Kerr corrió por el bosque a toda velocidad, su conciencia extendida hacia el frente al máximo percibiendo hasta el más mínimo animalito que huía despavorido ante su presencia.
Cuando estuvo a una distancia considerable, dejó la mochila con su ropa y volvió a su forma humana, y cuando el pelaje desapareció un frío intenso lo invadió. Se vistió rápido y extrañó su chaqueta de cuero.
Llegó con paso rápido a la orilla del lago y observó las tiendas al otro lado, a pesar de la hora, había varias luces de antorchas que se movían por todo el campamento, parecía que estaban bastante activos.
Utilizó la conciencia hacia el frente para evitar a los vigilantes, y espero que, aunque estuviera en su forma humana, no le llegara su olor a alguno de los merodeadores.
De igual forma estaba casi seguro que, de la misma forma en que proyectó el dolor hacia los guardias, podía proyectar hasta un olor, así que se atrincheró detrás de un árbol y contactó la mente de uno de los vigilantes.
Trató de recordar el olor de un lobo salvaje y lo proyectó hacia el hombre que levantó la cabeza en una dirección que Kerr no le había indicado. Tenía que mejorar la orientación. El hombre corrió hacia el bosque mencionando algo de que debería de proteger las gallinas y Kerr sonrió alegremente, esa habilidad era muy útil.
Avanzó a hurtadillas escondido entre el rastrojo bajo junto al lago y cuando estuvo cerca del campamento extendió la conciencia. Había un grupo grande de hombres reunidos en una tienda y él conectó silencioso con varias conciencias para escuchar lo que decían.
—Es lo que me temo —decía la voz del Alpha Rak, parecía que tuviera la boca llena —esa manada de la fábrica representa un riesgo para nosotros.
—¿Qué piensa hacer, señor Alpha? —le preguntó otro.
—Si el doctor descubre donde están, pronto nos descubrirá a nosotros, ellos están muy expuestos y no tienen cómo defenderse.
—Pero, no podemos atacarlos ni hacerles nada —habló otro hombre, y Kerr lo reconoció, era el que no estaba de acuerdo con el mandato de Rak, el que quería destronarlo —ellos ya enviaron un emisario para entregar a la chica Quiroz, ellos no quieren una guerra.
—No me importa lo que ellos quieran —le contestó el Alpha con un tono de superioridad —importa lo que yo quiero, y en este momento quiero que te calles, Rodolfo.
—Si, Alpha —Kerr navegó hasta que llegó a la conciencia de Rodolfo y encontró en ella un muy buen sentimiento de rabia camuflado muy profundo.
—Esa manada es como una señal para que el doctor nos encuentre, somos las únicas dos manadas de este bosque, si los encuentran, nos encontraran a todos —dijo el Alpha.
—¿Entonces qué haremos? — preguntó otro —mi Alpha —añadió para evitar un castigo y Kerr sintió rabia.
—Están muy expuestos, lo mejor es absorberlos —dijo rak —Sebastián y el tal Kerr serán excelentes soldados una vez logre dominar su voluntad, el hijo del Alpha según nuestros espías aún no se ha transformado, pero después de ver al Alpha sabemos que él traerá buenos genes, será una piedra por pulir, pero lo lograré —muchas emociones se entremezclaron en la conciencia de Kerr, unos de apoyo, otros de miedo. Otro tanto, muy poco, de desaprobación.
—Pero —dijo Rodolfo —para absorberlos hay que entrar en una guerra con ellos y matar a su Alpha —Rak se rio.
—Solo me preocupa Sebastián, Kerr y Víctor y otro —dijo el Alpha, no sabía que el doctor se había llevado a Sebastián, y con el otro Kerr pensó que se refería a Raúl —parecen muy fuertes, pero aun así no podrán contra nosotros, y después de que matemos a Víctor ellos tendrán que jurarme lealtad.
—¿Cuándo lo haremos? —preguntó Rodolfo, le hablaba de forma muy directa al alfa y Kerr supuso tendría un cargo alto dentro, no sabía si esa manada tendría un concejo como el de ellos.
Notó que el hombre estaba profundamente en contra de cada cosa que decía el Alpha, no quería una guerra y sintió empatía por el hijo de Víctor, Kerr supuso que lo sintió por que podía llegar a tener hijos, pero era la persona perfecta para lo que él estaba buscando. El problema no era la manada, era Rak, él era el problema y Kerr lo entendió.
