«Aire, no puedo respirar»
Ese fue el primer pensamiento de Victoria al ser del todo consciente de lo que le pasaba.
Estaba atrapada en un auto, en el fondo del mar.
Victoria abrió la puerta empujando con todas sus fuerzas para salir de la trampa de metal y nadó hacia arriba en busca de la superficie por el anhelado oxígeno.
Exhala una bocanada de aire en sus pulmones y no entiende cómo llegó allí.
Apenas puede recordar que antes de salir a la pasarela un hombre la tomó por la espalda.
“Hola Victoria, nos vamos de fiesta, perra”
—Me secuestró ese desgraciado loco —expresó entre toses.
El mar estaba frío y su garganta se quemaba de tanto toser por el efecto de la sal.
Entonces siente que alguien la hala con apremio.
—Vámonos muñeca, nada por tu vida.
Victoria nadó detrás del hombre que la dirigía hacia la orilla. Era de noche y la civilización estaba muy lejos.
Estaban en una ensenada, sobre ellos a varios metros estaba la carretera y se escuchaban vehículos, pero era imposible ver alguno desde su posición.
Una vez en tierra firme, el desconocido tomó su mano y le obligó a seguirle.
—Pero suéltame, déjame descansar…
Era un hombre blanco, delgado, alto, con espalda muy ancha como un nadador profesional.
Su cabello parecían puntas de flechas, de tantas veces que había pasado sus manos para retirarlo de su rostro.
Era la primera vez que Victoria lo veía en su vida.
El desconocido la zarandeaba sin piedad de un lugar a otro, obviamente no tenía claro que debía hacer ahora y tampoco la soltaba para que ella buscara sola su camino.
Victoria trastabillaba, tenía una sandalia con un tacón fino altísimo en un pie con el que era imposible caminar en la arena, o mucho menos correr, el otro pie lo tenía descalzo, Victoria quiere gritar, pero no puede, su garganta está muy maltratada y su juicio inestable, se siente como una marioneta halada por hilos.
Ella conoce esa sensación, la drogaron para secuestrarla.
El hombre la metió en una gruta debajo de la pared de piedra parcialmente inundada de agua de mar que entraba y ascendía no más arriba de sus rodillas.
—¿Quién eres?, ¿dónde estamos? ¿Qué me pasó? —Inquirió Victoria tratando de entender su realidad en contra del terrible mareo, dolor de cabeza y sensación de estropajo en la boca...
El desconocido no le hacía caso, solo estaba pendiente de ver desde este lugar privilegiado hacia afuera, escondido por si había indicios de peligro.
— ¡Auxilio! —Victoria trató de gritar por ayuda, pero solo salió algo más alto de un quejido.
El hombre desconocido caminó hacia ella, la agarró con fuerza y estampó su cuerpo contra una pared de roca de la cueva, le tapó la boca con una mano.
—Haz silencio, o te mataré con mis propias manos —le indicó en voz baja y amenazante.
—¿Qué quieres de mí? —le preguntó Victoria muy asustada—. Yo no te he hecho nada, no te conozco.
—En este momento que estoy desarmado y atrapado puedes ser mi escudo o única oportunidad de salir vivo con un trueque.
—Entonces me necesitas viva —acotó Victoria—, escúchame, mi familia es muy rica y te darán mucho dinero si me entregas, pero si me matas se olvidarán rápidamente del asunto, se beneficiarán de la publicidad que obtengan y tú te quedarás sin nada.
—Te equivocas preciosa, yo no necesito dinero de tu familia, para quienes por lo visto deshacerse de ti es un beneficio —el hombre sonrió mostrando una linda dentadura.
—Sé que no me secuestraste tú, pero… ¿Por qué estoy contigo?, no recuerdo nada.
—Porque soy un imbécil que se dejó convencer y me metí en asuntos que no son mi problema. Ahora cállate, debemos salir de aquí.
—Pero si no necesitas dinero del rescate ¿qué harás conmigo entonces?
El desconocido la miró de forma apreciativa gracias a la luz de la luna que se filtraba en su escondite.
Victoria es una mujer notable, rubia, con piel de porcelana, cuerpo hermoso y profundos ojos color chocolate, lucía descompuesta y no es para menos, pero aún tiene los ojos maquillados y aunque su peinado está deshecho su cabello llega casi hasta la cintura.
—¿Cómo es posible que no tengas la cara como un payaso después de salir del mar?
—Es maquillaje profesional, soy modelo y hoy tenía la pasarela más importante del año en Milán, pero tu jefe, el maldito Luciano decidió secuestrarme para castigar a mi amiga Rebeka, porque está obsesionado con ella.
El hombre se echó a reír en voz baja.
—Un maldito loco ese Luciano.
—Escucha, no es poca la cantidad de dinero que puedo conseguirte si me dejas salir de aquí sana y salva, por favor —rogó Victoria—, a nadie le sobra el dinero, eso es una mentira, el dinero siempre puede gastarse.
El hombre la miró arrugando las cejas y sonriendo.
