Daryl estaba sentado junto a sus padres, Gerard, Clara y la familia de su exnovia, cosa que no le agradaba mucho, pero su madre se empeñaba en querer juntarlos. Ella aún no superaba la ruptura de su hijo y su sueño más grande era que pudieran regresar para que Daryl volviera a ser el hombre centrado de antes, no el mujeriego que todos los días andaba con una mujer distinta.
— Daryl, ¿ya viste quién está en la otra mesa? —preguntó Gerard sin ningún tipo de decoro; no le importaba que Clara lo escuchara, estaba tan acostumbrado a que ella lo perdonara que parecía que hacía las cosas a propósito.
Daryl miró hasta donde él le decía y vio a Amanda Duque, una presentadora de televisión con la que había querido salir desde hacía un tiempo, pero nunca se le había presentado la oportunidad de hacerlo. Tal vez hoy era el día, pensó y sonrió.
— Esa mujer es una preciosidad, la necesito en mi vida — dijo Daryl emocionado.
— Será en tu cama, canalla — respondió Gerard y soltó una carcajada, cosa que llamó la atención de todos.
—Chicos, por favor, hagan silencio y dejen escuchar — los regañó Karina, quien había escuchado perfectamente lo que ellos hablaban.
—Lo siento, madre — le dijo Daryl y siguió mirando a su objetivo.
Amanda Duque era la típica mujer que a él le gustaba; tenía muchas cualidades. Desde que la había visto en la presentación de una colección, había quedado flechado, pero Gerard tenía razón: él solo la quería para meterla en su cama y ya después se aburriría y la desecharía como lo hacía con todas.
Treinta minutos después la subasta terminó, logrando recaudar la cantidad de ciento cincuenta mil euros; adicional a esto había ventas de prendas, artesanía y una que otra cosa más que tendría el mismo destino del dinero obtenido mediante la subasta.
Daryl, sin perder tiempo, se fue a la mesa donde estaba Amanda y la saludó con el pretexto de hablar sobre el desfile que tendría su empresa próximamente. Ella, que sabía de la atracción que tenía el CEO por ella, se lo disfrutó; también le gustaba y por qué no sacar partido de ello.
—¿Te han dicho que eres la mujer más hermosa de la noche? — le preguntó Daryl a Amanda.
— La verdad, eres el primero que me lo dice; tú también eres el hombre más guapo del lugar. — ¿Ya te lo habían dicho?
—No, pero con que me lo digas tú me basta. Estoy seguro de que haríamos una buena pareja.
—Yo también lo estoy — respondió ella de manera coqueta.
—¿Qué harás después de la gala?
—Irme solita a mi casa — respondió Amanda e hizo un puchero, con lo que enloqueció a Daryl.
—Si quieres te puedo acompañar, preciosa, o tal vez quieras ir a otro sitio conmigo.
—Me encanta la idea, guapo Daryl.
Las cartas ya estaban en la mesa, el gran CEO nuevamente estaba logrando sus objetivos; Karen, alertada por Megan, los observaba. No tenía duda de que su jefe ya había encontrado con quién pasar la noche. Se sintió estúpida, se había arreglado de esa manera para él, sentía un gran nudo en la garganta.
"¿Por qué tiene que ser así?", se preguntó más de una vez.
Megan, que conocía bien a su amiga, tomó su mano y la apretó para que sintiera que ella estaba allí para apoyarla.
—Si quieres nos podemos marchar, Karen — le dijo Megan a su amiga.
—No, ¿por qué hacerlo? —La noche es joven y venimos a pasarla bien — le respondió Karen, tragándose sus emociones.
—Pero, no te veo bien, amiga, sé que te afecta ver a tu jefe con esa mujer.
—Son cosas que debo superar; ya va siendo hora que asuma mi realidad. Hoy ha sido mi último intento.
Dejando a su amiga sin palabras, Karen se tomó su cóctel de un solo trago; sin duda la cosa no pintaba bien. Megan se sentía tan impotente de no poder hacer nada y las ganas de arrancarle la cabeza a Daryl eran cada vez más grandes.
