El único culpable.

46

Víctor no quería enfrentar la situación, cuando Sebastián entró por las puertas de la fábrica con el vampiro en brazos él mismo envió a un par de muchachos para adecuar una de las celdas para la criatura de la noche, aunque tenía superfuerza, le tomaría un par de minutos liberarse y apostó allí varios guardias armados con dardos por si el vampiro intentaba huir.

Se encerró en su habitación y aunque Sebastián tocó la puerta un par de veces él lo despachó con un: “estoy ocupado” pero lo cierto era que estaba sentado en la orilla de la cama con la mirada perdida por la minúscula ventana que daba al bosque. 

observó la habitación, que no era más que una bodega con una cama y un par de cuadros con fotos que a la fuerza Lina había traído de su antigua casa, por lo demás, las paredes estaban mohosas y en mal estado de un color gris cemento.  

La puerta se abrió y Lina entró meneando la enorme barriga por todas partes y se quedó mirándolo con los brazos cruzados sobre el pecho. Víctor le apartó la mirada, llevaba muchos años con la mujer como para entender perfectamente qué le diría, así que apretó los dientes esperando la arremetida pero en vez de eso la mujer se acercó, le puso la enorme barriga contra la cara para que él se recostara y le acarició el cabello.

—Sé lo que haces —le dijo ella y él escuchó el sonido de su hijo al moverse dentro del vientre.

—No hago nada —contestó seco y ella le jaló el cabello.

—Exactamente, no haces nada —le dijo ella — sabes que haber echado a Kerr estuvo mal y aun así no haces nada al respecto.

—Echarlo era…

—Estuvo mal —le interrumpió ella —las antiguas reglas ya no aplican a nuestro estilo de vida, mi amor, y él ya se había rendido, se rindió y tú lo pensabas matar de igual forma, de no ser por Benjamín en este momento el remordimiento que sientes por haber expulsado a tu hermano sería por matarlo – Víctor no estaba seguro si realmente quería matarlo, algo dentro de él durante la pelea lo detenía. 

—No tengo remordimiento —Lina soltó una buena carcajada sarcástica.

—Claro que lo haces, crees que no me daría cuenta. No duermes, no comes, y estoy segura de que si yo pudiera entrar en tu cabeza te encontraría repitiendo una y otra vez la pelea en tu mente — Víctor se aferró con fuerza a su mujer y la abrazó.

—Toda la vida lo odié —le contó él —y aunque sabía que no era su culpa todo lo que me había pasado pensé que era más fácil odiarlo que enfrentar mis problemas y esa noche, en la pelea, yo no peleaba contra él, peleaba conmigo mismo —Lina le acarició el cabello con ternura —y ahora él ya no está y no tengo nadie para recostar mis frustraciones más que a mi mismo.

—Pues Kerr nunca debió haber sido esa persona —le dijo ella y él se apartó dándole la espalda.

—¿Crees que no lo sé? —le dijo el Alpha y se despeinó el cabello —pero no podía mirarlo sin culparlo, sin ver los ojos de mi madre cuando se despidió de mí, ni los de mi padre cuando murió en la cama y me pidió que lo cuidara, que cuidara al hermano que me quitó todo en la vida.

—Él no lo hizo — le repitió la mujer y él asintió.

—Lo sé, ahora lo sé.

—Justo ahora que ya no está —Víctor se agarró de la cara y dejó escapar el aire, hacía años que no lloraba, muchísimos, tantos que no creyó reconocer la sensación en la punta de la nariz.

—Quise buscarlo después de la pelea —comentó y Lina se sentó en la cama genuinamente interesada —aunque soy orgulloso sabía que nos serviría para la guerra y le permitiría volver si me juraba lealtad, pero…Lair, el anciano del concejo, él me dijo que no era lo correcto, que cambiar mi parecer me haría lucir débil ante la manada, y estos son momentos peligrosos —Lina le golpeó la espalda con fuerza.

—Tu eres el maldito Alpha —le dijo y él volteó a mirarla asustado —puedes hacer lo que te dé la gana sin pedirle permiso a nadie.

—Yo no le pedí permiso, fue concejo.

—Y aun así piensas que no fue lo correcto —él le apartó de nuevo la mirada —¿Por qué no haces por primera vez lo que quiera hacer tu corazón, lo que te diga tu lobo interno, y no lo que un anciano amargado crea que es lo necesario?

—Él aconsejó a mi papá durante todo su mandato y nada salió mal —se defendió Víctor y Lina lo golpeó de nuevo en la espalda.

—Pues tu papá nunca se se enfrentó a la guerra, tuvo el mandato más pacífico y lo único que hizo fue ponerle los cuernos a tu madre con cuanta persona se le atravesó, hombres y mujeres si mal no me contaron, fue un irresponsable, si él hubiera tenido que enfrentar lo que tú se hubiera rendido hacía años, así que deja de culpar a personas que no tienen nada que ver. 

