Inicio / Romántica / Cautiva de la Mafia / Capítulo 02. Verdadero nombre
Capítulo 02. Verdadero nombre

 Victoria trataba de no pensar en Michael, pero es el único hombre que ha amado en su vida, aunque él la abandonó y no sabe nada de él desde hace mucho tiempo.

   El hombre no se da cuenta de la reacción de Victoria, porque al finalizar la llamada se alejó y comenzó a desnudarse sin importarle que no estuviera solo.

   Victoria respiró profundo y logró preguntar con desenvoltura fingiendo que no le importaba.

   — ¿Quién es Franco Slashdot?

   Victoria volteó y lo vio con una toalla amarrada a la cintura.

   —Mucho gusto muñeca —le responde sonriendo.

   —Victoria, no muñeca, mi nombre es Victoria. ¿Puedo preguntarte algo, Franco?

   Victoria casi grita cuando el hombre dio los pasos necesarios para quedar junto a ella de manera amenazante.

   Victoria estática en la silla aprieta los dientes cuando él mete la nariz en su cuello.

   —Hueles bien…

  —Tú no… Apártate y ve a ducharte —le ordenó esperando ser bastante intimidante.

   El hombre se echó a reír con ironía.

   —Más respeto Victoria, para ti soy Slashdot, podrás llamarme Franco cuando me clave entre tus piernas y grites mi nombre.

   — “Ja” dime de qué presumes y te diré de qué careces —contestó Victoria con valentía aunque se muere de miedo.

  —Lo considero un reto, ya te voy a demostrar que tengo y me dirás si carezco de algo —Slashdot se separó de ella agarrándose su entrepierna marcada debajo de la toalla de forma grosera—. Voy a bañarme.

  Victoria con el corazón en la boca no dijo nada, estaba segura que este hombre era tan loco como Luciano que la secuestró antes de salir a la pasarela solo por ser amiga de Rebeka.

  «Debo escapar, no sé si Rebeka está secuestrada, también debo advertir a Michael y huir de estos mafiosos lunáticos»

    Apenas el hombre entró al baño, Victoria revisó la bolsa que acaban de traer, pero en ella no había ropa, solo dinero en efectivo y otras cajas, mientras doblaba los billetes con las manos temblando, encontró la factura de la tarjeta de crédito a nombre de Stefan Angelov.

   Victoria ignoró el recibo y metió el dinero en sus pechos y salió de la habitación sin hacer ruido.

   Bajando las escaleras más lento de lo que hubiera querido, con cada paso sentía que dejaba la piel de sus pies en el suelo, se habían ablandado en la bañera y las heridas eran muy dolorosas.

   No pudo usar el ascensor, pues necesitaba la tarjeta de acceso a la habitación para hacerlo funcionar y no estaba en la mesa de noche.

   Le faltaban pocos para llegar a planta baja cuando Slashdot la capturó por el cabello.

   Victoria gritó desesperada y se zarandeó como gata patas arriba.

   — ¡Auxilio!, ¡estoy secuestrada ayúdenme! —El malvado mafioso que venía recién bañado, con la toalla amarrada y descalzo se la echó al hombro como saco de patatas y se metió al ascensor—. ¡Suéltame desgraciado! —Exclamó Victoria dándole golpes en la espalda donde hay una herida muy fea.

   El hombre gritó de dolor cuando ella le clavó las uñas en la herida, él la puso en el suelo y la sujetó de los antebrazos con fuerza.

   —Te mataré si vuelves a escapar.

   Las puertas del ascensor se abrieron y él la tomó de la muñeca y la llevó a rastras a la habitación.

   Victoria continuó gritando y él cerró la puerta de un golpe y la tiró a la cama.

   Se tiró encima de ella y Victoria logró arañar su pecho con sus uñas.

   Slashdot la tomó por ambas muñecas y las inmovilizó.

   — ¡Es suficiente perra del demonio! —Dictaminó y tomó la sábana y la amarró al cabecero de la cama.

   Cada muñeca a cada extremo con un nudo.

   Se levantó y la observó removerse haciendo chirriar la cama.

   Victoria jadeaba por el esfuerzo.

   —Sigue así, de solo verte me excitas.

   Victoria sudada e impotente ante la situación finalmente lloró desesperada.

      — ¿Qué quieres de mí Stefan Angelov?

   Slashdot la miró con ojos desorbitados de furia y la tomó por el cuello.

