Habla con ella.

54

Vanya no pudo entrar a la reunión del consejo, así que bajó las escaleras hacia las habitaciones de abajo y cuando llegó a donde estaba Aleck se sentó frente a la celda.

El vampiro había recobrado el color de las mejillas, se veía de nuevo robusto y saludable y Vanya comprobó que era bastante atractivo.

Se quedaron mirando un rato el uno al otro sin decir una palabra hasta que Vanya le indicó al guardia que podía descansar.

—Yo también estuve presa en esa celda —le comentó Vanya y Aleck apenas pestañeó.

—Luego pudiste escapar y preferiste quédate con ellos —ella ladeó la cabeza.

—Es más complicado que eso —Aleck se acurrucó en la cama —¿Cómo es que tu madre está enferma? Pensé que los vampiros no se enfermaban al igual que los lobos —él se tomó un tiempo en contestar, como si decidiera si valiera la pena o no entablar conversación con ella.

—No lo hacemos, pero mi mamá es humana —Vanya apretó el entrecejo confundida —mamá humana papá vampiro puro, por eso soy mestizo.

—O sea que eres joven —dijo ella y Aleck se enderezó en la cama.

—¿Acaso me veo viejo? —ella negó con la cabeza.

—Es que, si tu mamá es humana y no está muerta es por que aún no tienes más de un siglo de edad —Aleck la miró confundido y luego soltó una carcajada fuerte que resonó por entre las otras celdas. Vanya se quedó ahí quieta sin saber qué había sido tan gracioso.

—Deja de ver crepúsculo —le dijo él después de dejar de reír —los vampiros no somos inmortales, sí, vivimos más que un humano normal, la media está en cien años, pero envejecemos y morimos —Vanya abrió la boca sorprendida.

—Lo siento —se excusó con la cara roja —apenas hace unas semanas que comencé a entender al submundo.

—¿No leíste los artículos del periódico Sole Imprimiere? —Vanya negó.

—Estudiaba para policía, no tenía ni tiempo ni ganas, además, en la escuela de pilicías ya iba a comenzar una materia para tratar las especies del submundo —le comentó ella y Aleck bufó.

—Ya comenzarán a entrenarlos para matarnos —Vanya abrió la boca para defender a su profesión, pero no pudo evitar darle la razón —por eso el submundo permaneció oculto de los humanos por tanto tiempo, no tardarán en buscarnos y acabarnos a todos.

—Tal vez no —le dijo ella —creo que Ana Avendaño y su esposo Eduardo Tcherassi se están encargando de dejar al submundo como lo que es, solo una comunidad más que quiere sobrevivir sin hacerle daño a nadie —Aleck ladeó la cabeza, no le importaba mucho aquello —¿no tienes un aquelarre? —le preguntó ella después de un raro y Aleck asintió.

—Claro que sí, el aquelarre al que perteneció mi padre es el mío y así, aunque yo nunca quisiera estar en él, también será de mis hijos.

—¿Y por qué no estás con ellos? ¿no estarías más a salvo?

—Tal vez. Pero mira, Vanya, los aquelarres son complicados, tienen reglas super estrictas y son muy clasistas, la pureza de la sangre es tan importante que hasta se visten por colores, entre más puro sea un vampiro, más oscuro es el color de su vestimenta. —Vanya se acercó a la celda interesada —yo no estaba en un nivel tan bajo, mi ropa era gris, por mestizo estuve allí por años por la ganadería de humanos —Vanya abrió los ojos.

—¿Los matan? —él negó.

—Los transformistas y los puros solo se alimentan de sangre humana, los mestizos como yo la necesitamos al menos una vez a la semana, y los demás casi ni eso, así que los aquelarres son comerciantes, somos excelentes para hacer llegar algo de un lugar a otro.

—¿Trafican? —preguntó Vanya y él asintió.

—Armas, drogas, mercancía ilegal. Pero no la mayoría, gran parte de los aquelarres tratan de comerciar cosas legales y con el dinero existe lo que se llama ganadería. Se le paga a humanos por su sangre, nunca saben para qué es, pero se van con los bolsillos llenos.

—Se oyen muy civilizados —dijo Vanya contenta y él negó.

—Hay sus excepciones, claro, se rumorea que hay un aquelarre que secuestra humanos para usarlos como bolsas de sangre, así que… ya te imaginarás.

—¿Entonces por qué te fuiste? —Aleck le apartó la mirada.

