina a su loba, es decir, su madre, o mejor dicho, a la loba guardiana... —me detuve al ver cómo me miraba, preocupado. Por primera vez, pude ver que mi Beta no me creía en absoluto—. Fenris, ¿te he mentido alguna vez?—No, mi alfa, que yo sepa —contestó serio—. Pero te estás comportando de manera muy extraña. ¿No te habrán embrujado?Podía sentir la duda de Fenris y sabía que sus temores no eran infundados. En estos tieKIERAN:Había pasado el año que debía esperar para la llegada de Elena, la loba guardiana. Habíamos logrado alquilar el terreno y tenía a Rafe, mi gamma, a quien le había relatado todo, igual que a mi beta Fenris, de guardia esperando por ella. Pero nada sucedía; ella no apareció, ni en un año ni en dos. Parecía que no iba a hacerlo, y mis dos lobos de confianza comenzaban a preguntarse si la historia que les había contado era cierta.—Mi Alfa, hoy debes asistir a la negociación de los permisos para las construcciones en la reserva —dijo Fenris. Estaba desconcertado; todos los recuerdos de mi vida pasada eran correctos, excepto el regreso de las lobas lunares. —¿Habría la Diosa Luna impedido su retorno? —La abogada nos espera a las tres de la tarde.—De acuerdo, iré —respondí, sintiéndome perdido. Mi lobo Atka estaba igual; practicábamos nuestros poderes según el libro de mis padres, pero la desesperación nos consumía. Había logrado alquilar y resguardar todos los bosques que rodeaba
KIERAN: Mis pensamientos se arremolinaban como un torbellino mientras trataba de asimilar su presencia. Claris, después de tanto tiempo, estaba allí, tan real como siempre. El aire parecía cargado de electricidad que solo nosotros podíamos sentir, o eso creía. Los murmullos de la sala se desvanecieron en un eco distante, dejando solo el latido creciente de mi propio corazón resonando contra las paredes. Me levanté de un salto y casi corrí hacia ella, quien se puso de pie mirándome sorprendida y desconcertada ante mi proceder. Y lo supe, ella no se acordaba de mí o no era ella, sino una humana con su imagen.—Mucho gusto, Kieran Theron, a su servicio —me presenté, ofreciendo mi mano, que ella tomó con recelo.—Claris... abogada Claris Lúmina —respondió sin dejar de mirarme con curiosidad—. Terminaremos muy rápido. Si ya leyó todo, solo debe firmar. Luego hay algunos científicos interesados en hablar con usted; me va a disculpar por haber permitido que estuvieran presentes. Sentí com
KIERAN:Meus pensamentos se arremolinavam como um redemoinho enquanto tentava assimilar sua presença. Claris, depois de tanto tempo, estava ali, tão real quanto sempre. O ar parecia carregado de eletricidade que apenas nós podíamos sentir, ou pelo menos era o que eu pensava. Os murmúrios da sala se desvaneceram em um eco distante, deixando apenas o batimento crescente do meu próprio coração ressoando contra as paredes.Levantei-me de um salto e quase corri em sua direção, enquanto ela se pôs de pé, me olhando surpresa e desconcertada diante da minha ação. E eu soube, ela não se lembrava de mim ou não era ela, mas uma humana com sua imagem.— Muito prazer, Kieran Theron, ao seu serviço —me apresentei, oferecendo minha mão, que ela tomou com receio.— Claris... advogada Claris Lúmina —respondeu sem deixar de me olhar com curiosidade—. Terminaremos muito rápido. Se você já leu tudo, só precisa assinar. Depois há alguns cientistas interessados em falar com você; peço desculpas por ter per
ALFA KIERAN THERON:El olor me golpeó como una descarga eléctrica, enviando escalofríos por mi columna vertebral. Mi piel se erizó al reconocerlo: era mi propia esencia, pero más dulce, más intensa, entrelazada con algo más que no podía identificar. Imposible. Esto solo ocurría cuando... ¡No! Después de cientos de años esperando, ¿por qué ahora? Mis músculos se tensaron por instinto y, antes de poder procesarlo conscientemente, ya estaba corriendo. El aroma me guió más allá de los límites de la manada, hacia una vieja casa de piedra y madera en las afueras del pueblo. El edificio, rodeado de pinos centenarios, había sido ocupado recientemente por tres humanas. Podía oler sus esencias entremezcladas con el aroma a pintura fresca y cajas de cartón. Mi lobo Atka se agitaba en mi interior, desesperado por irrumpir en la casa, pero tres siglos de control me mantuvieron anclado al suelo. No podía simplemente entrar y asustar a los humanos. ¿Cómo era posible que mi esencia estuviera allí?