   — ¿Cómo me has llamado?

   Victoria no sabía qué contestar y tampoco podía.

   —Auxilio… —Exclamó con voz estrangulada y Slashdot se acercó a su rostro.

   —Jamás pronuncies ese nombre  ¿Has entendido? — expresó con dientes apretados.

   —Perdón, por favor —murmuró completamente roja y sin aire.

   Slashdot la soltó de mala gana y su semblante mostraba preocupación.

   Victoria tosía tratando de conseguir aire y ahora sí su garganta está por completo maltratada.

   Lo miró con odio y lo quería gritar e insultar, pero apenas le salía su voz y para colmo las palabras le salen entrecortadas y en voz muy baja, ha quedado afónica.

   — ¡Eres un loco! —emitió respirando agitada—. Casi me ahogo en el mar y ahora tú casi me estrangulas solo por decir tu nombre.

   — ¡Te olvidas de ese nombre! ¿Has entendido? Mi nombre es Franco Slashdot.

  Pero ambos sabían que ella no lo olvidaría, Slashdot le dió la espalda y Victoria ve impresionada como la herida en su espalda derrama sangre hasta manchar la toalla blanca amarrada en sus caderas, pero él ni se inmuta.

   Slashdot se sienta en la mesa dando la espalda a Victoria y come sin importarle el dolor de su espalda, mucho menos presta atención al llanto de Victoria.

   Su mente es un torbellino y de una sola cosa está seguro.

   Debe matar a Victoria.

   «Nadie puede saber mi verdadero nombre, muchos menos una adicta que me entregará de inmediato»

   Stefan terminó de comer y sacó de una caja una laptop.

   En cuanto Victoria escuchó el sonido de las teclas como una rápida sinfonía recordó con nostalgia a Michael y cómo recorrieron el mundo huyendo del mafioso Luciano.

  Una cosa era hackear tarjetas de crédito, tener acceso a identificaciones falsas y huir de un mafioso, pero meterse en problemas con dos mafiosos ya era demasiado.

   Slashdot se echó a reír de manera siniestra haciéndola estremecer de miedo.

   «Matará a Michael, también a mí, piensa Victoria ¿qué hago?»

   — ¿Esa herida en tu espalda es un disparo? —Preguntó Victoria lo más fuerte que pudo, Slashdot no le hizo caso.

   Tocaron a la puerta y él abrió.

  Era el botones y en cuanto miró a Victoria amarrada se sorprendió.

  —Por favor, ayúdame —suplicó Victoria en un murmullo apenas audible y Slashdot miró al jovencito moviendo las cejas de arriba abajo de forma sardonica.

  El muchacho no sabía qué hacer, no sabía si era un juego de amantes, Stefan pasó una mano por su hombro y lo hizo dar vuelta y con astucia le habló de como a las chicas bonitas les gusta saber quién manda.

   Victoria rogó a Dios por tener la posibilidad de hacerlo tragar sus palabras.

  Después de unos segundos ambos reían en la puerta de la habitación y el joven se retiró conforme, Slashdot regresó y la miró con los brazos cruzados.

   — ¿Qué te parece si empezamos de nuevo?

   —Déjame ir —suplicó Victoria—, te juro que no diré nada.

   Stefan dejó salir el aliento en un gesto impaciente.

   —Trajeron ropa para ambos, antiséptico y vendas ¿Cómo pretendes escapar si no puedes ni caminar?

   — ¿Por qué me tienes cautiva?

   —Ya te lo dije, me conviene, pero si juras olvidarte de mí, cumpliré mi palabra y te entregaré a tu familia…

   Victoria tragó grueso, no cree para nada en él, pero debía mantenerse con vida, ahora que su mente estaba más despejada y trató de hacerlo sentir seguro.

   —No sé si eres sincero, pero lo pareces —expresó Victoria con la mejor cara que pudo poner.

   —Soy sincero, te entregaré a tu familia —mintió Slashdot con desenvoltura—. Está por llegar un helicóptero a buscarnos, te llevaré a Milán y continuaré mi camino.

   —Solo quiero una vida sin problemas con mafiosos.

   —No lo parece, Victoria, ligarse con un muerto de hambre huérfano y delincuente que de seguro se acercó a ti por tu dinero no es manera de vivir.

   Victoria sonrió de medio lado y negó con la cabeza.

   —A Michael no le importa el dinero, está consciente que no compra la felicidad.

