Ailan rica heredera se prometió que ningún hombre la querría por su dinero, se trasladó a trabajar como jefa de diseño a las empresas de su familia en Londres, vivía como una chica normal. Conoció a Walter, y dos meses después, y se casó con él. Casi desde el primer momento se arrepintió de su matrimonio, vivían con su suegra, que la trataba fatal. Para colmo, su mellizo, Roy trasladó la sede central del grupo Miller, a Londres, para estar cerca de ella. Todos estalló el día que, sorprendido a su marido en una fiesta con dos mujeres, le pidió el divorcio, y en un hotel, donde acabo con todas las botellas del bar de su habitación, y pidió un hombre para esa noche, en su borrachera, salió a buscar a su acompañante, y se equivocó de habitación, pasando a la noche con un desconocido, que resultó ser Finlay, el multimillonario presidente de M.F.P. Global multinacional, que la confundió con un regalo de un amigo, a la mañana siguiente ella huyó dejando su tarjeta de identidad, la de su verdadera identidad. Así que tomo una decisión, sólo había una única compensación posible para él. Ella era suya, siempre.
Leer másEl destino. Durante esa noche no hubo palabras, mientras ambos se amaban sin control. Ellos sabían que la mañana llegaría y que cualquier error, por parte de algunos de los dos, harían que esa maravillosa noche de placer, y ese descubrimiento, quedara sólo en eso, recuerdos. Bea despertó poco a poco, mientras se sentía abrazada por el hombre, que, durante toda la noche, no la había soltado. Por un segundo se dedicó a disfrutar de esa sensación, mientras tomaba aire, sabía que debían hablar, en la mañana, sabía muy bien, lo que esto era para ella, había sido la mejor experiencia que había tenido con un hombre, debido a los sentimientos que se hombre había despertado en ella, desde el mismo día que lo conoció, también sabía que a Batman podía no haberle ocurrido los mismo, y si era así, no forzaría nada. - “¿Ya estás despierta, mi diosa?”- esa voz ronca en su oído por la mañana, era como la modelo lo había soñado desde que la había escuchado por primera vez la voz de su Batman, tota
La pasión. - “La señorita Walker está ahora en la suite del señor Smith”- le dijo el gerente, al asistente, cuando se reunió con él, en la recepción del hotel. Al gerente no le había parecido raro que el segundo al mando, el asistente de presidencia, Fletcher Gordon, le hubiera pedido información de uno de los clientes del hotel, no era la primera vez que eso pasaba. - “¿El señor Smith?”- preguntó el asistente rígido, con la voz roca, y baja, más Batman que nunca. - “Si es el nombre de seguridad que le damos a nuestros clientes VIP, para cubrirlos si no quieren ser reconocidos.”- le aclaró el gerente. - “Número de la suite, y planta.”- dijo el asistente con la voz lo más baja y ronca posible, mientras su cara, y su cuerpo, estaban totalmente rígidas. Nada más obtener la información, el asistente subió a la suite, tocó en la puerta, y en seguida una rubia con el pelo húmedo, y en albornos, apareció ante él, Fletcher Gordon lo vio todo rojo. - “¿Dónde está ese estúpido, maldit
Los celos. - “Lo siento, Bruce Wayne, hoy tengo trabajo, como acompañante de un atractivo millonario, actor, y no puedo llamarte, te llamó mañana, te envió la foto de los atractiva que voy, para que esta noche sueñes conmigo.”- escribió la descarada modelo, ante la maldita costumbre que tenía ese hombre de no responderle nunca, si no era para hablar de cosas de Roy, Mia, y Hanna, ese maldito Batman, ni la contactaba. Le había enviado la foto que se había hecho frente al espejo, donde su traje rojo, de seda ajustado, sin asillas junto a su pelo rubio suelto y ondulado, con los labios rojos y voluptuosos, y el especial maquillaje de los ojos, que los hacían más grandes y expresivos, hacían creer que, la misma Marilyn Monroe, había regresado a la vida. Bea esperaba que su plan diera resultado que, durante la noche, ese hombre la llamara, la primera llamada que él le hiciera por sólo saber de ella tenía que saber si su Batman, era celoso, aunque debido a la resistencia que estaba teni
La protección. Había surgió el problema con el colegio de Mia, cuando la rubia la fue matricular, al parecer el presuntuoso del director, se negaba a readmitir a Mia, alegando que ya estaba a mitad de curso, y su colegio no era un colegio de elite, Mia debía ir al mismo nivel de los demás por sus propios esfuerzos, aunque la verdad era otra. Esto lógicamente encendió a la modelo, que consideraba a esas dos, como de su familia, y el director llamó a la seguridad para que la expulsaran del colegió. Con el consiguiente cabreo, repleto de insultos de la fiel Beatriz. Una mujer que no se callaba nada, todo lo que le pasaba por la cabeza lo decía, y la verdad es que dijo mucho, y todo de lo más colorido. Ante el monumental cabreo que se cogió Beatriz, fue inevitable que llamara al asistente para quejarse furiosa. La reacción de Gordon sorprendió al propio CEO, hasta ahora, el callado y reto de Fletcher, se mostraba a disgusto con todo aquello que tuviera que ver con la modelo, pero al s