—Yo no tengo un jefe, preciosa… Y sí que estás muy bien.
— ¡Suéltame! —Bramó Victoria apartando su rostro con repulsión.
Sintió la respiración caliente del hombre sobre su piel fría causándole escalofríos.
El sujeto delineó su figura con las palmas de las manos, sopesando los pechos dentro del traje de fantasía que era una diminuta falda ajustada y una blusa muy escotada con brillos.
En cuanto el hombre metió la nariz en su garganta y sintió el pulso de Victoria desbocado, puso una mano en medio de sus pechos para sentir su acelerado corazón.
Quedó hipnotizado viendo los claros sombrear su mano en un exquisito pecho que sube y baja a causa de su respiración acelerada.
Con decisión metió su pierna entre las de ella obligando a abrirlas y de inmediato la otra mano palpó su centro haciéndola dar un jadeo involuntario, que es de miedo y no de placer.
Su respiración se hizo más rápida.
— ¿Estás asustada o cachonda? —Preguntó el malvado hombre divertido.
Victoria estaba sin palabras, no estaba excitada, pero tampoco quería decirle que le tenía miedo, quiso quitárselo de encima y solo logró que las piedras le lastimaran la espalda y que el agua le hiciera perder el equilibrio de sus pies con la única estúpida sandalia haciendo que la mano de él lograra mejor acceso en su feminidad.
Sus emociones eran un torbellino, no era del todo dueña de su cuerpo, ya que seguía muy drogada, llena de miedo y adrenalina
—Ah preciosa, si salimos de esta, disfrutaré un poco de ti antes de venderte.
—Te lo suplico ayúdame a salir de aquí —rogó Victoria muerta de miedo, su visión es muy borrosa y todo le da vueltas, poco a poco va cayendo en cuenta que muy pronto será más difícil. Una vez más le tocará luchar contra la abstinencia. El hombre se echó atrás y Victoria casi se cae. —Luciano te inyectó una buena dosis, aun teniendo ojos oscuros puedo ver como tus pupilas están muy dilatadas. —Yo estaba sobria, no es justo… —Sí, sí… Pobrecita… Quizás por eso no moriste; estás acostumbrada a meter grandes cantidades de porquería a tu cuerpo. —Pero yo me quiero recuperar —rezongó Victoria. —Ya cállate… El hombre la tomó de la mano y la haló fuera de su escondite, Victoria se cayó en la entrada de la cueva. —Espera, déjame quitarme esta sandalia —pidió Victoria tratando de mantenerse estable sin mucho éxito. El hombre se arrodilló y tomó su pantorrilla, ella se sostuvo se sus hombros. Cuando Victoria sintió la boca de él rozando el dorso de su rodilla l
Victoria trataba de no pensar en Michael, pero es el único hombre que ha amado en su vida, aunque él la abandonó y no sabe nada de él desde hace mucho tiempo. El hombre no se da cuenta de la reacción de Victoria, porque al finalizar la llamada se alejó y comenzó a desnudarse sin importarle que no estuviera solo. Victoria respiró profundo y logró preguntar con desenvoltura fingiendo que no le importaba. — ¿Quién es Franco Slashdot? Victoria volteó y lo vio con una toalla amarrada a la cintura. —Mucho gusto muñeca —le responde sonriendo. —Victoria, no muñeca, mi nombre es Victoria. ¿Puedo preguntarte algo, Franco? Victoria casi grita cuando el hombre dio los pasos necesarios para quedar junto a ella de manera amenazante. Victoria estática en la silla aprieta los dientes cuando él mete la nariz en su cuello. —Hueles bien… —Tú no… Apártate y ve a ducharte —le ordenó esperando ser bastante intimidante. El hombre se echó a reír con ironía. —Más respeto V
Adriana tomó la mano de Victoria y la abrazó riendo y dando brincos de alegría. —Victoria, me encanta, mi hermano vive detrás de una computadora, puro trabajo y trabajo y trabajo… Pensé que no tenía vida social, pero eres bellísima. El helicóptero aterrizó y Stefan sigue con la boca abierta. Sí… Ahora lo nombraremos Stefan, ese debe ser ahora, porque está frente a su hermana menor, en medio de un momento complicado para su vida secreta. Con Adriana abrazando a Victoria, feliz y aceptándola como nueva integrante de la familia cuando él siente que ella tanto peligro representa para su plan de vida. Victoria sonríe y parece la novia más feliz del mundo y no es para menos, encontró la manera de seguir con vida, pues no estaba dispuesta a separarse de la hermana de Stefan. Literalmente, su vida depende de ello. Un hombre calvo y de bigotes gruesos llega hasta ellos desde el helicóptero y al ver a Adriana arruga el ceño. — ¿Qué haces aquí Adriana? —inquirió descon
