Victoria fue secuestrada por un mafioso que quería venganza, sin embargo, termina siendo la cautiva de Franco Slashdot, un peligroso mafioso que se la lleva como seguro y estaba dispuesto a venderla al mejor postor, pero ella descubrió su verdadero nombre, debía matarla o ponerla de su parte y terminó enamorándose de ella. Michael ama a Victoria y no se detendrá ante nada para recuperar a Victoria y aunque antes fue un simple muchacho obligado a entrar en la organización de Halcón, ahora no le temblará el pulso para hacer lo necesario y vengarse de Slashdot. Pero la venganza es más que la motivación de Michael. Para Franco Slashdot la venganza ha marcado su existencia. Esconde más de lo que todos creen y acabar con la organización de Halcón es algo personal. ¿Qué hará Victoria cuando se dé cuenta que más que la cautiva de un mafioso, es cautiva del sentimiento por dos hombres? Con la esperanza de regresar a su vida y el miedo de escapar se difuminan las fronteras entre el amor y el odio. ¿Qué pasa cuando la redención está envenenada de resentimiento y la venganza afectada de amor? Acompáñame en esta compleja historia llena de pasiones discordantes donde el verdadero amor será muy difícil de discernir.
Leer másGuadalupe se quedó muda, estaba en shock. —Dime algo —susurró Michael apenado y perdido, no puede ver sus expresiones, solo tiene su silencio—. ¿Si te he ofendido? —Inquiere dudoso… — ¿Te refieres a solo una noche? —Preguntó Guadalupe de forma atropellada. Michael pasó una mano por su nuca. —Entiendo que no quieras, que es algo absolutamente egoísta, pero no puedo… Michael sintió las manos de Guadalupe deslizarse por sus brazos, llegar hasta su cuello, el aliento de ella rozar su cuello hasta finalmente sentirla a ella tan cerca. — ¿Estás seguro? —No quiere decir que no contarás conmigo, que estaré para ti si me necesitas —respondió Michael colocando sus manos en su cintura—. Pero quiero que tengas un futuro, y yo no te lo puedo ofrecer. —Michael, pero yo no estorbaré… —Yo te estorbo a ti y no al revés… — ¡Jamás!, no lo haces, no quiero alejarme de ti, no me importa si no me ofreces nada, si ella aparece me desaparezco… —Lupita —Michael negó con la cab
Guadalupe estaba sola en su habitación, con los sentimientos a flor de piel lloraba en silencio. Su discusión con Rebeka había sido en especial dura. Aunque no era la primera vez que Rebeka la aconsejaba al respecto, esta vez se sintió peor. Y es que realmente el tiempo con Michael estando vulnerable la había hecho soñar que las cosas eran diferentes. Rebeka se preocupaba por ella, jamás demostró que prefiriera a Victoria por encima de ella, solo trataba de ser justa y objetiva. Su mente lo sabía. El problema estaba en hacerle entender a su terco corazón que Michael no era para ella. «Qué pasaría si mañana aparece Victoria, él te dejaría Guadalupe. Él la ama a ella» Las palabras de Rebeka martillaban en la mente de Guadalupe, abriendo más la herida en su pecho. Rebeka habló durante la cena de que la acompañara a Venezuela, alejarse y ver otras cosas. —Cómo si eso hubiera funcionado alguna vez. Guadalupe cerró los ojos y como siempre detrás de sus
—Mi hermano no lo sabe —masculló Adriana—. Sería demasiado para él, si supiera iría a matarlos con sus propias manos y no quiero que muera. Victoria llena de pena abrazó a Adriana. —Gracias a Dios que no te hicieron nada, no podría soportar que otra chica fuera dañada por mi culpa. Adriana devolvió el abrazo con dificultad. —No es mi caso, y estoy segura que tampoco el tuyo. Mathew me estuvo explicando lo que haces, quiero ayudar. Ya no quiero ser mafiosa, no quiero sentir otro disparo en mi vida. Victoria sonrió. —Puedes ayudarme, necesito una doctora para evaluar la condición de muchas mujeres, estaría bien que ayudaras a Matt. —Solo quiero que a cambio seas feliz con mi hermano y Giancarlo. La derrota más significativa para ese sujeto Halcón, es la felicidad de mi hermano. Victoria afirmó con la cabeza. —Halcón ha marcado la vida de tu hermano, vive para la venganza… —Quiero que viva por su hijo. Victoria, quiero reconciliarme con él, no vale la pena
Alessandro se echó a reír a carcajadas. —Estás muy romántico hermanito, será la leche materna que te pone así… —No es gracioso Alessandro, la niña está como le da la gana, la condenada, tú estás aquí, no eres ciego como mi amigo. —Mi cabeza está en su lugar, no te preocupes, no me cortaré las venas si Michael decide hacer su vida con ella. —Pero te gusta… El teléfono móvil de Alessandro sonó. —Salvado por la campana —dijo el empresario señalando su celular y se alejó para contestar. Michael se sentía ansioso, pensó que Diego entraría de inmediato a su habitación. Ya había escuchado su risa escandalosa y burlona, conversaba con Alessandro, pero no había ido con él. Después de un rato Michael escuchó la puerta de su habitación abrirse y cerrarse. —Me dijeron que estabas deprimido, que no querías saber nada del doctor que envié —dijo Diego con una media sonrisa. —El incompetente que enviaste… —El que no te dejó morir cuando llegaste como una gusanera llen
