Cuando Kerr salió de las habitaciones de abajo donde estaba la celda de Vanya, comprobó que la fábrica estaba completamente vacía, así que se dirigió a su catre y buscó el último par de zapatos que le quedaban. Prefirió dejar la chaqueta de cuero, no le apetecía arruinarla.
Mientras bajaba trató de pensar en las personas del concejo, normalmente eran los más ancianos de la manada, pero también los más fuertes, por eso Sebastián estaba ahí y él también debería de estarlo.
Eran, a lo mucho, seis sin Sebastián. Kerr nunca había llegado a hablar con ninguno que recordara, siempre pasaban altivos como si fueran los seres más importantes del mundo, pero sobre todo había uno que le ponía los pelos de punta, Larr, el hombre calvo y delgado que siempre andaba detrás de Víctor como un perrito faldero y uno de los principales cabecillas del séquito del consejo. Siempre había tenido especial aversión hacia Kerr, incluso desde que era niño.
Cuando salió al patio de la fábrica comprobó que todos estaban ahí reunidos, los humanos estaban más allá aprendiendo a pelear con cuchillos y cosas obsoletas para enfrentar a un hombre lobo, y todos los demás miembros estaban apartados, casi en la orilla del bosque escuchando algo que les decía Raúl sobre una pelea.
Kerr llegó y se paró al lado de Víctor que no hizo el más mínimo movimiento, como si Kerr no fuera nada más que una sombra ignorable.
—Pensé que me tendrías preso —le dijo y el Alpha se tomó un par de segundos para contestar.
—¿Pelearas? —Kerr se quedó asimilando la pregunta, él estaba decidido a evitar esa absurda guerra a toda costa, pero ¿pelearía llegado el momento?
—Ya no sé qué más hacer —le dijo Kerr, y de verdad trató de ser lo más sincero posible —ya no sé como convencerte de que me escuches.
—Ya te escuché, tu plan no funcionará —Kerr quiso alzar la voz, pero ya sabía que con Víctor aquello nunca resultaba bien.
—¿Sabes qué escuché cuando estuve allá? —comenzó a contarle —Rak sabe que tu hijo será un lobo fuerte. Dijo que lo entrenaría después de que te mate y absorba esta manada —Víctor lo miró con incredulidad y Kerr le clavó los ojos — te imaginas en el monstruo en que lo convertirá.
—Por eso ganaremos —Kerr negó.
—Míralos —le señaló al grupo que estaba frente a ellos —incluso los adultos tienen miedo —los rostros de los más jóvenes eran un poema indescifrable, había una niña que recién había cumplido los dieciséis y Kerr la señaló —escuché que Lera quiere ser cantante, sabes que tiene una hermosa voz, todos la escuchamos gritando dentro del baño cada tarde, mira su rostro —el Alpha se quedó mirando a la muchacha, era una chica de piel oscura, con el cabello trenzado hasta la cintura y su loba era blanca como la nieve, le temblaban las rodillas mientras trataba de entender la teoría que le decía Raúl sobre cómo evitar que te agarren del cuello.
—Todos estamos asustados —le dijo Víctor —sabemos que será una batalla difícil pero no es imposible, tenemos el suero a nuestro favor, y necesitamos cada par de colmillos —Kerr ladeó la cabeza.
—¿Estás admitiendo que me necesitas porque soy el segundo lobo más fuerte de esta manada? —le preguntó medio en burla, pero Víctor no se rio.
—Nunca he dudado que lo seas —Kerr pasó saliva, era la primera vez en toda la historia de su vida que Víctor le hacía una especie de cumplido, así que aprovechó.
—Entonces debería estar en el consejo —Víctor negó.
—Has sido desobediente y grosero, no mereces un puesto ahí —el viejo Víctor había regresado, pero Kerr aún tenía un haz bajo la manga.
—Pues entonces solicito una reunión extraordinaria.
—No puedes hacer eso —Kerr asintió.
—Claro que puedo, cualquier miembro de la manada puede solicitar una reunión con el consejo y el Alpha. Tú lo hiciste cuando eras joven ¿lo olvidas? Para intentar echarme de la manada por pelear contigo y romperte el brazo —la cara de Víctor se enrojeció.
—Tu no me rompiste el brazo, fue el suelo.
—¿Y quién te empujó hacia el suelo? Además, no seas dramático, al otro día estabas sano —Víctor se pasó los dedos por el corto y rubio cabello y dejó escapar aire.
