04. Encantadísimo

˗ˏˋ Flavia ˎˊ˗

Milán, Italia.

El abrazo de Cory me toma por sorpresa, pero enseguida me encuentro devolviéndolo con la misma intensidad. Su energía positiva y su sonrisa contagiosa me reconfortan al instante, como si hubiera traído consigo un rayo de sol en medio de la incertidumbre que siento.

—¡Cory! —exclamo, apartándome para mirarlo a los ojos, con una mezcla de alegría y confusión. Su sonrisa contagiosa ilumina el umbral de mi puerta, y me doy cuenta de lo mucho que he echado de menos su compañía.

—¡Fla! ¿Cómo estás, guapa? —responde con la misma calidez. Volteo a ver a mi nonna y ambas ancianas se mantienen en silencio, observando nuestra interacción con curiosidad y una pizca de sorpresa.

—¡Qué sorpresa verte por aquí! —digo, sin poder ocultar mi alegría. Me aparto un poco para dejarlo entrar, y él cruza el umbral con una expresión de asombro en el rostro al ver a mis dos acompañantes—. Déjame presentarte a mi nonnaFiorella y a su amiga Matilda. Abuela, Matilda, él es Cory, un buen amigo que conocí en el campamento.

—Encantado de conocerlas, bellas damas —dice Cory, inclinándose para besar la mano de cada una—. Fla me ha hablado mucho de ustedes —agrega, con su característico encanto.

—El placer es nuestro, joven —responde mi abuela, claramente impresionada por su carisma—. ¿Qué te parece si te unes a nosotras para cenar? —Le ofrece.

—¡Pero encantadísimo! —contesta con galantería.

El aroma de la comida recién preparada flota en el aire, invitándonos a todos a compartir este momento. Mientras nos sentamos a la mesa, sé que las próximas horas estarán llenas de risas, anécdotas y esa conexión especial que solo los verdaderos amigos pueden compartir.

Cory se integra perfectamente a nuestro círculo, y la conversación fluye de manera natural. Mi abuela y Matilda están encantadas con su presencia, actuando con la misma naturalidad como si lo conocieran desde siempre. Es como si hubiera sido parte de nuestra familia durante años.

—Cuéntanos, Cory, ¿a qué te dedicas? —pregunta Matilda con curiosidad, sirviendo un poco más de ensalada en su plato.

—Bueno, actualmente trabajo como asistente de vuelo en una aerolínea internacional. Es un trabajo que me permite viajar y conocer diferentes lugares, lo cual me encanta —responde con una sonrisa, captando la atención de ambas mujeres.

—¡Qué interesante! —exclama mi abuela, con genuino interés—. Y, ¿cómo conociste a mi Flavia? —Cory me mira con complicidad antes de responder, como si compartiéramos un secreto entre nosotros.

—Nos conocimos en un campamento en Estados Unidos, donde ambos estábamos ayudando en un voluntariado. Desde el primer momento hicimos muy buenas migas, ¿verdad, guapa? —Asiento, recordando con cariño todas las veces que me hizo reír durante ese tiempo.

Cory continúa comentándoles cómo fuimos forjando nuestra amistad durante estos meses, mencionando el día que volvía a Milán.

—La noche anterior la habíamos despedido en el apartamento de Maya y Josh, y durante la celebración recibí un llamado urgente, ya que uno de mis compañeros estaba indispuesto y me pidieron cubrir su lugar la mañana siguiente —explica—. Me sorprendí cuando una Fla de ojos llorosos abordó el avión y me tocó llevarla a su asiento.

—Me había despedido de Maya hace unos minutos y me apenaba dejarla sin saber en cuánto tiempo la volvería a ver —aclaro, interrumpiéndolo.

—Cuando llegamos a Milán, fue muy amable en ofrecerme su apartamento para alojar esa noche. Como había sido un viaje de último minuto, no tenía reserva previa y acepté encantado el ofrecimiento de Fla —agrega, con una sonrisa.

—Eso suena maravilloso. Flavia siempre ha sido muy sociable y amigable, así que no me sorprende que hayan tenido buena conexión —menciona Matilda, mientras asiente con entusiasmo.

—Sí, la verdad es que ha sido genial conocer a Flavia. Es una mujer muy especial.

—Mi nieta siempre ha tenido buen ojo para los amigos. Pero debo decir que Cory tiene una energía muy diferente a la de “Shrek”, ¿no crees, Matilda? —Su amiga asiente, mientras mira a Cory con complicidad.

—Definitivamente. Cory tiene un aire más fresco y relajado, ¿verdad? —Sonrío internamente ante la comparación, encontrando divertida la forma en que intentan señalar sutilmente las diferencias entre él y Owen.

¿”Shrek”? —Mi amigo, visiblemente confundido, frunce el ceño. Pero su expresión cambia cuando pongo los ojos en blanco y niego, haciéndole entender a quién se refieren—. Parece que ya les has hablado de Owen... —se responde a sí mismo, sin poder contener una carcajada.

Miro con preocupación hacia las dos mujeres, rogándole al universo que no le mencionen nada sobre mi embarazo. Por ahora, mantendré la noticia en secreto, al menos hasta que pueda procesarlo y decidir cómo manejarlo.

—No sé qué lo hizo comportarse de esa forma con Fla, pero es un gran tipo. Un poco reservado, pero cuando lo conoces bien, te das cuenta de que es muy leal y protector con sus seres queridos —aclara, sin notar mi incomodidad.

—Es bueno saberlo —dice mi abuela, satisfecha con la respuesta.

Respiro aliviada y trato de mantener una expresión serena. Agradezco que Cory no haya notado mi tensión y que la conversación haya seguido sin mayores problemas mientras disfrutamos de la deliciosa cena preparada por mi abuela y Matilda.

Mi amigo, con su amabilidad característica, se encarga de rellenar las copas de vino, pero cuando llega a la mía y se da cuenta de que sigue intacta, levanta una ceja con curiosidad.

—¿Qué pasa, Fla? ¿No vas a tomar un poco de vino? —pregunta, con una expresión entre divertida e intrigada.

—Oh, es que Flavia no se siente muy bien hoy. Tuvo un largo día en el hospital y no puede tomar alcohol —explica Matilda, con una mirada de preocupación hacia mí, sin darse cuenta de lo que acaba de causar. Mis ojos se abren de par en par mientras contengo la respiración, pero es demasiado tarde.

—¿Hospital? ¿Qué pasó, Fla? —pregunta con su voz llena de preocupación y confusión. Matilda se lleva una mano a la boca, visiblemente angustiada por haber revelado accidentalmente mi secreto.

—Lo siento mucho, querida. No fue mi intención... —comienza a disculparse, pero el daño ya está hecho. La mirada de sorpresa y desconcierto en el rostro de Cory lo dice todo.

Tomo una bocanada de aire, y no puedo evitar sentirme culpable por no haber tenido la oportunidad de revelarle la noticia de una manera más adecuada, pero ya no hay vuelta atrás.

—Cory, lo siento... yo… —murmuro, sin saber qué decir, mientras mis ojos se llenan de lágrimas contenidas. Me mira fijamente durante un largo momento, procesando lo que acaba de ocurrir, y puedo ver una mezcla de emociones en sus ojos: sorpresa, preocupación e incredulidad.

—Flavia... ¿estás...? —No puede terminar la frase, pero no hace falta. Asiento con un nudo en la garganta, incapaz de sostener su mirada y llevando mis manos inconscientemente a mi vientre. Sé que esta noticia es chocante para él, especialmente considerando su relación con Owen, y no puedo evitar preguntarme cómo reaccionará y qué significará esto para nuestra amistad.

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