Kerr sintió un vacío en el pecho cuando las conciencias que se acumularon en su pecho le indicaron que las cosas estaban saliendo mal desde el principio, y se preguntó si sería sensato o no dejar la misión por terminada, pero luego negó con la cabeza para sí mismo.
Rodolfo era el único dentro de la manda que podía ayudarlos a acabar con el mandato de Rak y tenía que ayudarlo de alguna forma, así que se volvió hacia Víctor que tenía las mejillas rojas por la adrenalina.
—Rak descubrió a Rodolfo y a un par de sus hombres, no podrán ayudarnos —el Alpha asintió con la cabeza y dio media vuelta.
—Genial, entonces nos vamos — intentó alejarse, pero Kerr lo agarró por el hombro.
—No, tenemos que ayudarlos —le dijo —es la oportunidad perfecta para acabar con él ahora que ya no tiene poderes, si no aprovechamos este momento entonces no podremos detenerlo después —Víctor se apretó el puente de la nariz y pensó por un momento, luego volteó a mirar a Raúl, el hombre alto de cabello negó y mirada feroz.
—¿Qué opinas de esto? —le preguntó y el hombre asintió con la cabeza.
—Kerr tiene razón —dijo —si no aprovechamos esta oportunidad no tendremos otra igual —Víctor se volvió hacia Kerr que lo miraba anhelante y asintió con la cabeza.
—Está bien, ¿Cuál es el plan ahora?
Rodearon el lago por la parte externa, haciendo un círculo grande para evitar que su olor le llegara a los vigilantes que tenían apostados por todo el rededor. En un par de casos, Kerr tuvo que utilizar su habilidad para hacer ver a los hombres algo que los hiciera alejarse y poder pasar desapercibidos.
Eran altas horas de la noche, la mayoría de la manada de Bosque Oscuro estaba en sus tiendas o en las improvisadas casas de madera que habían construido para resguardarse y Kerr se preguntó si antes de que la noticia sobre los lobos saliera a la luz esa manada sería como ellos, una manada de ciudad que convivía con los humanos.
Los pocos que caminaban por entre las tiendas fueron alejados con el poder de Kerr y a él comenzó a dolerle la cabeza, no supo entender si se estaba esforzando demasiado o si su habilidad tenía un límite de usos por día.
Cuando llegaron a la parte trasera de la cabaña de Rak Kerr percibió que había varios lobos adentro, aunque ninguno transformado.
Los hombres de Rodolfo estaban atados junto con él a las enormes vigas que sostenían el techo de tela, parecía que el Alpha estaba preparando unas herramientas filosas sobre una bandeja y pretendía provocarles mucho dolor.
Kerr miró a los de su manada y conectó con todos mentalmente, quería saber que estaban sintiendo y le alegró que más allá de un par de nervios , había una determinación profunda que le subió el ánimo, así que se irguió, sacó el cuchillo que tenía en la parte trasera del pantalón y de un solo tajo abrió la la tela de la tienda abriendo un enorme agujero, y, como lo habían planeado cada miembro entró de un solo salto y cayeron dentro transformados y atacando a los que estaban con Rak.
Cuando Kerr entró por la puerta seguido de Víctor que saltó hacia el frente para pelear con uno de los otros que estaba ahí, los ojos de rak se posaron sobre los de Kerr.
—Maldito —le dijo el Alpha de la otra manada, tomó una de las herramientas filosas que tenía al lado y se la lanzó a Kerr con la intención de clavársela en el corazón, pero no pudo hacerlo ya que él la esquivó con habilidad.
Sin decir una palabra para no perder tiempo, estiró la conciencia hacia la del lobo y le agradó saber que se sentía como un humano normal, sus poderes aún no habían llegado.
Lo primero que quiso hacer fue producirle mucho dolor, de verdad que algo dentro de él se lo pidió, pero le pareció más sensato pensar en la oscuridad de la noche y quitarle la visión.
Mientras mantenía la concentración para que el Alpha permaneciera ciego, corrió esquivando las peleas que había a su alrededor y que estaban destruyendo la cabaña en todas direcciones.
