Stefan llevó a Victoria a un restaurante, su apariencia era relajada, una camisa desabotonada hasta el tercer botón aunque era manga larga, de color azul oscuro contrastaba con sus ojos claros dejaba ver una cadena gruesa de oro y sus tatuajes. Victoria llevaba un vestido rojo de minifalda y sandalias altísimas. El restaurante era muy bonito y lujoso, Stefan le abrió la silla para que se sentara y estaba de buen humor. Victoria seguía desconfiada. — ¿Por qué me ves así? —Preguntó Stefan. —Espero que en cualquier momento explotes. —No soy un hombre amargado, aunque tú sabes sacar mi mal humor. Victoria sonrió. —Yo suelo sacar de quicio a la gente. —Y te has propuesto cambiar, así que procura portarte bien. —Pero tú no cambias y sigues dándome órdenes. —No fue mi intención, quería ser chistoso, pero al parecer es muy duro cambiar tu impresión de mí. —Ya sabes lo que dicen, la primera impresión es lo que cuenta El mozo trajo la carta y ordenaron l
Victoria sorprendida no sabía qué decir. —Eso no podría pasar —emitió con voz entrecortada. —Imaginemos que sí puede pasar. Victoria suspiró y decidió ser sincera. —Dejemos claro que es obvio que no ocurrirá. Me iría con él sin dudarlo… — ¿Por qué es obvio que no puede ser? Supongo que tuvieron una historia llena de amor y promesas… —Él me dejó —le interrumpió Victoria siendo tajante y se le notaba que no quería hablar de eso—, prefirió ser un mafioso y desvincularse de mí. —Quizás lo hizo para protegerte —masculló Stefan y sus palabras le supieron a hiel, pero tenía que decirlo. Victoria negó con la cabeza. —Es una tontería, a mí no me hubiera importado, él lo sabía. En fin… —Sí, es una tontería, debió llevarte, así como su amigo que no le ha importado y está con Rebeka Larsson, la llevó a su mundo y ella es muy feliz con él, aunque no hayan tenido una boda cómo debía tener una mujer de su posición. — ¡¿Qué?! —Exclamó Victoria—. Me dices que Rebeka s
Victoria entregó el teléfono a Stefan de mala gana, ya no quería ver fotos de Rebeka feliz sin ella como su dama de honor, ahora tenía a Guadalupe y al lado de Michael. «Al parecer la tal Guadalupe no me suplanta solo con Rebeka» —Si ya confías en mí, quiero un teléfono al menos, estoy harta, no es la época de las tabernas. —No es justo que te pongas de mal humor conmigo, esa parte de tu vida finalizó. —Stefan, debes dejar de darme órdenes, me has dicho que soy libre, tú no puedes dictaminar que termina en mi visa —espetó Victoria de mal humor. —Pero es que no lo determiné yo. Victoria, creí que habías entendido que en el momento que nos hicieron caer por un acantilado demostraron que no les importaba tu vida. —No quiero hablar de ellos. —Me parece bien, vinimos a hablar de nosotros. La verdad estoy cansada y quiero regresar a casa. —No debí mostrarte nada —se lamentó Stefan—. No quería decepcionar a mi madre regresando temprano, está muy emocionada contigo.