CLARIS: Las náuseas me asaltaron de nuevo mientras organizaba los documentos en mi escritorio. Era la tercera vez en la mañana y ya no podía disimular. Corrí hacia el baño, sintiendo la penetrante mirada de mi jefe siguiendo cada uno de mis movimientos. Al pasar junto a él, pude ver cómo arrugaba su nariz con ese gesto de disgusto que tanto lo caracterizaba.Después de tres meses trabajando en este pueblo perdido, conocía bien esa expresión. El señor Kieran Thorne, un hombre huraño de rutinas y cualquier alteración lo perturbaba visiblemente.—Necesito salir temprano hoy —anuncié cuando regresé, limpiándome discretamente el sudor de mi frente—. Tengo una cita médica. Él apenas levantó la vista de sus papeles, pero pude notar cómo sus hombros se tensaban. Después de un silencio que pareció eterno, asintió secamente. Caminé presurosa mirando mi reloj con miedo de demorarme demasiado. Mientras esperaba, suspiré pensando en que no era tiempo para enfermarme ahora. Mi madre y mi pobre h
KIERAN THORNE:Observé cómo mi asistente tomaba sus cosas y se alejaba rumbo a su vieja camioneta. La contemplé desde mi ventana, admirando su extraordinaria belleza y el aura de vitalidad que emanaba. Mi lobo Atka gruñía en mi interior, todavía sin querer aceptar que esa humana hubiera rechazado nuestro ofrecimiento de llevarla a su casa. Soy el Alfa, nadie me rechaza jamás. Pero había algo en ella que me inquietaba. Mientras su destartalado vehículo se alejaba, hice una nota mental: debía proporcionarle un auto mejor y más seguro.El sonido de la puerta interrumpió mis pensamientos. Me giré después de dar una última mirada a la camioneta que desaparecía en la distancia.—Mi Alfa, tu primo Gael está afuera, bastante alterado —informó Fenris, mi Beta, con expresión preocupada—. Me pidió estar presente en lo que describe como una reunión de la más alta importancia y confidencialidad. ¿Tienes idea de qué se trata?—Hazlo pasar y cierra la puerta —respondí, dejándome caer en el sillón tr
CLARIS:Salí de la oficina casi corriendo, no sé. Había algo en la mirada de mi jefe que me hizo temer. Ahora entendía porque nadie quería trabajar con él y como muchas mujeres antes de mí habían renunciado a ese puesto. Kieran Thorne era, sin duda, un hombre extraordinariamente atractivo, el tipo de ejemplar que raramente se encuentra en la vida. Alto, probablemente rozando el metro noventa, con un físico que parecía esculpido por los dioses: hombros anchos, cintura estrecha y músculos definidos que se marcaban incluso bajo sus impecables trajes de diseñador. Su rostro lo enmarcaba una mandíbula fuerte y definida, labios carnosos que rara vez sonreían, y una nariz recta que le daba un aire aristocrático. El cabello negro que llebaba siempre perfectamente peinado hacia atrás, dejaba al descubierto una frente amplia y unas cejas expresivas que acentuaban la intensidad de su mirada. Pero eran sus ojos los que verdaderamente me perturbaban. De un gris acerado que parecía cambiar de to
KIERAN:Me había quedado en mi despacho después de que mi Beta y mi primo se retiraran sin que hubiéramos llegado a un acuerdo. La voz de mi lobo Atka me sacó de mis enmarañados pensamientos cuando intentaba encontrar una solución.—Kieran, creo que nuestra humana tiene problemas —me sorprendió escucharle referirse así a ella.—¿Nuestra? Atka, sé que quizás llegue a ser la madre subrogada de nuestros cachorros, pero eso no la hace nuestra —aclaré mientras me ponía de pie. A pesar de no tener ningún vínculo establecido con Claris, podía sentir su miedo con una intensidad desconcertante. —Vamos a ver qué le sucede, y sobre todo, averigüemos de quién es ese aullido que estoy escuchando.Salí del edificio con paso firme, ignorando las miradas curiosas de mis empleados. El aroma del miedo de Claris era cada vez más fuerte, mezclado con algo más... La preocupación se instaló en mi pecho mientras aceleraba el paso hacia mi automóvil.—Es débil, está asustada y necesita protección —insistió A