Se alejó de la reunión después de que Rodolfo salió de la tienda de campaña y permitió que su conciencia fuera lo suficientemente fuerte como para que el otro la sintiera. Le proyectó su miedo por una guerra y el hombre, al contrario de lo que Kerr pensó, lo dejó entrar con un poco de recelo.
—¿Quién eres? — Le preguntó Rodolfo y Kerr buscó en todas direcciones que no hubiera nadie.
— Mi nombre es Kerr Dow — le dijo —Vengo de la manada de la fábrica y tengo una propuesta interesante para ti.
—Veámonos en el lado opuesto del lago — Kerr asintió y se dirigió al lugar siguiendo con la conciencia al otro hombre que eludió un par de preguntas con las personas que se encontró en el camino, y le indicó con un par de señas a otros dos más que lo siguieran.
Kerr no le dijo nada, eran dos hombres de alta confianza según logró leer en Rodolfo y él era el extraño que invadía su territorio. Pensó que debía agradecer que no llamaran a Rak.
Cuando llegó al otro extremo del lago, se encontró con el hombre. Rodolfo era muy alto y fornido, incluso podría decirse que un hombre gordito, pero Kerr supo que debajo de toda esa chamarra tejida había un cuerpo que resultaría aterrador. Tenía los ojos increíblemente verdes y una barba de leñador que le llegaba hasta el pecho y que contrastaba con su brillante cabeza rapada.
—¿Qué es lo que quieres? —le preguntó y Kerr se irguió.
—No me preguntes cómo, pero sé que planeas derrocar el mandato de Rak —le dijo Kerr y los hombres que estaban con él se tensaron dando un paso al frente, pero Rodolfo los detuvo levantando la mano.
—¿Cómo lo descubriste? —Kerr blanqueó los ojos.
—Te dije que no preguntaras —el hombre miró hacia el campamento y cuando dejó salir el aire un vaho de vapor salió, comenzaba a helar. Kerr olfateó, el aliento le olía una hierba del bosque.
—Luego me lo dirás —le dijo y Kerr ladeó la cabeza —¿qué es lo que quieres?
—Ayudarte en tu cometido, y que te conviertas, tú o quien tu grupo haya elegido, en el Alpha de esta manada. Sea quien sea menos Rak —él lo miró interesado, estiró la mano y comenzó a acariciarse la barba pensativo.
—¿Y qué quieres a cambio? Nadie viene a una manada enemiga a hacer ese tipo de ofertas.
—Pues precisamente eso —le comentó Kerr —que nuestras manadas no sean enemigas, oí que Rak matará a mi Alpha y absorberá la manada y no lo voy a permitir.
—¿Y cómo nos vas a ayudar? —le preguntó uno de los hombres que estaba detrás, era pequeño y gordito y tenía una voz chillona.
—Bueno, yo mismo ayudaré, y también lograré convencer a mi Alpha y a los más fuertes de mi manada —Rodolfo se rio.
—¿Convencer a tu Alpha? ¿o sea que estás por tu cuenta?
—Él cree que con entregarle a la hija de Saúl Quiroz Rak nos dejará en paz, pero yo no lo pensé así y ahora ya sé que no estaremos a salvo —los hombres se quedaron mirándolo pensativos, de seguro estaban teniendo un buen debate mental sobre lo que podían hacer.
—Un Alpha no puede participar en un golpe de destitución de otra manada —Le dijo el de la voz chillona y Kerr blanqueó los ojos.
—¿Quién dice que no? —preguntó al aire —unas leyes que existían hace miles de años ¿acaso no se dan cuenta que los tiempos han cambiado? Los humanos saben que existimos, que existe todo el submundo. Rak tiene razón en una cosa, las manadas no tienen tiempo de estar en guerra, así como el doctor amenaza nuestra existencia, puede haber muchas amenazas más.
—Lo que rak quiere es absorberlos —le dijo Rodolfo —tal vez deberían dejarse absorber y ser parte de Bosque Oscuro —Kerr negó lentamente, aunque no le caía bien Víctor, no lo quería muerto, pero el pensamiento de Benjamín siendo entrenado por el Alpha oscuro para convertirlo en asesino le erizó los vellos del cuerpo
—Entonces ustedes deberían dejar de conspirar en su contra y aceptar cada cosa que quiera hacer con ustedes —les dijo y Rodolfo se rio —todos luchamos siempre por cambiar o evitar lo que no nos gusta —el hombre avanzó hacía él, tan cerca que si Kerr estiraba la mano le hubiera acariciado la barba.
—Primero convence a tu Alpha, después veremos qué pueden ofrecernos — Kerr le estiró la mano.
