Una voz detrás de ella la sacó de sus pensamientos y le pegó un gran susto. Era Julieta, la secretaria de Gerard, quien había llegado en silencio.
—¿Hablando sola, Karen? —preguntó mientras se miraba en el espejo y se acomodaba sus grandes senos.
Julieta era el tipo de mujer a la que le encantaba sobresalir; por lo general iba vestida de manera sexy, enseñando las grandes pelotas de silicona que se había mandado a hacer años atrás. Era la atracción de más de uno y según las malas lenguas, en más de una ocasión había pasado por la cama de su jefe, a quien trataba con más confianza de la que se debía tener con un superior, ella era una pesada, arrogante e hipócrita, desde que Karen llego a la empresa había sido víctima de su mala lengua, en frente de ella la trataba como una buena amiga, pero por la espalda se burlaba y la llamaba la mustia por su apariencia física, Karen era un mujer discreta para vestirse, podía decirse que hasta rayaba en lo anticuado y eso le molestaba a más de una, sin contar que por ser la asistente personal del gran CEO de la empresa por muchos era vista como lo peor, ya que Daryl Ferrer muchas veces se comportaba como el ser más déspota del universo
—Sí, ja, ja, ja —respondió Karen mientras miraba cómo esta se subía un poco más la minifalda que llevaba puesta.
—Cuidado querida, mira que dicen que hablar solos es de locos, ¿no estarás perdiendo la cordura? —dijo Julieta con maldad.
Cada palabra que salía de su boca estaba llena de veneno; la envidia la hacía soltar los comentarios más ácidos. No perdonaba que Karen sí tuviera acceso a las juntas y reuniones importantes de la empresa, cuando ella llevaba más de cinco años trabajando en ese lugar.
—Tal vez la estás perdiendo, por si no lo sabías: "la locura es un rico placer que solo los locos conocen" —dijo Karen citando una frase que había visto en Internet.
Juliana no se esperaba semejante respuesta; no había duda que la asistente del gran jefe era más astuta de los que les hacía creer, pero para quedar bien con ella comenzó a reír y respondió de manera amable.
—Tienes razón, querida; muy acertada tu frase, ya la agregaré a mi diccionario personal; fue bueno verte, porque por lo general estás ocupada haciendo el trabajo de tu jefe —dijo Julieta con maldad.
Al escuchar aquello, Karen se tensó; si eso llegara a oídos del CEO, podía pensar que era ella misma quien estaba sacando esos rumores a relucir y seguramente le traería más de un dolor de cabeza, así que debía cortar ese absurdo comentario que seguramente lo había sacado la misma Julieta.
—Julieta, te agradezco que no vuelvas a repetir ese mal comentario, yo solo cumplo con hacer mi trabajo, no ando haciendo las cosas que le competen al presidente de esta empresa, créeme que si eso llegara a sus oídos tú y yo tendríamos más de un problema, así que por favor evita repetirlo —dijo eso y sin esperar a que esta respondiera salió del baño. Si había algo que detestaba era perder el tiempo en chismes y rumores de pasillo.
La secretaria malintencionada se quedó perpleja con lo que acababa de escuchar.
—Mira a la mojigata, ha sacado las garras —dijo mirándose en el espejo—. Ya te veré caer, m*****a insípida —sonrió con maldad, arregló su ropa y salió del lugar.
Pasadas las dos de la tarde, llegó a la oficina Mateo, el chofer de Karina Ferrer, un hombre de unos cuarenta años, bastante bonachón y amable. Karen lo conocía puesto que en más de una ocasión había tenido que hacer unas cuantas diligencias a su lado.
—¿Cómo esta señorita Karen? —le preguntó Mateo.
—Ya sabes que puedes llamarme por mi nombre —respondió Karen y sonrió.
—Ja, ja, ja, ya lo sé, solo te estaba molestando; he venido a traer unos pases de cortesía para ti; el señor Ferrer me dijo que te los entregara —le respondió y al mismo tiempo le entregó tres sobres.
