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Capítulo IV. Las primeras desconfianzas de una heredera parte 1.

Ailan.

- "¿Qué has hecho qué?"- le pregunté tras salir de la habitación donde el asistente de Roy, Gordon, me llevó, desde mi ático, a uno de los hoteles de grupo Miller, que era donde se celebraba el evento.

Allí en la habitación presidencial me esperaba el idiota de Roy, y tras una de nuestras muchas discusiones sobre el hombre que ama, mi marido, al que mi hermano no aceptaba, porque dice que no me merecía, que ocultaba algo, terminamos como siempre retándonos.

Así que antes de subir al ascensor que nos llevaba a la fiesta, donde Roy me había enseñado, después de que él babeara por las imágenes de una atractiva mujer con un traje rojo, que despertó el interés de mi hermano, algo raro en él, la imagen de Walter, al que yo creí de viaje de negocios, así que tuve que tragarme durante unos segundo la sorpresa y el desconcierto, pero me di cuenta que yo tampoco podía pedirle sinceridad completa, cuando yo no lo estaba siendo, así que decidí que yo confiar en él, algo debía de haber pasado, no iba juzgarlo sin primero hablar con él, además debía darle una lección al estúpido de Arturo, por eso acepté su reto, aunque lo que no esperaba era que me soltara, para descolocarme, lo que me dijo, que hasta tuve que pedir que me lo repitiera por si había oído mal, otra de esas malditas técnicas manipulativas de Arturo.

- "¿Lo haces adrede, lo de hacerte la sorda, la ciega y la muda? ¿verdad Wendy? ¿Piensas que así serás más feliz?"- me dijo mi hermano eludiendo mi pregunta, caminado hacia el ascensor, mientras yo me plantaba en mi sitio sin moverme, necesitaba una respuesta inmediata.

- "No estoy para uno de tus juegos mentales, Roy William Miller, dime que lo que me acabas de contar, es una broma."- le dije sintiendo que las manos comenzaban a sudarme, y los nervios me hacían no parar de moverme inquieta.

- "Sabes que no soy de los que le gusta las bromas, sobre todo si no saco algo de beneficio de ellas, hacer bromas por hacerlas, es una pérdida de tiempo y dinero, ¿No crees soñadora Wendy?"- dijo de nuevo ese maldito CEO, haciendo que casi saliera de mis casillas, ¿cómo dos mellizos podían ser tan diferentes?

- "¿De verdad quieres que me active Arturo? Recuerda como me las gasto en estos casos."- le dije seria ya.

- "Desde luego hermana, Londres te ha cambiado, eres mucho más aburrida que antes, ¿o será este matrimonio inútil en el que has entrado a ciegas?" _ me volvió a decir haciendo que yo respirar fuerte y cerrara mi puño, la mírame supo que había llegado a mi límite. - "¡Eh, Tranquila Wendy que te ciegas! Está bien te lo repito. Me presenté en una reunión de la empresa, para la que trabaja tu marido, es inútil bueno para nada, y le dije que era tu hermano mellizo, pero tranquila, usé mi segundo nombre, él tampoco me reconoció, lo que me dio idea lo poco que sabe del mundo de los negocios, lo dicho un bueno para nada. Además, aún tengo las esperanzas de que abras los ojos, y esa cabeza tan dura que tienes, y te des cuenta de lo cerdo que es ese Patel."- me dijo mi hermano, haciendo que quisiera matarlo.

Hasta ahora, antes de que apareciera Arturo, era relativamente tranquila, vivía en la casa de los Patel, a veces volvía al ático, desde que me había casado, no quería que Walter y su familia sospechara que no era lo que creían, que mis antecedentes familiares no eran los de una familia normal americana de clase media. Y aunque les había hablado de mis hermanos y mis padres, siempre había rebajado el nivel de riqueza de mi familia, a la de una de clase media, con padres jubilados de un pequeño negocio de hospedaje, la misma versión que le había contado a todos cuando llegué a Londres. Mi instinto me decía que ese dato no debían saberlo por ahora. No fue algo premeditado al principio, pero surgió así.

Yo aun le ocultaba a Walter y su familia y casi todos mis conocidos en Londres esa parte de mi vida de heredera. Tanto Roy como yo, éramos dueños de los dos áticos de lujo de los dos edificios más caros de uno de los lados de las dos riberas del Támesis en Londres.

Algo que, mi padre, Norman Miller, ya que no podía evitar que dos de sus retoños, los mayores, se alejaran de él, a más de cinco mil kilómetros, lejos de su protección, y que, en su imaginación, pasaran por "penurias", pese a que el dinero de los Miller nos salía por las orejas, sólo con respirar, nos los regaló a los dos, aunque sospecho con bastantes evidencias que el que mi ático esté tan cerca del de mi hermano fue algo premeditado. Para el obsesivo de mi padre, nada era suficiente para referirse a las personas que amaba, incluso la sobreprotección, sobre todo si eres una de sus princesas, por eso me vine sola a Londres, oculto mi identidad.

Cuando me casé, volvía al ático, cuando Walter viajaba y no quería volver a la casa de campo, que los Patel llaman mansión familiar, a soportar las críticas de mi suegra de que nunca estaba contenta con nada de lo que hacía, justo eso pasó hoy.

También era verdad que su forma de tratarme mejoraba en las ocasiones que, como cada mes, mi sueldo le era entregado casi íntegramente a su hijo, mediante la tarjeta que yo le había dado a Walter, al sentirme culpable, como forma de compensación, por no decirle la verdad.

En eso me sentía culpable, normalmente mis gastos los hacia la cuenta que mi padre me abrió desde que nos volvimos a reunir con él, cuando yo tenía unos meses de vida, allí me ingresaba, la parte de los beneficios del grupo, por ser herederos del holding Miller.

Por mucho tiempo, y por ser mi suegra, nunca le diría a Walter, quien era yo, no me importó darle a él, íntegramente el astronómico sueldo que recibía de mi trabajo, como jefa de diseño y arquitectura de una de las dos empresas de construcción del grupo.

- "Como se me fastidie mi vida con mi marido por tu culpa Roy William Miller, no te lo perdonaré te lo aseguro, y además pienso contárselo a mamá"- le dije furiosa, mientras subía en el ascensor, que mi hermano me mantuvo abierto, para que yo pasara primero, la educación que nos dieron mis padres nos salía a los cuatro, de forma inconsciente.

- "Tranquila Wendy, ya Patel lo fastidiará él sólo, es un animal de costumbres."- no entendí el significado de sus palabras, pero decidí no caer en las trampas manipuladoras de mi hermano mellizo, las había sufrido toda mi vida, y sabía cómo escapar de ellas, cuando quería.

Lástima que, normalmente, los seres humanos sólo aprendemos con los golpes, cuando estamos enamorados, o ciegos, y empecinados, pocas veces escuchamos otros consejos, aprendiendo definitivamente por las malas. 

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