Volver a casa.

45

Kerr se vistió con rapidez, tenía el corazón acelerado por todo lo que había pasado en menos de diez minutos y no entendió la reacción de Karina.

La alarma resonó con fuerza por todo el lugar, parecía una corneta fuerte soplada por alguien y Kerr extendió la conciencia y encontró en las mentes de los demás que la alarma era para una reunión extraordinaria del consejo.

Guardó sus cosas dentro del bolso y contempló a Alphita con un nudo en el estómago, como si con verlo a él estuviera viendo a Vanya que le reclamara por acostarse con Karina.

—Yo no fui el que traicionó primero —dijo y lanzó el peluche contra las paredes de la tienda y rebotó de bajo de la cama, luego se agachó, lo recogió y lo guardó en el bolso junto con sus demás cosas.

Cuando salió de la tienda comprobó que las personas de la manada estaban relativamente intranquilas, en sus conciencias Kerr leyó que hacía mucho no sonaba la alarma del concejo, pero esperaban con ansias el que no fuera nada importante.

Kerr buscó a su tío que ya estaba dentro de la cabaña y permitió que el hombre percibiera su conciencia.

¿Qué está pasando? —Le preguntó y sintió en su tío una preocupación extraña.

No lo sé, pero tiene que ver contigo — Le dijo y Kerr sintió un hueco en el pecho, sea donde sea que estuviera siempre causaba inconvenientes —No pienses que es tu culpa, claro que no —Kerr olvidaba que mientras estuvieran conectados él también podían sentir sus emociones —Será mejor que entres —Kerr llegó a la cabaña y el hombre que custodiaba consultó con Karina que le dio la autorización.

Cuando entró, notó que la mujer aún traía el abrigo de pieles con el que había llegado a su tienda y varios hombres del concejo la rodeaban. Estaban un poco más allá del trono, rodeando una mesa de madera enorme y cuando lo vieron llegar se quedaron en silencio.

—¿Cómo sabes que Jábico aún vive? — le preguntó uno de los ancianos a Kerr y le abrieron espacio para que llegara frente a la mesa. Karina lo miraba expectante, parecía que lo que casi pasa entre ellos no hubiera pasado y eso lo hizo sentir incómodo. Para la mujer hubiera sido un simple revolcón olvidable y él ya se estaba sintiendo como un traicionero.

—Jábico no lo sé —dijo Kerr, la mesa de madera era el mapa del enorme bosque que cubría la mayor parte del país y las ciudades que lo rodeaban —pero sí un ex trabajador de allá. Mi manada estaba en la ciudad y varios de los miembros comenzaron a desaparecer —una extraña duda le invadió el pecho a Kerr, una grande que le hizo tambalear la conciencia ¿cómo sabía el papá de Vanya cómo encontrar a los miembros de su manada? La duda le hizo temblar la voz — tuvimos que huir de la ciudad porque nos estaba cazando. Víctor, el Alpha, buscó información hasta que dio que quien nos estaba cazando era el doctor Saúl Quiroz, ex trabajador de Jábico —Karina paseó de un lado a otro, el abrigo se arrastró en el suelo.

—¿Crees que el tal Saúl esté en su búsqueda? — le preguntó un hombre y Karina asintió.

—Claro que sí —dijo ella —según por lo que me contó Irán, toda su manada sabía que Kerr era hijo de dos lobos, aunque no supieran que es de raza superior, lo más probable es que Jábico hiciera todo esto por él —Kerr tragó saliva y se aclaró la garganta.

—¿Dices que las desapariciones y todo lo que le pasó a mi manada es porque el doctor me estaba buscando? —preguntó y Karina asintió con la cabeza.

—Claro que sí, él sabe que en este bosque está la manada de Moira, nosotros y varios de los aquelarres con los que peleamos contra Jábico, es muy riesgoso que se hubiera quedado aquí únicamente por lobos normales, manadas así hay por todo el mundo, lo más probable es que lo hubiera hecho por ti —luego miró a uno de los más viejos —no podemos quedarnos al margen, en nuestra manada vienen en camino dos lobos superiores y si ellos se enteran…

—Vendrán por nosotros —le interrumpió Irán y la mujer asintió. Kerr miró a su tío.

—¿Dos en camino? —le preguntó y él asintió.

—No creas que lo hacemos por formar un ejército, fue la decisión de esas parejas embarazarse y nosotros no podemos impedirlo —Karina alzó la voz.

—Pero si es nuestra responsabilidad protegerlos, todo lo que hicieron por capturar a Moira, y ahora todo lo que harán por Kerr, ¿se imaginan si se enteraran de dos bebés que aún no han nacido? Destruirán el bosque árbol por árbol hasta encontrarnos.

