˗ˏˋ Flavia ˎˊ˗Milán, Italia.Salgo de la ducha y, antes de comenzar a secarme, me detengo para enfrentar mi reflejo en el espejo. La incertidumbre sobre lo que me deparará el futuro me aterra, pero por ahora, me concentro en el presente y en encontrar la fuerza para seguir adelante. Debo ser valiente y enfrentar los desafíos como siempre lo he hecho.El vapor se condensa en el cristal, difuminando ligeramente mi imagen. Aun así, puedo ver claramente que el embarazo ha comenzado a hacerse evidente con un ligero abultamiento en mi vientre, un detalle que había pasado desapercibido para mí hasta ahora. Me doy cuenta de que lo que creí que era simplemente hinchazón por colon irritable es, en realidad, el comienzo de dos nuevas vidas que crecen dentro de mí. Mis dedos trazan suavemente la curva, casi como si estuviera asegurándome de que no sea una ilusión.Después de haberme dado un largo y relajante baño, me siento más tranquila que antes. El agua tibia ha disipado parte del peso del dí
˗ˏˋ Flavia ˎˊ˗Milán, Italia.La piel se me eriza por completo con los recuerdos tan vívidos. Casi puedo sentir el calor de su cuerpo contra el mío y escuchar su respiración agitada junto a mi oído. Desde ese momento, mi vida ha sido un torbellino de emociones y que, de una u otra forma, la cambió para siempre.El suave sonido de la puerta al abrirse deja entrar un rayo de luz en la habitación. Giro la cabeza y veo la figura familiar de mi abuela.—Nonna —susurro, sentándome en la cama—, ¿qué haces aquí? Pensé que estarías descansando con Matilda. —Se acerca y se sienta a mi lado, su mano cálida cubre la mía con un gesto reconfortante.—Sabía que estarías despierta, cucciola mia. No podía dejarte sola con tus pensamientos —murmura con suavidad, pero llena de certeza.Mi abuela siempre ha tenido esa habilidad de saber exactamente lo que necesito, incluso antes de que yo misma lo sepa. Me recuesto contra su costado y respiro hondo, dejando que la familiaridad de su presencia me calme.—E
˗ˏˋ Flavia ˎˊ˗Milán, Italia.Siento una oleada de irritación. Están hablando de mí y tomando decisiones sobre mi vida sin siquiera consultarme primero. «¿Acaso creen que soy incapaz de tomar mis propias decisiones?». Mi mirada se endurece y abro la boca para protestar, pero Cory interviene antes de que pueda decir algo.—Fla, entiendo que es mucho para asimilar —dice con su tono siempre calmado, tomándome la mano—. Pero tienes que pensar en lo que es mejor para ti y para los bebés. —Sus palabras me tocan profundamente. Respiro hondo, tratando de mantener la calma y hacer a un lado la irritación.—Lo sé, Cory, es solo que... todo es tan abrumador. —Siento las lágrimas amenazando con salir nuevamente, pero me obligo a mantener la calma—. Necesito tiempo para pensar en esto…—Y lo tendrás —asegura mi abuela—. No estamos apresurándote, cucciola mia, solo queremos que sepas que entendemos que es una situación complicada y, por lo mismo, estamos aquí para ayudarte a tomar la mejor decisión.