Victoria despertó cuando escuchó a Stefan quejarse de dolor, él se dio cuenta cuando volteó a la cama que ella se había despertado asustada. —Buenos días, perdón por despertarte —comentó Stefan estirándose como un gato. Ya el sol iluminaba por completo el día. — ¿Qué te pasó? —Inquirió Victoria. —Nada, es mi espalda, este sofá no me ayuda. — ¿Es por el disparo? —Preguntó Victoria y siente un poco de remordimiento por haberlo lastimado más el día que le metió las uñas en la herida, cosa que antes no sentía. —No es eso, solo son viejas lesiones. —Acércate —le pidió Victoria dando un golpecito en la cama junto a ella. Stefan se sentó en la cama y Victoria movió sus manos por la espalda palpando los nudos en los músculos y desviación en su espina dorsal. —Estudie fisioterapia, no terminé la carrera, pero creo que puedo ayudarte, te sentirás mejor, y tienes razón, ese sofá no te ayuda. —Me dejarás dormir contigo por fin. —Te ayudaré con tu espalda —contestó
Victoria regresó con Stefan a New York. Adriana los abrazó muy fuerte antes de despedirse de ellos, primero a su hermano y después a Victoria. —Ahora debo ir a trabajar al hospital y seguro no tendré tiempo para nada, pero quiero que sepas que te considero mi amiga y que puedes llamarme si quieres quejarte de Stefan. — ¿Quejas de mí? —Interpeló Stefan— Si yo no la molesto, apenas tengo tiempo para verla, siempre estoy trabajando. Adriana negó con la cabeza. —Hermanito, debes tener tiempo para tu novia. —Aparte de cuando me da masaje… —Ya Stefan, no quiero conocer su intimidad, eres muy capaz de decirlo —expresó Adriana con angustia. —Nunca tuve en mi vida una novia con manos tan mágicas, te voy a contar, ella primero frota sus manos con aceite... Victoria se echó a reír cuando Adriana tapó sus orejas y comenzó a tararear haciendo que Stefan callara y contuviera su risa guiñando un ojo a Victoria cuando Adriana no podía verlo. Adriana había interpretado t
Victoria descansó toda la tarde, tocaron ligeramente su puerta y era Adelina. Traía una caja grande, obviamente era un vestido. —Buenas tardes señorita, el señor le manda esto. —Pero Stefan está loco, tengo un armario lleno de ropa. Victoria tomó la caja y la llevó a la cama, la abrió y quedó maravillada con el vestido. Era de un tono muy claro, pero no podía distinguirse, estaba tejido con muchísimos brillantes tornasol. Junto al vestido había una máscara que hacía juego con el vestido. — ¿Una fiesta de disfraces? —Murmuró Victoria y Adelina no respondió, ella no tenía idea. Victoria se arregló con esmero, se puso el vestido que le quedaba como un guante, el vestido era de una malla muy fina en el torso y los pechos eran cubiertos por el efecto del bordado de pedrerías, la falda era en corte sirena ceñido hasta las rodillas y luego se soltaba un hermoso drapeado, no tenía mangas, solo unas finas tiras casi invisibles. Victoria dejó su cabello suelto y abri
Victoria no se atrevía a abrir los ojos. Después de tanto igual iba a morir, lo irónico es que ella no acusó a Stefan, por su mente no pasaba traicionarlo, pero eso no contaba, él no iba a creer en su inocencia. O eso pensaba. —Ivo, te di una orden —dictaminó Stefan. —No puedes ver bien muchacho, esta bruja te ha hechizado. —No lo repetiré, baja el arma, ella no me traicionó. Victoria abrió los ojos poco a poco y no podía creer lo que veía, Stefan no la veía a ella, apuntaba a su padrastro a la cabeza. A Luciano que todo le parecía gracioso no paraba de reír. —Maldición Slashdot, sí que le has agarrado cariño a la chica, otra cosa que me debes, deberían agradecerme haberlos presentado. Ivo bajó el arma y miró a Victoria con odio, dio vuelta y se puso frente a Stefan. — ¿Te pondrás en mi contra por una perra? Stefan bajó el arma. —Ella no fue, no me gusta la injusticia, deberías saber quién me traicionó, no culparla sin pruebas. — ¡¿Entonces quién
Las luces del vehículo de un vecino estacionando junto a ellos y los hizo parar. Stefan se retiró con tristeza de ella y Victoria lo prefirió así. No sentía correcto tener sexo con Stefan. «Cómo me haces falta bruja» Pensó en Rebeka, así se decían, ella la podría aconsejar o eso pensaba, aunque consideró que ya que Rebeka estaba casada con Diego que también era mafioso no sería difícil conocer su opinión. Por primera vez en su vida Victoria entendía que el sexo era algo importante para personas como ellas que se sentían en construcción. Ambos bajaron del vehículo y saludaron a los vecinos que eran unos ancianos. Stefan tomó la mano de Victoria y subieron al departamento. El teléfono de Stefan sonó y él con un suspiro lo tomó y fue a su despacho. Victoria fue a su habitación, se bañó y se acostó en la cama mirando el techo. Los recuerdos de Michael inundaron su cerebro. Más de una hora pasó y Victoria pudo ver los pies de Stefan en la puerta, apenas se mov