Michael contestó al beso, metió las manos por su cabello y la acercó a él, intensificó el beso y metió su lengua en su boca, Guadalupe le correspondió con un gemido de satisfacción y lo abrazó pegándose a él. Sin reparo Guadalupe subió a su cama y Michael siempre con la necesidad de respetarla sonrió y la mantuvo a distancia con los brazos estirados. —No debemos… Guadalupe notó que la puerta no tenía seguro. —No hay nadie en casa, podría poner el pestillo… —Guadalupe, sabes a qué me refiero. Por favor no lo hagas más difícil. Guadalupe iba a retirarse, sabía que era lo que debía hacer, pero se aprovechó de que él no podía detenerla porque no podía verla. Con cuidado y en silencio movió sus manos hasta su miembro. Michael quería ser bueno, pero su necesidad de contacto ganaba, no puso resistencia. Las manos de Guadalupe lo acariciaron y su miembro se puso como piedra y sacó su falo de los calzoncillos. Frotó de arriba abajo. —Eres todo talla grande, ne
Varios días después, en Grecia, Michael y Guadalupe estaban en la playa. Michael se sentía mucho mejor, ya podía respirar profundamente, sus heridas estaban bastante recuperadas y le parecía imposible que ahora podía apreciar la vida desde otra perspectiva. Sentía los olores del mar, el aire limpio en su rostro y la suave arena entre los dedos de los pies despertaba sus sentidos que rápidamente suplantaron la visión. — ¿No estás aburrida? —Preguntó Michael tamborileando sus dedos en el apoyabrazos. —No tengo nada mejor que hacer —respondió Guadalupe que jugaba con su teléfono. Michael escuchaba la canción del juego del teléfono de Guadalupe y lo tenía hastiado. — ¿Por qué no sales con ese muchacho que conociste? —Es día de semana, está ocupado trabajando —se excusó Guadalupe, ya iba siendo evidente que el muchacho ficticio con el que salía no aparecía nunca. — ¿O no existe? Guadalupe dejó de jugar con el teléfono y miró a Michael. —Sí existe —mintió Guada
Victoria se quitó el antifaz y limpió sus lágrimas con el dorso de su mano. La noche era oscura y fría, y el hangar abandonado proyectaba sombras inquietantes bajo la luz de la luna. Stefan, con el rostro cansado y la preocupación por su hermana odiaba enfrentarse a Victoria. Su corazón latía con furia, mezclando celos y frustración. —Sé que estás molesto y con razón, pero tenía que venir… No tenía otra opción, Stefan. Tenía que hacerlo. El Alacrán vendería esas mujeres a otro, tenía que comprarlas yo. Stefan apretó los puños, tratando de contener su ira. —¿Y Entonces qué pasó? Se jactó de haber matado al segundo de Halcón y tú le demostraste que te importa. Victoria asintió, su rostro reflejando una mezcla de asco y tristeza. —Sí, lo hizo. Y casi mato a ese hombre a sangre fría por mofarse de la muerte de Michael, pero no le demostré que me importa. Stefan sintió que su corazón se rompía un poco más. —¿Por qué siempre tiene que ser él? ¿Por qué no puedes dej
— ¿Tú mataste al Santo? —Preguntó Victoria aparentando que poco le importa. El Alacrán se echó a reír. —De nada, creí que lo sabías, Slashdot está al tanto y conforme, te lo digo Victoria, yo soy un verdadero rey, con una debilidad por las mujeres bonitas —dijo estirando las manos como quien recibe una ovación. Victoria le hizo señas a su equipo y todos bajaron las armas. —Entonces estamos entre amigos. —Así es, volvamos a los negocios. — ¿Fue un trabajo para Slashdot? —Preguntó Victoria, pero en ese momento el empleado del Alacrán trajo a una muchacha, delgada, con el cabello enmarañado y llena de sudor y mugre. —Aquí la tienes, joven y solo precisa que la limpien, aunque ya no es virgen, la disfruté y le di instrucción de cómo debe tratar a los hombres. Es aplicada y la chupa como diosa. Es mi favorita, por ella pediré más. Victoria se vio a sí misma en esta muchacha. No pudo evitar ver con odio al Alacrán. — ¿Cómo trajiste a estas mujeres? ¿Cuántas son en
Victoria cerró la laptop de Stefan sin cerrar el archivo. Sus manos temblaban y su corazón iba a salirse del pecho. Victoria entendió lo que ocurría. —Michael hizo este vídeo el día que me dejó en Venezuela —las lágrimas acudieron a su rostro. Verlo lo hizo definitivo. —Michael murió —las lágrimas de Victoria mancharon su rostro, ya sospechaba que podía haber muerto, pero el video lo hacía real—. Por esta maldita guerra, todo por la ambición de un hombre que desgració tantas vidas. No tenía idea de cuánta falta le hacía el Michael del video, su corazón lloró, por su amor perdido, por ese muchacho que no era el mismo que había visto siendo El Santo. Victoria de nuevo abrió la laptop, pero ahora no podía hacer nada allí, se había bloqueado con la contraseña que solo sabía Stefan. —Maldición y no envié un mensaje a Rebeka. Victoria lamentó su estupidez, pero el video de Michael la había sorprendido demasiado. El día transcurrió y Victoria tenía el alma en vilo,