Por lo general a las galas benéficas a las que asistían los Ferrer solo iban personas de la alta sociedad de Madrid, hombres y mujeres llenos de dinero y acostumbrados a grandes lujos. Solo con ver los pases de entrada se podía apreciar lo lujoso que sería el evento.
—Muchas gracias, Mateo, están muy bonitas las invitaciones —dijo Karen alucinada con lo que tenía en sus manos.
—No hay de qué, guapa, no sabía que te gustaban ese tipo de reuniones.
—La verdad, nunca he ido a una gala de esta magnitud, pero el señor Daryl me insistió tanto que no quise hacerle el feo y rechazarlo; ya sabe cómo se pone cuando recibe un no por respuesta.
—Ja, ja, ja, sí que lo sé, bueno, llegó la hora de irme, que disfrutes esta noche, Karen —dijo con sinceridad.
—Gracias, tal vez nos veamos allá.
—Es lo más probable, aunque si te soy sincero este tipo de eventos no me agradan mucho. Por lo general está lleno de personas que te miran arriba del hombro por no tener su mismo estatus social, pero ya lo verás por ti misma.
—Ya me estoy asustando —respondió Karen nerviosa.
—No te agobies, Karen, además, por lo que vi vas acompañada.
—Si voy con mis dos amigos —dijo Karen gustosa.
—Entonces no hay de qué preocuparse —que sigas teniendo un buen día, ya debo irme —dijo esto y se marchó.
Karen se quedó nerviosa con lo que acababa de escuchar; sin duda debían esmerarse en buscar un buen vestido y con ello pasar desapercibido ante tantos encopetaos.
Minutos después llamó a su amiga y le dijo que ya estaba lista. Solo le avisaría a su jefe y se marcharía de la empresa. Esta inmediatamente le dijo que pasara a recogerla, guardó su móvil y se fue directo a la oficina de Daryl. Tocó la puerta y escuchó cuando este la hizo pasar.
—Señor, vine a avisarle que ya tengo los pases y me voy a marchar —le dijo a Daryl mientras se apretaba las manos. Aun se sentía rara pidiendo ese tipo de permisos.
—Perfecto, Karen, puedes irte, yo me marcho en unas dos horas, quiero pasar por mi casa a cambiarme —le comentó él con confianza.
—Muy bien, señor, hasta más tarde.
—Ponte guapa, con suerte te consigues un novio —dijo Daryl en tono de broma y repitiendo la frase que horas antes le había dicho.
Como quisiera que ese novio fueras tú —pensó Karen y sonrió.
—No lo estoy buscando, pero uno nunca sabe —le respondió Karen con una sonrisa guasona.
— Deberías sonreír más seguido. Karen, tienes una bonita sonrisa.
Cuando Daryl terminó de decir aquello, la cara de su asistente se puso de color rojo. Ella no estaba acostumbrada a recibir ese tipo de cumplidos por su parte. Él al verla sintió pena, notó que la chica era poco experimentada y hasta se arrepintió de lo que había dicho.
—Gracias, señor, ahora me voy, si me necesita estoy por el móvil.
—Perfecto, que tengas buenas tardes —dijo Daryl y comenzó a revisar unos papeles.
Karen salió disparada de la oficina; podía sentir como su cara ardía. Maldijo para sus adentros, ¿por qué le costaba tanto controlarse cuando él estaba cerca? La razón era sencilla: ella no solo lo veía como su jefe; sus pensamientos con él iban más allá.
Recogió sus cosas, respiró y se fue directo al ascensor. Al llegar a planta baja varios empleados la saludaron y al mismo tiempo se sorprendieron por verla salir a esa hora. No era costumbre que ella pidiera algún permiso. Al ver las caras de muchos Karen pudo darse cuenta de lo que estaban pensando y sonrió. Tal vez creían que ella era un extraterrestre o también la veían como la esclava del CEO.