Cuando llegó a donde Rodolfo notó que el hombre estaba muy golpeado. Estaba atado con unas firmes cadenas que Kerr no fue capaz de romper por más que intentó.
—¿Qué pasó? —le preguntó al hombre que lo miró con el único ojo que podía abrir.
—Uno de los míos me traicionó —le comentó el otro. Kerr intentó utilizar su fuerza sobre humana para poder liberarlo, pero la concentración que tenía que hacer para mantener a Rak ciego le arrebataba parte de las fuerzas.
Miró alrededor en busca de qué pudiera ayudarlo, pero no pudo ver más que varias parejas de lobos peleando entre sí con una ferocidad atroz.
La tienda comenzaba a desprenderse y una parte cayó sobre Rak inmovilizándolo. Víctor estaba unos metros más allá, peleaba con dos lobos al mismo tiempo y Kerr notó que, aunque los estaba manteniendo a raya, se cansaría rápido, así que proyectó la conciencia hacia uno de ellos y le envió dolor. El lobo cayó al suelo en medio de un gritó y Víctor aprovechó para apretarle el pescuezo hasta que se quedó inmóvil.
Kerr trató de romper las cadenas que tenían sujetos a los hombres al poste, pero eran absurdamente resistentes.
Rak se había salido de debajo de la tela, lucía asustado y desorientado y Kerr lo cegó de nuevo. Era la oportunidad perfecta para matarlo, pero no podía ser él, ni tampoco nadie de su manada, debía ser alguien de Bosque Oscuro quien matara a su propio Alpha, de lo contrario, la manada de Víctor se alzaría como ganadora y tendrían que absorber a Bosque Oscuro. Esos no eran los planes.
—¿Qué hacemos? —le preguntó a Rodolfo y el lobo lo miró con intensidad.
—Mátalo, Kerr —le dijo y Kerr sintió que le temblaron las rodillas.
—No puedo hacerlo, tienes que ser tú —el hombre negó.
—Incluso si me transformo, estas cadenas no se romperán, están hechas para eso, y las llaves las tiene él en su bolsillo. —Kerr se pasó los dedos por el rubio cabello, inquieto —Hazlo Kerr —le dijo Rod luego le gritó —¡Matalo! —Kerr se puso de pie aún concentrado en cegar al Alpha que tenía un enorme cuchillo en la mano y que estiraba para todas partes intentando agarrar lo primero que se le atravesara.
Kerr caminó hacia él, nunca en su vida había matado a una persona, y no le importó que Rak fuera tan malo como para merecerlo, era algo que le producía una desazón incontrolable dentro del cuerpo y la fuerza llegó, esa que quería escapar de él y Rak aprovechando el momento de debilidad de Kerr para intentar escapar.
Kerr cayó de rodillas sosteniendo su estómago por la acometida de dolor que le produjo la fuerza y apretó los dientes para no perder la concentración.
—No ahora —dijo entre dientes y respiró pausadamente por un segundo hasta que el dolor se redujo, pero no desapareció. Se puso de pie y caminó hacia Rak, dejó de proyectarle la ceguera y le envió el dolor paralizante del suero púrpura y el Alpha cayó al suelo en medio de convulsiones.
Kerr le quitó el cuchillo de la mano y se lo puso en el cuello, eso era solamente lo que tenía que hacer para acabar con la guerra, sólo tenía que dejar que el cuchillo se deslizara por la carne suave del hombre que lo miraba con un terror absoluto y Kerr pasó saliva.
Muchas cosas le cruzaron la cabeza en ese momento, la imagen del oscuro cabello de Vanya, el rubio y ondulado de Benjamín, con sus ojos azules y su sonrisa clara, también la voz de Lera en el baño todas las tardes.
Eso era más grande que él, era más grande que cualquier remordimiento que pudiera llegar a sentir, era su manada y él la protegería hasta el fin, así que comenzó a deslizar el cuchillo y sintió como la piel del cuello comenzó a abrirse paso con el filo, pero todo cambió de repente.