»Tu madre te abandonó, sí, pues fue su culpa, tu padre embarazó a otra mujer, sí. Pues es culpa de ellos y no de Kerr —se puso de pie y lo miró con una profundidad que le hizo un hueco en el alma a Víctor —ponte de pie ahora, has sido el mejor Alpha que ha tenido esta mañana y tu mandato no acaba, agarrate de las pelotas y haz lo que creas que es correcto sin importar lo que piensen los del consejo, así nos has mantenido vivos y así lo seguirás haciendo —Víctor se lanzó sobre el cuerpo de su esposa y le dio un fuerte abrazo, escuchó como el corazón de la mujer bombeaba con fuerza —Hacía años quería decir eso —soltó mucho más calmada, masbién conmovida y le besó la mejilla.

—Lo haré —contestó él y ella asintió.

—Habla con Benjamín también, necesita a su padre, alguien tiene que enseñarle a doblar las mangas de la chaqueta —Víctor la miró a los ojos, esa era la mujer que de la que él se había enamorado, la que le dijo esa vez en la cara que era un niño privilegiado y mimado y que por eso no quería ser su novia, pero él se había negado a desistir, y ahí la tenía, once años después y con un hijo de diez y otro por nacer y aun dándole una muy buena lección. Siempre que Víctor hacía lo que creía correcto sin escuchar concejos absurdos acertaba, con Lina él había acertado.

Le dio un enorme beso y se alejó hacia la puerta, de repente, era como si de su cuerpo se hubiera quitado un gran peso, uno muy grande de verdad. Entender que solo él era el culpable de sus frustraciones era más sencillo que pensar que los demás eran los que tenían que arreglar las cosas para que él estuviera bien.

Él era el Alpha, él haría lo que creyera correcto y punto final.

Cuando abrió la puerta se encontró con varias personas que lo estaban esperando, Vanya, Sebastián y varios del concejo entre ellos Lair que trató de tomar lo del brazo para alejarlo de los demás, pero Víctor se negó.

—¿Echaste a Kerr? —le preguntó Sebastián encolerizado, tenía las mejillas rojas y el cabello húmedo, de seguro se había duchado.

—Si, lo sé, fue un error —dijo y estiró las manos para agarrar a su amigo por los hombros —no debe estar lejos, Kerr no tiene ningún lugar a donde ir, si salimos ahora tal vez podamos encontrarlo —Vanya se metió entre los dos hombres.

—Yo voy con ustedes — les dijo y Sebastián negó, pero ella reafirmó su autoridad empujándolo.

—Que él se fuera también es parte mi culpa, necesito encontrarlo —volteó a mirar a Víctor y el Alpha vio en sus ojos una expresión de dolor y arrepentimiento, ¿así se veía él también? Se preguntó, y luego asintió hacia la muchacha. Los tres dieron la vuelta, pero Lair se interpuso en su camino.

—No —dijo — un lobo que estaba desterrado no puede regresar a la manada —Víctor se acercó a amenazante hacia el hombre, ahora que lo notaba, parecía que el anciano tenía una especie de aversión por Kerr, al principio, Víctor pensó era porque su hermano era hijo de dos lobo, todos le temen a lo desconocido, pero en ese momento que lo miraba con un ojo más crítico, notó que ahí había algo más personal.

—Iré por mi hermano —le dijo y el anciano negó, los pocos cabello blancos que tenía en la cabeza se menearon.

—Pero las leyes…

—Me meto las leyes por…— Víctor se interrumpió —Soy el Alpha, Lair —le dijo más calmado —Lo que yo hago no se cuestiona —pasó por el lado del hombre y cuando Vanya pasó junto a él le chocó el hombro.

Cuando llegaron al comedor, Rodolfo, el lobo de la manada de Rak, estaba sentado en la mesa con los suyos y cuando vio a Víctor se puso de pie.

—Que bueno que al fin sales ¿Qué haremos para defendernos de Rak? —preguntó Rodolfo y Víctor le comenzó a explicar que primero irían por Kerr, pero una alarma sonó por toda la fábrica y él se miró con Sebastián.

Corrieron fuera de la fábrica, donde un hombre completamente desnudo los observaba desde el inicio del bosque y Rodolfo dio un paso al frente.

—Es uno de mis hombres, de los que queríamos derrocar a Rak —Víctor le indicó que podía acercarse, el hombre desnudo, de seguro porque venía transformado, tenía en la cara una expresión de alarma que asustó a Víctor —Lim, ¿qué pasó? —le preguntó Rodolfo y el hombre tragó saliva.

—Rak, marcha para acá, atacará al anochecer. Lo escuché y tenía que venir a contarles —a Víctor le subió un escalofrío por la espalda, luego volteó a mirar a Vanya.

— Sé que tienes un plan —le dijo y la muchacha asintió con la cabeza, comenzaba a palidecer — pues entonces hazlo ahora, ya no hay tiempo —luego se volvió hacia los demás que estaban observando desde la puerta —la guerra ya llegó a casa —dijo —prepárense a sobrevivir la noche.   

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