Ella la criminal. El, el policía. Un amor que irá contra las reglas. Un amor que traerá, muchos problemas Un amor, fuera de la ley. Bienvenidos chicos, a esta historia llena de misterios, secretos, humor, y amor.
Leer másElizabeth—Ela es parte de nosotros, y siempre lo será —repitió Nick con suavidad, su voz estaba cargada de amor y gratitud por la vida que estábamos construyendo juntos.Lo miré, sintiendo cómo el calor de sus palabras llenaba los vacíos que habían estado presentes en mi corazón durante tanto tiempo. Este año había sido una montaña rusa de emociones, un viaje lleno de altibajos, pero estábamos aquí, más fuertes y más unidos que nunca.—Sí, siempre lo será —respondí con una sonrisa que reflejaba la paz que finalmente sentía.Nick me besó en la frente y luego me tomó de la mano. Juntos, salimos de nuestro departamento, listos para enfrentar lo que el día tenía reservado para nosotros. La fiesta que habíamos planeado era pequeña, pero significativa, con solo nuestros amigos más cercanos, aquellos que habían estado con nosotros en los momentos más oscuros.Mientras caminábamos por las calles de la nueva ciudad que ahora llamábamos hogar, me sentí llena de esperanza y emoción por el futuro
ElizabethHan pasado dos años desde que la vida que conocía se desmoronó. Dos años desde la redada que puso fin al reinado del Diablo, desde la pérdida de Ela y desde que Nick y yo nos separamos. Aunque el dolor nunca desaparece del todo, he encontrado una forma de seguir adelante, de reconstruir lo que quedó después de la tormenta.Mi vida ha cambiado de formas que nunca imaginé. Después de la operación encubierta que acepté, me encontré inmersa en un trabajo que me dio un propósito renovado. Empecé a colaborar con una organización que lucha contra el tráfico de personas y otras formas de abuso, utilizando mis habilidades para proteger a los más vulnerables. Es un trabajo que me ha desafiado, pero también me ha ayudado a sanar.He formado nuevas amistades, he aprendido a vivir con mis decisiones y, poco a poco, he construido una vida que, aunque diferente a la que una vez soñé, es significativa.Una tarde, mientras revisaba unos informes en mi oficina, escuché un golpeteo suave en la
ElizabethEl plan estaba trazado, las piezas estaban en su lugar. Todo lo que habíamos trabajado durante tanto tiempo estaba a punto de culminar en una operación que pondría fin a la organización del Diablo de una vez por todas. La redada que habíamos planeado no solo desmantelaría su imperio, sino que también cerraría uno de los capítulos más oscuros de mi vida.Desde la conversación que tuve con Nick en el parque, algo dentro de mí había cambiado. Sabía que la vida que habíamos soñado juntos ya no era posible, pero también sabía que tenía que seguir adelante. No podía permitirme hundirme más en la desesperación. Lo que había hecho, las decisiones que había tomado, no podían ser deshechas, pero podía hacer algo más: podía terminar lo que había comenzado.El día de la redada comenzó como cualquier otro, con una sensación de normalidad que era casi surrealista dada la magnitud de lo que estábamos a punto de hacer. La comisaría estaba llena de actividad, con oficiales preparándose para l
ElizabethLos días que siguieron a la captura de Cuadrado fueron un torbellino de emociones. Sabía que había hecho lo correcto, que entregar a Cuadrado era necesario para desmantelar lo que quedaba de la organización del Diablo. Pero la verdad era que mi corazón se había vuelto más pesado con cada decisión que tomaba. Sentía que el abismo entre el pasado y el presente se estaba ensanchando, y con cada paso que daba, perdía más de lo que alguna vez me había importado.No había sabido nada de Nick desde aquella noche en la que había empacado sus cosas y se había marchado. A pesar de todo lo que había sucedido entre nosotros, una parte de mí esperaba que, de alguna manera, él regresara. Pero sabía que ese era un deseo vacío, una esperanza desesperada que solo prolongaba mi agonía. La realidad era que había perdido a Nick, y con él, la vida que habíamos comenzado a construir juntos.Una mañana, después de una noche inquieta, me desperté con la decisión de que necesitaba verlo una última ve
