Aleck esperó en el primer piso, lograba escuchar latiendo con fuerza los corazones de muchas personas dentro del lugar y se preguntó cuántas personas trabajaban ahí.
Desde que Ana Avendaño con su actual esposo Eduardo Tcherassi, a través del periódico Sole Imprimiere, demostró la evidencia de que el el submundo existía: Lobos, Vampiros, Sirenas y cuanta criatura mágica, los laboratorios Jábico habían quedado en evidencia como los principales responsables de la trata de estas especies para su experimentación.
Fue un escándalo sin precedentes, no solo para los humanos el saber que existía el submundo, si no también para todo el submundo saber que un laboratorio los estaba capturando para experimentos.
Muchas manadas de lobos se mudaron de las ciudades para protegerse, incluso grandes aquelarres de vampiros como al que Aleck pertenecía desaparecieron del mapa para cuidarse.
Aleck pensó que todos ellos estaban siendo unos exagerados, ningún humano sería capaz de identificar a alguien del submundo, ya que todos lucían de forma normal, pero ahora que estaba ahí, dentro de los vestigios de lo que alguna vez fueron los poderosos laboratorios Jábico, logró escuchar el corazón de al menos una decena de lobos y unos cuantos vampiros, y entonces pensó que las manadas y los aquelarres no habían sido tan exagerados como él pensaba. Jábico era un cáncer imposible de erradicar.
El doctor bajó las escaleras, ondeando la batola blanca mientras bajaba y Aleck se sintió asustado ¿y si cambiaba de opinión y en vez de contratarlo lo capturaba y lo sometía a experimentos dolorosos?
Se puso de pie cuando el hombre llegó a su altura y lo miró fijamente, estaba haciendo eso por el dinero, lo necesitaba y haría lo que fuera necesario para conseguirlo.
—¿Estás listo? —le preguntó el hombre y Aleck asintió —descubre dónde está mi hija Vanya, si la traes te pagaré más de lo acordado, pero me conformo con saber en donde la tienen. No llames la atención para que no cambien de lugar —le tendió un frasco que parecía de perfume —esto es una hormona, hará que el hombre lobo se dirija instintivamente a casa, pero será doloroso, así que úsala con mesura —Aleck tomó el frasco con la mano y lo contempló, se preguntó cuando lobos tuvieron que morir para que ese frasco estuviera en su mano.
El doctor chasqueó los dedos y de una habitación salieron dos hombres llevando al hombre lobo, lo habían vestido con ropa casual y cuando miró a Aleck el vampiro tragó saliva, parecía que lo podía matar en cualquier momento. El doctor le pasó un control remoto pequeño con un solo botón.
—¿Qué es? —preguntó. El doctor le señaló un collar metálico que tenía el hombre en el cuello.
—Cada doce horas oprimirás este botón, y el collar enviará al cuerpo de él una sustancia que anulará sus poderes, pero no puedes olvidarlo —Aleck guardó el botecito de perfume y el control en su bolsillo y los otros dos hombres soltaron al lobo que apretó los puños —Qué no te intimide su tamaño —le dejo el científico —tú siendo un vampiro y él únicamente un humano mientras no tenga poderes, podrás dominarlo a tu voluntad, sigues siendo tres veces más fuerte que él, ahora ve y trae a mi hija —Aleck agarró de la muñeca a Sebastián, y aunque él intentó resistirse, el menor lo arrastró como si apenas pesara un par de kilos.
Cuando llegaron al auto, lo metió en el asiento y se introdujo tras él, luego lo empujó por los hombros y le olió el cuello con fuerza. Sebastián se removió incómodo, intentó empujarlo, pero el vampiro era muy fuerte.
—¿Qué haces? — le preguntó y Aleck regresó a su asiento.
—Te olía, y si, hueles a lobo, aunque un poco menos —Sebastián se limpió el sudor de la frente con el dorso de la mano, estaba en una situación imposible, no podía huir y tampoco podía delatar la ubicación de la fábrica, estaba seguro que el doctor no solo rescataría a Vanya, se vengaría con todos.
—Vámonos —le dijo el vampiro al conductor que encendió el auto y arrancó y Sebastián se lo quedó mirando. Era pálido y mucho más bajo, pero, aunque tuviera más fuerza que él, estaba seguro que podría someterlo, solo era un vampiro y ni siquiera de una raza superior. Solo tenía que esperar el momento indicado, ¿qué podría pasar?
