Victoria trataba de no pensar en Michael, pero es el único hombre que ha amado en su vida, aunque él la abandonó y no sabe nada de él desde hace mucho tiempo.
El hombre no se da cuenta de la reacción de Victoria, porque al finalizar la llamada se alejó y comenzó a desnudarse sin importarle que no estuviera solo.
Victoria respiró profundo y logró preguntar con desenvoltura fingiendo que no le importaba.
— ¿Quién es Franco Slashdot?
Victoria volteó y lo vio con una toalla amarrada a la cintura.
—Mucho gusto muñeca —le responde sonriendo.
—Victoria, no muñeca, mi nombre es Victoria. ¿Puedo preguntarte algo, Franco?
Victoria casi grita cuando el hombre dio los pasos necesarios para quedar junto a ella de manera amenazante.
Victoria estática en la silla aprieta los dientes cuando él mete la nariz en su cuello.
—Hueles bien…
—Tú no… Apártate y ve a ducharte —le ordenó esperando ser bastante intimidante.
El hombre se echó a reír con ironía.
—Más respeto Victoria, para ti soy Slashdot, podrás llamarme Franco cuando me clave entre tus piernas y grites mi nombre.
— “Ja” dime de qué presumes y te diré de qué careces —contestó Victoria con valentía aunque se muere de miedo.
—Lo considero un reto, ya te voy a demostrar que tengo y me dirás si carezco de algo —Slashdot se separó de ella agarrándose su entrepierna marcada debajo de la toalla de forma grosera—. Voy a bañarme.
Victoria con el corazón en la boca no dijo nada, estaba segura que este hombre era tan loco como Luciano que la secuestró antes de salir a la pasarela solo por ser amiga de Rebeka.
«Debo escapar, no sé si Rebeka está secuestrada, también debo advertir a Michael y huir de estos mafiosos lunáticos»
Apenas el hombre entró al baño, Victoria revisó la bolsa que acaban de traer, pero en ella no había ropa, solo dinero en efectivo y otras cajas, mientras doblaba los billetes con las manos temblando, encontró la factura de la tarjeta de crédito a nombre de Stefan Angelov.
Victoria ignoró el recibo y metió el dinero en sus pechos y salió de la habitación sin hacer ruido.
Bajando las escaleras más lento de lo que hubiera querido, con cada paso sentía que dejaba la piel de sus pies en el suelo, se habían ablandado en la bañera y las heridas eran muy dolorosas.
No pudo usar el ascensor, pues necesitaba la tarjeta de acceso a la habitación para hacerlo funcionar y no estaba en la mesa de noche.
Le faltaban pocos para llegar a planta baja cuando Slashdot la capturó por el cabello.
Victoria gritó desesperada y se zarandeó como gata patas arriba.
— ¡Auxilio!, ¡estoy secuestrada ayúdenme! —El malvado mafioso que venía recién bañado, con la toalla amarrada y descalzo se la echó al hombro como saco de patatas y se metió al ascensor—. ¡Suéltame desgraciado! —Exclamó Victoria dándole golpes en la espalda donde hay una herida muy fea.
El hombre gritó de dolor cuando ella le clavó las uñas en la herida, él la puso en el suelo y la sujetó de los antebrazos con fuerza.
—Te mataré si vuelves a escapar.
Las puertas del ascensor se abrieron y él la tomó de la muñeca y la llevó a rastras a la habitación.
Victoria continuó gritando y él cerró la puerta de un golpe y la tiró a la cama.
Se tiró encima de ella y Victoria logró arañar su pecho con sus uñas.
Slashdot la tomó por ambas muñecas y las inmovilizó.
— ¡Es suficiente perra del demonio! —Dictaminó y tomó la sábana y la amarró al cabecero de la cama.
Cada muñeca a cada extremo con un nudo.
Se levantó y la observó removerse haciendo chirriar la cama.
Victoria jadeaba por el esfuerzo.
—Sigue así, de solo verte me excitas.
Victoria sudada e impotente ante la situación finalmente lloró desesperada.
— ¿Qué quieres de mí Stefan Angelov?
Slashdot la miró con ojos desorbitados de furia y la tomó por el cuello.
— ¿Cómo me has llamado?