—Si eres grosero con ellos tendrás que afrontar las consecuencias —le dijo y Kerr sonrió.
—Seré grosero con ellos, claro que lo seré, y afrontaré las consecuencias como siempre lo hago, aunque no sea mi culpa, tú me acostumbraste a eso —comenzó a desnudarse y Víctor lo miró.
—¿Qué haces? —le preguntó. Kerr, completamente desnudo, señaló hacia el frente.
—Te demostraré por qué perderemos esta guerra —alzó la voz para que todos los que estaban escuchando las instrucciones de Raúl lo miraran —¡Ataque sorpresa! —gritó y saltó hacia el frente transformándose y la mayoría se quedaron petrificados en el lugar, así que Kerr pasó por en medio de todos meneando la cola con fuerza y arrojando a los sorprendidos e incautos jóvenes por metros en el aire.
Los más adultos lograron transformarse antes de que Kerr llegara a ellos, pero él logró derribarlos como si fueran piezas de dominó, y en menos de media hora la mayoría estaban tirados en el suelo agotados, pero Kerr aún tenía mucha energía.
Las peleas, aunque agresivas, eran de mentiras, así que la fuerza que quería tomar el control de Kerr no se manifestó, y golpeó, derribó y sometió a la mayoría de los que lo enfrentaron, unos con más facilidad que otros.
Los mayores sí que le daban una buena pelea a Kerr, había un par que sí que podían igualarlo en fuerza, pero nunca en resistencia y velocidad, no por algo él era incluso más rápido que Víctor.
Estaba ya un poco cansado cuando Raúl se quitó la ropa lentamente y su lobo pardo apareció y comenzó a rodear a Kerr, nunca habían sido especialmente amigos, pero el hombre era de los pocos que trataba Kerr con una indiferencia normal.
Saltó hacia Kerr intentando agarrarlo del lomo, pero él se agachó y escuchó como los dientes chocaron entre sí en el aire, así que aprovechó para meter la cabeza entre la barriga de Raúl y levantarlo como un toro levantaría a un perro metiche y lo lanzó varios metros, pero el lobo pardo era ágil y cayó de pie.
Sin dar a Kerr un segundo más de espera, se lanzó hacia él y se enfrascaron en una pelea agresiva, pero sin llegar a serlo del todo, donde más que intentar herir al contrincante, intentaban someterlo, pero ambos eran fuertes y ninguno quería dar el brazo a torcer.
Kerr ya estaba cansado, había pasado largo rato peleando con los demás y le estaba pasando factura, y en un descuido el lobo pardo logró voltearlo boca arriba sobre el suelo, y cuando vio que lo agarraría por el cuello le fue imposible no asustarse.
Sabía que era una pelea de entrenamiento y práctica, había tenido muchas, incluso con Sebastián que era más fuerte, pero el instinto pudo con él, y la fuerza en su interior intentó salir, y un poco se escapó.
Kerr sintió como la fuerza le llenó el cuerpo, un poder incontrolable que le erizó hasta el último pelo, y con ella tomando el control, metió las patas traseras entre él y Raúl que abría el hocico para morderlo y lo empujó.
El otro lobo soltó un chillido cuando voló por los aires y Kerr cerró los ojos, reteniendo la fuerza que intentaba escapar de su cuerpo. Respiró como le había enseñado Clarisa y la fuerza se hizo pequeña hasta que desapareció.
Cuando abrió los ojos todos lo miraban asustados, Raúl estaba por lo menos a unos cuarenta metros de distancia intentando ponerse de pie y Kerr corrió hacia él. Cuando entró en la mente del lobo comprobó que apenas tenía un dolor leve, la tierra había amortiguado la caída.
—Lo siento —Le dijo Kerr —Me dejé llevar —El otro lobo se puso de pie y asintió con la cabeza.
—No sabía que tenías tanta fuerza —le dijo y Kerr pasó saliva, él tampoco.
Ambos volvieron a su forma humana y se dieron un fuerte apretón de manos. Kerr caminó hacia Víctor que lo miraba entre sorprendido y rabioso.
—Solo yo fui capaz con cada miembro de nuestro “Ejército” —hizo las comillas con los dedos.
—Es por que fuiste uno por uno —Kerr asintió, el Alpha tenía razón en eso.
