Libro #3 de la serie "Citas con el destino" Cuando mi vida en Milán se volvió un completo caos, pensé que un viaje a Estados Unidos para visitar a mi mejor amiga, Maya, sería la solución perfecta. ¿Qué podría salir mal, verdad? Bueno, ¿quién iba a imaginar que este viaje escapando terminaría poniendo mi vida patas arriba? Desde el momento en el que puse un pie en New Heaven, supe que estaba en problemas. Conocí a un grupo de personas jóvenes y vibrantes que me hicieron olvidar todos mis problemas... hasta que lo vi a él. Con su mirada azul intensa y su aura misteriosa, era como un imán irresistible. Sí, cometí el error de enredarme con él, pero ¿cómo podría resistirme? Ahora me enfrento a un dilema aún mayor: Maya va a casarse y me ha pedido ser su dama de honor. ¡Carajo! ¿Cómo le explico que mi vida ha sido un caos desde que regresé a Milán? ¿O debería simplemente dejarla plantada en el altar? Decisiones, decisiones... Y lo peor es que hay algo aún más grande que me tiene completamente aturdida y que pronto descubrirán. Diseño de portada por Andrea Paz. Se prohíbe cualquier copia parcial o total de la obra. Registro oficial es SafeCreative 2405208038196. Todos los derechos reservados para Andrea Paz PS.
Leer más˗ˏˋ Flavia ˎˊ˗El bullicio del aeropuerto JFK siempre me ha parecido una sinfonía caótica. Voces mezcladas, anuncios constantes, ruedas de maletas que golpean el suelo y una energía que podría consumir a cualquiera que no esté preparado; pero hoy, entre todo ese ruido, me siento tranquila, porque sé que después de tantos años, al fin, volveré a mi tierra natal.Oliver corretea a mi alrededor, aferrado a un avión de juguete que Owen le compró esta mañana. Su risa resuena, ligera y despreocupada, mientras esquiva a los demás pasajeros como si fuera parte de un juego.—¡Mamma, mira! ¡Soy un piloto! —grita, al elevar el juguete por encima de su cabeza y hacer los sonidos de un avión.—Lo haces perfecto, piccolo. Ahora, ven aquí antes de que te pierdas —le digo, aunque no puedo evitar sonreír ante su entusiasmo.Francesca está junto a mí, seria como siempre, con su pequeña mochila de unicornio colgando de sus hombros, mientras observa todo con una concentración que a veces me hace olvidar
˗ˏˋ Owen ˎˊ˗Justo cuando Fiorella termina de peinar a Flavia con ternura y deja su cabello arreglado en una trenza delicada, entra una enfermera con una sonrisa amable y carga un pequeño equipo para ayudarnos con los primeros cuidados de nuestros bebés.—Hora de amamantar, mamá. Vamos a intentarlo juntos —dice, dirigiéndose a Flavia con un tono alentador.Flavia asiente, aunque puedo ver un destello de incertidumbre en sus ojos. La ayudo a acomodarse y le arreglo las almohadas mientras la enfermera le explica las posiciones más cómodas para amamantar. Al primer intento, Flavia se queja con un leve gemido.—Molesta un poco… —admite, al ajustar a Oliver en su pecho.—No te preocupes, probemos otra posición —responde amable—. La del "rugbista" suele funcionar bien con mellizos —sugiere, ayudándola con el cojín de lactancia y a colocar a cada bebé debajo de sus brazos, como si sostuviera un balón de rugby.Observo atento, asegurándome de recordar cada detalle para ayudarla si lo necesita
˗ˏˋ Owen ˎˊ˗Ya es abril y el invierno, al fin, ha quedado atrás. La ciudad parece revivir bajo el cálido sol y le da paso a mi estación favorita: la primavera. Nuestro apartamento, que apenas hace unas semanas inauguramos oficialmente, ya se siente como un verdadero hogar. Ese día fue especial: nuestros amigos y familia llenaron nuestro espacio de risas y buenos deseos. La nonna, por supuesto, se encargó de supervisar que todo estuviera perfecto, con su carácter mandón pero entrañable y Flavia, aunque radiante, ya se veía más agotada de lo habitual, pero su alegría nunca decayó.En estas últimas semanas, he trabajado desde casa para estar siempre cerca de Flavia, quien, con sus casi treinta y siete semanas, me mantiene en un estado de alerta constante cada vez que me llama y, a pesar de su cansancio evidente, su energía para buscarme y conectar conmigo no disminuye. Su libido está por las nubes y siempre encuentra un momento para mirarme con esa chispa que me desarma. Me hace sentir c
˗ˏˋ Flavia ˎˊ˗El sonido de la puerta al cerrarse a mis espaldas se mezcla con el eco de las palabras de Owen: "Bienvenida a casa, Flavia". Mis ojos recorren el espacio frente a mí, pero mi mente aún procesa lo que acaba de suceder, ya que todo esto parece sacado de un sueño.—¿Esto es… nuestro? —susurro la pregunta, mientras asiente con sus ojos fijos en los míos, llenos de una mezcla entre orgullo y nerviosismo.—Es nuestro hogar, cielo —responde con calma—. Donde empezaremos esta nueva etapa juntos, como familia. —Su expresión es tan sincera que siento un nudo en la garganta.Recorro con la mirada el vacío apartamento que acaba de llamar "nuestro hogar". Espacio que parece un lienzo en blanco, con las paredes de un blanco inmaculado que contrasta con las ventanas del piso al cielo y dejan entrar la luz de la ciudad que parpadea como un millón de estrellas. El suelo de madera clara está impecable y el espacio abierto parece interminable. No hay muebles ni decoración, solo posibilidad
