Capítulo VI. Las verdaderas naturalezas en ocasiones permanecen ocultas.
Ailan.Mientras mi marido me abrazaba, para el mundo no había un hombre que amara más a una mujer, que como me amaba Walter a mí. Y como siempre, me sentí culpable de nuevo, algo me decía que, entre los dos, él era el que más me quería, ya que él se había entregado a mí, totalmente sin secretos, ni mentiras.En cambio, yo le mantenía oculta una parte de mi vida. Quizás, había metido la pata, quizás, yo era un estúpida, pero no podía dejarme vencer así ante el primer tropiezo desde que estábamos casados, fue por esto, y porque soy una Miller, que considera que el fracaso no estaba en mi vocabulario, que, abrazándolo, lo perdoné.Me dejé arrastrar en sus brazos hacia la habitación que tenía Walter reservada, que al contrario de lo que me había dicho Roy, y Walter me aclaró, cuando llegamos a ella, era solo para dormir en ella esa noche, ya que había asistido a ese evento, antes de viajar, para acompañar a su jefa que estaba en la fiesta, y que seguramente ahora estaba enfadada por irse
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