Guerra.

Kerr sabía que nada podía salir bien de esa situación. Rak y el resto de su manada comenzaba a dispersarse por todos los alrededores de la fábrica, rodeándolos, con los dientes afuera y la baba cayendo por entre las fauces.

—¡Todos adentro! —gritó Víctor y la manada corrió dentro el lugar despavorida. Clarisa soltó el brazo de Kerr y corrió con más rapidez de lo normal hacia adentro —¿dime qué fue lo que hiciste? —le preguntó Víctor a Kerr que observaba todo como si fuera un sueño. La morfina lo tenía drogado.

—Hablé con unos… —se quedó callado, era obvio que la manada de Bosque Oscuro lo escuchaba, no podía delatar a los hombres con los que casi había hecho negocios o todo empeoraría, así que no dijo nada más mientras los oscuros ojos de Víctor lo asesinaban.

Tu maldito esclavo estaba espiándonos — dijo Rak, cuando el lobo habló en la mente de Kerr él lo escuchó lejano, como un eco que se pierde.

—Lo siento —comenzó a decir Víctor —yo no lo envié, no tenemos intención de empezar una guerra, si quieren, pueden llevarse ahora mismo a Vanya Quiroz —Kerr agarró a Víctor de la manga de la camisa, pero el hombre lo ignoró. 

Kerr quiso golpearlo, pero no pudo, se sentía cansado y adormilado, no podía sentir rabia ni nada. Víctor lo agarró del antebrazo para que no perdiera el equilibrio y le indicó a uno de los muchachos que lo llevara a dentro, pero Kerr lo miró con una fiereza tan marcada que el muchacho levantó las manos y se alejó hacia la fábrica. Él no se iría de ahí, no hasta que Vanya estuviera a salvo.

Rak comenzó a caminar de un lado a otro, dejando grandes huellas sobre el húmedo césped que separaba la fábrica del bosque mientras los demás de su manada rodeaban la fábrica.

El lobo tenía un tamaño descomunal, por lo menos unos tres metros de altura, un poco más que el propio Víctor y se veía realmente agresivo y peligroso.

Yo no quiero a la estúpida mujer — les dijo — Si ella tuviera más información ustedes ya hubieran rescatado a los suyos, y no es así —Si Kerr no hubiera estado drogado, estaba seguro que hubiera podido proyectarles dolor a más de la mitad de la manada del Rak, pero en ese momento apenas y lograba mantenerse en pie por estar sujeto al firme cuerpo de Víctor que estaba plantado ahí como un roble.

—Si ya no quieres a Vanya, ¿Entonces qué quieres? —le preguntó Víctor y el lobo levantó la cabeza.

Quiero proteger a mi manada — Dijo y Kerr se rio, él había sentido en la conciencia del hombre el terror que le daba caer en las manos del padre de Vanya. A cualquiera podía hacerle creer esa mentira de que era por la manada, menos a Kerr, él sabía muy claramente que lo hacía por sí mismo. 

Cada cosa que Rak hacía la hacía por sí mismo y por nadie más, pero Kerr no lo juzgó por eso, él mismo era egoísta, ¿y si Víctor tenía razón y su plan no era bueno? Él tenía la arrogancia para pensar que sí lo era, únicamente para salvar a Vanya, pero, ¿si quería salvarla realmente a ella? ¿o quería salvar a la única persona que lo trataba con cariño? En ese momento creyó que todo lo estaba haciendo por él mismo y el nudo que se formó en su estómago le impidió respirar, pero luego la imagen de Benjamín le llegó, Si rak ganaba lo entrenaría él mismo, y eso sí que le preocupó a Kerr, así que pensó que también lo hacía por él, y eso le ayudó un poco con el hueco en el pecho.

—Yo también quiero proteger a mi manada —le respondió Víctor al lobo frente a ellos, Kerr supuso que, de ser otra situación, Víctor ya se hubiera transformado, pero estaba paralizado sosteniéndolo para evitar que cayera al suelo, de seguro pensando en no hacer un movimiento brusco que alterara a Rak.

Pero a mi no me importa tu manada —le dijo Rak y comenzó a pasear de nuevo —De ser otra situación los trataría con insignificancia, por que eso es lo que son, solo una mancha en nuestra especie, pero estos tiempos complicados requieren medidas complicadas, y ustedes no son más que un faro de luz que llama a Saúl Quirón a gritos, y si los encuentra a ustedes, nos encontrará a nosotros.

A mi —dijo Kerr en voz alta y todos lo miramos —Quisiste decir: “me encontrará a mi” por que no mientas Rak, no haces esto por nadie más que por ti mismo —Víctor intentó callarlo, pero Kerr le quitó la mano —yo he leído dentro de ti, percibí el terror que sientes por el doctor Saúl Quiroz, así que no mientas al decir que haces esto por tu manda, lo único que quieres es un ejército más grande para poder esconderte en tu fortaleza en el lago.