Karen, fuera de control, pidió otro cóctel y se lo tomó de la misma manera.
— Amiga, ya para, tú no estás acostumbrada a tomar de esa manera, no vale la pena — le dijo Megan suplicante.
—Tienes razón, yo no soy así; debo calmarme.
En ese momento sonó el móvil de Karen y era Alejandro quien la estaba llamando. Apenas ella atendió, él le dijo que estaba afuera, que salieran a darle el pase para poder entrar.
—Alejandro está afuera, ¿puedes ir por él, Megan?
—Sí, ya voy a buscarlo, dame el pase, por favor.
Karen hizo lo que ella le pedía, le entregó el pase y esta se marchó.
Karen miró nuevamente en dirección a dónde había visto al CEO, pero este ya no estaba allí. ¿Se habría marchado? —Suspiró fuerte y pensó en ir al baño, pero al mismo tiempo tenía miedo de caerse; no llevaba sus lentes y algo malo podía pasar. Decidió esperar a Megan, pero esta estaba tardando demasiado. Sin aguantar más, se levantó y se fue directa al baño.
Al llegar allí, pasó rápidamente y botó todo el líquido que llevaba rato buscando salir. Sintió un gusto increíble. Apenas salió, se miró en el espejo y aún se veía bastante guapa. Lavó sus manos y salió del lugar; no había dado cinco pasos cuando escuchó unos gemidos que provenían de un cuarto de servicio. La curiosidad pudo con ella y se acercó; el sitio tenía suficiente luz para observar lo que allí estaba pasando.
En silencio se asomó y se quedó sin habla con lo que vio; allí estaba su adorado jefe con la mujer que lo había visto hablando minutos antes. Ellos estaban teniendo sexo en plena gala benéfica. Las lágrimas corrían por las mejillas de Karen; no podía creer lo que sus ojos veían. Salió corriendo y regresó al baño; necesitaba respirar y salir del asombro. Más calmada, decidió que la fiesta ya había terminado para ella; debía salir de ese lugar lo más rápido posible.
Salió rápidamente del baño y se vio tentada a entrar al cuarto de servicio nuevamente, pero no… eso ya no era sano para ella. Iba metida en sus pensamientos cuando de repente tropezó con un mesero y solo se escuchó el sonido de los cristales rompiéndose en el piso. El mundo de Karen se paralizó; escuchaba la voz de los presentes.
—¡Lo lamento! Fue mi culpa — susurró Karen.
—No se preocupe, señorita, ¿está bien? — le preguntó un guapo hombre de unos treinta años; él había llegado para ayudarla.
—Gracias, señor — le respondió Karen al extraño.
—Soy Ángel Fuenmayor. ¿Y tú?
—Yo soy Karen Gutiérrez. — Un gusto, señor.
—Puedes llamarme por mi nombre; eso de que me digan señor me hace sentir más viejo — le respondió sonriente.
—Está bien, Ángel.
Los dos se miraron y a ella se le hizo conocida la cara del hombre que la estaba ayudando. ¿Dónde lo había visto?
—Pero, ¿qué ha pasado aquí? —preguntó furiosa Karina Ferrer.
—Lo siento, señora Ferrer, yo me he tropezado y perdí el equilibrio — le respondió Karen, temerosa.
—¡Oh! —Si eres la asistente de mi hijo, por poco no te reconozco. Ahora entiendo la torpeza que acabas de cometer; ese es tu hobby. No sé por qué Daryl te ha invitado a este lugar, pero este no es sitio para ti, señorita —gritó Karina, furiosa.
—Señora Ferrer, la señorita no ha tenido la culpa, no la trate de esa manera — espetó Ángel, lleno de furia.
Karen no podía creer lo que estaba viviendo; estaba enfrente de una de las personas más importantes para su jefe y está la estaba tratando como la m****a, sin un ápice de respeto.