—Como te dije, son muy clasistas, y para ellos entre menos pura sea la sangre menos importa, y yo me enamoré de un humano —Vanya notó amargura en su voz —era alto y rubio, se parecía a tu novio, pero cuando se dio cuenta que era un vampiro… él se fue, y no quise volver al aquelarre para que me apuntaran con el dedo y me dijeran: te lo dije. Así que prefería trabajar en una tienda y luego mamá enfermó y…tuve que robar y hacer cosas que nunca imaginé y ahora estoy aquí, encerrado en una celda y perdiendo tiempo con una humana mientras mi mamá se muere —se acostó de nuevo en la cama y se cubrió la cara con las sábanas — vete Vanya, no me dejaste morir, déjame sólo al menos. Mejor intenta resolver tu problemita con Kerr, por que la pelirroja Alpha parece que está en busca de marido —Vanya quiso golpear los barrotes, se preguntó si Aleck se había enterado de todo por los guardias al igual que ella, eran muy conversadores y chismosos. Al final se puso de pie, pero antes de salir regresó sus pasos.

—¿Qué tiene tu madre? —preguntó y Aleck se tardó en contestar.

—No lo sé, nadie lo sabe, es una enfermedad que ataca su sistema inmunológico y cada día se debilita más —Vanya salió de los pisos de abajo y contempló el comedor, todo había parecido regresar a la normalidad de no ser por las persistentes manchas de sangre que no querían ser eliminadas.

Entró a la enfermería donde Clarisa revisaba a uno de los heridos de la batalla.

—¿Necesitas algo, preciosa? —preguntó la mujer y Vanya asintió enérgicamente.

—¿Qué enfermedades puede curar el esperma de un lobo? —Clarisa levantó la cabeza hacia ella y sonrió de lado.

—¿En qué nuevo lío me vas a meter? —le preguntó la doctora y Vanya se rio.

Kerr estaba sentado descansando, ayudar a montar el campamento de la manada de Karina le resultó agotador, pero no físicamente, la amabilidad con la que todos lo trataban le recordaba una y otra vez la conversación con Lair. «Porque me tienen miedo»

se dijo una y otra vez y se preguntó si era verdad.

Su tío Irán se había puesto romántico con su esposo Bélice y ambos bailaban sobre el bosque una canción romántica y cursi que sonaba en un pequeño radio y Kerr se los quedó mirando.

El amor que parecía tener el uno por el otro era tan palpable que Kerr se conmovió, y pensó irremediablemente que él nunca podría llegar a sentir eso por nadie, o más bien, que nadie lo sentiría por él. ¿o cómo saber si era real? Ya le había pasado una vez.

Irán se apartó de su esposo que siguió con la tienda y se sentó al lado de Kerr.

—¿Entonces crees que todo lo que ella te dijo es mentira? —le preguntó, Kerr le había contado todo.

—No lo creo, estoy seguro, ella solo quería utilizarme —Irán asintió levemente.

—Puede ser, ¿ya hablaste con ella? —Kerr le apartó la mirada — creo que deberías, aunque sea para que ella te lo confirme, no creo que todo sea blanco o negro —Kerr recordó la mirada de terror de Vanya la noche en que él se fue de la manada, y eso le produjo un hueco en el pecho —que no hubiera querido huir contigo no significa nada —le comentó su tío como si le hubiera leído la mente, pero Kerr sabía que no era así, más bien, el hombre era muy perceptivo —huir contigo de esa forma, ponte en sus zapatos, eso aterraría cualquiera.

—¿Quieres decir que tal vez ella…? —comenzó a decir Kerr y luego bufó —No lo creo —Irán dejó escapar el aire.

—Bueno, esa terquedad de seguro que la heredaste de Eduardo —Kerr lo miró.

—¿Cómo era mamá? — le preguntó y el hombre le señaló la fábrica que se veía a través de los árboles.

—Te lo contaré todo si vas y hablas con Vanya.

—¿Ya? —el hombre asintió.

—Todos los demás están ocupados planeando la guerra, tal vez luego ya no haya tiempo —se puso de pie y le tendió la mano Kerr y él la tomó —ve, que mañana ya es tarde —Kerr se alejó del lugar y miró a la fábrica, a pesar de que físicamente podía destruir una ciudad, le temblaron las rodillas.

Vanya esperó en la puerta de la oficina de Víctor por un rato, y cuando al final se abrió la pelirroja de la otra manada salió con su abrigo de pieles arrastrándose por el suelo. Vanya se puso de pie y la miró.

—¿Ya acabaron? —preguntó y la mujer se ajustó el abrigo.

—Entiendo a kerr —le dijo y le lanzó una mirada lasciva de los pies a la cabeza a Vanya y bajó las escaleras seguidas de todo el séquito, cuando Víctor pasó por su lado señaló a la mujer y susurró:

—Es complicada, pero me agrada —corrió detrás de ella y cuando Sebastián salió Vanya lo agarró por el codo y se lo llevó.

—Te tengo un plan muy suicida — le dijo ella y Sebastián blanqueó los ojos.

—¿De qué hablas? —le preguntó y ella sonrió con malicia.

—Ayudemos a Aleck, y así él nos ayudará a convencer a su aquelarre de pelear contra mi padre, pero nos tenemos que ir ya — Sebastián tragó saliva y pareció que le dio un poco de mareo.

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