ElizabethLas palabras del Diablo continuaron rondando mi mente como un veneno, un enigma que no podía resolver. "Hay un hombre, muy cerca de ti, que siempre ha estado en mi bolsillo". ¿A quién se refería? ¿Cómo podría alguien tan cercano a mí estar trabajando con él? La idea era tan aterradora como plausible, y sabía que no podría encontrar la paz hasta descubrir la verdad.Después de una noche en vela, decidí que no podía quedarme sin hacer nada. Necesitaba respuestas. No solo por mí, sino por Ela, por Nick, y por todos los que habían sufrido a causa de este hombre. Había perdido demasiado, y no podía permitir que el Diablo siguiera ganando.El primer paso fue revisar todo lo que tenía sobre los aliados del Diablo. Tenía que comenzar por algún lado, y aunque la tarea parecía desalentadora, no podía permitirme ceder al miedo. Sabía que esto podría llevarme a descubrir cosas que no quería saber, pero tenía que seguir adelante.Investigando la TraiciónPasé horas en la comisaría, revisa
ElizabethDespués de la muerte de Ela, el mundo se convirtió en un lugar vacío y desolado. La casa, que una vez había sido un refugio lleno de risas y amor, se sentía ahora como una tumba. Cada rincón, cada habitación, me recordaba a Ela, a su risa, a su voz, y al profundo amor que compartimos. La ausencia de su pequeña presencia era un peso aplastante en mi pecho, uno que no podía sacudirme por más que lo intentara.Los días siguientes al funeral de Ela fueron borrosos, como si estuviera atrapada en una pesadilla de la que no podía despertar. Me movía por la casa como un fantasma, incapaz de encontrar consuelo en nada. No podía llorar más; había derramado todas las lágrimas que tenía en mí. Ahora solo quedaba un vacío interminable.Nick no había venido al funeral. Le había dejado mensajes, implorándole que viniera, que estuviera conmigo, pero no obtuve respuesta. Sabía que estaba herido, pero una parte de mí no podía evitar sentir una mezcla de ira y dolor por su ausencia. Ela lo hab
LIZ. Esto no está pasando. Es una pesadilla, nada más. Es lo que me he dicho desde hace dos días, porque esto no parece real, pareciera que desperté en un universo alterno donde mi vida es un desastre total, una desgracia, una completa calamidad, perdí a mi hija. Soy mamá, pero sin una hija viva. Las lágrimas corren por mi rostro y aunque quiero gritar, llorar, jalarme de los cabellos solo me mantengo con la vista fija en su ataúd, en mis manos hay una margarita en mi mano y la aferro tanto a mi que siento que si la suelto, yo moriré. Las personas a mi alrededor solo están presentes, noto que lloran, otros tienen rostros afligidos y otros sufren, pero sé de sobra que ninguno siente lo que yo estoy sintiendo, sé que sufren, pero yo muero. Con cada segundo que pasa muero, con cada minuto que pasa me quiebro más, con cada hora que pasa una parte de mi se apaga y con cada día mis ganas de no vivir crecen. No puedo creer que mi hija esté muerta. Hace unas horas era una madre con u
NICK. SEMANAS DESPUES.Entró al lugar tan conocido para mí, hay poca gente aquí y algunos me conocen, solo me sonríen y los saludo con un asentimiento de cabeza. Tomo asiento y veo hacia al frente, aquí no hay una cruz, una estatua o algo, solo sabemos que Él está aquí. En este momento siento rabia, indignación, dolor, decepción, rabia y amor. A pesar de lo que me enteré de Liz, aún la amo y todavía mucho más, en estos días que estuve afuera pensé que la olvidaría, pero no. La pienso. La extraño. La amo. Miro al techo y decido hacer algo que hace mucho no hacía : Hablar con Dios. Sé que Él me escucha, Él siempre lo hace, pero por alguna extraña razón creo que me ha olvidado, que me ha dejado a un lado y se ha encargado de hacer mi vida miserable. Desde que murió Callie, no descansé hasta encontrar al asesino de el amor de mi vida, y cuando lo hice no era quien yo creía. Mientras pienso todo eso mis ojos se llenan de lágrimas agacho el rostro para que no me vean llorar
ElizabethLa puerta se cerró con un golpe seco detrás de Nick, dejando un silencio frío en la sala de interrogatorios. No podía moverme, ni siquiera podía respirar. Las palabras de Nick resonaban en mi mente, una y otra vez, como un eco que no se desvanecía: "Me mentiste, Elizabeth. Me mentiste todo este tiempo".Me desplomé en la silla, sintiendo como si todo el peso del mundo se hubiera acumulado sobre mis hombros. Las lágrimas seguían fluyendo, pero no tenía fuerzas para detenerlas. El Diablo, aún esposado a la mesa, me observaba con una sonrisa satisfecha en su rostro, como si hubiera logrado exactamente lo que quería.—Sabía que esto saldría a la luz tarde o temprano, Lizzy —dijo en un tono que mezclaba lástima y burla—. Nick es un buen hombre, pero nunca te entenderá como yo lo hago.Quería gritar, golpearlo, hacerle daño por lo que acababa de hacer. Pero no tenía fuerzas. Toda mi energía se había desvanecido en el momento en que Nick había dejado la sala. Me sentía vacía, rota,