—La señora Ferrer tiene razón, yo no debería estar en este lugar. Terminó de decir la frase y salió corriendo del lugar.
Daryl, que acababa de regresar, al escuchar a su madre se acercó. Iba a decir algo cuando vio que Karen salía como una flecha del lugar. — ¿Qué le habría dicho su madre?
—¿Qué sucede, mamá? —preguntó Daryl, desconcertado.
—Tu asistente que ha causado un desastre — respondió Karina de manera altiva.
Ángel se había mantenido en un segundo plano, pero no estaba dispuesto a permitir que Karina Ferrer le hiciera más daño del que ya le había causado con sus palabras.
—Daryl, amigo, ¿cómo estás? —saludó Ángel.
—Ángel, muy bien, tanto tiempo sin verte — no sabía que habías regresado.
—Pues aquí estoy, ahora ven y dame un abrazo.
Ángel y Daryl habían ido juntos al colegio; aunque ambos se habían dedicado a profesiones distintas, se llevaban muy bien. Se dieron un gran abrazo y, dispuesto a aclarar lo que había pasado, comenzó a hablar.
—Daryl, ¿es tu secretaria la chica que se ha tropezado? — le preguntó Ángel.
—Sí, es Karen, no alcancé a ver qué pasó con ella — respondió Daryl confundido.
—Ya le he comentado a mi hijo lo que ha pasado, Ángel — dijo Karina, más calmada.
—Con todo respeto, señora Ferrer, usted no le ha dicho a su hijo la manera en que humilló a la pobre chica. —¿Usted nunca se ha tropezado? — espeto Ángel, molesto.
Karina, apenada por la situación, prefirió callar; no quería enfrentarse al hijo de su adorada amiga Susana.
—¿Es eso cierto, mamá? — le preguntó Daryl, molesto.
—Me he pasado un poco, cariño, lo lamento, ya sabes cómo me pongo. —Voy a regresar con tu padre; ya me debe extrañar — dijo y se marchó.
Ángel y Daryl la miraron y no daban crédito de lo que acababan de oír; Karina no había cambiado ni un poco su manera de ser.
—Tu madre es increíble, Daryl, es idéntica a mi padre. — Ja, ja, ja.
—Su abolengo no la deja ver más allá; pobre Karen, debió asustarse mucho.
—Demasiado, estaba pálida; yo le he ayudado. Por cierto, es bastante bonita tu asistente.
—Ja, ja, ja. —¿Te ha gustado, Karen? —preguntó Daryl, sorprendido.
—Solo he dicho que es bonita; ya sabes, como cirujano plástico valoro mucho la belleza natural de la mujer — respondió Ángel, sonriente.
—Tenemos gustos distintos, pero se respetan. —Voy a regresar a mi mesa; ha sido un gusto saludarte.
—El gusto ha sido mío. A ver cuándo nos reunimos y nos tomamos algo.
—Cuando gustes, Ferrer, mantengo el mismo número.
Los dos se despidieron y cada uno se fue a su lugar; a diferencia de Daryl, Ángel era más sensible, así que se fue directo a la entrada. Con suerte se volvería a encontrar con Karen; necesitaba saber que ella estaba bien, pero al salir no encontró lo que estaba buscando. Sin más, se dio la vuelta y regresó a la gala.
En el auto de Karen, Megan conducía callada; no daba crédito a lo que le había tocado vivir a su amiga en tan solo unos minutos. Alejandro las seguía en su auto; al no saber lo que había sucedido, se sentía bastante confundido y, al mismo tiempo, mal por no haber llegado a tiempo para acompañarlas en el evento.