˗ˏˋ Flavia ˎˊ˗Alagna, Italia.El tiempo ha pasado más rápido de lo que imaginé desde que llegué a Alagna. Ya estamos a mediados de noviembre, el aire se ha enfriado y las hojas de los árboles se han teñido de un marrón dorado que cubre las calles. Me sorprende lo rápido que me estoy adaptando a esta nueva etapa de mi vida. Mi nonna y Matilda me consienten constantemente, llevándome a todos los rincones del pueblo, reviviendo recuerdos de mi infancia. Todo parece igual que antes, como si el tiempo se hubiera detenido. Las tiendas y los caminos me son familiares y cada día me siento un poco más en casa.Con el paso de los días, mi embarazo de diez semanas se hace más evidente. Ya no puedo esconder mi vientre bajo la ropa, y cada mañana, las náuseas se presentan con más fuerza. Hasta el aroma de la pasta dental me revuelve el estómago, obligándome a usarla lo menos posible, haciendo malabares al momento de cepillarme los dientes. El café, que solía ser mi placer matutino, ahora me result
˗ˏˋ Flavia ˎˊ˗Alagna, Italia.Respiro hondo y miro a Cory y a mi nonna, ambos con expresiones determinadas. Trato de encontrar una excusa más para no ir a la boda de Maya. Mi mente se agita con mil razones, todas válidas desde mi punto de vista, pero ninguna parece convencerlos. La complicidad entre ellos me desconcierta un poco, pero sé que no hay escapatoria. Cory es terco y sigue ahí, firme, con esa sonrisa decidida y los brazos cruzados, como si fuera un muro inamovible, mientras que mi nonna no cede cuando cree que algo es lo mejor para mí.—Cory, es que no lo entiendes… —comienzo, pero él levanta una mano, deteniéndome.—Lo entiendo, Fla. Entiendo más de lo que crees. Pero no puedes esconderte para siempre —dice, suavemente, pero con firmeza.—No estoy escondiéndome —respondo, un poco a la defensiva—. Simplemente no estoy preparada para enfrentar todo esto. No quiero ver a Owen y tener que dar explicaciones… —Mi voz se quiebra un poco al final.—Entiendo tus miedos, pero no está
˗ˏˋ Flavia ˎˊ˗En el avión, rumbo a Nueva York.El avión ha estado en el aire durante un par de horas, y, aunque Cory ha hecho un trabajo admirable manteniéndome distraída con historias sobre su trabajo, mi mente sigue dándole vueltas a todo lo que me espera al llegar a Nueva York. La suavidad del rugido de los motores es casi hipnótica, y el ritmo constante del avión atravesando el cielo nocturno tiene un efecto calmante, pero mis pensamientos no me dejan descansar.—… y cuando le pedimos al pasajero que abriera su chaqueta, al bajar su cremallera, aparece la cabeza de un pequeño gatito, que comienza a maullar con todas sus fuerzas —continúa, con una sonrisa traviesa.No puedo evitar reírme. Cory tiene un don para las historias. Paso los siguientes minutos escuchando sus anécdotas de trabajo, cada una más ridícula y divertida que la anterior, pero mientras mi amigo sigue hablando, mis pensamientos vuelven inevitablemente a Maya y Owen.Mi mejor amiga está a punto de casarse por la igl
˗ˏˋ Flavia ˎˊ˗ Nueva York, Estados Unidos. El bullicio del aeropuerto se mezcla con el cansancio tras el largo vuelo. Cory y yo nos despertamos justo a tiempo para escuchar la voz del capitán anunciando que estábamos a punto de aterrizar. Nos desperezamos en nuestros asientos, intercambiando sonrisas somnolientas. Habíamos comenzado a ver una película juntos, pero ambos nos quedamos dormidos a la mitad. Supongo que la fatiga del viaje, combinado con nuestras preocupaciones personales nos pasó factura. Nos dirigimos al área de recogida de equipaje. Las luces brillantes y el bullicio del aeropuerto me hacen sentir una mezcla de emociones. Nueva York siempre tiene esa capacidad de abrumar y fascinar al mismo tiempo. Miro a Cory, quien parece relajado, como si este lugar fuera una segunda casa para él. Mientras esperamos nuestro equipaje en la cinta transportadora, me vuelvo hacia Cory con curiosidad. —¿Dónde voy a alojar? —pregunto, ya que no me ha dicho nada de eso y sé que Cory viv
˗ˏˋ Flavia ˎˊ˗Nueva York, Estados Unidos.A la mañana siguiente, me despierto con las usuales náuseas matutinas, pero esta vez con renovada determinación. Después de unos minutos en el baño, salgo lista para enfrentar el día. Ya estoy en Nueva York y no hay vuelta atrás: es momento de enfrentar lo que venga y poner el pecho ante las balas.Me preparo un té para asentar el estómago. Ya había aprendido, a las malas, que no debía salir de casa sin comer nada; así que, intento seguir la rutina que mantenía en casa de mi nonna, aunque indudablemente extraño las tartas de Matilda para el desayuno. Recuerdo que no he hablado con ella, así que decido llamarla y marco su número.Hablo con mi abuela, contándole que llegamos bien y describiéndole lo bonito que es el apartamento. Mientras hablamos, recibo un mensaje de Cory con la dirección de una boutique. Se ha atrasado y me pide que nos reunamos allí.Después de colgar, me preparo rápidamente. Me pongo unos jeans que me arregló ni nonna, una c