Cuando Stefan regresó a la habitación, Victoria no estaba en la cama, nervioso sin motivo porque no puede escapar de un avión entendió que estaba en el baño.
Trató de tranquilizarse y esperó.
Victoria salió unos minutos después y se veía muy mal.
Sudada, se agarraba el abdomen, pálida y temblando.
Se acostó en la cama en posición fetal ignorando a Stefan por completo.
—Quisiera hablar contigo, necesito que me prestes atención —dictaminó Stefan con autoridad.
—Mátame de una vez —susurró Victoria—, ¿qué sentido tiene que lo hagas ahora o después?, prefiero evitar el dolor de la abstinencia.
Stefan se sentó a su lado y la sintió huir instintivamente de él arrimándose.
Ella le temía y eso le gustaba a Stefan, le hacía más fácil controlarla.
— ¿Dónde quedó la chica que solo quiere vivir? —Preguntó él con ironía.
Victoria arrugó la sábana de seda en sus manos contra su nariz y ojos, llorando deprimida.
—Soy una estúpida, no me hagas caso, ¿para qué quiero vivir?
Stefan se levantó de la cama y levantó su mentón de forma intimidatoria.
—Ahora no es una opción, porque disfrutaste poniéndome entre la espada y la pared y debo llevarte con mi familia.
— ¿Qué me importa a mí lo que piense tu familia? Ese es tu problema. Déjame en paz o mejor mátame para no sufrir más.
—Conseguiste una oportunidad, te sugiero que la aproveches.
— ¿Una oportunidad para qué?
Stefan de nuevo se sentó a su lado.
— ¿Con qué te has rehabilitado anteriormente?
—Metadona, terapia. meditación…
Stefan sonrió de lado.
—No te llevaré con mi familia luciendo así. Tienes dos opciones, mueres o te rehabilitas; pero esta vez con algo definitivo.
— ¿A qué te refieres?
—Tengo una clínica de Ibogaina en New York ¿Has escuchado que es eso?
Victoria se sentó en la cama y lo miró atenta.
—Es una sustancia controlada —Victoria rio irónica—. Bueno, supongo que tu especialidad son las sustancias prohibidas.
—Me lucro de lo prohibido, donde está la diversión si no.
—La verdad creo que son cuentos de hadas, la adicción a los opiáceos no puede curarse como por arte de magia.
—Pues averiguarás si es en realidad efectivo.
A Victoria la llevaron a una habitación cómoda, no parecía una clínica, tenía una ventana que daba a un bello jardín, sábanas color melón y todas las comodidades de un hotel, lo único que lo delataba como clínica eran los aparatos y parafernalia médica.
Victoria desconfiada quería escapar, pero sabía que era imposible.
Adriana no estaba, su padre se la había llevado, con Victoria solo estaba Estefan que al llegar al lugar todos trataban con respeto como el jefe Franco Slashdot.
— ¡Slashdot! —lo llamó Victoria y él sonrió—. Prefiero que me metas un balazo a que me pongas la inyección letal.
El doctor que le indicó a Victoria acostarse en la cama se echó a reír y Stefan no lo hizo.
—Señorita, olvídese de las agujas, eso quedará por completo en su pasado, solo le daré una pastilla, es todo y su recuperación habrá comenzado.
Victoria fue a la cama y tomó la pastilla de ibogaina bajo la atenta mirada de Stefan.
—Supongo que no quieren ensuciar la lencería con mi sangre —murmuró Victoria irónica.
—Ahora viene lo divertido —dijo Stefan con los brazos cruzados.
La Ibogaina es un alcaloide con efecto alucinógeno que estimula el sistema nervioso central y reduce el deseo de consumir drogas.
En las siguientes horas Victoria tuvo el viaje más extraordinario que hubiera experimentado, lleno de colores y cosas que no existen.
Su mente volvió en el tiempo y de nuevo fue una niña que miraba la espalda de sus padres al salir de casa dejándola al cuidado del servicio.
Su madre con su perfecta apariencia, su padre siempre en su propia realidad, sus intereses muy lejos de su responsabilidad como padre.
