Al llegar al parqueadero de su casa, Karen bajó del auto en silencio. Qué noche tan terrible le ha tocado vivir. Se colocó los lentes y volvió a sentirse como siempre se sentía, una mujer insípida, que hiciera lo que hiciera jamás le gustaría a Daryl Ferrer. Sus gustos eran otros y ella ni queriendo encajaba en ellos.
—Debo dejar de ser tan ilusa — se repitió Karen varias veces.
Las imágenes que había visto en el cuarto de servicio donde se celebró la gala las recordaba a cada momento y sentía como su corazón se rompía en mil pedazos. ¿Hasta cuándo iba a resistir? —Lo peor de todo es que ella sabía que Daryl no era culpable de nada; la culpa la tenía ella misma por haberse creado una falsa ilusión, un amor no correspondido.
—¿Estás bien, hermosa? — le preguntó Megan a Karen.
—Para ser sincera, ni siquiera sé lo que siento, mi mente va a millón y solo quiero descansar un poco.
Alejandro, que ya había estacionado su auto, se acercó hasta donde estaban ellas y comenzó a disculparse. Justo eso era lo que quería evitar Karen; no quería saber por qué se había ausentado, solo necesitaba llegar a su casa, quitarse la ropa y acostarse a dormir para no pensar más. Megan, que sabía muy bien cómo se estaba sintiendo su amiga, sin pensarlo mucho le dijo a Alejandro que hablarían los tres al día siguiente. este al ver la actitud de Karen, supo que lo mejor era marcharse, así que se despidió, cogió su auto y arrancó. Sabía que la había embarrado esa noche, pero también estaba consciente de que lo que sentía su amiga no era su culpa.
Megan y Karen entraron en silencio; sabían que las cosas no estaban bien y que la mejor opción era tener un espacio para pensar y sobrellevar la situación tan desagradable que estaban viviendo.
Karen entró al baño, se desnudó y se metió a la ducha. El agua fría caía por todo su cuerpo y era como un bálsamo que aliviaba el dolor que sentía su alma. La vergüenza, la humillación y la decepción eran los protagonistas del momento; los recuerdos de su jefe teniendo intimidad con aquella mujer eran peores que las palabras que le había dicho la madre de este. Las lágrimas caían por sus mejillas, se sentía como el ser más miserable del universo; había puesto los ojos en quien no debía y lo estaba pagando con creces.
Cuando sintió que ya era suficiente, salió de la ducha, se envolvió en una toalla y regresó a la habitación. Allí Megan la esperaba en silencio, hasta que, ya más calmada, Karen habló.
—Lamento lo que has vivido por mi culpa, Megan — susurró Karen.
—No ha sido tu culpa, cariño. — ¿Estás bien? — Le pregunta Megan, preocupada.
—Me siento mejor, pero todo esto ha sido un verdadero desastre. Me siento tan avergonzada, vi a mi jefe follando con una mujer en plena gala y luego por andar sin mis lentes me tropecé y caí sobre el mesero. Para completar, llega la madre de Daryl y me insulta de una manera poco sutil, me humillo, me hizo sentir como una cucaracha — respondió mientras las lágrimas comenzaban a salir nuevamente de sus ojos.
Megan se acercó y la acunó en sus brazos. No era la primera vez que le tocaba secar sus lágrimas, pero sabía que lo que había pasado era mucho más fuerte que las tristezas anteriores.
—Lo lamento tanto, amiga, no mereces este sufrimiento. Tú eres tan buena persona que no se me hace justo. En cuanto a esa vieja encopetada y al imbécil de su hijo, que se jodan. No permitas que personas con un corazón tan mezquino te hagan sentir mal. Daryl es un sinvergüenza mujeriego y eso ya lo sabías, por eso es hora de que ya pases la página y aceptes que él jamás será para ti, y no porque tú no seas como las mujeres que le gustan, porque bastante hermosa que eres, pero los hombres como él solo están pendientes de unas grandes tetas y un gran trasero, no ven más allá de ello. — Espetó Megan con sinceridad.
Karen se quedó muda con lo que había escuchado; sabía que Megan tenía mucha razón en todo, no era justo lo que estaba viviendo, pero ella sola se lo había buscado. Aunque Daryl era todo lo que ella decía, él no tenía la culpa de nada, porque no conocía sus sentimientos.