Cuando Kerr despertó, sintió el brazo de Vanya sobre su cuerpo, todos los sentidos los tenía de nuevo al máximo, la droga ya se había extinguido de su organismo y la fuerza de su interior, por el momento, estaba inexistente.
Se alegró por sentir a la mujer a su lado y se volteó para verla, pero cuando vio el bonito rostro cubierto por unos oscuros mechones oscuros que caían como cascadas de petróleo recordó las palabras de Víctor. ¿Cómo podía saber que los sentimientos de ella por él eran reales? Ella despertó, y cuando los ojos verdes se posaron sobre él soltó una amplia y natural sonrisa, y Kerr pensó que eso no podía ser fingido.
Kerr se abalanzó sobre ella y la abrazó, acostándose sobre su cuerpo y enterrando la cara en el hueco que formaba el cuello y el hombro y ella le acarició la espalda.
—¿Qué pasará ahora? —preguntó Vanya, enredó los dedos entre el cabello rubio de Kerr y lo masajeó.
—Tenemos veinticuatro horas hasta que el suero deje de hacer efecto en Rak, después de eso, estamos en guerra —tal vez ni siquiera tuvieran eso, la última vez que Kerr sufrió el efecto del suelo fueron menos de veinticuatro horas.
—Pero, ¿no has podido hacer que Víctor te escuche? —Kerr se apartó para mirarla a la cara.
—Ya me harté, incluso desobedeciendolo, las cosas nunca salen como yo las tengo planeadas, y atrapado aquí menos —Vanya le señaló dos barrotes doblados.
—Eso lo hiciste tú, podrías salir, ¿no? —Kerr negó.
—Pasaría un par de horas para poder romper los barrotes suficientes para salir, me detendrían, tal vez me lancen otro dardo. Víctor piensa que soy una amenaza y me tendrá aquí el tiempo que quiera —se puso de pie y se sentó en el borde de la cama, Vanya lo siguió, lo vio derrotado y cansado.
—¿Te rendiste? —le preguntó y él la miró a la cara —sé que lo hacías en parte por protegerme, no puedes rendirte por que yo ya esté a salvo —Kerr ladeó la cabeza.
—No somos las únicas manadas que saben de tu existencia, el peligro es menor, pero aún sigues en riesgo —Vanya negó.
— No estamos hablando de mí, tu plan es bueno, los guardias que hablan pensando que yo no escucho tienen miedo, saben que una pelea cuerpo a cuerpo con la otra manada será perder y quieren que Víctor te escuche, pero…
—Él intentó escucharme —dijo Kerr —pero fue el consejo el que dijo que no —abrió los ojos y se puso de pie como un rayo, a la mente le llegaron miles de escenas y momentos y tuvo una enorme epifanía. Volteó a mirar a Vanya —Víctor tiene tanto miedo de convertirse en un dictador, por eso siempre pide opinión del concejo, y ahora que Sebastián no está.
—Los del consejo son solo un grupo de ancianos que piensan a la antigua —le completó Vanya y Kerr asintió.
—Cuando le conté mi plan a Víctor sé que le pareció una buena idea, por eso lo consultó, no tengo que convencerlo a él, tengo que convencer al concejo.
—O al menos hacerle ver a Víctor que el concejo se puede equivocar —Kerr se agachó y le dio un fuerte beso sobre los labios.
—Eres una genio, gracias — las mejillas de Vanya enrojecieron.
Kerr se volvió hacia la puerta y golpeó los barrotes, pero pareció que no había nadie. Extendió la conciencia y sintió a todo el mundo reunido, parecía que Víctor estaba explicando algo, pero cuando Kerr entró en su mente para escuchar lo que decía, él terminó, le indicó a uno de los muchachos algo con la mano y él corrió escaleras abajo.
Kerr esperó a que el muchacho llegara y cuando lo tuvo enfrente se lo quedó mirando.
—El Alpha te necesita —le dijo y sacó las llaves para abrir la celda —necesita que nos comiences a entrenar para la pelea —Kerr abrió los ojos.
—¿A quiénes? —el muchacho comenzó a abrir la celda con manos temblorosas.
—A los mayores de quince, dice que necesitamos aprender a pelear porque estamos en guerra —le contestó asustado y Kerr miró a Vanya.
