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Cuando Sebastián despertó, la noche comenzaba a caer sobre el bosque y lo inundaba todo con sombras alrededor fantasmagóricas y espesas. Tenía el cuerpo entumecido y dolorido, le recordó la noche después de que despertara cuando le habían disparado el dardo y lo habían llevado a las pequeñas instalaciones del papa de Vanya.
Respiró profundo, y los olores estaban un poco más intensos, como si sus habilidades comenzaran a reaparecer. Alguien bajo él se movió y Sebastián se percató de que estaba acostado sobre alguien y cuando volteó la cabeza se encontró con Aleck, el vampiro tenía el entrecejo apretado mientras dormía, era como si estuviera batallando con algún demonio en una pesadilla.
Lo tenía abrazado desde atrás, como si lo estuviera protegiendo de algo y Sebastián recordó las convulsiones que le produjo el líquido que él mismo le había tirado. Ese había sido un dolor diferente, como una especie de punzada en la cabeza y su cuerpo comenzó a moverse sin su consentimiento. Intentó transformarse, pero el líquido que le había inyectado el collar le impidió hacerlo y ahí comenzó el dolor en todo el cuerpo, no recordó más allá de eso.
El sonido del corazón del vampiro resonó tan fuerte dentro de su pecho que Sebastián lo sintió en la espalda, y se sorprendió. Él creía que los vampiros estaban… muertos, como en las películas, pero Aleck ya le había dejado en evidencia sobre que no conocía para nada a las otras especies del sub mundo, así que no pensó en eso.
El bosque comenzaba a llenarse de un frío aterrador y Sebastián se vio tentado a quedarse acostado sobre el vampiro, estaba cálido y el abrazo que le daba desde atrás lo tenía bien agarrado como un cinturón de seguridad, pero no podía quedarse ahí para siempre, era la oportunidad perfecta para intentar huir de él.
Quitó con delicadeza el pálido brazo del muchacho que reposaba sobre su pecho y lo dejó sobre la húmeda hierva del bosque, luego el otro. Cuando se puso de pie, tuvo el impulso de revisar la mochila del vampiro, no sabía qué otras cosas le había dado el doctor para mantenerlo atrapado, así que se dejó llevar por ese impulso y vació las cosas sobre el suelo.
Cayeron al suelo varios artilugios, un cuchillo, pedernal, un libro viejo que no le prestó mucha atención, también la llave del collar que aún tenía en el cuello y un pequeño rectangulito de madera que parecía una ficha de dominó, estaba bien pintado del mismo color de la mochila y de no haber sido porque Sebastián vació de lleno el contenido del bolso le hubiera costado encontrarlo.
Alargó la mano y lo tomó, se sentía cálido al tacto y eso le extrañó. Lo dejó en el suelo sin dejar de mirarlo y se quitó el collar utilizando la llave. Cuando la aguja que tenía debajo de la piel y que le inyectaba el líquido salió, un chorro de sangre llenó el suelo y tuvo que cubrirse con la manga de la camisa para hacer presión.
Tomó el rectángulo de madera y cuando lo apretó con fuerza, la madera se desprendió dejando ver un metal sólido y firme con una pequeña cabeza de vidrio que titilaba con una luz roja y Sebastián abrió la boca. Volteó a mirar al Aleck que había despertado e intentaba ponerse de pie y Sebastián corrió hacia él, su fuerza ya comenzaba a regresar.
—Qué bueno que estas bien —le dijo el vampiro —lo siento, no sabía que… —la voz se le estranguló cuando Sebastián lo tomó por la camisa y lo azotó contra el árbol donde habían pasado horas abrazados.
—¿Tú lo sabías? —le preguntó mostrándole el aparatito titilante y Aleck abrió los ojos asustado, fue porque entendió que Sebastián había recuperado sus poderes, y el lobo pensó que la sorpresa era porque él había encontrado el rastreador. El cuerpo se le llenó de una rabia incontrolable y lanzó a Aleck contra otro de los árboles con tanta fuerza que desprendió parte de la corteza.
—¡Espera! —le gritó el vampiro, tenía las manos llenas de la sangre que había salido del cuello de Sebastián y las observó tembloroso, pero el lobo no le prestó atención, corrió hacia él y le dio un buen puño en el estómago que le arrancó el aire. Si no estaba muerto, él lo mataría.
