Kerr entró a la tienda que le habían asignado y la miró con decepción, por alguna razón se hizo a la idea de que pasaría al menos unos cuantos días en la manda y que no tendría que enfrentar sus problemas tan rápido, pero ahí estaba, empacando sus cosas listo para regresar a enfrentarlo todo, pero claro que no estaba preparado, si lo estuviera se hubiera dejado llevar por Karina y hubiera tenido una buena noche de sexo, pero el maldito Alphita de peluche tenía que haber aparecido para recordarle lo miserable que tenía que seguir siendo.
Se acostó en la cama a pensar, afuera había cierta conmoción de todas las personas que estaban empacando sus cosas y Kerr creyó que debería salir a ayudar, pero no lo hizo, no quería salir de la cama.
Se quitó los zapatos y se cubrió con las sábanas y cerró los ojos con fuerza, recordó la humedad de Vanya y lo que sintió en el cuerpo cuando se hundió dentro de ella, lo que sintió cuando la miró a los ojos verdes dilatados y como terminó dentro de ella mientras sentía que lo apretaba desde adentro, entonces lo entendió, no fue alphita el que le arruinó la noche, fue él mismo, él que no había sido capaz de superar a una mujer que había jugado con sus sentimientos para poder asegurar su bienestar , y lo que más le dolió es que ella tenía buenas razones para hacerlo. Él la había secuestrado y únicamente estaba haciendo lo necesario para sobrevivir.
Se volteó boca arriba y al final el sueño terminó por venderlo, y cuando despertó, había alguien de pie frente a su tienda, era sus tíos, Irán y Bélice.
—¿ya es hora? — Le preguntó a su tío en su mente y sintió como el hombre tenía toda la intención de que se quedara, pero Kerr negó para sí mismo mientras se ponía de pie y se amarraba los zapatos. Irán entró por la tienda.
—No deberías ir —le dijo y se agachó a su lado, pero Kerr negó de nuevo.
—No, voy a ir.
—Karina tiene razón, puede que el doctor como tú le dices esté atacando a tu manda porque sabe de tu existencia, pero, ¿y si no? Lo único que harías es revelar tu existencia y ellos no descansarán hasta tenerte en sus garras.
—Lo sé, pero soy el lobo más fuerte de todas estas manadas, incluso Moira me dijo que podía ser más fuerte que ella, no dejaré que vayan solos, además, la manada de la fábrica está en guerra con otra manda, yo…
—No es tu responsabilidad, ellos te echaron —Kerr negó.
—Víctor me echó, pero mis sobrinos no, ni las personas que hay ahí, sé que apenas nos conocemos, pero, ¿no romperías las reglas por salvar mi vida? —el hombre sonrió de lado y le acarició el cabello como si fuera un cachorrito.
—Te pareces tanto a tu madre que es escalofriante, por fuera, eres Eduardo, pero por dentro eres tan victoria como ella misma —Kerr le apartó la mirada, le había embargado el pecho una sensación extraña —vamos entonces —Irán se puso de pie y le extendió la mano que Kerr tomó sin dudar. Quería aprovechar al hombre, quería que le contara más sobre su madre, tenía muchas preguntas, pero se las guardó para luego.
Caminó lado a lado de sus tíos y le sorprendió lo protegido que se sintió al lado de los dos hombres.
Cuando llegó hasta donde estaban reunidos los demás, Karina estaba sobre su tronco para mirar a la multitud, tenía el abrigo de pieles con el que había llegado a la tienda de Kerr y habló por encima de los susurros de todos.
—Los que se van a quedar tendrán la responsabilidad de tener un hogar estable para cuando regresemos —les dijo la Alpha — No les mentiré, vamos a la guerra contra Jábico y así como ahora llevamos la delantera, podemos perderla en cualquier momento, así que despídanse, y que la luna nos acompañe a todos —dejó caer su abrigo al suelo y exhibió su hermoso cuerpo desnudo, saltó hacia el frente y cayó en forma de una enorme loba gris de ojos grandes que desapareció en el bosque.
Todas las personas comenzaron a despedirse de los que partirían en medio de abrazos y sollozos y Kerr se sintió mal, los esposos de las mujeres que tenían a los futuros raza superior los despidieron de un fuerte abrazo y todos, uno a uno, comenzaron a desaparecer dentro del bosque.
Kerr se quitó la ropa y cuando se transformó tomó su maleta entre las fauces y todos los que aún quedaban guardaron silencio, unos lo miraron con fascinación, otros con miedo.