—Si, pero, ¿en una batalla real crees que no tendrán que pelear uno contra uno? —Víctor se apretó el puente de la nariz, Kerr de verdad lo vio afectado, como si ese peso de la guerra lo estuviera devorando —Rak es incluso más fuerte que tú, nunca le ganaremos así —recogió su ropa, tenía el cuerpo lleno de tierra, hojas y pasto —quiero la reunión con el consejo para la siete de la noche —cuando pasó por el lado de Víctor este lo agarró por el antebrazo.
—Si quieres convencerlos —le dijo —sé amable —Kerr negó con la cabeza.
—Yo no los convenceré a ellos, te convenceré a ti —y se alejó con paso firme hacia la fábrica meneando los redondeados glúteos y Víctor se tragó el nudo que se le había formado en la garganta, volteó a mirar a todos los miembros que habían acabado de pelear con Kerr, cansado y sucios, y el cuerpo se le llenó de una sensación de angustia incontrolable.
Kerr entrelazó los dedos con los de Vanya a través de los barrotes de la celda, se suponía que él no debería de estar ahí, pero le fue fácil proyectar hacia la mente del guardia la voz de Víctor llamándolo, así que ahí estaba.
—¿Crees que los podré convencer? —le preguntó y ella ladeó la cabeza.
—Tienes que, esta manada no soportará una guerra —le dijo ella y él acarició con el pulgar el dorso suave de su mano.
—Cuando Rak esté muerto hablaré con Víctor para que te deje salir de aquí, ya no hay ningún motivo para tenerte encerrada —Vanya abrió la boca con gesto de sorpresa.
—¿Y por qué no me dejan salir ahora? —preguntó Vanya y Kerr le apartó la mirada.
—No he querido pedírselo a Víctor, estoy seguro que pensará que quiero huir contigo y me necesita para su guerra —Vanya se rascó la cabeza —¿crees que aún puedas terminar tu carrera de policía? —ella asintió.
—No he perdido tanto tiempo, espero que sí —Kerr estiró la mano dentro de la celda y le acarició la mejilla.
—No me cansaré de pedirte perdón por esto —ella negó
—Si no hubieras sido tú, hubiera sido Rak el que me hubiera traído, y prefiero quedarme mil veces contigo — se acercó a la celda y a través de los barrotes le dio un casto beso en los labios a Kerr —Vamos, dile a Víctor que me saque de aquí —le dijo en tono meloso y le volvió a besar los labios. Kerr negó.
—Lo siento, ya te dije, estoy seguro que él pensará que huiremos —Vanya se alejó, desenlazando los dedos con los de él y sentándose en la cama.
—Eso es absurdo —dijo con mal genio y Kerr se la quedó mirando.
—¿Sería absurdo que huyeras conmigo? —le preguntó y ella lo miró con aprehensión, luego negó con la cabeza.
—No me refería a eso —trató de excusarse.
—¿Huirías conmigo, Vanya? —le preguntó Kerr con firmeza —si yo llegara en este momento y te pidiera que huyeras conmigo, ¿Lo harías? — ella no lo pensó dos veces, se puso de pie y llegó hasta Kerr y le acarició el dorado cabello.
—Si, me iría contigo —Kerr la miró a los ojos verdes brillantes, ¿Cómo podía estar seguro de que las palabras de la mujer eran reales?
Kerr la tomó de la parte de tras del cuello, la acercó hasta él y la besó, un beso con profundidad y pasión, jugó con la lengua de la mujer y ella se entregó tanto en ese beso que él no lo dudó, nadie podía fingir que no disfrutaba algo así, que no era real. Cuando se apartaron la miró con intensidad, tomó la mano de ella y la puso sobre su pecho.
—No sé qué es lo que siento por ti, pero viene desde aquí —le dijo, Vanya miró su mano sobre la de él con una sonrisa que se desdibujó lentamente, luego apretó la palma agarrando la camisa de él y apretándola con fuerza.
—Suerte —le dijo y Kerr le dio un último casto beso en los labios a través de los barrotes.
—Te quiero —le dijo y ella le sonrió. Kerr se quedó esperando una respuesta que no llegó, y se culpó a sí mismo por haberlo dicho de una forma tan apresurada y salió del lugar.
Vanya se sentó en la cama cuando estuvo sola, sacó del bolsillo el caballito de madera y lo contempló.
