Libro #3 de la serie "Citas con el destino" Cuando mi vida en Milán se volvió un completo caos, pensé que un viaje a Estados Unidos para visitar a mi mejor amiga, Maya, sería la solución perfecta. ¿Qué podría salir mal, verdad? Bueno, ¿quién iba a imaginar que este viaje escapando terminaría poniendo mi vida patas arriba? Desde el momento en el que puse un pie en New Heaven, supe que estaba en problemas. Conocí a un grupo de personas jóvenes y vibrantes que me hicieron olvidar todos mis problemas... hasta que lo vi a él. Con su mirada azul intensa y su aura misteriosa, era como un imán irresistible. Sí, cometí el error de enredarme con él, pero ¿cómo podría resistirme? Ahora me enfrento a un dilema aún mayor: Maya va a casarse y me ha pedido ser su dama de honor. ¡Carajo! ¿Cómo le explico que mi vida ha sido un caos desde que regresé a Milán? ¿O debería simplemente dejarla plantada en el altar? Decisiones, decisiones... Y lo peor es que hay algo aún más grande que me tiene completamente aturdida y que pronto descubrirán. Diseño de portada por Andrea Paz. Se prohíbe cualquier copia parcial o total de la obra. Registro oficial es SafeCreative 2405208038196. Todos los derechos reservados para Andrea Paz PS.
Leer más˗ˏˋ Owen ˎˊ˗ Salgo del baño después de una ducha reconfortante, que me ayudó a despejar la mente y a dejar atrás el peso del día. Esta noche ha sido... diferente, por decir lo menos. Ver a mi madre vulnerable y afectada por culpa de Gavin no era algo que esperaba encontrar al llegar a casa. Además, sigo dándole vueltas a lo de Richard, ya que no esperaba conocer al novio de mamá y, mucho menos, que ella tuviera uno. No es que esté mal, al contrario…, simplemente, nunca imaginé verla en una relación después de tantos años. Entro a la habitación y encuentro a Flavia sentada en la cama, concentrada en su ritual nocturno, extendiendo crema premamá sobre su vientre redondeado con movimientos suaves y circulares. La luz suave ilumina sus curvas y cuando levanta la vista, sus ojos grises me atrapan y su boca se curva en una cálida sonrisa. —¿Sabes? —dice esbozando una sonrisa—. Richard me cayó muy bien —comenta y detiene sus movimientos para observarme con atención. Sus dedos quedan quieto
˗ˏˋ Owen ˎˊ˗Flavia aprieta mi mano con fuerza para evitar que reaccione bruscamente y la miro de reojo, tratando de calmar el torbellino de emociones que tengo. Richard, ¿en serio? Un tipo con nombre propio que aparece en la vida de mamá cuando menos lo espero. Mi madre, la mujer que, según yo, siempre ha estado sola.—¿Richard, eh? —murmuro, intentando disimular la sorpresa y el escepticismo. Todo esto me suena tan extraño, tan fuera de lugar, que no puedo evitar un pequeño gruñido al final de la frase, pero entonces noto la forma en que mamá me observa, una mezcla de cariño y nervios, como si esperara una aprobación. Flavia me mira y veo el humor en sus ojos, como si estuviera disfrutando de este lado de mí que yo mismo apenas reconozco—. Está bien, está bien. Es solo que… no me lo esperaba, pero si… Richard —le doy peso al nombre y me aclaro la voz—, es una buena persona y te hace feliz, supongo que está bien. —Las palabras salen con más calma, aunque aún me resulta raro pensar en
˗ˏˋ Owen ˎˊ˗No puedo evitar sentir cómo mi enojo se enciende al pensar en Gavin y su última jugada. No tuvo suficiente con irrumpir en mi vida como el inversionista de ZeroRisk, sino que ahora, incapaz de aceptar mi rechazo, se atrevió a ir a buscar a mi madre para intercediera ante mí. De todas las formas de llamar mi atención, eligió esta, manipulándola para que hablara en su nombre, arrastrándola a una historia que ya la hirió demasiado. «¿Qué tan desesperado tiene que estar para meter a mi madre en medio?»Aprieto los puños y siento el peso de cada año en el que esperé a que se acercara, que al menos intentara ser algo parecido a un padre, pero, cuando por fin lo hace, lo hace manipulando y de forma tardía, justo ahora que he construido una vida sin él, donde tengo a Flavia y una familia en camino. Gavin solo piensa en sí mismo. Esta no es manera de reparar nada; es solo su ego hablando, nada más.Mi mandíbula se tensa y las palabras de Justin se cuelan entre mi rabia, por mucho q
˗ˏˋ Flavia ˎˊ˗Cuando la puerta se abre y aparece la figura vivaz de mi nonna, siento cómo el ambiente cargado, de minutos atrás, se aligera de inmediato. Su energía, siempre tan chispeante, llena el apartamento mientras se acomoda las bolsas de compras que trae colgando de ambos brazos y nos lanza una mirada traviesa, sin perder de vista que Paige está aquí.—Buongiorno, ragazze! —exclama con una sonrisa radiante y no puedo evitar sonreír al verla.La saludo y noto que Paige también suspira, relajada por primera vez desde que llegó. La tensión de nuestra conversación anterior parece haberse desvanecido con la llegada de mi abuela. Mi suegra se apresura a tomar algunas de las bolsas, y, al saludarla, mi nonna la mira con ternura. Desde que se conocieron en Navidad, he notado el vínculo que ambas han formado.—Paige, cara mia, ¿todo bien? —pregunta mi abuela, como si notara la atmósfera densa que aún flota en el aire y, por un segundo, me pregunto si mi suegra compartirá lo que hemos ha