Victoria no sabía qué contestar y tampoco podía.
—Auxilio… —Exclamó con voz estrangulada y Slashdot se acercó a su rostro.
—Jamás pronuncies ese nombre ¿Has entendido? — expresó con dientes apretados.
—Perdón, por favor —murmuró completamente roja y sin aire.
Slashdot la soltó de mala gana y su semblante mostraba preocupación.
Victoria tosía tratando de conseguir aire y ahora sí su garganta está por completo maltratada.
Lo miró con odio y lo quería gritar e insultar, pero apenas le salía su voz y para colmo las palabras le salen entrecortadas y en voz muy baja, ha quedado afónica.
— ¡Eres un loco! —emitió respirando agitada—. Casi me ahogo en el mar y ahora tú casi me estrangulas solo por decir tu nombre.
— ¡Te olvidas de ese nombre! ¿Has entendido? Mi nombre es Franco Slashdot.
Pero ambos sabían que ella no lo olvidaría, Slashdot le dió la espalda y Victoria ve impresionada como la herida en su espalda derrama sangre hasta manchar la toalla blanca amarrada en sus caderas, pero él ni se inmuta.
Slashdot se sienta en la mesa dando la espalda a Victoria y come sin importarle el dolor de su espalda, mucho menos presta atención al llanto de Victoria.
Su mente es un torbellino y de una sola cosa está seguro.
Debe matar a Victoria.
«Nadie puede saber mi verdadero nombre, muchos menos una adicta que me entregará de inmediato»
Stefan terminó de comer y sacó de una caja una laptop.
En cuanto Victoria escuchó el sonido de las teclas como una rápida sinfonía recordó con nostalgia a Michael y cómo recorrieron el mundo huyendo del mafioso Luciano.
Una cosa era hackear tarjetas de crédito, tener acceso a identificaciones falsas y huir de un mafioso, pero meterse en problemas con dos mafiosos ya era demasiado.
Slashdot se echó a reír de manera siniestra haciéndola estremecer de miedo.
«Matará a Michael, también a mí, piensa Victoria ¿qué hago?»
— ¿Esa herida en tu espalda es un disparo? —Preguntó Victoria lo más fuerte que pudo, Slashdot no le hizo caso.
Tocaron a la puerta y él abrió.
Era el botones y en cuanto miró a Victoria amarrada se sorprendió.
—Por favor, ayúdame —suplicó Victoria en un murmullo apenas audible y Slashdot miró al jovencito moviendo las cejas de arriba abajo de forma sardonica.
El muchacho no sabía qué hacer, no sabía si era un juego de amantes, Stefan pasó una mano por su hombro y lo hizo dar vuelta y con astucia le habló de como a las chicas bonitas les gusta saber quién manda.
Victoria rogó a Dios por tener la posibilidad de hacerlo tragar sus palabras.
Después de unos segundos ambos reían en la puerta de la habitación y el joven se retiró conforme, Slashdot regresó y la miró con los brazos cruzados.
— ¿Qué te parece si empezamos de nuevo?
—Déjame ir —suplicó Victoria—, te juro que no diré nada.
Stefan dejó salir el aliento en un gesto impaciente.
—Trajeron ropa para ambos, antiséptico y vendas ¿Cómo pretendes escapar si no puedes ni caminar?
— ¿Por qué me tienes cautiva?
—Ya te lo dije, me conviene, pero si juras olvidarte de mí, cumpliré mi palabra y te entregaré a tu familia…
Victoria tragó grueso, no cree para nada en él, pero debía mantenerse con vida, ahora que su mente estaba más despejada y trató de hacerlo sentir seguro.
—No sé si eres sincero, pero lo pareces —expresó Victoria con la mejor cara que pudo poner.
—Soy sincero, te entregaré a tu familia —mintió Slashdot con desenvoltura—. Está por llegar un helicóptero a buscarnos, te llevaré a Milán y continuaré mi camino.
—Solo quiero una vida sin problemas con mafiosos.
—No lo parece, Victoria, ligarse con un muerto de hambre huérfano y delincuente que de seguro se acercó a ti por tu dinero no es manera de vivir.
Victoria sonrió de medio lado y negó con la cabeza.