—Nunca quisiste recuperar a Vanya sin dañar a mi manada, los estabas guiando directo a nosotros sin que te importaran las consecuencias —le golpeó el rostro y el sonido fue seco, como si golpeara un tambor. El vampiro cayó al suelo con las rodillas sobre el césped y las manos agarrando con fuerza la tierra mientras intentaba recuperar el aliento —y todo por el dinero —le dijo Sebastián, estaba encolerizado, le ardía la cara y tenía tanta rabia que creyó poder matarlo, ¿Cómo se atrevía a hacerles eso? El vampiro sabía muy claramente qué le haría el doctor a toda la manada si los descubría y él los estaba guiando directamente sin ningún remordimiento.
Levantó el pie para patearle el estómago y salir corriendo con la esperanza de que no lograra alcanzarlo, pero Aleck le agarró el pie con un hábil movimiento y lo lanzó contra otro árbol. Sebastián golpeó la corteza con tanta fuerza que sintió que algo se rompió en su espalda. Sus habilidades aún no regresaban del todo y el golpe lo dejó mareado.
Levantó la cabeza y vio al vampiro de pie frente a él, en la cara tenía una expresión extraña, como si hubiera perdido toda la humanidad, con unas ojeras ensombrecidas que le daban un aspecto aterrador.
Gruñó como un gato hacia el lobo y dio un paso al frente, luego se detuvo, era como si parte él quisiera atacarlo y otra parte lo estuviera reteniendo.
Sebastián se puso de pie, pero el vampiro lo alcanzó, lo estrelló contra un árbol con fuerza agarrándolo de la camisa y luego de un fuerte movimiento lamió el cuello de él, limpiando la sangre que le cubría la piel. Sebastián intentó zafarse, pero el vampiro había adquirido una fuerza brutal y él a un no estaba bien del todo.
La rabia que tenía en el cuerpo se transformó en miedo cuando vio la expresión en el rostro del muchacho, con los ojos oscurecidos y la expresión vacía.
Lamió y succionó le herida del cuello de Sebastián y cuando logró darse un trago de la sangre del lobo se apartó violentamente cayendo de rodillas al suelo y sosteniéndose el estómago, luego vomitó, sacando afuera toda la sangre de su organismo y Sebastián intentó recordar qué le había dicho sobre que los vampiros no podían beber la sangre de un lobo, pero no pudo recordarlo.
El vampiro lo miró, aun tirado en el suelo y Sebastián vio en su expresión miedo, dolor y angustia, le apreció que se vio tan vulnerable y débil que lo compadeció con un sentimiento en el pecho.
—Ayúdame —le dijo el vampiro en un susurro, parecía que el haber bebido su sangre le producía un dolor brutal y Sebastián dio un paso hacia él con las manos extendidas –¡Corre! –le gritó. Sebastián ni siquiera se había detenido un segundo a contemplar las posibilidades, solo había caído de rodillas junto al vampiro y trató de levantarlo, pero cuando Aleck levantó la cabeza, Sebastián notó que regresó esa expresión oscura e inhumana.
Lo empujó con fuerza y se subió a horcajadas sobre él sosteniendo los brazos de Sebastián por sobre su cabeza y lo inmovilizó, los colmillos se extendieron con un ruido extraño y cuando abrió la boca para morderle el cuello, algo pasó volando sobre ellos y le impactó en una de las piernas al vampiro que inmediatamente cayó al suelo convulsionando del dolor y gritando con fuerza.
Sebastián se puso se pie y contempló al vampiro que se revolcaba en el suelo como su tuviera todo el cuerpo en llamas, y cuando volteó a mirar hacia la colina de donde había salido el disparo, se encontró con una mujer de cabello negro, con los ojos verdes brillantes que preparaba otro dardo en la ballesta que tenía en la mano.
—¿Vanya? —preguntó Sebastián y la mujer le apuntó de nuevo al vampiro.
—Me imagino que tendrás una historia larga por contar —le dijo ella. Sebastián quiso preguntarle si Víctor la había dejado salir, o si se había escapado, pero los gritos de Aleck le impidieron hablar, se arrodilló junto a él y trató de impedir que se hiciera daño a sí mismo con las convulsiones.
—¿Qué es eso? —le preguntó él y Vanya se arrodilló a su lado.
—Es el mismo suero que les aplicaron a ustedes esa noche en la cabaña —le comentó ella —Clarisa lo replicó —Sebastián tomó la cara de Aleck entre sus manos y lo miró.
—Ya pasará, te lo prometo —le dijo, pero el muchacho parecía no escucharlo. Sintió como la mano de Vanya se deslizó por su cuello y le hizo presión sobre la herida del cuello.
—Estás sangrando —le dijo, pero Sebastián no la miró, se quedó ahí sosteniendo al vampiro hasta que las convulsiones se hicieron menos y perdió la conciencia. Se puso de pie y Vanya le revisó el cuello —ya comienza a sanar.