—Vamos, Kerr —Le dijo su tío y se introdujeron en el bosque.
A Kerr le resultó un poco triste tener que ir al ritmo de los demás, si él quería podía llegar esa misma noche a la fábrica, pero le pareció de mala educación alejarse tanto.
Kerr extendió la conciencia a petición de Karina para vigilar los alrededores, para evitar que alguien no deseado sorprendiera a la jauría, y así pasaron gran parte del día.
Cruzaron por el bosque la ciudad de Pradera, y el recorrido que a Kerr le tomó hacerlo en un par de días por todas las pausas que él hizo, lo hicieron ya cayendo el atardecer.
Se detuvieron en un estanque a comer y beber cuando Kerr extendió la conciencia por encima de los árboles y vio a través de los recuerdos un pequeño pájaro a un tremendo ejército que se reunía alrededor y los pelos del lomo se le erizaron.
—¿Qué pasó? — le preguntó Karina al verlo tenso, la loba gris se acercó a él.
—Es rak —Le dijo él —Ya está preparando su ejército, va a atacar a la manada y no creo que puedan defenderse — Karina levantó el hocico y olfateó el aire, aún estaban muy lejos de la fábrica.
—Entonces vete ya — Le dijo y Kerr asintió con la cabeza le dio un adiós a sus tíos y les encargó su bolso, luego corrió a toda velocidad por el bosque alejándose de la jauría, le tomaría un par de horas llegar hasta la fábrica y corrió como su la vida se le fuera a ir en ello.
Cuando Alck despertó se sintió vacío por dentro, como si le hubieran arrancado el corazón y no existiera más que un hueco carente de vida.
Estaba dentro de una estrecha celda y frente a la puerta había dos guardias que lo miraban como si fuera una bomba que podía explotar en cualquier momento.
Extendió los sentidos para escuchar sus corazones, pero no pudo hacerlo, era como si estuviera ciego. Tenía aún muchísima hambre, tanta que creyó perdería el control de la misma forma que en el bosque, pero no pasó, era como si ya no fuera un vampiro.
—Tus poderes volverán un unas horas —le dijo una voz y cuando él levantó la cabeza se topó con Sebastián, el lobo lo miraba desde la esquina y cuando él se puso de pie los hombres le apuntaron con unas armas artesanales —tranquilos, no tiene poderes —Aleck se puso de pie, pero le falló el equilibrio y cayó de nuevo en la cama, nunca había sido humano.
—Sebas… —le dijo y el lobo levantó el mentón —te juro que no sabía que ese rastreador estaba en mi bolso —le dijo y Sebastián negó.
—No puedo llegar a imaginarme las cosas que serías capaz de hacer por el dinero —le dijo Sebastián, en su rostro había una mezcla de miedo y decepción —incluso intentaste matarme —Aleck negó con la cabeza repetidas veces.
—No, es que tenía hambre, y tu sangre… perdí el control, eso pasa cuando…
—No me importa —le interrumpió Sebastián y apretó los barrotes con fuerza —no me importa —repitió —lo único que me importa es que revelarías la ubicación de la manada, todo por dinero —la cara de asco que le mandó no solo no hizo sentir mal a Aleck, lo enfureció.
—Tú no sabes por qué lo hago —le dijo y Sebastián se apretó el puente de la nariz.
—Mira, Aleck, esta noche será complicada, no quiero perder mi tiempo contigo, solo quería decirte que en unas horas recuperarás tus poderes y si tratas de escapar estos hombres tienen órdenes de dispararte, ya sabes qué se siente uno de esos disparos —Sebastián trató de ignorar el recuerdo el vampiro convulsionando en el suelo a causa del dolor.
—¿Me mataran? — le preguntó Aleck y Sebastián abrió la boca para contestar, pero luego la cerró, le dio una mirada fugaz y luego se alejó, pero cuando dio la vuelta, se encontró con Vanya que lo miraba desde las escaleras. Sebastián la ignoró.
—¿No estás siendo muy duro con él? —le preguntó la mujer y él la ignoró —tiene razón, si tiene hambre el lógico que pierda el control si huele sangre —Sebastián se volvió hacia ella.
—¿Ahora eres experta en las criaturas del submundo? —Vanya ladeó la cabeza.
—Al menos no soy como los lobos que piensan que son la única raza que importa —Sebastián estaba de mal genio, y lo último que le apeteció fue discutir con la mujer.