—Ya callate, Kerr — le dijo Víctor, pero él estaba drogado, furioso y con la cabeza caliente, así que no le importó la amenaza de su Alpha.

—Eso lo demostraste cuando fuimos a la cabaña, tú no fuiste, aunque era tu responsabilidad por que te aterraba encontrarte con Saúl, ¿qué te hizo? —Kerr soltó una carcajada —el Alpha de la manada más fuerte de este bosque le tiene miedo a un científico con bata —Rak gruñó, tal fuerte que el suelo bajo sus patas vibró como un temblor y saltó hacia el frente con un rugido fuerte. Víctor dio un paso al frente y se interpuso entre el lobo que se acercaba y Kerr, como sí lo estuviera protegiendo y se inclinó para saltar hacia el frente y transformarse.

Kerr observó todo en cámara lenta, como el lobo se acercaba corriendo hacia ellos con rabia mientras los demás que rodearon la fábrica corrieron también.

Los miembros de su manada cayeron transformados y salieron de la fábrica al encuentro de los otros lobos, pero Kerr sabía que sería en vano, la mayoría de Bosque Oscuro los sobrepasaba en fuerza, Sebastián no estaba, Víctor se encargaría del Alpha, él estaba drogado y Raúl, el otro lobo más fuerte, no podría con todos, ese era el fin.

Kerr pensó si sería su culpa, si el fin de su manada era su culpa, y no fue capaz de responderse.

Rak corrió hacia ellos, y cuando estaba a punto de entrar en el espacio donde el salto de Víctor lo interceptaría, Kerr vio volar en cámara lenta algo que salió de la ventana redondeada de la oficina de Víctor en el segundo piso, le pareció ver un pajarito colorido y emplumado, pero no supo si sería una alucinación por la droga que tenía en el cuerpo.

El pajarito voló el caída libre directo hacia el lomo del Rak que estaba a punto de atacar y se quedó prendido en el pelaje.

Rak lanzó un chillido tan fuerte que Kerr dio un salto y se agarró a la espalda de Víctor cuando perdió el equilibrio. El lobo cayó al suelo abriendo un hueco de tierra y chillando de dolor, luego, poco a poco, regresó a su forma humana. 

Su cuerpo pálido y delgado quedó iluminado por las amarillentas luces de la fábrica, tenía sangre y tierra y gritó con todo lo que su cuerpo le permitió.

Kerr sabía qué se sentía ese dolor, lo había pasado dos veces, y la verdad, aunque quiso sentir un poco de empatía, no pudo hacer más que sentirse satisfecho por ver al Alpha sufrir de esa manera. Lo merecía.

—¡Ayuda! —gritó desesperado y los miembros de su manada llegaron hasta él. Victor arrastraba a Kerr hacia adentro, literalmente lo arrastraba, agarrándolo de debajo de los brazos, los pies descalzos arrastrándose por el césped.

Un lobo subió a Rak sobre su lomo con ayuda de los demás.

—¡Volveré! —les gritó el Alpha de Bosque Oscuro en medio de convulsiones y todos desaparecieron dentro del bosque como sombras espantadas por la luz.

Kerr miró hacia arriba, Clarisa sostenía la pistola artesanal que tenían para disparar los dardos y él agradeció que los hubieran podido replicar, de lo contrario, estarían muertos en ese momento.

Víctor lo recostó sobre una pared, lo miró con asco y luego lo cargó como a un bebé bajando por las escaleras. Kerr quiso protestar, decirle que él podía caminar, pero la dosis de morfina que le aplicó Clarisa debió ser demasiado grande.

Entraron a la celda de Vanya y la muchacha los miró con horror. Ayudó a acostar a Kerr sobre la cama y lo contempló asustada. Víctor cerró la puerta con llave.

—Lo siento, Kerr, pero ya no vas a interferir en nada más —le dijo.

—¿Soy prisionero ahora? —preguntó, su voz no le sonó como suya.

—Si, lo eres —le contestó Víctor y se alejó. Vanya se arrodilló en el suelo para mirar a Kerr a la cara.

—¿Peleaste de nuevo para que no me entregara? —Kerr ladeó la cabeza.

—En realidad ya no te va a entregar porque Rak no le interesa sacarte información —el rostro de Vanya se iluminó.

—¿Eso significa que ya no estoy en riesgo?  —preguntó esperanzada, pero Kerr no logró contestarle, se había sumido en un profundo y pesado sueño, y Vanya se acostó a su lado, contemplando la mandíbula fuerte, el cabello y la barba rubia y los labios rosados y carnosos —Ya soy libre —dijo para sí misma, y no pudo evitar sentir un vacío en el pecho.  

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