˗ˏˋ Flavia ˎˊ˗El sonido del timbre me despierta abruptamente, por lo que tardo un par de segundos en reaccionar y parpadeo mientras intento despejarme. Los golpes insistentes en la puerta me apuran y trato de incorporarme en la cama lo más rápido que puedo, pero el peso de mi vientre, ya en las veintiún semanas de embarazo, me recuerda cuánto ha avanzado el tiempo y lo cerca que estoy de tener a mis cachorros en brazos.Miro el reloj en la mesita de noche y veo que son apenas las ocho y quince de la mañana. Me incorporo con cuidado y salgo de la habitación, dando un vistazo alrededor, ya que no hay señales de mi nonna, lo cual me parece raro, pues siempre es ella quien se levanta primero. «¿Dónde estará?»Masajeo mi espalda mientras camino hacia la puerta y los golpes continúan con la misma urgencia. Al abrir, me encuentro con Paige y su rostro me alerta de inmediato. Está pálida, con los ojos bien abiertos, oscuras ojeras y la mirada llena de un pánico que nunca le había visto.—Paig
˗ˏˋ Owen ˎˊ˗Tras la reunión con mis socios, regreso a mi oficina con la sensación de que todo está en orden, o al menos en calma, por ahora. Cierro la puerta y me siento frente al escritorio, pero ni siquiera toco los documentos que se acumulan sobre él, ya que aún tengo en la mente la cena del viernes y sé que no podré concentrarme en nada hasta tomar cartas en el asunto.Marco su número y a los pocos tonos responde su asistente, quien inmediatamente me pasa con él.—Señor Butler, ¿qué puedo hacer por usted? —responde Justin con su tono siempre formal.—Buenos días, Justin. Necesito que nos reunamos con urgencia. Hay algo importante que debemos discutir —le digo, sin rodeos. Tarda unos segundos antes de responder y puedo escuchar papeles moviéndose al otro lado de la línea.—Entiendo. Aunque, lamentablemente, esta tarde tengo compromisos que no puedo postergar. Sin embargo, puedo hacer un espacio a la hora de almuerzo, si eso le parece.—Sí, a la hora de almuerzo me parece perfecto —
˗ˏˋ Owen ˎˊ˗Nada me había preparado para el momento en que vi a mi progenitor de pie frente a mí. No pensé que un solo instante, después de más de veinte años, pudiera traer de vuelta todos esos recuerdos y emociones que creía enterrados en lo más profundo de mi ser. Me sentí como un niño otra vez, ese crío que aún anhelaba el cariño de su padre, el que había sido dejado atrás sin explicación, sin una sola palabra. Fue como enfrentar al fantasma de alguien que nunca estuvo realmente allí para mí, y, aun así, el impacto fue más fuerte de lo que imaginé.Por eso, siempre he sentido que si alguien viera mis debilidades y cicatrices, sería como abrir una puerta para que me destruyeran de nuevo y, por lo mismo, llevo años construyendo muros tan altos que, en algún punto, se volvieron parte de mí. Aprendí a callarme, a ocultarlo todo, porque mostrarme vulnerable me aterraba, pero después de todo lo que pasó esa noche al regresar a casa, siento algo en el pecho que no logro reconocer. Una se
˗ˏˋ Flavia ˎˊ˗El silencio que queda después de sus palabras se siente como una caricia en el alma, ya que no son solo las palabras, sino todo lo que cargan consigo y que por tanto tiempo ha guardado. Ya no hay más lágrimas, solo el sonido de su respiración que poco a poco se sincroniza con la mía. Siento que la tensión en su cuerpo comienza a aflojarse en mis brazos, y, aunque no quiero apresurar este momento, lo veo tan vulnerable y con su coraza rota en mil pedazos frente a mí, que lo único que quiero es mostrarle que, a pesar de que el mundo lo haya herido, aquí está a salvo. Que conmigo puede ser él mismo, con todas sus cicatrices.Deslizo mis manos lentamente desde su cuello hasta su rostro, acariciando cada línea, cada curva, como si al tocarlas pudiera borrar la angustia que ha cargado por tantos años. Me acerco despacio, mientras mis labios rozan su frente primero, dejando un beso tan suave que parece más una promesa que una acción.—Estoy aquí, contigo —susurro tras cada beso
˗ˏˋ Flavia ˎˊ˗Ver a Owen romperse frente a mí es algo que jamás creí que experimentaría. Siempre ha sido tan fuerte, tan seguro de sí mismo y ahora parece un niño perdido, vulnerable y roto, haciendo pedazos mi corazón al verlo así. Él, que siempre está pendiente de todo, cuidando y protegiendo a los suyos, enfrentando al mundo como si nada pudiera derribarlo, ahora se enfrenta a algo mucho más grande y desconocido para mí. Sus hombros, esos que tantas veces me han dado refugio, tiemblan, y su rostro, normalmente imperturbable, se hunde en mi cuello, buscando consuelo mientras sus sollozos me desarman. Estoy tan sensible por el embarazo que cada lágrima que él derrama me duele como si fuera mía.Nunca imaginé que un hombre como él pudiera desmoronarse de esa manera. Siento su peso, no solo físico, sino el de años de heridas no sanadas; y para peor, sé que Owen no es alguien que comparta sus emociones fácilmente, y verlo así, tan expuesto, me hace dar cuenta de cuán profundas son sus c