Victoria estaba sorprendida de que cada olor pudiera percibirlo, lo vivía todo de nuevo, también cada miedo y dolor.
Los pellizcos de su instructora y profesora, la peste a cigarrillo del chofer que cada vez que podía metía la mano debajo de su falda.
Acariciaba su muslo mientras se tocaba a sí mismo, con la amenaza de que si decía algo no se conformaría con solo sentir su piel con las palmas.
Victoria tenía 13 años entonces y estaba sola en una casa a merced de empleados y nadie en quien confiar.
A sus 15 años comenzaron las pasarelas y su madre la llevó a un médico que le recetó anticonceptivos.
«La vida es de quien la alcance, si te quedas dormida se te va de las manos»
La voz de la madre de Victoria en ese momento se repitió en su cabeza como si la escuchara de nuevo.
Las cosas para Victoria mejoraron cuando conoció a Rebeka Larsson, su amiga la había aceptado en su casa a menudo, compartiendo a su madre con ella y brindándole una especie de familia sustituta, o al menos Rebeka y su madre.
Ella quería a Rebeka como a una hermana.
—Rebeka, no, cuidado con Luciano, no quiero que te haga daño.
Luego nombró a Michael.
Stefan prestó atención a lo que decía entonces, su intención era encontrar algo que lo llevara a aniquilar al reciente activo en la organización de Halcón.
Michael era el único que podía destruir sus planes y es que debía reconocer que era un talentoso hacker.
Sin embargo, lo que la alucinación de Victoria le reveló de nada le podía servir.
Victoria amaba a Michael y lo repetía, dijo su nombre más que el de cualquiera, lloró por él y sufrió su abandono de nuevo.
— ¿Por qué me dejas Michael? —Preguntó una y otra vez entre murmullos lastimeros, porque estaba afónica—. No lo hagas por favor, solo contigo he sido feliz, yo te amo...
Stefan abrió la puerta de la habitación para irse, pues realmente le pareció ridículo el sufrimiento de ella por Michael, pero entonces ella cayó en la cama temblando y agitándose con convulsiones.
El médico de inmediato comenzó a tratarla con un enfermero que la sostiene.
Stefan paró sin poder salir de la habitación.
— ¿Qué es lo que pasa? —Inquirió Stefan.
—Un efecto secundario —contestó el médico.
Stefan pasó las manos por su cabello y se sorprendió al sentir su corazón acelerado, se descubre rogando porque ella supere esto y da un paso atrás impresionado por su sentimiento.
«Vamos Slashdot, te conviene que muera, no seas imbécil»
Las convulsiones pasaron, pero ella seguía dentro de la fase de alucinación.
El médico tomó nota de su ritmo cardiaco.
— ¿Por qué le pasó esto? —Preguntó Stefan con rabia hacia sí mismo por la ansiedad que le generaba Victoria.
—Es algo posible, esperemos que no tenga un infarto —contestó el médico.
— ¿Un infarto?, pero ella es joven y fuerte.
El médico subió los hombros.
—La mayoría tolera el tratamiento de la ibogaina sin problemas, pero ella debe estar pasando por algo muy doloroso dentro de su alucinación.
Stefan miró a Victoria.
Ella estiraba las manos llorando y le suplicaba a Michael no alejarse porque no podía vivir sin él.
— ¿Qué le ves a ese don nadie imbécil? —Le recriminó Stefan sin poder evitarlo, pero Victoria no era consciente si no de su propia realidad dentro de la alucinación.
—Lo siento señor —objetó el médico—, quizás sea mejor que se retire, esta parte puede ser dolorosa también para quien la quiere.
Stefan lo miró alzando las cejas y rio irónico.
—Limítate a hacer tu trabajo, me iré cuando despierte, ella es un activo que me da ventaja y beneficio, no alguien que me importe.
—Te amo Michael, lo haré siempre, aunque no me quieras yo siempre te querré —murmuraba Victoria llorando de pena.
Stefan regresó a su silla y continuó escuchando el sufrimiento de Victoria y sintió algo que jamás antes había experimentado.
Deseo de lo que otro tenía.