—Tienes razón, Megan, ya es hora de que todo cambie. Necesito sacarme este sentimiento de mi corazón, necesito dejar de pensar en él y sobre todo necesito matar esta ilusión; si no lo hago, no sé qué pasará más adelante.
—¡Esa es la actitud! Tú puedes, preciosa, vales demasiado y mereces a alguien que te dé el valor que mereces como mujer.
—Creo que ya es hora de irnos a dormir. La vida continúa y mañana debemos regresar al trabajo. No sé con qué cara llegar, pero debo enfrentarlo.
—Tienes razón, además mañana será otro día y las cosas se verán de otra manera. Sé que después de esta noche tu perspectiva hacia él cambiará.
—Eso espero, porque ya esto sobrepasa mis límites.— Karen se levantó y caminó hasta el armario; de allí sacó dos pijamas limpios, uno para ella y otro para su amiga.—Toma para que te cambies — le dijo a Megan.
Ella hizo lo que Karen le pedía y se fue al baño a asearse y cambiarse. En la habitación, Karen se cambiaba y, al agarrar sus lentes, los miró y se prometió a sí misma no dejar de usarlos jamás. Se sentía tan culpable de no haberlos llevado puestos esta noche.
—Estoy lista. Ahora a la cama, mañana se trabaja — bromeó Megan, queriendo alivianar el momento.
—A descansar entonces — respondió Karen y sonrió.
Las dos se fueron a la cama. Megan cayó profunda; estaba cansada, el día había sido bastante largo. Por el contrario, Karen no podía pegar los ojos; sus propios pensamientos no la dejaban. En un momento dio gracias al cielo porque su madre no las había esperado despierta; que la hubiese visto mal no era lo más acertado.
Horas después, sin darse cuenta, Karen cayó en los brazos de Morfeo.
***
A la mañana siguiente…
El sonido del despertador atormentaba a las chicas; Megan lo tomó y lo apagó. Al mirar la hora, vio que ya era momento de salir de la cama; ambas debían ir a sus trabajos.
—Karen — despierta, es hora de salir de la cama — le dijo Megan, aún adormitada.
—¿Qué hora es? — respondió Karen abriendo sus ojos.
—Son poco más de las siete, ya debemos levantarnos, cariño.
—Mi cabeza va a explotar — no me apetece ir al trabajo hoy— respondió Karen y se tapó la cara con su almohada.
—Karen, pero tú nunca faltas a tu trabajo — dijo Megan, sorprendida.
—Lo sé, pero hoy no quiero ir. Ya le enviaré un mensaje a mi jefe; apuesto que él tampoco va hoy, debe estar descansando de su gran noche — gruñó Karen furiosa.
—Está bien, voy a ducharme. Yo sí debo asistir; hoy mi jefe tiene una reunión importante y no me lo puedo perder.
Megan se fue directo al baño; necesitaba ducharse para irse a su trabajo. Karen ya estaba despierta, pero se negaba a ir a la empresa. La razón era simple: ella no quería encontrarse con el CEO Daryl Ferrer y enfrentarlo. Estaba segura de que su madre ya le había contado lo que había pasado, así que decidió buscar su móvil y enviarle un mensaje al W******p. En cualquier momento lo leería.
Pensó mucho en qué escribir, hasta que decidió mentir: le diría que había amanecido indispuesta, tal vez lo entendería y, si no lo hacía, era lamentable por él.
De ahora en adelante las cosas van a cambiar. Voy a cumplir con mi trabajo y nada más; la esclavitud fue abolida hace muchos años, así que yo también debo tener mi propia liberación — se dijo Karen a sí misma.
Después de quitarse la almohada de la cara, se levantó y agarró su móvil, buscó el número de contacto de su jefe y comenzó a escribir el mensaje.
< Buenos días, señor Daryl, he amanecido bastante mal del estómago; hoy no podré asistir al trabajo, lo lamento mucho. Cualquier novedad, estaré atenta al móvil.>
Karen
Lo leyó varias veces y, decidida como nunca antes, presionó la tecla enviar.
Daryl ya estaba despierto desde hacía más de una hora; quería llegar temprano a la empresa para trabajar en el próximo desfile. En la gran mesa de su casa, Crisol, su empleada de servicio, servía el desayuno. Escuchó que había llegado un mensaje a su móvil y se sorprendió cuando lo leyó. Por lo general, Karen nunca faltaba. — ¿Estaría tan mal de verdad? — se preguntó antes de enviarle una respuesta.