—Conozco a Víctor, él ama a los niños —y con una tremenda seguridad añadió —esas no son sus palabras —cuando el muchacho abrió la celda Kerr lo agarró por el hombro y le despeinó el cabello —No te preocupes que todo va a estar bien —y salió de las habitaciones de abajo, descalzo, con la ropa mal puesta y con una seguridad arrolladora.
Cuando Kerr salió de las habitaciones de abajo donde estaba la celda de Vanya, comprobó que la fábrica estaba completamente vacía, así que se dirigió a su catre y buscó el último par de zapatos que le quedaban. Prefirió dejar la chaqueta de cuero, no le apetecía arruinarla.Mientras bajaba trató de pensar en las personas del concejo, normalmente eran los más ancianos de la manada, pero también los más fuertes, por eso Sebastián estaba ahí y él también debería de estarlo.Eran, a lo mucho, seis sin Sebastián. Kerr nunca había llegado a hablar con ninguno que recordara, siempre pasaban altivos como si fueran los seres más importantes del mundo, pero sobre todo había uno que le ponía los pelos de punta, Larr, el hombre calvo y delgado que siempre andaba detrás de Víctor como un perrito faldero y uno de los principales cabecillas del séquito del consejo. Siempre había tenido especial aversión hacia Kerr, incluso desde que era niño.Cuando salió al patio de la fábrica comprobó que todos es
Kerr subió las escaleras con un poco de ansiedad, ya la mayoría de la manada estaba en sus respectivos catres, pero muy temprano aun para dormir, y se limitaron a verlo subir las escaleras en silencio como un condenado a muerte que camina hacia la silla eléctrica.Tocó un par de veces con los nudillos y nadie le indicó que podía entrar, así que abrió la puerta y se encontró con varios pares de ojos que se posaron sobre él.Víctor estaba de pie en la cabecera de la mesa y los ancianos del consejo alrededor lo miraron superficialmente.—Bien, Kerr —le dijo el Alpha indicándole que se sentara en la silla al otro lado de la cabecera —quiero escuchar por qué me has desobedecido —Kerr miró a cada miembro del concejo, uno a uno, sabía que eran ellos los que estaban convenciendo a Víctor de seguir con la guerra de esa forma, pero cuando se posó sobre el rostro de Lair, el anciano le devolvió una mirada de hastío superior a los demás. Kerr siempre había notado que lo miraba mal, pero pensó qu
Kerr sintió un vacío en el pecho cuando las conciencias que se acumularon en su pecho le indicaron que las cosas estaban saliendo mal desde el principio, y se preguntó si sería sensato o no dejar la misión por terminada, pero luego negó con la cabeza para sí mismo.Rodolfo era el único dentro de la manda que podía ayudarlos a acabar con el mandato de Rak y tenía que ayudarlo de alguna forma, así que se volvió hacia Víctor que tenía las mejillas rojas por la adrenalina.—Rak descubrió a Rodolfo y a un par de sus hombres, no podrán ayudarnos —el Alpha asintió con la cabeza y dio media vuelta.—Genial, entonces nos vamos — intentó alejarse, pero Kerr lo agarró por el hombro.—No, tenemos que ayudarlos —le dijo —es la oportunidad perfecta para acabar con él ahora que ya no tiene poderes, si no aprovechamos este momento entonces no podremos detenerlo después —Víctor se apretó el puente de la nariz y pensó por un momento, luego volteó a mirar a Raúl, el hombre alto de cabello negó y mirada
Cuando Kerr llegó a su catre se encontró con su chaqueta de cuerpo perfectamente doblada y lavada sobre la cama. La tomó entre sus manos y la olió.Ni siquiera valía la pena empacar sus cosas, si ganaba la pelea se convertiría en el Alpha de la mandada, si perdía Víctor lo mataría sin compasión y se libraría de él de una vez por todas.Buscó únicamente con qué cubrirse de la cintura para abajo y cuando bajaba las escaleras se encontró con Clarisa que subía asustada y con la cara pálida.—No puedes hacer esto —le dijo y Kerr intentó rodearla, pero la mujer le apretó con intensidad el brazo.—No tengo opción —le dijo y la mujer lo apretó aún más.—Claro que tienes, solo no lo retes, uno de los dos morirá a manos del otro, eso no estará bien.—Tengo que hacerlo —le dijo Kerr y le arrebató la mano con fuerza —Víctor llevará al exterminio a esta manada por su arrogancia y yo no lo voy a permitir.—él cree que hace lo correcto —lo justificó la doctora y Kerr la miró a los ojos.—Solo porque