Él quería que alguien lo quisiera a él de esa manera como expresaba Victoria querer a Michael, aunque no lo reconocía ni siquiera ante sí mismo.
Contrariado por los extraños sentimientos que lo hacen sentir incómodo se levantó para irse de nuevo y Victoria le gritó:
—Michael, no te vayas —las palpitaciones de Victoria subieron y el médico emitió una maldición preocupado por su paciente.
Stefan ya no quería tolerar aquello.
«Ella no es tu problema, que se muera de una vez»
—Señor Slashdot, por favor —suplicó el médico—. Ella no es culpable de la alucinación, ayúdame a que se calme, ve en usted a alguien que quiere.
— ¿Y qué diablos puedo hacer? Yo no soy médico ni a quien ella desea abrazar.
—En este momento lo es… Acérquese a ella.
Stefan no supo por qué lo hizo, porque su cerebro le ordenó salir de allí, pero caminó hacia ella, Victoria lo abrazó y su ritmo cardiaco empezó a bajar.
—Gracias por venir Michael, nunca más te alejes de mí —musitó Victoria con voz tranquila y suspiró—. Contigo estoy en mi hogar.
Victoria acercó su rostro y él se quedó muy quieto, Victoria rozó sus labios con los de ella y con picardía pasó la punta de su lengua en un acto lascivo lleno de promesa, causando que a Stefan se le ericen los vellos del cuerpo.
Stefan se acomodó en la cama y ella con la mejilla en su pecho fue relajándose, el médico y su enfermero salieron.
Stefan se fijó en el cabello de Victoria, el sol entraba parcialmente por la ventana y lo iluminaba haciéndolo parecer hebras de oro. Acarició un rizo admirando como el sol ahora cubría su piel, cuando ella suspiró apretando sus brazos en torno a él, Stefan se sintió complacido aunque sabía que no era quien ella creía.
Mientras tanto en Sicilia, Michael está frente a las pantallas manejando desde su computadoras miles de pistas que quedaron referentes a Slashdot.
Cada una dejada por Stefan como distracción.
Se levantó y lanzó un objeto pesado contra la pared donde marca una cronología, está desesperado por no saber nada de Victoria.
Diego que es como su hermano mayor lo ve desde la puerta de su sala de computadoras.
—Te resulta más fácil pegarle a un saco, o si quieres subimos al ring de entrenamiento y me das la paliza que merezco por no poder traer a tu mujer.
Michael se sentó de nuevo en la silla y cubrió su rostro con las manos, siente como si hubieran vaciado el desierto en sus ojos.
—Sacaron el vehículo del mar y no encontraron cuerpos —musitó Michael sin ver a su amigo.
—Sabes que el hecho que hayan salido del vehículo no quiere decir que pudieran salir del mar.
— ¡Ella está viva! —Gritó Michael—. Lo siento aquí —Michael puso su mano en el pecho—. Ya no soportaba estar lejos de ella sabiendo que me necesitaba.
—Lo siento Michael, por mi culpa tuviste que entrar a la mafia.
— ¡No! Yo sabía en qué me metía cuando acepté venir contigo —Michael no pudo reprimir el sollozo—. Pero creí que manteniendo a Victoria lejos de mí la protegía y mira lo que pasó.
—Al menos descansa un poco para que puedas ser objetivo.
Michael negó con la cabeza.
—Cuando cierro mis ojos la veo detrás de mis párpados, no puedo descansar, seré objetivo cuando la tenga conmigo, porque esta vez no me alejaré de ella, no me importa nada, es mi mujer y es conmigo dónde puede estar segura.
—Hermano, si Slashdot estuviera vivo…
— ¡Ella tiene que estar viva! —Slashdot está jugando conmigo, nos hace dar vueltas en círculos, esto no es casualidad, cometerá un error y cuando lo haga me pagará con sangre por cada segundo que tiene a Victoria cautiva.