Algo se clavó con fuerza en uno de sus costados y le arrancó toda la concentración del cuerpo. Volteó a mirar y vio a una muchacha apenas de unos veinte años asustada que tenía las manos llenas de sangre. Kerr miró donde sentía el fuerte dolor y comprobó que tenía un cuchillo clavado entre las costillas del lado izquierdo y lo sacó de un tirón acompañado de un grito. La muchacha salió corriendo por en medio de la feroz pelea que se libraba dentro de la tienda.
Cuando Kerr se volvió de nuevo hacia Rak, el Alpha ya no estaba, lo vio correr a unas decenas de metros y se puso de pie para seguirlo, pero la fuerza queriendo salir, más el dolor de la puñalada le hicieron perder el equilibrio.
Una fuerte alarma comenzó a sonar por todo el lugar, como el ruido de una trompeta desafinada y estruendosa y él sintió en su conciencia como decenas de personas corrieron hacia la tienda. Ya no había tiempo.
Saltó hacia el frente y cayó transformado, y agradeció que su lobo comenzara a curar la herida de inmediato. Corrió hacia donde estaba Rodolfo y sus hombres y de un fuerte golpe rompió el poste de donde estaban atados y la tienda se desplomó por completo cubriendo a los lobos que peleaban dentro.
Kerr agarró las cadenas de Rodolfo con el hocico y lo arrastró fuera de la tienda, luego estiró la conciencia, contactó a los suyos y les mostró el camino para salir de debajo de la tela.
Cuando Víctor lo alcanzó Kerr vio como su oscuro pelaje estaba cubierto de sangre espesa, y sobre él parecía petróleo, pero no era sus sangre.
—¿Qué pasó? —Le preguntó alterado y Kerr le apartó la mirada.
—Rak escapó, tenemos que irnos —Antes de alejarse de su Alpha, Kerr sintió en la conciencia del hombre una ira ciega.
Se llevaron consigo a Rodolfo y los suyos, no podían dejarlos ahí y no tuvieron tiempo de romper las cadenas, así que cada uno llevó a uno y cuando llegaron a la fábrica Víctor se transformó y cruzó la puerta desnudo y lleno de sangre.
—Nunca debí confiar en ti —le dijo a Kerr en cuanto entró, y Kerr se transformó dejando a Rodolfo en una esquina.
—Era la mejor opción.
—Y fallamos.
—¿Cómo podíamos saber que descubrirían a Rodolfo? —preguntó Kerr, los miembros de la manada comenzaban a llegar curiosos por la gritería —sólo hay que planearlo mejor la próxima vez —Víctor le apuntó con el dedo furioso.
—Ya no habrá próxima vez, los ancianos tenían razón, no debí confiar en ti —Kerr sintió que la cara se le enrojeció.
—No puedes hacer una guerra de esa forma, nos estás condenando — Víctor avanzó hacia Kerr, lo tomó con fuerza por el cuello comenzando a asfixiarlo y lo estrelló contra la pared.
—Lo haremos así porque yo soy tu Alpha y tienes que obedecerme —Kerr negó.
—No está bien.
—¡Yo soy el Alpha! —le gritó y Kerr lo empujó.
—¡No por eso significa que tengas la razón! Lo que harás es un suicidio y yo no…
—¿No qué? —le interrumpió Víctor —¿Me vas a retar por el mandato de esta manada? —Kerr sintió tanta rabia que la fuerza quiso salir de nuevo, pero esta vez no se dejaría amedrentar por nada. Los rostros de las personas que quería y apreciaba cruzaron por su mente y levantó el mentón.
—Si —dijo y todos los presentes lanzaron un grito —te reto por el mandato de esta manada —Víctor dio un paso al frente.
—Entonces que así sea.
