El nuevo Alpha.

50

Kerr corrió tan rápido como sus nuevas habilidades le permitieron, pero aun así estaba bastante lejos de la  fábrica y le tomó al menos un par de horas estar ya en las inmediaciones del bosque que rodeaba el lugar.

El ambiente olía a lobos y a sangre y temió no haber llegado a tiempo. A lo lejos una bengala de luz roja iluminó el bosque como una luna de sangre y él extendió la conciencia, tan lejos como nunca lo había hecho y percibió a las decenas de lobos que estaban intentando entrar a la fábrica, pero estaba demasiado lejos como para proyectarles dolor o algo, así que lanzó un fuerte suspiro. Corrió dando enormes zancadas que rompían las ramas y los árboles a su alrededor.

Los minutos que tardó en llegar le alteraron los nervios, ¿y si no llegaba a tiempo? Se preguntaba una y otra vez ¿y si la encontraba muerta? Todos los pensamientos se fueron cuando salió del bosque y las patas se le hundieron en la suave tierra que separaba el bosque de la fábrica.

Contactó con todos los lobos que había, eran demasiados, muchos, ¿podría con todos? En la mente de los lobos de la manada de Rak Kerr logró dar un vistazo rápido, la mayoría no quería estar ahí, tenían miedo y pensaban que no era lo correcto. Una idea fugaz le cruzó la cabeza, no tenía qué pelear con todos, solo con uno.

Cuando se posicionó frente a la puerta vio a Rak, el lobo tenía una maya de hierro que le cubría el pelaje, Vanya estaba frente a él y Kerr sintió un espasmo en el cuerpo cuando la vio, y luego la sorpresa se transformó en rabia cuando notó las intenciones de él, así que aceleró tan rápido como nunca había corrido y entró por la puerta agachando la cabeza, aunque la fábrica era alta, no cabía completamente erguido, y con la misma velocidad que traía empujó el cuerpo de Rak que se estrelló contra la pared del fondo, sintió como varios huesos se fracturaron.

Kerr extendió la conciencia y paralizó a todos los lobos que había dentro, no quería iniciar de nuevo una batalla y todos estaban conmocionados por el repentino ataque.

Vanya estaba en el suelo y cuando se puso de pie lo miró, y solo le bastó un segundo para notar en su rostro un gesto de reconocimiento, sonrió, como se estuviera viendo a un ser querido que ha regresado de la tumba y susurró:

—Kerr — él sintió un vacío en el estómago al escuchar su voz, pero no supo distinguir qué sentimiento fue más fuerte, si la alegría o el rechazo.

Algo lo golpeó por detrás, un golpe que apenas y logró moverlo, y cuando se volvió se encontró con Rak el Alpha lo miraba con los dientes expuestos y llenos de sangre y mientras le gruñía Kerr leyó en sus pensamientos que estaba buscando la oportunidad perfecta para huir, pero para poder hacerlo tenía que enfrentar al lobo oscuro que casi le triplicaba el tamaño.

El pequeño lobo se lanzó contra Kerr, quería pasar por su lado, pero él lo agarró del lomo y lo lanzó de nuevo contra la pared, luego lo sometió en el suelo apenas con una mano y luego con sus poderosas fauces lo despojó de toda la armadura mientras el lobo trataba de liberarse en medio de chillidos.

A Kerr le pareció que acabar con su vida sería tan fácil como aplastar una hormiga, pero pensó en todas las consecuencias que podría traerle aquello, si lo mataba él sería el nuevo Alpha de la manada de Bosque Oscuro, ¿quería ser el Alpha de una manada? ¿Eso era a lo que estaba destinado?

Con la mano apoyada en Rak para inmovilizarlo levantó la cabeza y observó a los lobos que lo miraban petrificados, todos de dos manadas diferentes que lo miraban anhelantes cada uno con distintos miedo y recordó la frase que le dijo Moira: “El lobo más fuerte en mil años” Si eso era él, el lobo más fuerte que tenía el mundo en esos momentos, ¿por qué debería limitarse a una sola manada? 

Una enorme epifanía le llenó el cuerpo “¿Por qué nosotros?” Le había preguntado Moira y Kerr lo entendió, Moira había protegido a los lobos cuando eliminó gran parte de los laboratorios Jábico, era el turno de él de proteger a su especie. Eso era lo que él era, el protector de cada lobo que existía en el mundo y lo aceptó como un acto de predestinación que le llenó un poco el alma, gran parte del vacío que tenía en el cuerpo se disolvió como azúcar en agua y un nuevo propósito le embargó los sentidos.