Después de varias horas Victoria volvió en sí poco a poco, se sentía tibia y envuelta en un aroma delicioso. Identificó la fragancia costosa y sabe quién la lleva y no es alguien que le inspire confianza. «Stefan» Victoria se despegó de su pecho, sentándose con la espalda recta queriendo estar apartada de él. — ¿Cómo te sientes? —Preguntó Stefan en voz baja y acarició su mejilla—. Es impresionante ¿Cierto? —No pudiste describirlo mejor —contestó Victoria confundida—. Supongo que sigo viva… Victoria se apartó de su agarre con disimulo. —Te reiniciaron el sistema —Stefan le hizo un guiño y le dirigió una sonrisa completa. Victoria arrugó el ceño con suspicacia, no esperaba que Stefan hiciera algo bueno por ella y su actitud relajada no la hace sentir tranquila. —No sé si esto servirá para siempre, pero espero que sí —Victoria lo miró a la cara—. Gracias, siento que me quitaron un demonio que llevaba dentro. —Lo lamento, te toca aún lidiar conmigo —Stefan ac
La voz de Stefan hizo a Victoria abrir los ojos. Él estaba muy cerca y observaba su cabello, sin poder evitarlo acarició una hebra al que le daba el sol. Victoria se levantó, le incomodaba la cercanía de Stefan. «Cálmate Victoria, que no se dé cuenta de cuanto te asusta» Stefan la miró de arriba abajo, ella tenía un conjunto de yoga de short y blusa que mostraba el ombligo. — ¿No tienes frío? —Preguntó mirándola con lascivia. Victoria se puso una franela ancha para cubrirse, estaba acostumbrada a la lujuria en la mirada de los hombres que la rodeaban, pero a Stefan le tiene miedo. Se sentó en una banca de metal más allá junto a la caminería para alejarse de él, fingía estar tranquila, pero su corazón late a millón. — ¿Ya me llevarás con mis padres? —Inquirió Victoria tratando de mantenerse optimista. Stefan negó con la cabeza y se sentó a su lado. —Me han dicho que tu avance es notable. —Y te lo agradezco, ojalá tenga la oportunidad de hacer algo con m
Una semana después el equipo de Halcón estaba en New York. Michael se mantenía con los ojos bien abiertos y cuando supo que en New York Slashdot haría un negocio no dudó que Victoria estaba viva, pues si Slashdot había podido salir del mar, confiaba que ella también. Pero en cuanto llegaron se dieron cuenta que aunque la gente que estaba al servicio de Luciano era de Slashdot él no había aparecido. Don Massimo Coppola era el padre de Luciano y aunque se había hecho responsable económicamente de él nunca estuvo en su vida, hasta que Luciano siendo adulto revivió la figura de Halcón en todo su esplendor. Y no de la mejor manera, por supuesto siguiendo consejos de su amigo Franco Slashdot había cometido un error tras otro y don Massimo prefirió aprovechar la oportunidad y meter a Diego y Michael a dirigir los negocios de Halcón. Pero caprichoso es el destino y Massimo había descubierto que Diego en realidad era el último hijo de su esposa, del que no tenía idea de su exist
Victoria siente un nudo en la garganta llena de miedo. — ¿Y después? —preguntó Victoria, tragando el nudo en la ansiedad—. Qué pasará cuando esté a merced de Franco. Stefan movió su mano para quitar un mechón de cabello fuera de lugar en la coleta de Victoria, ella dio un paso atrás pegándose al ascensor. Stefan puso sus manos a cada lado de ella y se acercó a decirle en su oído. —Respira Victoria, por esta noche estás segura conmigo. —Sé que no es cierto —espetó ella con valentía—, ya estoy harta, eres un sádico que disfruta tenerme en la cuerda floja temiendo por mi vida. Stefan acercó su nariz a su cuello ya que ella quitó el rostro, soltó el aliento e inhaló de nuevo, Victoria sintió el escalofrío ante su contacto no deseado. —No soy idiota Victoria, sé que planeas delatarme con mi madre y mi hermana. — ¿Puedes culparme acaso? Yo tampoco soy idiota, sé que si sigo viva es porque ellas me conocieron. Las puertas del ascensor se abrieron y Stefan la llevó a
