Victoria se echó a reír. —Y tu hermana cree que eres bueno en charadas ¿Cómo lo haces? Stefan la miró con esa manera de él tan intensa. —Años de práctica —respondió igual que ella antes. Victoria dejó de reír y se movió más allá en el asiento, como siempre incómoda ante su cercanía. —Es solo eso, actuación, no puedes evitar lo que eres, como Stefan también eres cruel, solo que te excusas en aparentar ser un tonto para que nadie te diga nada. —Lo dices por tu madre. —Disfrutaste diciéndole vieja —Victoria se echó a reír—. Seguro le dolió en el alma, me sorprendería si mañana mismo no va con el cirujano plástico, aunque en realidad no tiene acentuadas las arrugas, por eso eres cruel —Victoria suspiró con nostalgia—. Podrá no ser la mejor madre del mundo, pero hay que reconocerle que es muy bella. —Lo siento Victoria, por lo que pasó antes. —Caramba ¿Por qué te disculpas exactamente? Creo que una disculpa general no basta ni compensa… —No te confundas, no me estoy disculpando. S
Victoria siguió a Stefan a su propio paso ya que tenía tacones, sin embargo acostumbrada a estar sobre ellos no tardó demasiado en alcanzarlo. Stefan llegó hasta Adriana, ella había gritado, estaba llorando desconsolada con la blusa rota y un hombre con cara pálida junto a ella quería obligarla a callar. —Jefe, déjeme explicarle —suplicó el hombre al ver llegar a Stefan. Stefan fue por su hermana y en sus ojos ardía el fuego de su furia. — ¿Estás bien? —Preguntó a Adriana con voz letal. Ella llorando negó con la cabeza. Stefan volteó y vio al presunto agresor. —Estás muerto —susurró. Victoria sin palabras estaba presenciando aquello, solo sabía que Stefan no está interpretando ningún papel, la fiera asesina que tiene frente a ella es él, sin filtro y en todo su esplendor. —Victoria —la llamó Adriana buscando el apoyo de ella y Stefan se volvió a ver a Victoria. —Llévatela de aquí —le ordenó a Victoria y ella no lo duda, tomó a Adriana del brazo y la haló
Stefan bajó la mirada a sus pies. —De verdad si pudiera hacerlo, te dejaría libre —susurró él. Victoria se puso de rodillas en la cama. —Te lo juro Stefan, no diré nada, me dijiste que necesitaba algo allá afuera que me importara lo suficiente para no arriesgarlo y ahora lo sé. ¡Quiero vivir! Stefan negaba con la cabeza, pero no se atrevía a mirarla, no tiene palabras para explicarle lo devastado que se siente en este momento. —Mírame Stefan —suplicó Victoria con la cara muy roja y las lágrimas le hicieron hinchar los ojos—. Lo quiero hacer por mí, dame la oportunidad de conseguir una nueva vida, quiero tener una nueva versión de mí. Stefan fijó su mirada azul claro en los ojos oscuros de Victoria y entonces supo sin lugar a dudas que Victoria era más que un encaprichamiento. Él no quería que le tuviera miedo, quería que sus lindos ojos chocolate lo miraran con amor. No era lo mismo que su madre y hermana amaran una parte de él. Ahora le pareció que era poco
Michael escuchó la voz de Guadalupe con los ojos cerrados. —Hola Lupita —la saludó Michael con una mano en sus ojos encandilado por la repentina luz, Guadalupe apagó la luz de nuevo—. Gracias bonita. —De nada —contestó Guadalupe rápidamente, pensando que es mejor así, no quería que Michael la viera ahora mismo en detalle, se sentía horrible medio dormida y sin maquillaje, pero igual Michael no le prestó atención—. ¿por qué estás aquí en plan vampiro? —No tengo sueño y siento que si regreso a mis computadoras me sentiré aún más frustrado. Guadalupe lo escuchó hablar y notó que estaba borracho, miró la botella. — ¿Qué estás tomando? —preguntó a sabiendas que era tequila. Tomó la botella de entre los dedos de Michael. —Oye, no puedes be… —Michael no completó las palabras, pues ya Guadalupe tomaba un trago como una experta—, pues salud —expresó negando con la cabeza. —Mi sangre está hecha de tequila, como buena mexicana —contestó Guadalupe apenas arrugando la cara.