Al llegar al parqueadero de su casa, Karen bajó del auto en silencio. Qué noche tan terrible le ha tocado vivir. Se colocó los lentes y volvió a sentirse como siempre se sentía, una mujer insípida, que hiciera lo que hiciera jamás le gustaría a Daryl Ferrer. Sus gustos eran otros y ella ni queriendo encajaba en ellos.—Debo dejar de ser tan ilusa — se repitió Karen varias veces.Las imágenes que había visto en el cuarto de servicio donde se celebró la gala las recordaba a cada momento y sentía como su corazón se rompía en mil pedazos. ¿Hasta cuándo iba a resistir? —Lo peor de todo es que ella sabía que Daryl no era culpable de nada; la culpa la tenía ella misma por haberse creado una falsa ilusión, un amor no correspondido.—¿Estás bien, hermosa? — le preguntó Megan a Karen.—Para ser sincera, ni siquiera sé lo que siento, mi mente va a millón y solo quiero descansar un poco.Alejandro, que ya había estacionado su auto, se acercó hasta donde estaban ellas y comenzó a disculparse. Just
A las seis de la mañana suena el reloj despertador y Karen sale disparada de la cama, estaba acostumbrada a llegar temprano a la empresa donde trabajaba como asistente personal de un CEO bastante poderoso y aparte de eso extremadamente guapo, llevaba en ese lugar poco más de un año y desde el primer momento en que lo vio quedo totalmente flechada, el detalle era que él tenía ojos para todas menos para ella, para completar su desgracia él la consideraba su persona de confianza, al extremo de contarle con cuanta mujer salía cada día, eso le hacía añicos el corazón, pero con una fabricada sonrisa se reía de todo lo que él le decía y hasta lo ayudaba enviando detalles a cada una de las modelos que quería conquistar y es que ella trabajaba en su peor pesadilla una agencia de moda donde llovían cientos y cientos de modelosLa única que conocía su secreto era Megan su mejor amiga, habían ido juntas a la universidad y se habían graduado de economistas, pero con la gran competencia que había
Dos horas más tarde el informe ya estaba totalmente listo, los cálculos habían cuadrado de manera perfecta, ahora estaba esperando que Daryl terminara una video conferencia para poder reunirse con él y explicarle a detalle lo que había realizado, la idea inicial era que el informe lo hicieran entre los dos, pero como él había tenido aquel altercado pasional en la mañana, ella no tuvo más opción que hacerlo sin él, además no era la primera vez que este le hacia ese tipo de desairesKaren toca a la puerta del CEO y este la hace pasar, ella entra en silencio, porque él está al teléfono, al escuchar un poco la conversación se da cuenta que está hablando con Karina Ferrer su madre, una mujer bastante elitista, para la cual la clase y el estatus social va más allá que cualquier otra cosa, por lo general siempre se pelea con su hijo, todavía no le perdona que se haya separado de Marilyn Escobar, una joven millonaria e hija de sus grandes amigos Raúl y Mía, lo que ella ignoraba era el daño ta
Karen se tragaba el nudo de emociones que sentía a causa de la salida de su jefe con una de sus tantas conquistas cuando su teléfono sonó y la hizo salir de aquellos pensamientos que solo la estaban atormentando, respiro profundo y cuando sintió que estaba más calmada lo agarro y contesto la llamada, era su amiga Megan— Hola Megan, ¿Cómo estás? — respondió Karen— ¡Ohhhhh! estamos de malas pulgas hoy ¿Qué te sucede? — llevo toda la mañana escribiéndote y no me has respondido, no me digas que estas sufriendo por tu jefe otra vez — le dijo Megan mientras soltaba un largo suspiro— ¿Qué comes que adivinas? — respondió Karen resignada— Lo imagine, no entiendo porque sigues en ese lugar, eso ya no es sano para ti, recuerda que sufrir es opcional — dijo Megan— Yo lo sé y créeme que lo he pensado, pero dime donde puedo conseguir un trabajo mejor que este — respondió preocupada— Tienes razón bonita, pero algo debes hacer— Lo que debo hacer es quitarme este embrujo,
