Anka llevó a Victoria por el recorrido de la enorme casa, aquello era un palacio enorme, Anka le mostró la dirección por donde estaba la piscina y las canchas de tenis, tenía una sala de cine y un salón de billar, donde estaba el socio de Stefan en compañía de otros hombres. El hombre saludó al verlas pasar y Victoria pudo identificar el veneno en su mirada, la advertencia de nuevo. —Victoria te veo nerviosa —inquirió Anka. —No… Para nada, no es eso. Anka la observó. —Quería alejarme de todos y tener una conversación sincera contigo —Anka la invitó a pasar a un estudio privado con una amplia vista al jardín iluminado para que pudieran pasear sin problemas aunque era de noche. —Usted me dirá —replicó Victoria con el corazón acelerado. Anka miró a su alrededor. —Este entorno lujoso e incluso ostentoso que nos rodea lo ha conseguido mi hijo con su ingenio; él en el aspecto social es torpe, pero funcional en medida de lo posible. «Santa madre de Dios, esta mujer
Victoria tenía muchas preguntas, pero Stefan la tomó del brazo y regresó con ella a la recepción, en donde él de nuevo cambió la cara y mostró la alegría que caracterizaba al tonto Stefan. Victoria observó a su madre hablando con un grupo de empresarios, eso era lo de ella, así era feliz, mostrándose como la perfecta mujer, pero que en realidad siempre buscaba ganancias monetarias y sacar provecho de la gente. — ¿Pisaste muchas veces a mi madre? —preguntó Victoria con malicia y Stefan bajó la cara riendo. —No solo yo soy malvado… —No quiero que le hagas daño a mi madre, pero muchas veces he querido darle un pisotón, como ahora que no se da cuenta de tus intenciones y está feliz de haberme vendido. Stefan la miró y sus ojos brillaban de risa. —Qué bueno que ya comprendes que eres mi propiedad. Victoria sonrió de lado. —Jamás Stefan, podrás hacer lo que quieras conmigo, pero jamás seré tuya, mi corazón no está contigo. Stefan rio con risa inocente, pero le
Stefan por un momento se quedó sin palabras. Victoria lo cautivaba, no lo hacía a propósito y él se daba cuenta, le tenía miedo y él sabía que era lo mejor, pero vaya que quisiera que fuera diferente. Convencido que es una tontería y que se ha encaprichado con ella como no lo ha hecho con nadie la aflojó y comentó con desprecio: —El amor es para los débiles, Victoria, te estoy dando mucho y no te has dado cuenta. —No me interesa nada que venga de ti ¡¿Es que no lo entiendes?! —Pero es lo que te tocó, aprende a aceptar el destino Victoria. —Yo no creo en el destino… —Cree en el honor entonces, porque yo hago lo necesario, pero lo hago por honor y te prometí que estaríamos a salvo. —Jamás me dejarás ser libre ¿cierto? —Masculló Victoria sin poder evitar llorar de impotencia y rabia—. Me utilizarás para engañar a tu madre y hermana, manteniéndome a tu lado como a una mascota y si desobedezco serás capaz de torturarme. —No dudes de que soy capaz de muchas cosas
En cuanto Victoria salió del baño con una bata, Stefan no resistió quedarse. —Regresaré en cinco minutos, espero que estés vestida o verás como si te importa ser violada. Stefan caminó a la puerta con resolución consciente que es la primera vez que arroja una amenaza vacía, pero espera que ella no se haya dado cuenta. — ¡Te odio! —Exclamó Victoria, pues sí le había creído Stefan cerró la puerta apretando las mandíbulas y encontró a Ivo en el pasillo desierto. Más allá se escuchaba a Anka despidiéndose de algunos invitados. —Anka la adora —susurró Ivo y Stefan pasó sus manos por el cabello—. Y ahora resulta que te casarás con ella. — ¿Qué querías que dijera? —Susurró Stefan lleno de impotencia—. Estaba lista para delatarme. Ivo meneó la cabeza preocupado. —Te busqué para informarte que el imbécil de Luciano le puso una bomba al vehículo de su padre… — ¿Lo mató? —Preguntó Stefan molesto, pues él quiere darse ese gusto. Ivo negó con la cabeza. —No,