—Lo siento, Kerr —dijo para sí misma, y quiso creer que lo que sentía en el pecho en esos momentos era culpa, una culpa que crecía cada vez más cuando recordaba el cielo en sus ojos y se sentía segura en sus manos —lo siento, Kerr, pero esto lo hago por mi —guardó el caballito bajo la almohada y se acostó mirando hacia el techo de la celda.
Kerr subió las escaleras con un poco de ansiedad, ya la mayoría de la manada estaba en sus respectivos catres, pero muy temprano aun para dormir, y se limitaron a verlo subir las escaleras en silencio como un condenado a muerte que camina hacia la silla eléctrica.Tocó un par de veces con los nudillos y nadie le indicó que podía entrar, así que abrió la puerta y se encontró con varios pares de ojos que se posaron sobre él.Víctor estaba de pie en la cabecera de la mesa y los ancianos del consejo alrededor lo miraron superficialmente.—Bien, Kerr —le dijo el Alpha indicándole que se sentara en la silla al otro lado de la cabecera —quiero escuchar por qué me has desobedecido —Kerr miró a cada miembro del concejo, uno a uno, sabía que eran ellos los que estaban convenciendo a Víctor de seguir con la guerra de esa forma, pero cuando se posó sobre el rostro de Lair, el anciano le devolvió una mirada de hastío superior a los demás. Kerr siempre había notado que lo miraba mal, pero pensó qu
Kerr sintió un vacío en el pecho cuando las conciencias que se acumularon en su pecho le indicaron que las cosas estaban saliendo mal desde el principio, y se preguntó si sería sensato o no dejar la misión por terminada, pero luego negó con la cabeza para sí mismo.Rodolfo era el único dentro de la manda que podía ayudarlos a acabar con el mandato de Rak y tenía que ayudarlo de alguna forma, así que se volvió hacia Víctor que tenía las mejillas rojas por la adrenalina.—Rak descubrió a Rodolfo y a un par de sus hombres, no podrán ayudarnos —el Alpha asintió con la cabeza y dio media vuelta.—Genial, entonces nos vamos — intentó alejarse, pero Kerr lo agarró por el hombro.—No, tenemos que ayudarlos —le dijo —es la oportunidad perfecta para acabar con él ahora que ya no tiene poderes, si no aprovechamos este momento entonces no podremos detenerlo después —Víctor se apretó el puente de la nariz y pensó por un momento, luego volteó a mirar a Raúl, el hombre alto de cabello negó y mirada
Cuando Kerr llegó a su catre se encontró con su chaqueta de cuerpo perfectamente doblada y lavada sobre la cama. La tomó entre sus manos y la olió.Ni siquiera valía la pena empacar sus cosas, si ganaba la pelea se convertiría en el Alpha de la mandada, si perdía Víctor lo mataría sin compasión y se libraría de él de una vez por todas.Buscó únicamente con qué cubrirse de la cintura para abajo y cuando bajaba las escaleras se encontró con Clarisa que subía asustada y con la cara pálida.—No puedes hacer esto —le dijo y Kerr intentó rodearla, pero la mujer le apretó con intensidad el brazo.—No tengo opción —le dijo y la mujer lo apretó aún más.—Claro que tienes, solo no lo retes, uno de los dos morirá a manos del otro, eso no estará bien.—Tengo que hacerlo —le dijo Kerr y le arrebató la mano con fuerza —Víctor llevará al exterminio a esta manada por su arrogancia y yo no lo voy a permitir.—él cree que hace lo correcto —lo justificó la doctora y Kerr la miró a los ojos.—Solo porque
Kerr caminó hacia la fábrica, no quiso permitirse sentir nada, nada en absoluto, únicamente apretó con fuerza el estómago intentando retener la fuerza que intentaba escapar mientras los pasos se le hacían difíciles de dar, como si caminara en una mezcla extraña de arena y miel.Abrió la puerta y entró a trompicones, los ojos se le llenaron de una niebla oscura que casi no le permitía ver nada alrededor.Subió las escaleras de dos en dos y se vistió, tenía el cuerpo sucio y lleno de sangre, pero no le importó, así se vistió, y cuando tomó la chaqueta de cuero la observó con duda, la apretó contra el pecho y luego la apartó. Lo había acompañado toda la vida, y sabía que la iba a echar de menos, era lo único que le quedaba del padre que nunca conoció, o que eso creía, pero no le importó, parecía que en ese momento ya nada le importaba.Bajó hasta la habitación de Benjamín y la dejó bien doblada sobre la cabecera de la cama, en ese momento sí le fue imposible evitar una lágrima fugaz por