<Buenos días, Karen, lo entiendo, mejora pronto, ya sabes que el desfile está cerca> Daryl.
Envío el mensaje y, como si nada pasara, siguió comiendo; la verdad a él poco le importaba lo que pasara con Karen, lo más importante para él era que todo le saliera bien y nada más.
A las seis de la mañana suena el reloj despertador y Karen sale disparada de la cama, estaba acostumbrada a llegar temprano a la empresa donde trabajaba como asistente personal de un CEO bastante poderoso y aparte de eso extremadamente guapo, llevaba en ese lugar poco más de un año y desde el primer momento en que lo vio quedo totalmente flechada, el detalle era que él tenía ojos para todas menos para ella, para completar su desgracia él la consideraba su persona de confianza, al extremo de contarle con cuanta mujer salía cada día, eso le hacía añicos el corazón, pero con una fabricada sonrisa se reía de todo lo que él le decía y hasta lo ayudaba enviando detalles a cada una de las modelos que quería conquistar y es que ella trabajaba en su peor pesadilla una agencia de moda donde llovían cientos y cientos de modelosLa única que conocía su secreto era Megan su mejor amiga, habían ido juntas a la universidad y se habían graduado de economistas, pero con la gran competencia que había
Dos horas más tarde el informe ya estaba totalmente listo, los cálculos habían cuadrado de manera perfecta, ahora estaba esperando que Daryl terminara una video conferencia para poder reunirse con él y explicarle a detalle lo que había realizado, la idea inicial era que el informe lo hicieran entre los dos, pero como él había tenido aquel altercado pasional en la mañana, ella no tuvo más opción que hacerlo sin él, además no era la primera vez que este le hacia ese tipo de desairesKaren toca a la puerta del CEO y este la hace pasar, ella entra en silencio, porque él está al teléfono, al escuchar un poco la conversación se da cuenta que está hablando con Karina Ferrer su madre, una mujer bastante elitista, para la cual la clase y el estatus social va más allá que cualquier otra cosa, por lo general siempre se pelea con su hijo, todavía no le perdona que se haya separado de Marilyn Escobar, una joven millonaria e hija de sus grandes amigos Raúl y Mía, lo que ella ignoraba era el daño ta
Karen se tragaba el nudo de emociones que sentía a causa de la salida de su jefe con una de sus tantas conquistas cuando su teléfono sonó y la hizo salir de aquellos pensamientos que solo la estaban atormentando, respiro profundo y cuando sintió que estaba más calmada lo agarro y contesto la llamada, era su amiga Megan— Hola Megan, ¿Cómo estás? — respondió Karen— ¡Ohhhhh! estamos de malas pulgas hoy ¿Qué te sucede? — llevo toda la mañana escribiéndote y no me has respondido, no me digas que estas sufriendo por tu jefe otra vez — le dijo Megan mientras soltaba un largo suspiro— ¿Qué comes que adivinas? — respondió Karen resignada— Lo imagine, no entiendo porque sigues en ese lugar, eso ya no es sano para ti, recuerda que sufrir es opcional — dijo Megan— Yo lo sé y créeme que lo he pensado, pero dime donde puedo conseguir un trabajo mejor que este — respondió preocupada— Tienes razón bonita, pero algo debes hacer— Lo que debo hacer es quitarme este embrujo,
Al día siguiente todo estaba preparado para la junta, habían sido convocados todos los miembros y más de uno esperaba ansioso la propuesta que iba a hacer el CEO, sobre todo su primo Julián, un hombre déspota y mal intencionado que desde el primer momento estaba ansioso por ocupar su trono en la empresa, él estaba esperando cualquier tropiezo de Daryl para poder aplastarlo, sin duda no hay nada peor en esta vida que la envidia y las malas energía de los seres más cercanosEn una gran mesa todos esperaban a que el gran CEO entrara en acción, por lo general este siempre los sorprendía con grandes ideas, esperaban que hoy no fuera la excepción, junto a él entraron Gerard y su asistente personal Karen, aunque para muchos era absurdo que una simple asistente estuviera allí, para Daryl era bastante importante, ya que por lo general casi siempre trabajaban juntos— Buenos días señores, los he citado hoy a esta junta porque quiero que estudiemos la propuesta para el desfile que tendremos e