Las armas. Gordon decidió ignorar, como siempre, todos los comentarios de carácter sexual, que esa mujer le dirigía. Y con un nuevo suspiro entró en el despacho de su jefe, con el teléfono, lejos de su oreja para no oir tentadoras palabras de la rubia. Su jefe, Roy William Miller, estaba imbuido como este último mes, entre los contratos y los proyectos del grupo, para así no pensar en la mujer que lo tenía así. Esta era otras de las razones por las que el asistente se negaba dejarse seducir por esa mujer, si era así como te quedaba después de que esos seres peligrosos entraran en tu corazón, prefería ser un soltero toda su vida. - “Señor la señorita Walter quiere hablar con, usted hay noticia de la señorita Müller.”- le dijo el asistente poniendo el manos libres de su móvil. –“Señorita Walter el señor Miller la está escuchando.”- repitió el eficiente asistente. Alegrándose que delante de su jefe la rubia se tuviera que controlar. Que equivocado que estaba el pobre. - “Roy Will
El juego. Según termino de hablar con su mejor amiga Beatriz Walter, sonrió sin poder evitarlo, quería a Hanna y a su hermana como si fueran su propia familia. La rubia descarada, no tenía familia, había crecido en un orfanato de Exeter, al sur oeste de Inglaterra, se hizo modelo de publicidad, para ganarse la vida, y como una forma de estar cerca de los que verdaderamente le gustaba, que era el estilismo y el diseño, hasta que fue acogida por Gred Watson, ella era su mayor fan. No era una top model, más bien una modelo del montón, por eso se unió a la agencia de acompañantes, y así poder conseguir influencias, además de más ingresos. Fue allí, gracias a la Madame, que se le ofreció una oportunidad para explorar sus dotes, y su talento, como estilista, organizando el vestuario, el maquillaje y los complementos que deben llevar los acompañantes para sus citas de trabajo. El día que Hanna entró a la empresa para hacer la entrevista, fue Bea, quien vio en ella un diamante en bruto, u
El Acoso. Prácticamente la rubia se pasó la mañana en el despacho de su jefe, mientras fuera el asistente trataba de mantener alerta ante cualquier ayuda que necesitara su jefe, sobre todo porque no se fiaba de la descarada rubia. La primera solicitud que hizo su jefe fue mandarle a pedir un banquete acompañado de los mejores vinos de unos de los restaurantes más lujosos de la cadena Miller. Cosa que, para el fiel y profesional asistente, era un desperdicio, esa rubia terremoto, no se merecía tantas atenciones, tan sólo por ser tan malcriada y descarada. Cuando llegó la comida acompaño a los empleados del restaurante para que le sirvieran a su jefe, lo que la hicieron muy diligentemente, mientras al rubia miraba al asistente quien estaba de pie delante de la mesa, supervisando que los camareros hicieran su trabajo correctamente, ni siquiera por un segundo levantó sus ojos para mirar a malcriada señorita Walker, pero eso no evitó que la rubia se lo comiera con la mirada, cuando
El interés. Mientras subían en el ascensor, Beatriz no pudo evitar analizar con más atención al asistente del hombre, que amaba su mejor amiga, sobre todo porque ese hombre ni la miraba, algo que para ella era algo totalmente diferente de lo que ella siempre había recibido de los hombres. Fletcher Gordon era un hombre alto, bien proporcionado, al que le sentaban de maravilla los trajes de ejecutivos, ni muy musculosos, ni escuálido, desde luego no tenía sobre peso, más bien estaba en el equilibro exacto, la rubia estaba segura de que ese agradable espécimen de hombre, practicaba deporte, o algo que lo mantuviera es esa tan buena forma. Sus ojos negros, convidaban perfectamente con ese cabello castaño oscuro, que combinaban perfectamente con la forma atractiva de sus cara, cuyo flequillo le caía atractivamente aun lado sobre su frente. Pero sólo había dos cosas que le tenía totalmente robada su atención, una era su mentón fuerte, y cuadrado, y la otra era algo que ahora, no la po
El encuentro. Mientras una rubia de curvas despampanantes, de una altura considerable, y ojos verdes esmeralda, cubiertos por unas gafas de sol Gucci del año anterior, regalo de uno de sus jefes, vestida con un vestido rosa ceñido, y una chaqueta de ante blanca, caminaba decisión y seguridad hacía el prestigioso edifico Miller, la mayoría de los hombres con los que se tropezaban no podía evitar mirarla, y muchos de ellos, terminaban girando la cabeza al verla pasar. La atractiva dama, sabía exactamente la reacción que estaba causando, en especial entre los hombres, no por nada tenía dos trabajos, uno que le ayuda a mantener sus sueños, que era de acompañante y estilista en una agencia de acompañantes, la más famosa de toda Londres, el otro sus sueños, como ayudante, y modelo de uno de los estilistas más famosos que existían. Así que saber que conocía perfectamente como llamar la atención y sinceramente le encantaba, odiaba que las personas no fueran sinceras, y que disfrazaran to