˗ˏˋ Owen ˎˊ˗Han pasado unos días desde la boda y apenas hemos tenido tiempo para procesarlo todo. Entre los mensajes de felicitación, el trabajo en ZeroRisk, las responsabilidades que heredé con BSmart y la atención que requiere el embarazo de Flavia, siento que el reloj no tiene suficientes horas; pero no me importa. Si algo tengo claro es que cada cambio reciente en mi vida tiene un propósito y todos me llevan a ella.Con tanto qué hacer en el trabajo antes de que nazcan nuestros hijos y con el riesgo que supone salir con Flavia en un estado tan avanzado de su embarazo, decidimos posponer la luna de miel. Preferimos esperar unos meses hasta que los mellizos no dependan tanto de su madre para poder disfrutar a solas y a lo grande, algo que nos ilusiona especialmente al considerar que nuestra boda fue pequeña y sencilla.Mientras tanto, otros eventos importantes llenan nuestra agenda. Hoy, por ejemplo, tengo marcado un evento importante en el calendario: la gala de BSmart Capital. La
˗ˏˋ Flavia ˎˊ˗ Me miro una última vez en el espejo y ajusto el velo sobre mi cabello recogido. El vestido blanco se ciñe a mi cuerpo de manera perfecta, ya que su confección realza mis nuevas curvas y realza mi vientre de veinticinco semanas. Mis manos acarician la tela con cuidado y repasan cada detalle, como si quisiera grabarlo en mi memoria. Nunca pensé verme así: demasiado embarazada, emocionada y preparada para dar este gran paso; pero aquí estoy, con los nervios de punta y el corazón desbocado, más nerviosa con cada minuto que pasa. Tomo una bocanada de aire y hago mi mejor esfuerzo por calmar las mariposas en mi estómago. De repente, la puerta se abre con suavidad y Maya entra con una sonrisa radiante. Lleva su vestido de madrina en tono oro rosa que le sienta de maravilla, pero es su expresión la que ilumina la habitación. —Estás impresionante, Fla —dice, mientras sus ojos recorren cada detalle del vestido—. Owen se va a quedar sin aliento —bromea en tono travieso, lo que
˗ˏˋ Flavia ˎˊ˗ Despierto un poco desorientada y mi primer reflejo es extender la mano para buscar a Owen, pero lo único que encuentro es su lado frío y vacío. Tardo unos segundos en recordar dónde estoy y por qué no está a mi lado. La despedida de soltera en casa de Tamar. Una ligera sonrisa se asoma en mis labios al revivir algunos momentos de la noche anterior: risas interminables, comida deliciosa, bromas subidas de tono y el sonido inconfundible de las mujeres que más quiero, acompañándome en esta celebración. —Buenos días, mis cachorros —saludo a mis bebés, tras un largo bostezo. Con esfuerzo, me enderezo en la cama, mientras acaricio mi vientre con movimientos circulares y pausados—. ¿Cómo están hoy? —murmuro, sin esperar respuesta, aunque la sensación de conexión es inmediata. Una leve patadita, casi tímida, me hace sonreír—. ¿Eso fue un “buenos días”? —pregunto, justo cuando otra pequeña patada responde, esta vez del lado opuesto—. Ah, ya veo, ¿y tú también estás de acuerdo?
˗ˏˋ Flavia ˎˊ˗Despierto antes de lo habitual, algo que no había ocurrido desde que dejé las náuseas matutinas hace más de un mes. Los primeros rayos del sol que entran por la ventana, indican que apenas amanece, pero mi mente ya está cien por ciento operativa, demasiado despierta e inquieta. Faltan menos de dos semanas para casarme con Owen y la frase: “menos de dos semanas" se repite en mi cabeza sin cesar, recordándome la locura en la que nos hemos metido. La idea me llena de una emoción casi infantil, aunque también de una ansiedad que me aprieta el pecho y, ahora, no sé qué hacer con toda esta energía, ya que mi cuerpo parece estar en alerta desde que abrí los ojos.Owen duerme profundamente a mi lado, con su brazo firme alrededor de mi cintura de manera protectora, como si incluso en sueños quisiera mantenerme cerca. Su rostro luce tan relajado, ajeno a mi pequeña tormenta mental, que me hace cuestionar cómo logra estar tan tranquilo. En cambio, yo no dejo de pensar en todo, y me
˗ˏˋ Flavia ˎˊ˗Sigo sin procesar del todo lo que acaba de pasar, pero el brillo del anillo en mi dedo captura mi atención una y otra vez, trayéndome de vuelta al presente, mientras termino de arreglarme frente al espejo del baño.Me miro por unos segundos al terminar de ponerme máscara en las pestañas y me apoyo un momento en el lavabo, tras sentir a mis cachorros moverse. Coloco ambas manos sobre mi vientre y acaricio suavemente mientras me inclino un poco hacia adelante.—¿Qué opinan ustedes, cachorritos? —les pregunto a mis bebés, que están revoltosos al sentir mis emociones tan agitadas—. A mí también me cuesta creerlo todavía… —Suspiro, con una sonrisa—. Siempre he sido un alma libre, ¿saben? Aunque, mi anhelo más profundo, era tener algo de estabilidad, sentirme parte de algo o de alguien. Tal vez sea porque perdí a mis padres siendo una niña, o porque siempre he sentido que tenía que demostrar mi fortaleza... —Hago una pausa, al sentir nuevas pataditas desde el interior—. Sin em