En la sala de reuniones aún estaban Gerard, Stefano y Daryl Ferrer, al entrar ellos dejaron de hablar— Pero miren ha llegado la fiel esclava del gran CEO — se burló StefanoGerard y Daryl se miraron y se rieron, cosa que a Karen no le hizo ninguna gracia, por lo general Stefano siempre se burlaba de ella, disfrutaba haciéndola sentir inferior y todo porque Karen un día no le permitió el acceso a la oficina del CEO, Stefano era un hombre bastante prepotente y amaba ridiculizar a todo aquel que no era de su agrado— Señor Ferrer, ¿Puede venir un momento? Por favor — dijo Karen ignorando por completo los malos comentarios de Stefano— Por supuesto y tú Stefano deja de molestar a Karen — espeto Daryl molesto— ¡Oh que dolor!, ¿ya viste como el bombón Daryl Ferrer defiende a su fiel esclava? — le dijo Stefano a Gerard— Déjala en paz Stefano — respondió Gerard mientras reíaDaryl acudió al llamado de su asistente y salió de la sala de juntas, pudo ver en sus ojos la mol
Una voz detrás de ella la sacó de sus pensamientos y le pegó un gran susto. Era Julieta, la secretaria de Gerard, quien había llegado en silencio.—¿Hablando sola, Karen? —preguntó mientras se miraba en el espejo y se acomodaba sus grandes senos.Julieta era el tipo de mujer a la que le encantaba sobresalir; por lo general iba vestida de manera sexy, enseñando las grandes pelotas de silicona que se había mandado a hacer años atrás. Era la atracción de más de uno y según las malas lenguas, en más de una ocasión había pasado por la cama de su jefe, a quien trataba con más confianza de la que se debía tener con un superior, ella era una pesada, arrogante e hipócrita, desde que Karen llego a la empresa había sido víctima de su mala lengua, en frente de ella la trataba como una buena amiga, pero por la espalda se burlaba y la llamaba la mustia por su apariencia física, Karen era un mujer discreta para vestirse, podía decirse que hasta rayaba en lo anticuado y eso le molestaba a más de una,
A las afueras del edificio Fuller donde trabajaba Megan, Karen esperaba a que su amiga llegara a su encuentro. Estaba ansiosa por ir de compras; aún no recordaba la última vez en que había comprado algo bonito para ella y no lo hacía no por ser una tacaña, sino porque tenía que ayudar con la gran cantidad de gastos que había en su casa.—Ufff, qué gran carrera he dado. —Pensé que ibas a tardar más, amiga —le dijo Megan a Karen.—No había tráfico y estamos bastante cerca, ¿estás lista? —le preguntó Karen.—Más que lista, debemos ir a un lugar que tenga cosas lindas, pero a bajo costo —dijo Megan y Karen sonrió.—Ja, ja, ja, me gusta la idea, entonces ¿a dónde vamos? —preguntó Karen.—Podemos ir a Primark Gran Vía, allí se consiguen unas ofertas increíbles y creo que podamos conseguir lo que estamos buscando.—Perfecto, entonces vamos —respondió Karen emocionada.Karen arrancó su auto y se encaminaron a la Gran Vía. Esta es una de las principales calles de la ciudad española de Madrid. C
Treinta minutos después llegaron a casa de Karen, parquearon el auto y bajaron de él, reunieron todas las bolsas y se encaminaron al portal— Muero de hambre, ojalá tu madre tenga una rica comida preparada — dijo Megan— Yo también, hoy solo comí un poco, con tanto trabajo ha sido difícil tener una hora exacta para alimentarme— Lo sé, pero mejor no toquemos el tema, ya sabes cómo me pongo — respondió de manera sincera Megan— Ja, ja, ja — ya sabía que lo dirías, ya mejor cambiemos de tema, no quiero que mamá empiece a regañarme nuevamente — espeto Karen— Está bien — lo prometo, pico cerrado — respondió Megan y simuló una especie de cierre en los labiosAl entrar a la casa la madre de Karen estaba sentada terminado arreglar una ropa en su máquina de coser, hacia ese trabajo aún en contra de la voluntad de su hija, le apasionaba diseñar y coser ropa, de hecho, con ese trabajo y otros adicionales había sacado adelante a sus hijas— ¿Mami otra vez haciendo costu