Cuando Kerr llegó a su catre se encontró con su chaqueta de cuerpo perfectamente doblada y lavada sobre la cama. La tomó entre sus manos y la olió.Ni siquiera valía la pena empacar sus cosas, si ganaba la pelea se convertiría en el Alpha de la mandada, si perdía Víctor lo mataría sin compasión y se libraría de él de una vez por todas.Buscó únicamente con qué cubrirse de la cintura para abajo y cuando bajaba las escaleras se encontró con Clarisa que subía asustada y con la cara pálida.—No puedes hacer esto —le dijo y Kerr intentó rodearla, pero la mujer le apretó con intensidad el brazo.—No tengo opción —le dijo y la mujer lo apretó aún más.—Claro que tienes, solo no lo retes, uno de los dos morirá a manos del otro, eso no estará bien.—Tengo que hacerlo —le dijo Kerr y le arrebató la mano con fuerza —Víctor llevará al exterminio a esta manada por su arrogancia y yo no lo voy a permitir.—él cree que hace lo correcto —lo justificó la doctora y Kerr la miró a los ojos.—Solo porque
Kerr caminó hacia la fábrica, no quiso permitirse sentir nada, nada en absoluto, únicamente apretó con fuerza el estómago intentando retener la fuerza que intentaba escapar mientras los pasos se le hacían difíciles de dar, como si caminara en una mezcla extraña de arena y miel.Abrió la puerta y entró a trompicones, los ojos se le llenaron de una niebla oscura que casi no le permitía ver nada alrededor.Subió las escaleras de dos en dos y se vistió, tenía el cuerpo sucio y lleno de sangre, pero no le importó, así se vistió, y cuando tomó la chaqueta de cuero la observó con duda, la apretó contra el pecho y luego la apartó. Lo había acompañado toda la vida, y sabía que la iba a echar de menos, era lo único que le quedaba del padre que nunca conoció, o que eso creía, pero no le importó, parecía que en ese momento ya nada le importaba.Bajó hasta la habitación de Benjamín y la dejó bien doblada sobre la cabecera de la cama, en ese momento sí le fue imposible evitar una lágrima fugaz por
Vanya le costó salir del bosque esa noche, llegó hasta el acantilado donde Kerr y ella habían saltado cuando Rak los acorraló y un nudo se formó en su garganta, durante todo el trayecto no hizo más que pensar en él, a cada momento y en cada instante, se sentía culpable y eso fue lo que la atormentó, ver sus ojitos azules entristecidos y con la mano estirada esperando que ella la tomara, eso la rompió un poco, pero, ¿Qué podía hacer ella? Ya no podía seguir sosteniendo esa mentira. Una mentira…A lo lejos vio las luces de la ciudad por sobre las copas de los árboles y apretó el arma en las manos, estaba alerta por si cualquier lobo parecía, pero esperó que con el atentado que le escuchó a los guardias que estaban haciendo a Rak, el lobo estuviera muy ocupado en sus campamento y no había más manadas en ese bosque, no al menos oficialmente, así que siguió caminando mirando alrededor y cuando llegó a la calle, rodeada de faroles y letreros que advertían que existían lobos en el bosque, si
Aleck no tenía mucho dinero, así que había alquilado una habitación junto al bosque por el poco dinero que tenía en los bolsillos. Era una habitación estrecha, con dos camas duras una al lado de la otra y un persistente olor a moho y humedad, y justo para él, con un olfato por encima de lo normal, le pareció bastante asqueroso. Había esposado a Sebastián al respaldo de la cama con unas esposas que le habían dado en los laboratorios, y mientras esperaban a que llegara la comida que él había ordenado, encendió el televisor para intentar distraerse un rato mientras llegaba la noche. —No entiendo— dijo Sebastián —hace rato, cuando saliste del auto, la luz no te quemó —Aleck se lo quedó mirando con una mueca de lástima en el rostro y le subió el volumen al programa de chismes que estaba en el televisor, no le apeteció informar a alguien tan ignorante sobre el tema. Por eso odiaba a los hombres lobo, siempre demostraron sentirse tan superiores a las demás especies del submundo que ni siqu