Cuando Stefan regresó a la habitación, Victoria no estaba en la cama, nervioso sin motivo porque no puede escapar de un avión entendió que estaba en el baño. Trató de tranquilizarse y esperó. Victoria salió unos minutos después y se veía muy mal. Sudada, se agarraba el abdomen, pálida y temblando. Se acostó en la cama en posición fetal ignorando a Stefan por completo. —Quisiera hablar contigo, necesito que me prestes atención —dictaminó Stefan con autoridad. —Mátame de una vez —susurró Victoria—, ¿qué sentido tiene que lo hagas ahora o después?, prefiero evitar el dolor de la abstinencia. Stefan se sentó a su lado y la sintió huir instintivamente de él arrimándose. Ella le temía y eso le gustaba a Stefan, le hacía más fácil controlarla. — ¿Dónde quedó la chica que solo quiere vivir? —Preguntó él con ironía. Victoria arrugó la sábana de seda en sus manos contra su nariz y ojos, llorando deprimida. —Soy una estúpida, no me hagas caso, ¿para qué quiero
Después de varias horas Victoria volvió en sí poco a poco, se sentía tibia y envuelta en un aroma delicioso. Identificó la fragancia costosa y sabe quién la lleva y no es alguien que le inspire confianza. «Stefan» Victoria se despegó de su pecho, sentándose con la espalda recta queriendo estar apartada de él. — ¿Cómo te sientes? —Preguntó Stefan en voz baja y acarició su mejilla—. Es impresionante ¿Cierto? —No pudiste describirlo mejor —contestó Victoria confundida—. Supongo que sigo viva… Victoria se apartó de su agarre con disimulo. —Te reiniciaron el sistema —Stefan le hizo un guiño y le dirigió una sonrisa completa. Victoria arrugó el ceño con suspicacia, no esperaba que Stefan hiciera algo bueno por ella y su actitud relajada no la hace sentir tranquila. —No sé si esto servirá para siempre, pero espero que sí —Victoria lo miró a la cara—. Gracias, siento que me quitaron un demonio que llevaba dentro. —Lo lamento, te toca aún lidiar conmigo —Stefan ac
La voz de Stefan hizo a Victoria abrir los ojos. Él estaba muy cerca y observaba su cabello, sin poder evitarlo acarició una hebra al que le daba el sol. Victoria se levantó, le incomodaba la cercanía de Stefan. «Cálmate Victoria, que no se dé cuenta de cuanto te asusta» Stefan la miró de arriba abajo, ella tenía un conjunto de yoga de short y blusa que mostraba el ombligo. — ¿No tienes frío? —Preguntó mirándola con lascivia. Victoria se puso una franela ancha para cubrirse, estaba acostumbrada a la lujuria en la mirada de los hombres que la rodeaban, pero a Stefan le tiene miedo. Se sentó en una banca de metal más allá junto a la caminería para alejarse de él, fingía estar tranquila, pero su corazón late a millón. — ¿Ya me llevarás con mis padres? —Inquirió Victoria tratando de mantenerse optimista. Stefan negó con la cabeza y se sentó a su lado. —Me han dicho que tu avance es notable. —Y te lo agradezco, ojalá tenga la oportunidad de hacer algo con m
Una semana después el equipo de Halcón estaba en New York. Michael se mantenía con los ojos bien abiertos y cuando supo que en New York Slashdot haría un negocio no dudó que Victoria estaba viva, pues si Slashdot había podido salir del mar, confiaba que ella también. Pero en cuanto llegaron se dieron cuenta que aunque la gente que estaba al servicio de Luciano era de Slashdot él no había aparecido. Don Massimo Coppola era el padre de Luciano y aunque se había hecho responsable económicamente de él nunca estuvo en su vida, hasta que Luciano siendo adulto revivió la figura de Halcón en todo su esplendor. Y no de la mejor manera, por supuesto siguiendo consejos de su amigo Franco Slashdot había cometido un error tras otro y don Massimo prefirió aprovechar la oportunidad y meter a Diego y Michael a dirigir los negocios de Halcón. Pero caprichoso es el destino y Massimo había descubierto que Diego en realidad era el último hijo de su esposa, del que no tenía idea de su exist
Victoria siente un nudo en la garganta llena de miedo. — ¿Y después? —preguntó Victoria, tragando el nudo en la ansiedad—. Qué pasará cuando esté a merced de Franco. Stefan movió su mano para quitar un mechón de cabello fuera de lugar en la coleta de Victoria, ella dio un paso atrás pegándose al ascensor. Stefan puso sus manos a cada lado de ella y se acercó a decirle en su oído. —Respira Victoria, por esta noche estás segura conmigo. —Sé que no es cierto —espetó ella con valentía—, ya estoy harta, eres un sádico que disfruta tenerme en la cuerda floja temiendo por mi vida. Stefan acercó su nariz a su cuello ya que ella quitó el rostro, soltó el aliento e inhaló de nuevo, Victoria sintió el escalofrío ante su contacto no deseado. —No soy idiota Victoria, sé que planeas delatarme con mi madre y mi hermana. — ¿Puedes culparme acaso? Yo tampoco soy idiota, sé que si sigo viva es porque ellas me conocieron. Las puertas del ascensor se abrieron y Stefan la llevó a