—No puedo creerlo —dijo alguien unos metros más allá y Sebastián se volvió para encontrarse con Víctor que caminaba hacia él. Se fundieron en un fuerte abrazo —¿Cómo escapaste y por qué te estaba atacando un vampiro? —Sebastián se alejó y miró los oscuros ojos de su Alpha, estaba considerablemente más delgado y las ojeras comenzaban a marcarse tanto que la cara comenzaba a adquirir impresión de una calavera.
—Es una larga historia —le contestó, se agachó y tomó el rastreador que aún titilaba, si lo destruía, la señal se cortaría y sería sospechoso, así que lo apretó en el puño y miró alrededor, luego miró a Vanya —¿Y Kerr? —le preguntó y la mujer levantó el mentón hacia Víctor que le apartó la mirada y se alejó. Sebastián buscó el rostro de Víctor y notó que algo estaba mal, así que dejó el rastreador en la raíz de un árbol y tomó el cuerpo inconsciente de Aleck y lo cargó hacia la fábrica —Parece que tienen mucho que contarme —Víctor carraspeó la garganta.
—No te gustara nada de lo que encuentres allá.
45Kerr se vistió con rapidez, tenía el corazón acelerado por todo lo que había pasado en menos de diez minutos y no entendió la reacción de Karina.La alarma resonó con fuerza por todo el lugar, parecía una corneta fuerte soplada por alguien y Kerr extendió la conciencia y encontró en las mentes de los demás que la alarma era para una reunión extraordinaria del consejo.Guardó sus cosas dentro del bolso y contempló a Alphita con un nudo en el estómago, como si con verlo a él estuviera viendo a Vanya que le reclamara por acostarse con Karina.—Yo no fui el que traicionó primero —dijo y lanzó el peluche contra las paredes de la tienda y rebotó de bajo de la cama, luego se agachó, lo recogió y lo guardó en el bolso junto con sus demás cosas.Cuando salió de la tienda comprobó que las personas de la manada estaban relativamente intranquilas, en sus conciencias Kerr leyó que hacía mucho no sonaba la alarma del concejo, pero esperaban con ansias el que no fuera nada importante.Kerr buscó
46Víctor no quería enfrentar la situación, cuando Sebastián entró por las puertas de la fábrica con el vampiro en brazos él mismo envió a un par de muchachos para adecuar una de las celdas para la criatura de la noche, aunque tenía superfuerza, le tomaría un par de minutos liberarse y apostó allí varios guardias armados con dardos por si el vampiro intentaba huir.Se encerró en su habitación y aunque Sebastián tocó la puerta un par de veces él lo despachó con un: “estoy ocupado” pero lo cierto era que estaba sentado en la orilla de la cama con la mirada perdida por la minúscula ventana que daba al bosque. observó la habitación, que no era más que una bodega con una cama y un par de cuadros con fotos que a la fuerza Lina había traído de su antigua casa, por lo demás, las paredes estaban mohosas y en mal estado de un color gris cemento. La puerta se abrió y Lina entró meneando la enorme barriga por todas partes y se quedó mirándolo con los brazos cruzados sobre el pecho. Víctor le a
Kerr entró a la tienda que le habían asignado y la miró con decepción, por alguna razón se hizo a la idea de que pasaría al menos unos cuantos días en la manda y que no tendría que enfrentar sus problemas tan rápido, pero ahí estaba, empacando sus cosas listo para regresar a enfrentarlo todo, pero claro que no estaba preparado, si lo estuviera se hubiera dejado llevar por Karina y hubiera tenido una buena noche de sexo, pero el maldito Alphita de peluche tenía que haber aparecido para recordarle lo miserable que tenía que seguir siendo.Se acostó en la cama a pensar, afuera había cierta conmoción de todas las personas que estaban empacando sus cosas y Kerr creyó que debería salir a ayudar, pero no lo hizo, no quería salir de la cama.Se quitó los zapatos y se cubrió con las sábanas y cerró los ojos con fuerza, recordó la humedad de Vanya y lo que sintió en el cuerpo cuando se hundió dentro de ella, lo que sintió cuando la miró a los ojos verdes dilatados y como terminó dentro de ell
