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CAP 5 - PROPUESTAS

ELIZABETH.  

Abrí los ojos luego de un sueño muy reconfortante y lo primero que hago es revisar que Ela esté bien, reviso que no esté con frío y sonrío al ver que duerme con una sonrisa en su hermoso rostro.

La amo con todo mi corazón.

Al girarme para volver al sofá doy un grito pequeño cuando una forma humana está mirándome fijamente, pero luego sonrío al darme cuenta de quien es.

—¿Desde cuándo estas ahora ahí? — indago bostezando y estirándome

—Llegué hace una hora, no quise levantarte — es lo que me responde mientras sus ojos me recorren

—Gracias, necesitaba descansar — le doy un beso 

—¿Cómo fue anoche? — indaga sentándome en sus piernas 

—Bien, creo que lo de la playa le hizo bien —  sonríe — Fue increíble, nos divertimos mucho y ella sonreía todo el tiempo. Fue el mejor momento que hemos pasado desde hace mucho —

—Me alegro amor — besa mis labios — Te traje desayuno — sonrío

—Que rico — me levanto de sus piernas — Gracias Héctor — le doy una nalgada cuando pasa frente a mi

Héctor es alguien muy importante para mí, aunque la banda lo conoce por Diablo, yo lo conozco como la persona que me ayudó en mi momento más duro. Creo que por eso él y yo desarrollamos esta amistad, que con el pasar del tiempo se ha convertido en amor, y a pesar de que me lleva ocho años de diferencia puedo decir que nos llevamos de maravilla.

— Pasé por el orfanato —menciona y eso capta mi atención 

—¿En serio? —asiente —¿Y cómo están?¿ Adoptaron a alguien? — indago ansiosa de saber de ellos

— Están bien, los niños te extrañan y ansían verte, les hice saber que pronto estarías con ellos — sonrío a eso

—Yo también los extraño — susurro pensando en los pequeños que son como una familia para mi

Pasan los segundos y me doy cuenta de que hay silencio, levanto los ojos y Héctor me mira fijamente, lo que me hace dar cuenta que algo desea decirme, pero no lo hace y cuando se pone en esta situación , es porque lo que me dirá será algo que yo no quiero escuchar.

—Liz —  miro hacia otro lado suspirando y luego a Héctor para enfrentar lo que me irá a decir —Quiero que hablemos de algo — mi entrecejo se frunce 

—¿Qué sucede? — indago un tanto preocupada 

—Estoy preocupado por ti — lo miro fijamente, sin entender 

—¿De qué hablas? —  me acerco a él 

—Sabes que Ela, esta grave. Sabes que un día ella puede… — se queda callado y lo miro fijamente esperando que siga hablando 

—¿Qué Héctor? — indago con molestia, anticipando en mi mente loq ue me dirá —Habla — exijo 

Héctor levanta su mirada, y noto la preocupación y el dolor de lo que está pensando en su expresión. Toma mis manos, las besa y acaricia mi dorso con sus pulgares, su mirada choca con la mía y lágrima baja por su mejilla. 

—No quiero que sufras amor, puede ser que Ela, no se recupere — niego con la cabeza y trato de soltarme, pero el me detiene 

—No hables esas cosas — sigo con mi lucha para soltarme

—No queria tocar este tema, pero me preocupas Eliza — me dice

—¡Suéltame! — exijo pero él me ignora

—Solo quiero que estés preparada, sé cuán importante es Ela para ti, y para también lo es. Yo... —

—No sabes lo que dices, tú no sabes lo que dices — lo corto — Mientes, eso haces, mientes no más — lágrimas comienzan a salir de mis ojos —Ella vivirá, tiene que hacerlo, ella debe vivir, ella debe hacerlo, necesito que lo haga, necesito que viva, necesito que no me deje — siento los brazos de Héctor rodearme y me quiebro 

Lloro. 

Lloro por la posibilidad que hay, lloro porque es más grande la de muerte que la de vida, lloro porque no quiero perder a Ela, porque si he pensado  que un día pueda fallecer, pueda morir y no estoy lista para eso, no estoy lista para despedirme, no estoy lista para decir adiós. 

Esto comenzó hace dos años cuando una noche la escuché llorar en su cuarto, de inmediato fui y la descubrí con fiebre, diciendo que le dolía. 

No mentiré. 

Me aterre. 

Estaba con Héctor, y el actuó de inmediato. Él me dijo que saque a Ela, mientras en una maleta metió ropa y las cosas básicas, en la moto fuimos a toda velocidad, que ganamos un multa por eso y llegamos al hospital donde comenzó todo esto.