Miró a Rak que trataba de salir de la enorme mano que le aprisionaba el pecho y Kerr le habló.

Te prometo que protegeré a toda tu manada como si fuera mi propia gente… ahora todos lo son —El lobo intentó gritarle un millón de insultos, pero Kerr se alejó, con sus fauces lo tomó del lomo clavando las garras bajo la piel y le levantó como si apenas fuera un peluche de felpa.

Con su conciencia buscó la de Rodolfo y lo encontró junto a la ventana y caminó hacia él, en su conciencia notó que más que, sorprendido por el nuevo aspecto de Kerr, estaba agradecido, vio en el futuro de la manada un nuevo y próspero futuro sin el Alpha oscuro guiándolos.

Kerr lanzó a Rak frente al lobo pardo y este no dudó un instante en enfrascarse con él en una potente pelea, Kerr se alejó para darles espacio y tal como lo imaginaba, aunque rak era más fuerte, era un pésimo peleador, parecía que toda la vida había sido un consentido por ser el heredero al mandato, leyó en las conciencias de su manada que no era más que un mantenido que siempre tenía quien hiciera por él el trabajo sucio.

Un lobo escapó de la fábrica, era el que le faltaba un ojo y mano derecha de rak y Kerr lo dejó huir.

Rodolfo peleó contra su Alpha de una forma brutal, pero tal como Kerr intuyó, de un movimiento hábil Rod lo tomó del cuello y lo sacudió con tanta fuerza que los huesos crujieron y él cayó el suelo inerte, y con ese movimiento se dio fin al reinado de Rak, el Alpha oscuro. La conciencia de Rodolfo se extendió hacia toda la multitud.

Rak ha caído —Dijo —Y por las leyes que rigen nuestra manada hago el reclamo al mandato como su nuevo Alpha —Los demás no tardaron un minuto en inclinarse hacia su nuevo dirigente.

Kerr regresó a su forma humana, estaba cansado, a pesar de ser más fuerte que antes, había corrido por mucho tiempo y comenzaba a pasarle factura. Ignoró las miradas de curiosidad de los que estaban ahí y volteó a mirar a Vanya. La mujer lo miraba con los ojos aguados y dio un paso al frente, Kerr retrocedió, no quería enfrentarla, sabía que era débil y terminaría cayendo a sus pies y no, no podía ser así, él tenía dignidad y no la perdería nuevamente, así que le miró con una triste sonrisa en los labios. Alguien le palmeó el trasero desnudo y se encontró con Sebastián, el hombre, denudo también, miró a Kerr de los pies a la cabeza.

—Mira quien regresó después de consumir esteroides —le tendió la mano y Kerr la tomó con alegría.

—¿Cómo regresaste? —le preguntó, de verdad que le alegraba mucho verlo y el hombre ladeó la cabeza.

—Es una larga historia, la verdad —Vanya avanzó hacia ellos, del suelo recogió algo de ropa y cuando le tendió unos pantalones a Kerr le tembló la mano y él los recibió sin mirarla.

—¡Tío! —gritó Benjamín unos metros más allá que luchó para ponerse unos pantalones grandes que encontró por ahí, luego corrió hacia Kerr y saltó sobre él.

Kerr lo abrazó con fuerza, la piel del niño estaba fría y sucia pero a Kerr no le importó, lo abrazó y le acarició el cabello.

La puerta de la enfermería se abrió y de ella salió Víctor, estaba muy pálido y tenía una enorme sonrisa en el rostro, detrás de él se escuchaba el llanto de un bebé. Cuando vio a Kerr la sonrisa se le borró, y luego fue reemplazada por una menos grande pero no por eso menos emotiva.

—Pues ya eres tío otra vez — le dijo y Kerr sintió una extraña calidez en el estómago. Los demás miembros de la manada comenzaron a acercarse a Kerr, lo miraban con una mezcla de orgullo y agradecimiento que le arrugó el alma. Todos lo rodearon intentando tocarlo y formaron una enorme red y Kerr se sintió bienvenido por primera vez en su vida.

Vanya estaba unos metros más allá, observaba todo y caminó hacia la enfermería, había notado en los ojos de Kerr un frío enorme y no creyó ser capaz de salvar el vacío que los había separado, el que ella misma había formado.

Recordó a su padre, habían ganado una batalla esa noche, pero aún quedaba ganar la guerra o perecer en el intento. 

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