Victoria se echó a reír. —Y tu hermana cree que eres bueno en charadas ¿Cómo lo haces? Stefan la miró con esa manera de él tan intensa. —Años de práctica —respondió igual que ella antes. Victoria dejó de reír y se movió más allá en el asiento, como siempre incómoda ante su cercanía. —Es solo eso, actuación, no puedes evitar lo que eres, como Stefan también eres cruel, solo que te excusas en aparentar ser un tonto para que nadie te diga nada. —Lo dices por tu madre. —Disfrutaste diciéndole vieja —Victoria se echó a reír—. Seguro le dolió en el alma, me sorprendería si mañana mismo no va con el cirujano plástico, aunque en realidad no tiene acentuadas las arrugas, por eso eres cruel —Victoria suspiró con nostalgia—. Podrá no ser la mejor madre del mundo, pero hay que reconocerle que es muy bella. —Lo siento Victoria, por lo que pasó antes. —Caramba ¿Por qué te disculpas exactamente? Creo que una disculpa general no basta ni compensa… —No te confundas, no me estoy disculpando. S
Victoria siguió a Stefan a su propio paso ya que tenía tacones, sin embargo acostumbrada a estar sobre ellos no tardó demasiado en alcanzarlo. Stefan llegó hasta Adriana, ella había gritado, estaba llorando desconsolada con la blusa rota y un hombre con cara pálida junto a ella quería obligarla a callar. —Jefe, déjeme explicarle —suplicó el hombre al ver llegar a Stefan. Stefan fue por su hermana y en sus ojos ardía el fuego de su furia. — ¿Estás bien? —Preguntó a Adriana con voz letal. Ella llorando negó con la cabeza. Stefan volteó y vio al presunto agresor. —Estás muerto —susurró. Victoria sin palabras estaba presenciando aquello, solo sabía que Stefan no está interpretando ningún papel, la fiera asesina que tiene frente a ella es él, sin filtro y en todo su esplendor. —Victoria —la llamó Adriana buscando el apoyo de ella y Stefan se volvió a ver a Victoria. —Llévatela de aquí —le ordenó a Victoria y ella no lo duda, tomó a Adriana del brazo y la haló
Stefan bajó la mirada a sus pies. —De verdad si pudiera hacerlo, te dejaría libre —susurró él. Victoria se puso de rodillas en la cama. —Te lo juro Stefan, no diré nada, me dijiste que necesitaba algo allá afuera que me importara lo suficiente para no arriesgarlo y ahora lo sé. ¡Quiero vivir! Stefan negaba con la cabeza, pero no se atrevía a mirarla, no tiene palabras para explicarle lo devastado que se siente en este momento. —Mírame Stefan —suplicó Victoria con la cara muy roja y las lágrimas le hicieron hinchar los ojos—. Lo quiero hacer por mí, dame la oportunidad de conseguir una nueva vida, quiero tener una nueva versión de mí. Stefan fijó su mirada azul claro en los ojos oscuros de Victoria y entonces supo sin lugar a dudas que Victoria era más que un encaprichamiento. Él no quería que le tuviera miedo, quería que sus lindos ojos chocolate lo miraran con amor. No era lo mismo que su madre y hermana amaran una parte de él. Ahora le pareció que era poco
Michael escuchó la voz de Guadalupe con los ojos cerrados. —Hola Lupita —la saludó Michael con una mano en sus ojos encandilado por la repentina luz, Guadalupe apagó la luz de nuevo—. Gracias bonita. —De nada —contestó Guadalupe rápidamente, pensando que es mejor así, no quería que Michael la viera ahora mismo en detalle, se sentía horrible medio dormida y sin maquillaje, pero igual Michael no le prestó atención—. ¿por qué estás aquí en plan vampiro? —No tengo sueño y siento que si regreso a mis computadoras me sentiré aún más frustrado. Guadalupe lo escuchó hablar y notó que estaba borracho, miró la botella. — ¿Qué estás tomando? —preguntó a sabiendas que era tequila. Tomó la botella de entre los dedos de Michael. —Oye, no puedes be… —Michael no completó las palabras, pues ya Guadalupe tomaba un trago como una experta—, pues salud —expresó negando con la cabeza. —Mi sangre está hecha de tequila, como buena mexicana —contestó Guadalupe apenas arrugando la cara.