Kerr caminó hacia la fábrica, no quiso permitirse sentir nada, nada en absoluto, únicamente apretó con fuerza el estómago intentando retener la fuerza que intentaba escapar mientras los pasos se le hacían difíciles de dar, como si caminara en una mezcla extraña de arena y miel.Abrió la puerta y entró a trompicones, los ojos se le llenaron de una niebla oscura que casi no le permitía ver nada alrededor.Subió las escaleras de dos en dos y se vistió, tenía el cuerpo sucio y lleno de sangre, pero no le importó, así se vistió, y cuando tomó la chaqueta de cuero la observó con duda, la apretó contra el pecho y luego la apartó. Lo había acompañado toda la vida, y sabía que la iba a echar de menos, era lo único que le quedaba del padre que nunca conoció, o que eso creía, pero no le importó, parecía que en ese momento ya nada le importaba.Bajó hasta la habitación de Benjamín y la dejó bien doblada sobre la cabecera de la cama, en ese momento sí le fue imposible evitar una lágrima fugaz por
Vanya le costó salir del bosque esa noche, llegó hasta el acantilado donde Kerr y ella habían saltado cuando Rak los acorraló y un nudo se formó en su garganta, durante todo el trayecto no hizo más que pensar en él, a cada momento y en cada instante, se sentía culpable y eso fue lo que la atormentó, ver sus ojitos azules entristecidos y con la mano estirada esperando que ella la tomara, eso la rompió un poco, pero, ¿Qué podía hacer ella? Ya no podía seguir sosteniendo esa mentira. Una mentira…A lo lejos vio las luces de la ciudad por sobre las copas de los árboles y apretó el arma en las manos, estaba alerta por si cualquier lobo parecía, pero esperó que con el atentado que le escuchó a los guardias que estaban haciendo a Rak, el lobo estuviera muy ocupado en sus campamento y no había más manadas en ese bosque, no al menos oficialmente, así que siguió caminando mirando alrededor y cuando llegó a la calle, rodeada de faroles y letreros que advertían que existían lobos en el bosque, si
Aleck no tenía mucho dinero, así que había alquilado una habitación junto al bosque por el poco dinero que tenía en los bolsillos. Era una habitación estrecha, con dos camas duras una al lado de la otra y un persistente olor a moho y humedad, y justo para él, con un olfato por encima de lo normal, le pareció bastante asqueroso. Había esposado a Sebastián al respaldo de la cama con unas esposas que le habían dado en los laboratorios, y mientras esperaban a que llegara la comida que él había ordenado, encendió el televisor para intentar distraerse un rato mientras llegaba la noche. —No entiendo— dijo Sebastián —hace rato, cuando saliste del auto, la luz no te quemó —Aleck se lo quedó mirando con una mueca de lástima en el rostro y le subió el volumen al programa de chismes que estaba en el televisor, no le apeteció informar a alguien tan ignorante sobre el tema. Por eso odiaba a los hombres lobo, siempre demostraron sentirse tan superiores a las demás especies del submundo que ni siqu
Cuando Kerr despertó, a pesar de todos los pensamientos que se agolparon en su mente, lo rodeaba una atmósfera de paz tan absoluta que casi se sintió en un ambiente irreal. Se preguntó si estaba muerto, era lo más probable, Había dejado que la fuerza en su interior, esa con la que tanto había luchado, escapara de su encierro, la dejó fluir por completo y sin remordimientos, dejando que el dolor que le produjo le arrancara todos los demás dolores que tenía en el alma, pero cuando abrió los ojos se encontró tirado en el suelo de la cabaña. El sol entraba a raudales por las ventanas rotas y motas de polvo le daban un aire peculiarmente tranquilizador. Se puso de pie, estaba completamente desnudo y su ropa estaba rasgada a un lado, al parecer, se había transformado en la noche sin darse cuenta.Trató de recordar qué había pasado cuando la fuerza se escapó de su cuerpo y no logró recordar más nada más allá del dolor. Se puso de pie, físicamente se sentía muy bien, más que eso se sentía g