—¿Entonces qué haremos? —preguntó uno de los ancianos y Karina respiró profundo.

—Iremos a la manada de Víctor y acabaremos con el tal Saúl y a Jábico de una vez por todas —Kerr sintió que le temblaron las rodillas —suena la alarma completa —indicó la Alpha y unos segundos después una alarma aún más grave que la anterior resonó por todo el lugar.

Todos salieron de la cabaña y cuando salió Kerr, notó que toda la manda se había reunido alrededor de la cabaña. Eran muchísimas personas y Kerr buscó en la multitud hasta que encontró a un par de embarazadas que estaban juntas y agarradas de las manos. 

Leyó en sus pensamientos, por alguna razón ellas creían saber que todo tenía que ver con sus hijos, pero levantaron el mentón orgullosas, cuando decidieron embarazarse de otros lobos tenían muy claro que sus hijos serían diferentes y estarían en riesgo, pero el momento había llegado y eso las asustó.

Karina dio un paso al frente y se paró en un tronco para que todos pudieran escucharla.

— Hoy tengo una lamentable noticia —dijo y su voz hizo eco por todo el lugar —Jábico ha regresado —dijo y toda la manada contuvo el aliento —ha atacado a nuestros hermanos en la ciudad más allá de Pradera, la manada a la que pertenecía Kerr, y todos sabemos que él es un lobo de raza superior, indudablemente lo están buscando y así como lo encontraron a él encontrarán a los hijos de Rahira y Alina  y no lo vamos a permitir —muchas voces se alzaron apoyando a su Alpha 

»—mañana partiremos hacia la ciudad, no podemos permitir que un rezago de Jábico tome el poder necesario para atacarnos, hay qué detenerlos antes de que siquiera lo piensen —vítores y gritos se alzaron entre la multitud —quién quiera quedarse puede hacerlo, todos sabemos qué clase de peleas son las que nos esperan con ellos, y no obligaré  a nadie a pelear una guerra tan complicada —Kerr comenzó a ponerse nervioso — pero quienes nos acompañen serán partícipes del real fin de los laboratorios que tanto daño nos han hecho, acabaremos con ellos desde la raíz y mataremos cada semilla podrida que diseminan por nuestro bosque —levantó la mano y la manada rugió al unísono y Kerr volteó a mirar a su tío.

—¿Qué clase de peleas son? —le preguntó y el hombre lo miró con una expresión inconfundible de horror. Karina bajó de la tarima, que no era más que un tronco, y señaló a Kerr.

—Tú te quedas — le dijo y Kerr abrió los ojos.

—No, claro que no, en esa manada están mis sobrinos y no los dejaré —quiso añadir a Vanya, pero se mordió la lengua. Karina negó.

—No, no podemos arriesgarnos a que te atrapen, si lo hacen y logran controlarte estamos perdidos.

—No me atraparán, no ahora, no después de todo lo que puedo hacer —Karina negó con la cabeza.

—Yo no te lo estaba preguntando —Kerr avanzó un paso, hasta que quedó muy cerca de la mujer.

—Tú no eres mi Alpha — le dijo — Yo aún no soy parte de esta manada y no me das órdenes —Karina, al contrario de dejarse intimidar por Kerr, levantó el mentón y puso un dedo sobre su musculado pecho.

—Tú no entiendes —le dijo — eres el arma más poderosa que ellos tienen contra nosotros.

—Y también soy el arma más poderosa que tenemos contra ellos —Karina dio un paso atrás y lo miró de los pies a la cabeza, luego miró a Irán.

—Controla a tu sobrino o se va esta misma noche —miró a Kerr —ya te echaron de una manda, qué más da otra —se alejó y caminó hacia la cabaña —¡Preparen todo, nos vamos al amanecer! —Kerr apretó los puños y cuando miró a su tío notó que el hombre sonreía.

—¿Qué te pasa? —le preguntó asombrado y el hombre ladeó la cabeza.

—Le agradas — le dijo y Kerr dejó escapar el aliento.

—Genial forma de demostrarlo —Irán negó con la cabeza.

—La retaste y la contradeciste, le ha roto el cráneo a lobos más grandes que ella por menos, agradece que no te puso a comer tierra en tu forma humana —Kerr se pasó los dedos por el rubio cabello.

—Iré, y no me convencerás de lo contrario —le dijo y el hombre asintió con la cabeza.

—Lo sé, prepárate, nos vamos en la madrugada, yo hablaré con Karina —el hombre desapareció por la puerta de la cabaña y Kerr no fue capaz de tragar saliva, no estaba listo para regresar.   

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