A las afueras del edificio Fuller donde trabajaba Megan, Karen esperaba a que su amiga llegara a su encuentro. Estaba ansiosa por ir de compras; aún no recordaba la última vez en que había comprado algo bonito para ella y no lo hacía no por ser una tacaña, sino porque tenía que ayudar con la gran cantidad de gastos que había en su casa.—Ufff, qué gran carrera he dado. —Pensé que ibas a tardar más, amiga —le dijo Megan a Karen.—No había tráfico y estamos bastante cerca, ¿estás lista? —le preguntó Karen.—Más que lista, debemos ir a un lugar que tenga cosas lindas, pero a bajo costo —dijo Megan y Karen sonrió.—Ja, ja, ja, me gusta la idea, entonces ¿a dónde vamos? —preguntó Karen.—Podemos ir a Primark Gran Vía, allí se consiguen unas ofertas increíbles y creo que podamos conseguir lo que estamos buscando.—Perfecto, entonces vamos —respondió Karen emocionada.Karen arrancó su auto y se encaminaron a la Gran Vía. Esta es una de las principales calles de la ciudad española de Madrid. C
Treinta minutos después llegaron a casa de Karen, parquearon el auto y bajaron de él, reunieron todas las bolsas y se encaminaron al portal— Muero de hambre, ojalá tu madre tenga una rica comida preparada — dijo Megan— Yo también, hoy solo comí un poco, con tanto trabajo ha sido difícil tener una hora exacta para alimentarme— Lo sé, pero mejor no toquemos el tema, ya sabes cómo me pongo — respondió de manera sincera Megan— Ja, ja, ja — ya sabía que lo dirías, ya mejor cambiemos de tema, no quiero que mamá empiece a regañarme nuevamente — espeto Karen— Está bien — lo prometo, pico cerrado — respondió Megan y simuló una especie de cierre en los labiosAl entrar a la casa la madre de Karen estaba sentada terminado arreglar una ropa en su máquina de coser, hacia ese trabajo aún en contra de la voluntad de su hija, le apasionaba diseñar y coser ropa, de hecho, con ese trabajo y otros adicionales había sacado adelante a sus hijas— ¿Mami otra vez haciendo costu
A las cinco de la tarde las chicas comenzaron a arreglarse, Alexa ya había llegado y las ayudo, no había duda que los temas de belleza eran su fuerte, Karen le pidió a su hermana que le dejara el cabello suelto y a esta le gustó la idea, pero no lo dejaría liso le haría unas ondas que le darían más volumen a su cabello, en cuanto al maquillaje Alexa propuso uno bastante natural, conocía los gustos de su hermana y sabía que si se excedía está era capaz de no ir a ningún lugar, con Megan la situación fue diferente, ella si quiso un maquillaje mas fuerte— Karen, si no te quedas tranquila no podré delinear bien tu ojo, es más deberías quitarte esos lentes horribles que siempre llevas puestos — gruñó Alexa— ¿Quieres que salga rodando por las escaleras? — sabes muy bien que sin mis lentes no veo muy bien — le respondió Karen a su hermana— Lo sé, lo sé, pero deberías hacer una excepción por hoy, tus lentes no van con la ocasión— Pues no hay más opciones, si no te gustan lo la
Las dos chicas se despidieron de Alexa y de Marta, luego salieron del lugar, al llegar al portal Karen se sentía bastante incómoda su visión era borrosa y a causa de su astigmatismo las luces eran terribles para sus ojos, con cuidado caminaron hasta el auto y subieron en el, colocaron la dirección en el GPS y se encaminaron a la gran gala, ambas están bastante nerviosas, no era común para ellas asistir a ese tipo de eventos— ¿Crees que encajemos en ese lugar? — le pregunto Karen a Megan nerviosa— Por supuesto, tampoco es que somos unas extraterrestres, además vamos bien arregladas para la ocasión— Tienes razón, pero solo con pensar en la madre de mi jefe me da de todo que las demás personas sean como ella — susurró preocupada— ¿Tan mala persona es? — no me asustes— No sé si es una mala persona, pero si es una mujer bastante clasista, para ella lo más importante es la alta sociedad— Que lamentable, pensé que ya no existía gente de ese tipo — ¡Dios santo! Estamos e