—¿Ya tienes todo listo? —le preguntó el lobo —la guerra ya está en la puerta — Vanya asintió con la cabeza.
—Esta noche la fábrica no caerá —le dijo con seguridad y a lo lejos, en el bosque, un fuerte aullido rompió el aire —¿estás listo para pelar? — le preguntó ella y como única respuesta Sebastián saltó hacia el frente y rasgó la ropa que tenía puesta y ya como lobo corrió hacia su posición, ya no había marcha atrás.
48Sobrevivir a la nocheVanya terminó de subir las escaleras con el corazón en la mano, en el comedor estaba ya reunida toda la manada, los humanos y los jóvenes, mientras que los lobos adultos se dispersaron por todo el lugar.De una rápida mirada comprobó alrededor, las ventanas estaban bien selladas con gruesos palos de madera y la puerta principal había sido soldada con enormes vigas de metal que Vanya no sabía de dónde había sacado Víctor.Estaban bien fortificados dentro de la fábrica y Vanya se sintió un poco segura, solo tenían que sobrevivir la noche, si así lo hacían, tal vez Rak se alejara para buscar otra forma de abordarlos.Se unió a los demás que estaban amontonados en el comedor, la mayoría armados con armas artesanales llenas de dardos listos para disparar a cuanto un lobo se le atravesara y Vanya agarró la mano de Lina, la esposa del Alpha, que se veía sudorosa y pálida.—Ya verás que todo va a salir como lo planeado —le comentó ella y Lina apenas la miró cuando asi
Vanya vio como Clarisa se agachó entre las piernas de Lina y tanteó con los dedos la entrada, a lo lejos, se podía escuchar el ruido que hacía la manda acercándose.—Estás muy dilatada, ¿desde hace cuanto estás en trabajo de parto? —le preguntó la doctora y Lina ladeó la cabeza y se mordió el labio cuando la acometió una nueva contracción.—Desde esta mañana, pero pensé que era otra cosa, o estrés —contestó, Lina miró a Vanya y ella notó en sus ojos una preocupación absoluta —¿Por qué ahora mi amor? —le dijo la mujer al bebé y se acarició la enorme barriga.Clarisa la tomó de la mano y comenzó a llevar a Lina hacia la enfermería, un par de ancianas se metieron con ella y Vanya tuvo que ayudarla a llevar. Lina estaba pálida y sudorosa y cuando una contracción le llegó casi se le escapa de las manos a Vanya. La dejaron sobre la camilla y Clarisa comenzó a desinfectar los instrumentos que utilizaría.—¿Qué hago? —preguntó Vanya, tenía el control remoto aferrado a la mano con fuerza y Cla
50Kerr corrió tan rápido como sus nuevas habilidades le permitieron, pero aun así estaba bastante lejos de la fábrica y le tomó al menos un par de horas estar ya en las inmediaciones del bosque que rodeaba el lugar.El ambiente olía a lobos y a sangre y temió no haber llegado a tiempo. A lo lejos una bengala de luz roja iluminó el bosque como una luna de sangre y él extendió la conciencia, tan lejos como nunca lo había hecho y percibió a las decenas de lobos que estaban intentando entrar a la fábrica, pero estaba demasiado lejos como para proyectarles dolor o algo, así que lanzó un fuerte suspiro. Corrió dando enormes zancadas que rompían las ramas y los árboles a su alrededor.Los minutos que tardó en llegar le alteraron los nervios, ¿y si no llegaba a tiempo? Se preguntaba una y otra vez ¿y si la encontraba muerta? Todos los pensamientos se fueron cuando salió del bosque y las patas se le hundieron en la suave tierra que separaba el bosque de la fábrica.Contactó con todos los lob
Kerr observó como Vanya desapareció dentro de la enfermería y pasó en silencio junto a Víctor que miraba a Kerr con una expresión indescifrable. El Alpha dio un paso al frente y luego se detuvo al ver la expresión fría con la que Kerr lo miraba y retrocedió, cerrando la puerta detrás de sí.Kerr bajó a Benjamín que aún seguía colgado de su cuello y le dio un beso en el cabello.—Logré someter a ese lobo de allá —le dijo el niño y señaló hacia donde había otro lobo, también era menor, pero considerablemente más grande que él, se veía nervioso y un poco aporreado y contemplaba a su nuevo Alpha que comenzaba a reunir a los miembros de la manada del bosque.—Bueno, me alegra que no le hubieras hecho mucho daño —le dijo Kerr, el comedor parecía una morgue, había varios cadáveres regados por todas partes y él intentó que Benjamín no los viera, así que se coló por entre la multitud que lo había rodeado seguido de Sebastián y entraron a la cocina.—¿Ahora me explicarás qué fue eso? — le preg