   —No compra la felicidad, pero sí el placer.

   —Supongo que tienes razón —contestó ella y ahora no mentía, después de todo Michael la dejó para ligarse con mafiosos, estaba segura de que lo que ellos le ofrecen es dinero y placeres diversos.

    Stefan se sentó en la cama y abrió un frasco de antiséptico e impregnó vendas de gasa; agarró uno de sus pies por el tobillo y aplicó una de las heridas.

   Victoria siseó de dolor.

   — ¡Arde! —Exclamó y luego se sintió mejor cuando él sopló sobre su pie.

   Victoria apretó sus labios y él con delicadeza continuó limpiando las heridas.

  Las llagas en los pies de Victoria traen recuerdos a la mente de Slashdot, su vida cuando solo era Stefan Angelov.

   Ella no lo notó, que él sople para mitigar el ardor no es algo extraordinario, cualquiera en su situación lo haría incluso por inercia.

   Pero él no era cualquiera.

  Stefan no recordaba cuándo fue la última vez que procuró aliviar a alguien. No podía, lo más inteligente dada las circunstancias de su vida era mantenerse alejado de quienes le importaba.

   Esperaba que no fuera algo que tuviera que hacer para siempre.

   Stefan sacó una astilla incrustada en su pie y la hizo chillar.

   — ¿Te falta mucho? —Preguntó Victoria adolorida.

   —Necesito que camines para irnos de aquí. 

    Stefan envolvió sus pies con vendas y buscó un vaso de agua y una pastilla; ella lo miró con desconfianza.

   —Es solo ibuprofeno.

   Victoria aceptó la pastilla que él le dio en la boca y le ayudó colocando el vaso de agua en la boca ya que está atada al cabecero de la cama.

   —Gracias… —dijo Victoria con humildad, necesitaba que él le tuviera confianza y la soltara.

   — ¿Quieres vengarte de mí, dulce Victoria? —Preguntó él con una media sonrisa y le ofreció una venda y un frasco de antiséptico—. Si te portas bien, te suelto y me ayudas con mi espalda.

   —Lo haré, pero debes prometerme que estaré segura contigo.

   En ese justo momento Slashdot no pudo pronunciar la mentira con palabras, solo afirmó con la cabeza y la soltó.

   Más tarde estaban vestidos para salir de la habitación.

   El celular de él sonó.

   —Slashdot —contestó cortante.

   —Estamos llegando al helipuerto del hotel en cinco —le indicó su interlocutor.

   Stefan miró a Victoria peinándose frente al espejo y desvió la mirada y continuó en búlgaro.

   —Apenas nos montemos en el helicóptero, eliminarás a la chica, sabe mi nombre, se convirtió en un cabo suelto; pero ya los empleados del hotel están preocupados por ella, no puedo matarla aquí.

   Aunque Victoria no entendía búlgaro sabía que aquello era su sentencia de muerte.

   «Estoy perdida»

  Cuando salieron de la habitación, Stefan muy amable ayudó abrazándola por la cintura y tomando casi todo su peso.

   —Es un trecho corto.

   —No te preocupes, puedo soportarlo —musitó ella que apenas podía hablar y quería llorar.

   Pensó que al abrir las puertas del ascensor le darían un balazo, el botones que los escoltaba se llevaría más propina por callar.

   Salieron en la azotea a una terraza llena de turistas que disfrutaban del verano en una piscina.

 «¿Me arrojará al vacío en presencia de tanta gente? ¿O esperará a arrojarme del helicóptero?, debes pensar en algo para que no te mate Victoria»

   El helicóptero estaba llegando y caminaron hacia allá.

   Ambos se sorprendieron cuando escucharon a su espalda una voz chillona femenina.

   — ¡Stefan! —Una muchacha se tiró encima de Slashdot.

   — ¿Qué diablos haces aquí Adriana?

   —La chica mordió sus labios y unió sus cejas con la cara roja.

   —Estoy de vacaciones con mis amigas.

   —Le dijiste a tu padre que estarías en Los Ángeles.

   La joven al verse atrapada miró a Victoria.

   —No seas maleducado hermanito, preséntame a tu novia.

   Victoria de inmediato estiró la mano a la chica.

   —Encantada de conocerte cuñada, Victoria Asunsolo.   

Capítulos gratis disponibles en la App >

Capítulos relacionados

Último capítulo