48Sobrevivir a la nocheVanya terminó de subir las escaleras con el corazón en la mano, en el comedor estaba ya reunida toda la manada, los humanos y los jóvenes, mientras que los lobos adultos se dispersaron por todo el lugar.De una rápida mirada comprobó alrededor, las ventanas estaban bien selladas con gruesos palos de madera y la puerta principal había sido soldada con enormes vigas de metal que Vanya no sabía de dónde había sacado Víctor.Estaban bien fortificados dentro de la fábrica y Vanya se sintió un poco segura, solo tenían que sobrevivir la noche, si así lo hacían, tal vez Rak se alejara para buscar otra forma de abordarlos.Se unió a los demás que estaban amontonados en el comedor, la mayoría armados con armas artesanales llenas de dardos listos para disparar a cuanto un lobo se le atravesara y Vanya agarró la mano de Lina, la esposa del Alpha, que se veía sudorosa y pálida.—Ya verás que todo va a salir como lo planeado —le comentó ella y Lina apenas la miró cuando asi
Vanya vio como Clarisa se agachó entre las piernas de Lina y tanteó con los dedos la entrada, a lo lejos, se podía escuchar el ruido que hacía la manda acercándose.—Estás muy dilatada, ¿desde hace cuanto estás en trabajo de parto? —le preguntó la doctora y Lina ladeó la cabeza y se mordió el labio cuando la acometió una nueva contracción.—Desde esta mañana, pero pensé que era otra cosa, o estrés —contestó, Lina miró a Vanya y ella notó en sus ojos una preocupación absoluta —¿Por qué ahora mi amor? —le dijo la mujer al bebé y se acarició la enorme barriga.Clarisa la tomó de la mano y comenzó a llevar a Lina hacia la enfermería, un par de ancianas se metieron con ella y Vanya tuvo que ayudarla a llevar. Lina estaba pálida y sudorosa y cuando una contracción le llegó casi se le escapa de las manos a Vanya. La dejaron sobre la camilla y Clarisa comenzó a desinfectar los instrumentos que utilizaría.—¿Qué hago? —preguntó Vanya, tenía el control remoto aferrado a la mano con fuerza y Cla
50Kerr corrió tan rápido como sus nuevas habilidades le permitieron, pero aun así estaba bastante lejos de la fábrica y le tomó al menos un par de horas estar ya en las inmediaciones del bosque que rodeaba el lugar.El ambiente olía a lobos y a sangre y temió no haber llegado a tiempo. A lo lejos una bengala de luz roja iluminó el bosque como una luna de sangre y él extendió la conciencia, tan lejos como nunca lo había hecho y percibió a las decenas de lobos que estaban intentando entrar a la fábrica, pero estaba demasiado lejos como para proyectarles dolor o algo, así que lanzó un fuerte suspiro. Corrió dando enormes zancadas que rompían las ramas y los árboles a su alrededor.Los minutos que tardó en llegar le alteraron los nervios, ¿y si no llegaba a tiempo? Se preguntaba una y otra vez ¿y si la encontraba muerta? Todos los pensamientos se fueron cuando salió del bosque y las patas se le hundieron en la suave tierra que separaba el bosque de la fábrica.Contactó con todos los lob
Kerr observó como Vanya desapareció dentro de la enfermería y pasó en silencio junto a Víctor que miraba a Kerr con una expresión indescifrable. El Alpha dio un paso al frente y luego se detuvo al ver la expresión fría con la que Kerr lo miraba y retrocedió, cerrando la puerta detrás de sí.Kerr bajó a Benjamín que aún seguía colgado de su cuello y le dio un beso en el cabello.—Logré someter a ese lobo de allá —le dijo el niño y señaló hacia donde había otro lobo, también era menor, pero considerablemente más grande que él, se veía nervioso y un poco aporreado y contemplaba a su nuevo Alpha que comenzaba a reunir a los miembros de la manada del bosque.—Bueno, me alegra que no le hubieras hecho mucho daño —le dijo Kerr, el comedor parecía una morgue, había varios cadáveres regados por todas partes y él intentó que Benjamín no los viera, así que se coló por entre la multitud que lo había rodeado seguido de Sebastián y entraron a la cocina.—¿Ahora me explicarás qué fue eso? — le preg
52Kerr estaba frente a la antigua celda de Vanya, en la pared, colgaban los retratos de los miembros de la manada que habían desaparecido y que estaban ahí colgados por orden de Víctor para recordarles a todos por qué en esa habitación tenían secuestrada a una mujer inocente.Recordó que había dicho que, si era necesario perder la humanidad para recuperar a los suyos él lo haría, y ese fue el principio de todo.Kerr estiró la mano y acarició uno de los papeles descoloridos donde un muchacho de unos veinte le devolvía la mirada con una sonrisa.—¿Crees que aún estén vivos? —le preguntó él a Clarisa, la doctora se acercaba desde atrás en silencio, pero Kerr la sintió desde que salió de su habitación.—No lo sabemos —contestó la mujer —espero que sí —traía una jeringa en la mano y toda la intención de escurrir a Kerr para poder analizar qué había cambiado en él. Kerr vio dentro de la mujer una curiosidad sana por comprender su nueva anatomía y todo lo que representaba para los hombres l