De regreso en el penthouse, Adelina le indicó a Victoria una habitación y le informó que sería para ella, esta estaba decorada para una mujer, Victoria se sorprendió de que pareciera que ella hubiera elegido todo. Cortinas color vino contrastado con color perla y detalles dorados. Nada como se esperaría le gustaría a una chica como los colores pastel que Victoria aborrecía. Victoria revisó detrás de unas puertas dobles y encontró un salón muy amplio, era el guardarropa, con buen gusto y con todo lo que necesitaba desde ropa, zapatos y accesorios, hasta maquillaje y cremas; todo de primera calidad. Victoria miró la ropa y mordió sus labios para no llorar. —Perdí la cuenta de cuántas veces quise morir y ahora que me importa mi vida tengo las horas contadas —reflexionó en voz baja y se dejó caer recostada a la pared, sintiéndose abrumada por todo lo que está viviendo—. Michael si pudiera verte al menos una vez antes de morir. Más cerca de lo que imaginaban, Michael sa
Michael maldijo a Massimo y su incitación, él nunca antes había pensado en Guadalupe de esa manera. — ¿No tienes planes de irte? —Michael bostezó sin mirarla y Guadalupe no podía sentirse más ignorada. —Sabes qué, como igual estaré por aquí puedo ayudarte, dime qué debo hacer, ¿ver esos cuadritos a ver si veo a tu chica? Michael pensó, en realidad las cámaras de tránsito en las salidas de Manhattan por carretera por si veía a Luciano y que este le lleve a Slashdot era su esperanza, pero necesitaba descansar. —En estos cuadritos vigilo si veo a Luciano, ¿lo recuerdas? —Claro que recuerdo al canijo que casi me manda al otro mundo. —Pues ve a tu habitación, bañate, cambiate de ropa y vienes. —“Simón”... —exclamó de forma afirmativa y salió corriendo contenta de poder ayudar. Guadalupe desde que conoció a Michael años atrás la cautivó, él siempre había sido amable con ella, le prestaba atención y compartía su comida, estaba pendiente que no se buscara problemas con
Victoria negó con la cabeza repetidas veces llena de frustración y rabia. —Eres un desquiciado en verdad —le increpó furiosa—. ¿Quieres que te felicite por no querer matarme? No quiero estar a tu lado y no puedo darte lealtad ¿Quién te crees? El padrino de la mafia, a mí no me interesa su guerra absurda de testosterona, por mí pueden matarse entre ustedes, ¡yo solo quiero estar muy lejos! Victoria le tiró el teléfono y Stefan lo atajó en el aire mostrando unos reflejos muy buenos. —Lo hubieras pensado antes de involucrarte. — ¿Qué? A mí me secuestraron, ¡animal!… — ¡Animal es el idiota de Michael Herrera! Tú te metiste en esto, debiste quedarte en tu mundo y no hacerte la mujer de un muerto de hambre que se cree lo suficientemente hombre para meterse con gente peligrosa. — ¿Y a ti qué más te da? ¿Estás celoso acaso? “Quiero que tu lealtad esté conmigo” —dijo imitando su voz gruesa—, son unos lunáticos todos ustedes. —Si te dejara ir ahora mismo ¿A dónde irías?
Victoria ahora entendió el aspecto de ñoño, Stefan fingía ser un tonto y vaya que lo hacía excelente. —Bueno hija, después de andar con un bartender pobretón afrodescendiente por fin estás pensando —Exclamó Tania alisando su cabello alrededor de la cara. — ¡Mamá! No lo puedo creer… —gritó Victoria ahora escandalizada por la actitud de su progenitora. — ¿Qué quieres que te diga? En estos tiempos hablar de razas es muy delicado, Victoria…, pero era obvio que echarías a perder la genética de tus hijos, Stefan es mejor elección, aunque no si salen cortos de entendederas —argumentó con una mueca—… Bueno, igual es mejor Stefan, yo no me imagino como abuela de un carboncito... — ¡Cállate madre! —Exclamó Victoria furiosa. —Sí, es mejor, ese bartender ya es pasado, no querrás hacer enojar a tu novio. —Tú me has hecho enojar a mí, no puedo creer que te extrañaba. —Victoria, por una vez en la vida escucha a tu madre, con este hombre serás más rica que Rebeka Larsson; esa n