—A Michael no le importa el dinero, está consciente que no compra la felicidad.
—No compra la felicidad, pero sí el placer.
—Supongo que tienes razón —contestó ella y ahora no mentía, después de todo Michael la dejó para ligarse con mafiosos, estaba segura de que lo que ellos le ofrecen es dinero y placeres diversos.
Stefan se sentó en la cama y abrió un frasco de antiséptico e impregnó vendas de gasa; agarró uno de sus pies por el tobillo y aplicó una de las heridas.
Victoria siseó de dolor.
— ¡Arde! —Exclamó y luego se sintió mejor cuando él sopló sobre su pie.
Victoria apretó sus labios y él con delicadeza continuó limpiando las heridas.
Las llagas en los pies de Victoria traen recuerdos a la mente de Slashdot, su vida cuando solo era Stefan Angelov.
Ella no lo notó, que él sople para mitigar el ardor no es algo extraordinario, cualquiera en su situación lo haría incluso por inercia.
Pero él no era cualquiera.
Stefan no recordaba cuándo fue la última vez que procuró aliviar a alguien. No podía, lo más inteligente dada las circunstancias de su vida era mantenerse alejado de quienes le importaba.
Esperaba que no fuera algo que tuviera que hacer para siempre.
Stefan sacó una astilla incrustada en su pie y la hizo chillar.
— ¿Te falta mucho? —Preguntó Victoria adolorida.
—Necesito que camines para irnos de aquí.
Stefan envolvió sus pies con vendas y buscó un vaso de agua y una pastilla; ella lo miró con desconfianza.
—Es solo ibuprofeno.
Victoria aceptó la pastilla que él le dio en la boca y le ayudó colocando el vaso de agua en la boca ya que está atada al cabecero de la cama.
—Gracias… —dijo Victoria con humildad, necesitaba que él le tuviera confianza y la soltara.
— ¿Quieres vengarte de mí, dulce Victoria? —Preguntó él con una media sonrisa y le ofreció una venda y un frasco de antiséptico—. Si te portas bien, te suelto y me ayudas con mi espalda.
—Lo haré, pero debes prometerme que estaré segura contigo.
En ese justo momento Slashdot no pudo pronunciar la mentira con palabras, solo afirmó con la cabeza y la soltó.
Más tarde estaban vestidos para salir de la habitación.
El celular de él sonó.
—Slashdot —contestó cortante.
—Estamos llegando al helipuerto del hotel en cinco —le indicó su interlocutor.
Stefan miró a Victoria peinándose frente al espejo y desvió la mirada y continuó en búlgaro.
—Apenas nos montemos en el helicóptero, eliminarás a la chica, sabe mi nombre, se convirtió en un cabo suelto; pero ya los empleados del hotel están preocupados por ella, no puedo matarla aquí.
Aunque Victoria no entendía búlgaro sabía que aquello era su sentencia de muerte.
«Estoy perdida»
Cuando salieron de la habitación, Stefan muy amable ayudó abrazándola por la cintura y tomando casi todo su peso.
—Es un trecho corto.
—No te preocupes, puedo soportarlo —musitó ella que apenas podía hablar y quería llorar.
Pensó que al abrir las puertas del ascensor le darían un balazo, el botones que los escoltaba se llevaría más propina por callar.
Salieron en la azotea a una terraza llena de turistas que disfrutaban del verano en una piscina.
«¿Me arrojará al vacío en presencia de tanta gente? ¿O esperará a arrojarme del helicóptero?, debes pensar en algo para que no te mate Victoria»
El helicóptero estaba llegando y caminaron hacia allá.
Ambos se sorprendieron cuando escucharon a su espalda una voz chillona femenina.
— ¡Stefan! —Una muchacha se tiró encima de Slashdot.
— ¿Qué diablos haces aquí Adriana?
—La chica mordió sus labios y unió sus cejas con la cara roja.
—Estoy de vacaciones con mis amigas.
—Le dijiste a tu padre que estarías en Los Ángeles.
La joven al verse atrapada miró a Victoria.
—No seas maleducado hermanito, preséntame a tu novia.
Victoria de inmediato estiró la mano a la chica.
—Encantada de conocerte cuñada, Victoria Asunsolo.