—Tranquila — susurra Héctor en mi oído — Sabes que me tienes para lo que sea — asiento y lo miro

—Lo sé, solo que no me imagino la vida sin ella — miro a Ela quien aún duerme y me acerco para besar su mejilla

—Liz —escucho a Héctor llamarme y me giro pero me llevo una sorpresa cuando veo la imagen ante mi —¿Qué haces? — es lo primero que pregunto y el me mira nervioso

—Llevamos 4 años en esto, tenemos una gran relación y contigo me siento completo. Eres inteligente, hermosa, audaz, decidida, cariñosa, leal, generosa, amable, ardiente, apasionada y muchas otras cualidades que no diré porque mi rodilla se cansará — río

—¿Héctor? — cuestiono aun sin poder creerlo, entonces abre la caja

—¿Elizabeth Ramírez, tú quieres darme el honor de convertirte en mi esposa? — 

No lo creo.

Héctor me mira con duda, miedo y anhelo a la vez, espera mi respuesta y yo pienso en tantas cosas. Lo amo, con todo mi corazón, me siento feliz con él y quiero casarme, solo que...

No lo sé.

—¿No quieres? — indaga y noto el miedo en su pregunta

—No es eso, sabes que no es eso — digo de inmediato

—¿Entonces? —cuestiona en un susurro

—Tengo miedo de que no funcione, no quiero un divorcio. El matrimonio es sagrado para mi — el asiente sabiéndolo muy bien

—Y para mi también, ¿por qué crees que no funcionaría? — 

—No lo sé — susurro aun sin entenderme a mi misma

—Tienes miedo — comenta y asiento con lentitud

—Yo también —eso me sorprende

—¿En serio? — me acerco a el

—Claro, para mi el matrimonio debe durar hasta que sean ambos estén ancianos y arrugados como pasas — suelto una risa —Tengo miedo de no hacerte feliz, tengo miedo de perderte, tengo miedo de no cumplir como esposo, tengo miedo de no estar para ti cuando más me necesites, de no celebrar tus triunfos, ayudarte a superar tu miedos, reír contigo y compartir mi vida a tu lado — mis ojos están llorosos —Te amor Liz, con todo mi corazón, y quiero estar contigo hasta el día que deje de existir —mira la caja y a mi —¿Quieres enfrentar conmigo los temores que ambos tenemos y superarlos hasta que la muerte nos separe? — me arrodillo frente a el 

—Tu eres maravilloso Héctor — una sonrisa se muestra en su rostro —Acepto ser tu esposa —sus ojos se abren en gran sorpresa y siento como respira aliviado, río de eso

Saca el hermoso anillo de oro blanco con un diamante en el centro y lo pone en mi dedo, miro a Héctor y lo beso mientras las lágrimas al fin caen.

No es un beso delicado, es uno ansioso, apasionado que no hace nada bueno en mi, me siento necesitada, urgida y excit@da, Héctor baja sus manos a mi trasero y me presiona contra él para hacerme sentir como esta.

Duro.

Me separo y muerdo mi labio inferior con ganas de sentirlo dentro de mi, como si leyera mi mente sonríe con malicia.

—Te conozco demasiado bien Liz, quieres que te lo met@ hasta el fondo una y otra vez, hasta que te vengas g¡miendo mi nombre — sus palabras más me encienden y asiento — Vamos al baño, será rápido, pero haré que te vengas con todas tus fuerzas — me pongo de pie de inmediato y caminamos al baño.

Cuando he terminado se mueve y me sienta en el mesón saliendo de mi, gimo y ríe.

—Eres insaciable —susurra besándome de manera lenta

—Tú me haces así — me guiña un ojo y se limpia, lo miro embelesada y luego la alianza en mi dedo, sonrío

—Si que eres un Diablo — se sube el pantalón —Me llevaste al infierno, y quiero volver —

—Te llevaré cuantas veces quieras —volvemos a besarnos — Ahora vístete, te espero afuera Hacker — 

Hago caso y me aseo con rapidez para cambiarme de ropa y salir como si nada haya pasado, Héctor me tiende mi bandeja de desayuno y comemos entre conversaciones y cuando Ela se despierta saluda a Héctor con un abrazo, miro la escena y nos imagino siendo una familia feliz.

El resto del día pasa entre risas, conversaciones entre mi Ela y Héctor y me siento completa.

¿Qué les pareció este cap?

Recuerden que tengo dos historias tambien en Buenovela: AMOR CRIMINAL y A MERCED DE LA MILLONARIA, se pueden pasar por allá y ver si les gusta.

Gracias por leer, chao.

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