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Capítulo V. Las primeras desconfianzas de una heredera parte 2.

Ailan.

- "¿Quién es ella?"- preguntó mi hermano cuando al bajar del ascensor nos vimos a Walter hablando con la preciosa mujer de rojo que había llamado la atención de mi hermano.

Me sentí incomoda, la actitud de la preciosa mujer no denotaba un interés especial por su parte, hacia mi esposo, pero la actitud de Walter era diferente, se mostraba muy concentrado mirándola, como si ella estuviera diciéndole algo muy interesante, incluso cuando ni hablaba.

- "Creo que es una de las acompañantes, que ha contratado el hotel para que se relacionen con los invitados, pertenece a una empresa de Damas de compañía."- dijo Gordon el asistente de Arturo, haciéndome sentir más tranquila, conocía las reglas de la agencia de modelos, y el sexo estaba totalmente prohibido, pero la sensación de incomodidad seguía ahí, algo estaba mal.

- "¿Damas de compañía?"- la relación de mi hermano era de desagrado, al parecer no le gustaba las estrategias de márquetin de algunos hoteles de la cadena.

Yo conocía las empresas que había contratado el hotel, muchos de nosotros las conocíamos, porque en ocasiones Bruno, mi jefe, lo había hecho para las fiestas de presentación de proyectos, cuando había una gran desigualdad entre invitados hombres y mujeres. Mi dulce Christine, mi asistente, me había contratado en ocasiones los servicios de acompañantes masculinos, para fiestas donde debía ir como una Miller, y debía llevar acompañante, estaba claro que no podía ir con Walter, si no quería que todo se descubriera.

Por la reacción de mi hermano él no sabía nada, o si lo sabía, sus ideas sobre este tipo de empresas eran retrogradas, y para reírme de él, por ser tan machista y cuadriculado, decidí no sacarle de sus errores, quería saber hasta dónde podía meter la pata, además de manifestarse un interés genuino por la dama de rojo, y eso era una información muy valiosa para mí, poco acostumbrada a estos gestos humanos de mi hermano.

- "¡Vaya hermanito!, ¿desde cuándo la cadena de hoteles Milton se ha vuelto tan vanguardista?"- decidí para echar más leña al fuego, además me parecía que el enfado de mi hermano era demasiado desorbitado, y creía saber quién era la responsable. –"Y papá ¿sabe esto?"- le dije metiendo más el dedo en la llaga. Adoro molestar a Arturo.

Mientras mi hermano se dedicaba discutir con Gordon sobre las nuevas estrategias de marketing de sus hoteles, yo me dedique a observar las reacciones de Walter, que no sabía que yo estaba ahí.

- "¿Desde cuándo mi marido era tan hablador, e interesante?"- pensé mientras me acercaba, algo comenzaba a preocuparme.

Normalmente nuestras conversaciones, incluso las más íntimas, consisten en que yo habló, y él accede a todo, no da sugerencias, ni me enfrenta, cuando no le gusta algo, es conformista, lo contrario que los hombres que ha habido en mi vida, como mis hermanos y mis padres, hombres fuertes, y decididos, quizás esa razón porque me sienta cómoda junto a Walter, no tengo porque mantenerme en guardia cada momento.

Durante años mi marido ha sido sometido a las órdenes de su madre, y creo que a mí me ve, cómo la ve a ella, de ahí el choque de voluntades que hay entre las dos, su madre me siente como alguien que le roba la atención de su hijo.

En un momento Roy me agarró del brazo, para continuar hacía la pareja que estaba junto al gran ventanal que daba a la terraza. Al aproximarme a ellos, la voz clara de Walter me llegó haciendo que algo golpeara con dolor en mi corazón, no podía creer que esa palabra saliera de mi tranquilo, y estable marido.

- "Y ¿quieres animarme esta noche, preciosa?, yo podría darte algunas calientes y deseables ideas."- casi me ahogue de la furia, pero aun así no podía creer que ese fuera mi Walter., nunca había sido así conmigo, eso debía de ser alguna broma. Había oído mal seguro.

- "¿Y se puede saber Patel, que ideas tienes con tu amiguita de turno?"- dijo mi hermano sacándome de mi incredulidad, y de esa sensación de que algo estaba mal en todo esto.

Al girase hacia nosotros a Walter se puso colorado, se le veía nervioso, como cuando a un niño se le pilla haciendo algo malo. Y fue esa reacción al que me dijo que quizás no eran imaginaciones mías. Algo estaba pasando. Todo se borró para mí, hasta que mi hermano estaba allí, mirando con rabia a la guapa acompañante.

- "¿Qué haces aquí, Walter?, ¿No se suponía que estabas de en la oficina? ¿y por qué te ofreces para animar a tu amiga?, ¿Has olvidado que estas casado?"- le dije y mientras la sensación de haber ido engañada comenzaba a hacer mella en la coroza que me había puesto para defender a mi marido.

Ni me di cuenta de que la acompañante se despedía alejándose de nosotros, ni que mi hermano la seguía, más bien están centrada en mirar a los ojos de un huidizo Walter, que no me sostenía la mirada, por una segundo las ganas de salir de allí se me hicieron insostenible, incluso hice un movimiento de alejarme, pero Walter me sujetó del brazo.

- "No es lo que tú estás pensando"- dijo el estúpido usando la primera frase que usa un traidor.

- "Búscate una excusa mejor estúpida, no quiero hablar contigo ahora."- le dije empujándole para alejarme de él, intentado salir de la fiesta.

Pero no llegué mi lejos, como siempre que discutíamos, que no solía ser muy a menudo, ya que mi marido eludía siempre las confrontaciones directas, Walter me abrazo desde atrás, diciéndome que me amaba que era imposible que el fuera infiel y que yo lo sabía, finalmente dijo una frase que hizo que mi intención de huir de él, alejándome para pensar que iba a hacer con esto, comenzara a tambalearse.

- "Sabes que no puedo vivir sin ti, si te alejas de mí, no tengo porque seguir viviendo, lo eres todo para mí, no haya nada más. Eres mi luz, y lo sabes, sólo hay oscuridad sin ti en mi vida."- dijo haciendo que todos no miraran, con ternura, poco a poco cedí.

En ese momento no sabía o no quería ver la verdad de bajo de todo esto, que las cosas no iban a salir como yo esperaba, ni mucho menos, quizás las señales que no supe interpretar me debieron golpear más fuerte en mi orgullo y sentido común, para que despertara, de mi sueño, que en realidad era una pesadilla, pero no fue así. 

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