Cuando Kerr despertó, a pesar de todos los pensamientos que se agolparon en su mente, lo rodeaba una atmósfera de paz tan absoluta que casi se sintió en un ambiente irreal. Se preguntó si estaba muerto, era lo más probable, Había dejado que la fuerza en su interior, esa con la que tanto había luchado, escapara de su encierro, la dejó fluir por completo y sin remordimientos, dejando que el dolor que le produjo le arrancara todos los demás dolores que tenía en el alma, pero cuando abrió los ojos se encontró tirado en el suelo de la cabaña. El sol entraba a raudales por las ventanas rotas y motas de polvo le daban un aire peculiarmente tranquilizador. Se puso de pie, estaba completamente desnudo y su ropa estaba rasgada a un lado, al parecer, se había transformado en la noche sin darse cuenta.Trató de recordar qué había pasado cuando la fuerza se escapó de su cuerpo y no logró recordar más nada más allá del dolor. Se puso de pie, físicamente se sentía muy bien, más que eso se sentía g
El hombre llevó a Kerr dentro de la sala de reuniones donde antes Víctor reunía a la manada antes del llamado y Kerr sintió una mala vibra, todo le traía malos recuerdos.Se sentaron en una mesa amplia y adornada con colgantes de colores y cuando el hombre se sentó junto a él, Kerr le apuntó con el dedo.—¿Hace cuánto sabes esto, Bernard? —le preguntó Kerr y el hombre aspiró hondo antes de hablar.—En realidad, lo sé desde el principio, al igual que los más mayores de la manada.—¿Y por qué nadie nunca quiso decirme nada? —Kerr no quería enojarse, pero le era casi imposible contener las emociones, se sentía como un estúpido.—El Alpha de ese entonces, el papá de Víctor… tu padre, él ordenó que no te dijeran hasta que tuvieras la edad necesaria — Bernard parecía avergonzado.—¿Y eso cuándo sería? —preguntó Kerr golpeando con el puño suavemente sobre la mesa.—No sé, pensamos te lo dirían después de su muerte pero…—Pero Víctor asumió el mandato de la manda y ordenó que nadie me lo dije
Kerr pasó la noche en el bosque, las cosas que había llevado, aunque pesadas, no le resultaron nada para su nuevo enorme lobo y le preocupó que un lobo de ese tamaño descomunal dejara un olor más fuerte, pero por más que extendió la conciencia en todas direcciones, no logró percibir nada en absoluto más que un par de animales.Las distancias que separaban a la ciudad de Pradera de la suya eran bastante enormes, y aunque hubiera podido ganar dinero de alguna forma para pagarse un boleto de avión que lo llevara a San Narciso, el pueblo contiguo a Pradera, y que lo llevaría en apenas un par de horas, le pareció agradable pasar un par de días completamente a solas para poder estar con sigo mismo.Su habilidad mental había explotado, a tal punto que casi cualquier cosa que pudiera imaginar podía lograr, y las pequeñas ardillas fueron los conejillos de indias de sus descansos entre carreras.Logró no solo controlar su voluntad a tal punto que pudo hasta hacer que olvidaran como respirar, ha
El silencio y la paz, eso fue lo primero que comenzó a molestar a Vanya. Desde la noche en la que había regresado a lomos de Víctor a la fábrica, toda la manada estaba sumida en un extraño silencio expectante.Habían transcurrido dos días desde que todo había pasado, y Rak no daba señales de vida, parecía que, o se había arrepentido de atacarlos, o estaba preparando una brutal arremetida. Fuera cual fuese el caso, Vanya sospechó que la manada no sobreviviría a aquello. Víctor seguía intentando entrenar a todos los menores y los ancianos del concejo se veían inquietos. Los terrenos de la manada se habían limitado al máximo, y en el bosque reinaba una inquietante paz. Vanya pasó la mayoría del tiempo recorriendo los alrededores en busca de rastros de Kerr, pero más allá de un rastro de sangre detrás de la fábrica no fue capaz de encontrar nada más, cosa que la preocupó. —Los desterrados normalmente dejan el país —le dijo Víctor una mañana mientras desayunaban. Vanya había tratado de