—¿Entonces tenemos una especie de trato, Rodolfo? —el hombre le estrechó la mano con una fuerza descomunal.
—Dime Rod —le dijo él —y ya veremos qué podemos hacer —en un solo segundo, el hombre miró por sobre el hombro de Kerr y puso un expresión extraña —Y tu hijo te persiguió —Kerr volteó a mirar y se encontró con un sorprendido Benjamín que intentó esconderse detrás de un árbol, y luego, una fuerte alarma resonó por todo el lago —es la alarma de intrusos —le dijo Rod —¡Corran!
Kerr saltó hacia el frente y cayó completamente trasformado rasgando sus ropas, los hombres que estaban con Rod lo miraron sorprendidos, era un lobo negro grande y se veía agresivo, o eso le habían dicho, además, había derrotado con facilidad al tuerto mano derecha del Alpha.Corrió hacia el árbol donde Benjamín se había escondido, pero cuando llegó no encontró a nadie. Buscó y encontró el olor intenso del niño, era parecido al de Víctor, ahora que era un hombre lobo su olor había aumentado.Kerr corrió lanzando tierra alrededor y cuando encontró al niño este estaba intentando quitarse la camisa con desesperación, de seguro intentando no rasgarla cuando se transformara. Aún tenía mucho que aprender.—Sube— le dijo Kerr y el niño se tambaleó, de seguro era la primera vez que sentía la voz de alguien más dentro de su cabeza.—Yo puedo transformarme —dijo asustado y Kerr se agachó.—¡Qué subas de una puta vez! —le gritó al niño y pareció que le dolió la cabeza, pero sirvió, salió corrien
Kerr sabía que nada podía salir bien de esa situación. Rak y el resto de su manada comenzaba a dispersarse por todos los alrededores de la fábrica, rodeándolos, con los dientes afuera y la baba cayendo por entre las fauces.—¡Todos adentro! —gritó Víctor y la manada corrió dentro el lugar despavorida. Clarisa soltó el brazo de Kerr y corrió con más rapidez de lo normal hacia adentro —¿dime qué fue lo que hiciste? —le preguntó Víctor a Kerr que observaba todo como si fuera un sueño. La morfina lo tenía drogado.—Hablé con unos… —se quedó callado, era obvio que la manada de Bosque Oscuro lo escuchaba, no podía delatar a los hombres con los que casi había hecho negocios o todo empeoraría, así que no dijo nada más mientras los oscuros ojos de Víctor lo asesinaban.—Tu maldito esclavo estaba espiándonos — dijo Rak, cuando el lobo habló en la mente de Kerr él lo escuchó lejano, como un eco que se pierde.—Lo siento —comenzó a decir Víctor —yo no lo envié, no tenemos intención de empezar una
Aleck esperó en el primer piso, lograba escuchar latiendo con fuerza los corazones de muchas personas dentro del lugar y se preguntó cuántas personas trabajaban ahí.Desde que Ana Avendaño con su actual esposo Eduardo Tcherassi, a través del periódico Sole Imprimiere, demostró la evidencia de que el el submundo existía: Lobos, Vampiros, Sirenas y cuanta criatura mágica, los laboratorios Jábico habían quedado en evidencia como los principales responsables de la trata de estas especies para su experimentación.Fue un escándalo sin precedentes, no solo para los humanos el saber que existía el submundo, si no también para todo el submundo saber que un laboratorio los estaba capturando para experimentos.Muchas manadas de lobos se mudaron de las ciudades para protegerse, incluso grandes aquelarres de vampiros como al que Aleck pertenecía desaparecieron del mapa para cuidarse.Aleck pensó que todos ellos estaban siendo unos exagerados, ningún humano sería capaz de identificar a alguien del
Cuando Kerr salió de las habitaciones de abajo donde estaba la celda de Vanya, comprobó que la fábrica estaba completamente vacía, así que se dirigió a su catre y buscó el último par de zapatos que le quedaban. Prefirió dejar la chaqueta de cuero, no le apetecía arruinarla.Mientras bajaba trató de pensar en las personas del concejo, normalmente eran los más ancianos de la manada, pero también los más fuertes, por eso Sebastián estaba ahí y él también debería de estarlo.Eran, a lo mucho, seis sin Sebastián. Kerr nunca había llegado a hablar con ninguno que recordara, siempre pasaban altivos como si fueran los seres más importantes del mundo, pero sobre todo había uno que le ponía los pelos de punta, Larr, el hombre calvo y delgado que siempre andaba detrás de Víctor como un perrito faldero y uno de los principales cabecillas del séquito del consejo. Siempre había tenido especial aversión hacia Kerr, incluso desde que era niño.Cuando salió al patio de la fábrica comprobó que todos es