Vanya le costó salir del bosque esa noche, llegó hasta el acantilado donde Kerr y ella habían saltado cuando Rak los acorraló y un nudo se formó en su garganta, durante todo el trayecto no hizo más que pensar en él, a cada momento y en cada instante, se sentía culpable y eso fue lo que la atormentó, ver sus ojitos azules entristecidos y con la mano estirada esperando que ella la tomara, eso la rompió un poco, pero, ¿Qué podía hacer ella? Ya no podía seguir sosteniendo esa mentira. Una mentira…A lo lejos vio las luces de la ciudad por sobre las copas de los árboles y apretó el arma en las manos, estaba alerta por si cualquier lobo parecía, pero esperó que con el atentado que le escuchó a los guardias que estaban haciendo a Rak, el lobo estuviera muy ocupado en sus campamento y no había más manadas en ese bosque, no al menos oficialmente, así que siguió caminando mirando alrededor y cuando llegó a la calle, rodeada de faroles y letreros que advertían que existían lobos en el bosque, si
Aleck no tenía mucho dinero, así que había alquilado una habitación junto al bosque por el poco dinero que tenía en los bolsillos. Era una habitación estrecha, con dos camas duras una al lado de la otra y un persistente olor a moho y humedad, y justo para él, con un olfato por encima de lo normal, le pareció bastante asqueroso. Había esposado a Sebastián al respaldo de la cama con unas esposas que le habían dado en los laboratorios, y mientras esperaban a que llegara la comida que él había ordenado, encendió el televisor para intentar distraerse un rato mientras llegaba la noche. —No entiendo— dijo Sebastián —hace rato, cuando saliste del auto, la luz no te quemó —Aleck se lo quedó mirando con una mueca de lástima en el rostro y le subió el volumen al programa de chismes que estaba en el televisor, no le apeteció informar a alguien tan ignorante sobre el tema. Por eso odiaba a los hombres lobo, siempre demostraron sentirse tan superiores a las demás especies del submundo que ni siqu
Cuando Kerr despertó, a pesar de todos los pensamientos que se agolparon en su mente, lo rodeaba una atmósfera de paz tan absoluta que casi se sintió en un ambiente irreal. Se preguntó si estaba muerto, era lo más probable, Había dejado que la fuerza en su interior, esa con la que tanto había luchado, escapara de su encierro, la dejó fluir por completo y sin remordimientos, dejando que el dolor que le produjo le arrancara todos los demás dolores que tenía en el alma, pero cuando abrió los ojos se encontró tirado en el suelo de la cabaña. El sol entraba a raudales por las ventanas rotas y motas de polvo le daban un aire peculiarmente tranquilizador. Se puso de pie, estaba completamente desnudo y su ropa estaba rasgada a un lado, al parecer, se había transformado en la noche sin darse cuenta.Trató de recordar qué había pasado cuando la fuerza se escapó de su cuerpo y no logró recordar más nada más allá del dolor. Se puso de pie, físicamente se sentía muy bien, más que eso se sentía g
El hombre llevó a Kerr dentro de la sala de reuniones donde antes Víctor reunía a la manada antes del llamado y Kerr sintió una mala vibra, todo le traía malos recuerdos.Se sentaron en una mesa amplia y adornada con colgantes de colores y cuando el hombre se sentó junto a él, Kerr le apuntó con el dedo.—¿Hace cuánto sabes esto, Bernard? —le preguntó Kerr y el hombre aspiró hondo antes de hablar.—En realidad, lo sé desde el principio, al igual que los más mayores de la manada.—¿Y por qué nadie nunca quiso decirme nada? —Kerr no quería enojarse, pero le era casi imposible contener las emociones, se sentía como un estúpido.—El Alpha de ese entonces, el papá de Víctor… tu padre, él ordenó que no te dijeran hasta que tuvieras la edad necesaria — Bernard parecía avergonzado.—¿Y eso cuándo sería? —preguntó Kerr golpeando con el puño suavemente sobre la mesa.—No sé, pensamos te lo dirían después de su muerte pero…—Pero Víctor asumió el mandato de la manda y ordenó que nadie me lo dije