Adriana tomó la mano de Victoria y la abrazó riendo y dando brincos de alegría. —Victoria, me encanta, mi hermano vive detrás de una computadora, puro trabajo y trabajo y trabajo… Pensé que no tenía vida social, pero eres bellísima. El helicóptero aterrizó y Stefan sigue con la boca abierta. Sí… Ahora lo nombraremos Stefan, ese debe ser ahora, porque está frente a su hermana menor, en medio de un momento complicado para su vida secreta. Con Adriana abrazando a Victoria, feliz y aceptándola como nueva integrante de la familia cuando él siente que ella tanto peligro representa para su plan de vida. Victoria sonríe y parece la novia más feliz del mundo y no es para menos, encontró la manera de seguir con vida, pues no estaba dispuesta a separarse de la hermana de Stefan. Literalmente, su vida depende de ello. Un hombre calvo y de bigotes gruesos llega hasta ellos desde el helicóptero y al ver a Adriana arruga el ceño. — ¿Qué haces aquí Adriana? —inquirió descon
Cuando Stefan regresó a la habitación, Victoria no estaba en la cama, nervioso sin motivo porque no puede escapar de un avión entendió que estaba en el baño. Trató de tranquilizarse y esperó. Victoria salió unos minutos después y se veía muy mal. Sudada, se agarraba el abdomen, pálida y temblando. Se acostó en la cama en posición fetal ignorando a Stefan por completo. —Quisiera hablar contigo, necesito que me prestes atención —dictaminó Stefan con autoridad. —Mátame de una vez —susurró Victoria—, ¿qué sentido tiene que lo hagas ahora o después?, prefiero evitar el dolor de la abstinencia. Stefan se sentó a su lado y la sintió huir instintivamente de él arrimándose. Ella le temía y eso le gustaba a Stefan, le hacía más fácil controlarla. — ¿Dónde quedó la chica que solo quiere vivir? —Preguntó él con ironía. Victoria arrugó la sábana de seda en sus manos contra su nariz y ojos, llorando deprimida. —Soy una estúpida, no me hagas caso, ¿para qué quiero
Después de varias horas Victoria volvió en sí poco a poco, se sentía tibia y envuelta en un aroma delicioso. Identificó la fragancia costosa y sabe quién la lleva y no es alguien que le inspire confianza. «Stefan» Victoria se despegó de su pecho, sentándose con la espalda recta queriendo estar apartada de él. — ¿Cómo te sientes? —Preguntó Stefan en voz baja y acarició su mejilla—. Es impresionante ¿Cierto? —No pudiste describirlo mejor —contestó Victoria confundida—. Supongo que sigo viva… Victoria se apartó de su agarre con disimulo. —Te reiniciaron el sistema —Stefan le hizo un guiño y le dirigió una sonrisa completa. Victoria arrugó el ceño con suspicacia, no esperaba que Stefan hiciera algo bueno por ella y su actitud relajada no la hace sentir tranquila. —No sé si esto servirá para siempre, pero espero que sí —Victoria lo miró a la cara—. Gracias, siento que me quitaron un demonio que llevaba dentro. —Lo lamento, te toca aún lidiar conmigo —Stefan ac
La voz de Stefan hizo a Victoria abrir los ojos. Él estaba muy cerca y observaba su cabello, sin poder evitarlo acarició una hebra al que le daba el sol. Victoria se levantó, le incomodaba la cercanía de Stefan. «Cálmate Victoria, que no se dé cuenta de cuanto te asusta» Stefan la miró de arriba abajo, ella tenía un conjunto de yoga de short y blusa que mostraba el ombligo. — ¿No tienes frío? —Preguntó mirándola con lascivia. Victoria se puso una franela ancha para cubrirse, estaba acostumbrada a la lujuria en la mirada de los hombres que la rodeaban, pero a Stefan le tiene miedo. Se sentó en una banca de metal más allá junto a la caminería para alejarse de él, fingía estar tranquila, pero su corazón late a millón. — ¿Ya me llevarás con mis padres? —Inquirió Victoria tratando de mantenerse optimista. Stefan negó con la cabeza y se sentó a su lado. —Me han dicho que tu avance es notable. —Y te lo agradezco, ojalá tenga la oportunidad de hacer algo con m