52Kerr estaba frente a la antigua celda de Vanya, en la pared, colgaban los retratos de los miembros de la manada que habían desaparecido y que estaban ahí colgados por orden de Víctor para recordarles a todos por qué en esa habitación tenían secuestrada a una mujer inocente.Recordó que había dicho que, si era necesario perder la humanidad para recuperar a los suyos él lo haría, y ese fue el principio de todo.Kerr estiró la mano y acarició uno de los papeles descoloridos donde un muchacho de unos veinte le devolvía la mirada con una sonrisa.—¿Crees que aún estén vivos? —le preguntó él a Clarisa, la doctora se acercaba desde atrás en silencio, pero Kerr la sintió desde que salió de su habitación.—No lo sabemos —contestó la mujer —espero que sí —traía una jeringa en la mano y toda la intención de escurrir a Kerr para poder analizar qué había cambiado en él. Kerr vio dentro de la mujer una curiosidad sana por comprender su nueva anatomía y todo lo que representaba para los hombres l
53Kerr estaba afuera esperando la llegada de la manda de Karina, podía sentir las conciencias de la juraría que se acercaba a toda velocidad.Los miembros de la manda de Víctor se reunieron en la entrada de la fábrica con mucha curiosidad y Víctor se paró al lado de Kerr.—¿Crees que sea buena idea? —le preguntó el Alpha a Kerr y él se encogió de hombros.—Mejor que las tuyas, sí —en tiempos del pasado Víctor lo hubiera reñido por ser tan grosero, pero en ese momento únicamente lo miró con una tristeza extraña y Kerr prefirió ignorarlo, no le apetecía pensar en ese momento el cambio de actitud que el hombre tenía, quería seguir estar enojado con él, le era más fácil que entender que tal vez él tenía razones, malas, pero al fin razones para haber sido así con él y que ahora quería enmendar las cosas. Kerr no quería enfrentar eso.—¿Entonces ahora es tu manada? —le preguntó el Alpha y Kerr carraspeó la garganta.—Yo no pertenezco a ninguna manda —le dijo Kerr y Víctor estiró la mano y
54Vanya no pudo entrar a la reunión del consejo, así que bajó las escaleras hacia las habitaciones de abajo y cuando llegó a donde estaba Aleck se sentó frente a la celda.El vampiro había recobrado el color de las mejillas, se veía de nuevo robusto y saludable y Vanya comprobó que era bastante atractivo.Se quedaron mirando un rato el uno al otro sin decir una palabra hasta que Vanya le indicó al guardia que podía descansar.—Yo también estuve presa en esa celda —le comentó Vanya y Aleck apenas pestañeó.—Luego pudiste escapar y preferiste quédate con ellos —ella ladeó la cabeza.—Es más complicado que eso —Aleck se acurrucó en la cama —¿Cómo es que tu madre está enferma? Pensé que los vampiros no se enfermaban al igual que los lobos —él se tomó un tiempo en contestar, como si decidiera si valiera la pena o no entablar conversación con ella.—No lo hacemos, pero mi mamá es humana —Vanya apretó el entrecejo confundida —mamá humana papá vampiro puro, por eso soy mestizo.—O sea que er
55Kerr entró a la fábrica con paso decidido, la verdad sentía en el cuerpo un nerviosismo extraño, como si estuviera a punto de enfrentarse en una batalla mortal.El comedor estaba casi vacío, y cuando buscó con la mirada a Vanya no la encontró, pero no la quiso buscar con la conciencia, quería escuchar de ella misma las palabras, quería ver qué tan honesta podía llegar a ser.La conciencia de Víctor le llegó y Kerr le permitió entrar.—¿Por qué no estuviste en la reunión? —le preguntó el Alpha y Kerr le escondió las emociones que Lair, el anciano del concejo, le había hecho sentir.—Tenía que hacer otra cosa —Le contestó Kerr y caminó por el comedor —Tengo qué hablar con Vanya, ¿Sabes dónde está?—Creo que se fue con Sebastián, salieron a toda velocidad por el bosque, ni me pidieron permiso —Kerr se sintió terriblemente decepcionado, de repente, toda la fuerza interior que había acumulado para hablar con la muchacha se le fue del cuerpo.—Ven aquí ahora, estamos despertando del coma