Las cosas no se hicieron más fáciles para Michael cuando Diego y Rebeka decidieron casarse en Las Vegas, por supuesto Guadalupe y él fueron testigos del enlace. Guadalupe de manera bastante sugerente le informó a Michael que el día anterior había cumplido año, ya podía ser testigo, era mayor de edad. Después de que los novios fueran a pasar su noche de bodas en el lujoso hotel de las Vegas del tío de Rebeka, Michael regresó con Guadalupe a la casa segura de Halcón en Las Vegas. Michael pensaba pasar de largo a su habitación, pero Guadalupe no se lo pondría fácil. «Nunca me lo pones fácil, niña» —Guadalupe, estoy cansado —dijo sin mirarla. —Perdóname por lo que pasó en la madrugada, es que bueno, era mi cumpleaños… Michael se sintió peor. —Santa madre de Dios —expresó cansado—. Lupita, no tienes que pedirme perdón, yo debo pedirte perdón a ti. — ¿Por qué? Reaccionaste porque estabas borracho, lo mismo te hubiera dado besar a una mula. Michael arrugó el ceñ
Victoria abrió mucho los ojos y aunque a Stefan le hubiera gustado que se enrojecieran sus mejillas, por el contrario ella se puso muy pálida. Eso le enfureció, no podía creer que fuera tan repugnante para ella. —Prometiste dejarme ir —susurró Victoria. Stefan se calmó a sí mismo, sabía que debía ser astuto. —Y mantengo mi palabra, si al final de este viaje te quieres ir podrás hacerlo, pero confío en que preferirás quedarte. Victoria no dijo nada, pero estaba más que segura que no sería el caso. —Sé que no quieres, pero es porque no me has dado una oportunidad —objetó Stefan—, desde que estamos aquí te he demostrado que soy alguien tan normal como cualquiera. —Eres un asesino Stefan —susurró ella. —Difiero en eso, pienso que un asesino es el que mata por placer, yo solo hago lo necesario. —Te crees con poder sobre la vida de quienes te rodean, y cualquier megalómano se conforma con hacerlos sentir miserables si te desafían, tú los matas directamente.
Stefan llevó a Victoria a un restaurante, su apariencia era relajada, una camisa desabotonada hasta el tercer botón aunque era manga larga, de color azul oscuro contrastaba con sus ojos claros dejaba ver una cadena gruesa de oro y sus tatuajes. Victoria llevaba un vestido rojo de minifalda y sandalias altísimas. El restaurante era muy bonito y lujoso, Stefan le abrió la silla para que se sentara y estaba de buen humor. Victoria seguía desconfiada. — ¿Por qué me ves así? —Preguntó Stefan. —Espero que en cualquier momento explotes. —No soy un hombre amargado, aunque tú sabes sacar mi mal humor. Victoria sonrió. —Yo suelo sacar de quicio a la gente. —Y te has propuesto cambiar, así que procura portarte bien. —Pero tú no cambias y sigues dándome órdenes. —No fue mi intención, quería ser chistoso, pero al parecer es muy duro cambiar tu impresión de mí. —Ya sabes lo que dicen, la primera impresión es lo que cuenta El mozo trajo la carta y ordenaron l
Victoria sorprendida no sabía qué decir. —Eso no podría pasar —emitió con voz entrecortada. —Imaginemos que sí puede pasar. Victoria suspiró y decidió ser sincera. —Dejemos claro que es obvio que no ocurrirá. Me iría con él sin dudarlo… — ¿Por qué es obvio que no puede ser? Supongo que tuvieron una historia llena de amor y promesas… —Él me dejó —le interrumpió Victoria siendo tajante y se le notaba que no quería hablar de eso—, prefirió ser un mafioso y desvincularse de mí. —Quizás lo hizo para protegerte —masculló Stefan y sus palabras le supieron a hiel, pero tenía que decirlo. Victoria negó con la cabeza. —Es una tontería, a mí no me hubiera importado, él lo sabía. En fin… —Sí, es una tontería, debió llevarte, así como su amigo que no le ha importado y está con Rebeka Larsson, la llevó a su mundo y ella es muy feliz con él, aunque no hayan tenido una boda cómo debía tener una mujer de su posición. — ¡¿Qué?! —Exclamó Victoria—. Me dices que Rebeka s