Una semana después el equipo de Halcón estaba en New York. Michael se mantenía con los ojos bien abiertos y cuando supo que en New York Slashdot haría un negocio no dudó que Victoria estaba viva, pues si Slashdot había podido salir del mar, confiaba que ella también. Pero en cuanto llegaron se dieron cuenta que aunque la gente que estaba al servicio de Luciano era de Slashdot él no había aparecido. Don Massimo Coppola era el padre de Luciano y aunque se había hecho responsable económicamente de él nunca estuvo en su vida, hasta que Luciano siendo adulto revivió la figura de Halcón en todo su esplendor. Y no de la mejor manera, por supuesto siguiendo consejos de su amigo Franco Slashdot había cometido un error tras otro y don Massimo prefirió aprovechar la oportunidad y meter a Diego y Michael a dirigir los negocios de Halcón. Pero caprichoso es el destino y Massimo había descubierto que Diego en realidad era el último hijo de su esposa, del que no tenía idea de su exist
Victoria siente un nudo en la garganta llena de miedo. — ¿Y después? —preguntó Victoria, tragando el nudo en la ansiedad—. Qué pasará cuando esté a merced de Franco. Stefan movió su mano para quitar un mechón de cabello fuera de lugar en la coleta de Victoria, ella dio un paso atrás pegándose al ascensor. Stefan puso sus manos a cada lado de ella y se acercó a decirle en su oído. —Respira Victoria, por esta noche estás segura conmigo. —Sé que no es cierto —espetó ella con valentía—, ya estoy harta, eres un sádico que disfruta tenerme en la cuerda floja temiendo por mi vida. Stefan acercó su nariz a su cuello ya que ella quitó el rostro, soltó el aliento e inhaló de nuevo, Victoria sintió el escalofrío ante su contacto no deseado. —No soy idiota Victoria, sé que planeas delatarme con mi madre y mi hermana. — ¿Puedes culparme acaso? Yo tampoco soy idiota, sé que si sigo viva es porque ellas me conocieron. Las puertas del ascensor se abrieron y Stefan la llevó a
De regreso en el penthouse, Adelina le indicó a Victoria una habitación y le informó que sería para ella, esta estaba decorada para una mujer, Victoria se sorprendió de que pareciera que ella hubiera elegido todo. Cortinas color vino contrastado con color perla y detalles dorados. Nada como se esperaría le gustaría a una chica como los colores pastel que Victoria aborrecía. Victoria revisó detrás de unas puertas dobles y encontró un salón muy amplio, era el guardarropa, con buen gusto y con todo lo que necesitaba desde ropa, zapatos y accesorios, hasta maquillaje y cremas; todo de primera calidad. Victoria miró la ropa y mordió sus labios para no llorar. —Perdí la cuenta de cuántas veces quise morir y ahora que me importa mi vida tengo las horas contadas —reflexionó en voz baja y se dejó caer recostada a la pared, sintiéndose abrumada por todo lo que está viviendo—. Michael si pudiera verte al menos una vez antes de morir. Más cerca de lo que imaginaban, Michael sa
Michael maldijo a Massimo y su incitación, él nunca antes había pensado en Guadalupe de esa manera. — ¿No tienes planes de irte? —Michael bostezó sin mirarla y Guadalupe no podía sentirse más ignorada. —Sabes qué, como igual estaré por aquí puedo ayudarte, dime qué debo hacer, ¿ver esos cuadritos a ver si veo a tu chica? Michael pensó, en realidad las cámaras de tránsito en las salidas de Manhattan por carretera por si veía a Luciano y que este le lleve a Slashdot era su esperanza, pero necesitaba descansar. —En estos cuadritos vigilo si veo a Luciano, ¿lo recuerdas? —Claro que recuerdo al canijo que casi me manda al otro mundo. —Pues ve a tu habitación, bañate, cambiate de ropa y vienes. —“Simón”... —exclamó de forma afirmativa y salió corriendo contenta de poder ayudar. Guadalupe desde que conoció a Michael años atrás la cautivó, él siempre había sido amable con ella, le prestaba atención y compartía su comida, estaba pendiente que no se buscara problemas con