Al día siguiente todo estaba preparado para la junta, habían sido convocados todos los miembros y más de uno esperaba ansioso la propuesta que iba a hacer el CEO, sobre todo su primo Julián, un hombre déspota y mal intencionado que desde el primer momento estaba ansioso por ocupar su trono en la empresa, él estaba esperando cualquier tropiezo de Daryl para poder aplastarlo, sin duda no hay nada peor en esta vida que la envidia y las malas energía de los seres más cercanosEn una gran mesa todos esperaban a que el gran CEO entrara en acción, por lo general este siempre los sorprendía con grandes ideas, esperaban que hoy no fuera la excepción, junto a él entraron Gerard y su asistente personal Karen, aunque para muchos era absurdo que una simple asistente estuviera allí, para Daryl era bastante importante, ya que por lo general casi siempre trabajaban juntos— Buenos días señores, los he citado hoy a esta junta porque quiero que estudiemos la propuesta para el desfile que tendremos e
En la sala de reuniones aún estaban Gerard, Stefano y Daryl Ferrer, al entrar ellos dejaron de hablar— Pero miren ha llegado la fiel esclava del gran CEO — se burló StefanoGerard y Daryl se miraron y se rieron, cosa que a Karen no le hizo ninguna gracia, por lo general Stefano siempre se burlaba de ella, disfrutaba haciéndola sentir inferior y todo porque Karen un día no le permitió el acceso a la oficina del CEO, Stefano era un hombre bastante prepotente y amaba ridiculizar a todo aquel que no era de su agrado— Señor Ferrer, ¿Puede venir un momento? Por favor — dijo Karen ignorando por completo los malos comentarios de Stefano— Por supuesto y tú Stefano deja de molestar a Karen — espeto Daryl molesto— ¡Oh que dolor!, ¿ya viste como el bombón Daryl Ferrer defiende a su fiel esclava? — le dijo Stefano a Gerard— Déjala en paz Stefano — respondió Gerard mientras reíaDaryl acudió al llamado de su asistente y salió de la sala de juntas, pudo ver en sus ojos la mol
Una voz detrás de ella la sacó de sus pensamientos y le pegó un gran susto. Era Julieta, la secretaria de Gerard, quien había llegado en silencio.—¿Hablando sola, Karen? —preguntó mientras se miraba en el espejo y se acomodaba sus grandes senos.Julieta era el tipo de mujer a la que le encantaba sobresalir; por lo general iba vestida de manera sexy, enseñando las grandes pelotas de silicona que se había mandado a hacer años atrás. Era la atracción de más de uno y según las malas lenguas, en más de una ocasión había pasado por la cama de su jefe, a quien trataba con más confianza de la que se debía tener con un superior, ella era una pesada, arrogante e hipócrita, desde que Karen llego a la empresa había sido víctima de su mala lengua, en frente de ella la trataba como una buena amiga, pero por la espalda se burlaba y la llamaba la mustia por su apariencia física, Karen era un mujer discreta para vestirse, podía decirse que hasta rayaba en lo anticuado y eso le molestaba a más de una,
A las afueras del edificio Fuller donde trabajaba Megan, Karen esperaba a que su amiga llegara a su encuentro. Estaba ansiosa por ir de compras; aún no recordaba la última vez en que había comprado algo bonito para ella y no lo hacía no por ser una tacaña, sino porque tenía que ayudar con la gran cantidad de gastos que había en su casa.—Ufff, qué gran carrera he dado. —Pensé que ibas a tardar más, amiga —le dijo Megan a Karen.—No había tráfico y estamos bastante cerca, ¿estás lista? —le preguntó Karen.—Más que lista, debemos ir a un lugar que tenga cosas lindas, pero a bajo costo —dijo Megan y Karen sonrió.—Ja, ja, ja, me gusta la idea, entonces ¿a dónde vamos? —preguntó Karen.—Podemos ir a Primark Gran Vía, allí se consiguen unas ofertas increíbles y creo que podamos conseguir lo que estamos buscando.—Perfecto, entonces vamos —respondió Karen emocionada.Karen arrancó su auto y se encaminaron a la Gran Vía. Esta es una de las principales calles de la ciudad española de Madrid. C