Karen estaba bromeando cuando escucho la voz de su jefe que hablaba con otro hombre, rápidamente volteo y con la poca visión que tenía lo pudo ubicarlo y se quedó boca abierta iba vestido y peinado como siempre, el era perfecto — Karen soltó un gran suspiro, lo cual llamo la atención de Megan, quien rápidamente miro en la misma dirección que Karen— ¡Madre mía! — ¿ese es Daryl Ferrer? — pregunto Megan sorprendida— Si, es el y quién lo acompaña es su padre el señor Alan Ferrer, un hombre tan increíble como su hijo— Con esa descripción vas a hacer que vaya detrás de los huesos del viejito — Ja, ja, ja— Ja, ja, ja — eres una pesada Megan— Lo soy, lo asumo, ahora viendo al CEO entiendo porque se te baja la tanga cada vez que hablas de el — le dijo Megan bromeando— Es que es perfecto, ¿A caso no lo ves?— Si lo veo, pero ya con que tú estés locamente enamorada de él es suficiente — Ja, ja, ja— Pesada — respondió Karen mientras seguí mirando a su jefePa
Daryl estaba sentado junto a sus padres, Gerard, Clara y la familia de su exnovia, cosa que no le agradaba mucho, pero su madre se empeñaba en querer juntarlos. Ella aún no superaba la ruptura de su hijo y su sueño más grande era que pudieran regresar para que Daryl volviera a ser el hombre centrado de antes, no el mujeriego que todos los días andaba con una mujer distinta.— Daryl, ¿ya viste quién está en la otra mesa? —preguntó Gerard sin ningún tipo de decoro; no le importaba que Clara lo escuchara, estaba tan acostumbrado a que ella lo perdonara que parecía que hacía las cosas a propósito.Daryl miró hasta donde él le decía y vio a Amanda Duque, una presentadora de televisión con la que había querido salir desde hacía un tiempo, pero nunca se le había presentado la oportunidad de hacerlo. Tal vez hoy era el día, pensó y sonrió.— Esa mujer es una preciosidad, la necesito en mi vida — dijo Daryl emocionado.— Será en tu cama, canalla — respondió Gerard y soltó una carcajada, cosa q
Al llegar al parqueadero de su casa, Karen bajó del auto en silencio. Qué noche tan terrible le ha tocado vivir. Se colocó los lentes y volvió a sentirse como siempre se sentía, una mujer insípida, que hiciera lo que hiciera jamás le gustaría a Daryl Ferrer. Sus gustos eran otros y ella ni queriendo encajaba en ellos.—Debo dejar de ser tan ilusa — se repitió Karen varias veces.Las imágenes que había visto en el cuarto de servicio donde se celebró la gala las recordaba a cada momento y sentía como su corazón se rompía en mil pedazos. ¿Hasta cuándo iba a resistir? —Lo peor de todo es que ella sabía que Daryl no era culpable de nada; la culpa la tenía ella misma por haberse creado una falsa ilusión, un amor no correspondido.—¿Estás bien, hermosa? — le preguntó Megan a Karen.—Para ser sincera, ni siquiera sé lo que siento, mi mente va a millón y solo quiero descansar un poco.Alejandro, que ya había estacionado su auto, se acercó hasta donde estaban ellas y comenzó a disculparse. Just
A las seis de la mañana suena el reloj despertador y Karen sale disparada de la cama, estaba acostumbrada a llegar temprano a la empresa donde trabajaba como asistente personal de un CEO bastante poderoso y aparte de eso extremadamente guapo, llevaba en ese lugar poco más de un año y desde el primer momento en que lo vio quedo totalmente flechada, el detalle era que él tenía ojos para todas menos para ella, para completar su desgracia él la consideraba su persona de confianza, al extremo de contarle con cuanta mujer salía cada día, eso le hacía añicos el corazón, pero con una fabricada sonrisa se reía de todo lo que él le decía y hasta lo ayudaba enviando detalles a cada una de las modelos que quería conquistar y es que ella trabajaba en su peor pesadilla una agencia de moda donde llovían cientos y cientos de modelosLa única que conocía su secreto era Megan su mejor amiga, habían ido juntas a la universidad y se habían graduado de economistas, pero con la gran competencia que había