Kerr subió las escaleras con un poco de ansiedad, ya la mayoría de la manada estaba en sus respectivos catres, pero muy temprano aun para dormir, y se limitaron a verlo subir las escaleras en silencio como un condenado a muerte que camina hacia la silla eléctrica.Tocó un par de veces con los nudillos y nadie le indicó que podía entrar, así que abrió la puerta y se encontró con varios pares de ojos que se posaron sobre él.Víctor estaba de pie en la cabecera de la mesa y los ancianos del consejo alrededor lo miraron superficialmente.—Bien, Kerr —le dijo el Alpha indicándole que se sentara en la silla al otro lado de la cabecera —quiero escuchar por qué me has desobedecido —Kerr miró a cada miembro del concejo, uno a uno, sabía que eran ellos los que estaban convenciendo a Víctor de seguir con la guerra de esa forma, pero cuando se posó sobre el rostro de Lair, el anciano le devolvió una mirada de hastío superior a los demás. Kerr siempre había notado que lo miraba mal, pero pensó qu
Kerr sintió un vacío en el pecho cuando las conciencias que se acumularon en su pecho le indicaron que las cosas estaban saliendo mal desde el principio, y se preguntó si sería sensato o no dejar la misión por terminada, pero luego negó con la cabeza para sí mismo.Rodolfo era el único dentro de la manda que podía ayudarlos a acabar con el mandato de Rak y tenía que ayudarlo de alguna forma, así que se volvió hacia Víctor que tenía las mejillas rojas por la adrenalina.—Rak descubrió a Rodolfo y a un par de sus hombres, no podrán ayudarnos —el Alpha asintió con la cabeza y dio media vuelta.—Genial, entonces nos vamos — intentó alejarse, pero Kerr lo agarró por el hombro.—No, tenemos que ayudarlos —le dijo —es la oportunidad perfecta para acabar con él ahora que ya no tiene poderes, si no aprovechamos este momento entonces no podremos detenerlo después —Víctor se apretó el puente de la nariz y pensó por un momento, luego volteó a mirar a Raúl, el hombre alto de cabello negó y mirada
Cuando Kerr llegó a su catre se encontró con su chaqueta de cuerpo perfectamente doblada y lavada sobre la cama. La tomó entre sus manos y la olió.Ni siquiera valía la pena empacar sus cosas, si ganaba la pelea se convertiría en el Alpha de la mandada, si perdía Víctor lo mataría sin compasión y se libraría de él de una vez por todas.Buscó únicamente con qué cubrirse de la cintura para abajo y cuando bajaba las escaleras se encontró con Clarisa que subía asustada y con la cara pálida.—No puedes hacer esto —le dijo y Kerr intentó rodearla, pero la mujer le apretó con intensidad el brazo.—No tengo opción —le dijo y la mujer lo apretó aún más.—Claro que tienes, solo no lo retes, uno de los dos morirá a manos del otro, eso no estará bien.—Tengo que hacerlo —le dijo Kerr y le arrebató la mano con fuerza —Víctor llevará al exterminio a esta manada por su arrogancia y yo no lo voy a permitir.—él cree que hace lo correcto —lo justificó la doctora y Kerr la miró a los ojos.—Solo porque
Kerr caminó hacia la fábrica, no quiso permitirse sentir nada, nada en absoluto, únicamente apretó con fuerza el estómago intentando retener la fuerza que intentaba escapar mientras los pasos se le hacían difíciles de dar, como si caminara en una mezcla extraña de arena y miel.Abrió la puerta y entró a trompicones, los ojos se le llenaron de una niebla oscura que casi no le permitía ver nada alrededor.Subió las escaleras de dos en dos y se vistió, tenía el cuerpo sucio y lleno de sangre, pero no le importó, así se vistió, y cuando tomó la chaqueta de cuero la observó con duda, la apretó contra el pecho y luego la apartó. Lo había acompañado toda la vida, y sabía que la iba a echar de menos, era lo único que le quedaba del padre que nunca conoció, o que eso creía, pero no le importó, parecía que en ese momento ya nada le importaba.Bajó hasta la habitación de Benjamín y la dejó bien doblada sobre la cabecera de la cama, en ese momento sí le fue imposible evitar una lágrima fugaz por