Vanya le costó salir del bosque esa noche, llegó hasta el acantilado donde Kerr y ella habían saltado cuando Rak los acorraló y un nudo se formó en su garganta, durante todo el trayecto no hizo más que pensar en él, a cada momento y en cada instante, se sentía culpable y eso fue lo que la atormentó, ver sus ojitos azules entristecidos y con la mano estirada esperando que ella la tomara, eso la rompió un poco, pero, ¿Qué podía hacer ella? Ya no podía seguir sosteniendo esa mentira. Una mentira…
A lo lejos vio las luces de la ciudad por sobre las copas de los árboles y apretó el arma en las manos, estaba alerta por si cualquier lobo parecía, pero esperó que con el atentado que le escuchó a los guardias que estaban haciendo a Rak, el lobo estuviera muy ocupado en sus campamento y no había más manadas en ese bosque, no al menos oficialmente, así que siguió caminando mirando alrededor y cuando llegó a la calle, rodeada de faroles y letreros que advertían que existían lobos en el bosque, sintió que parte de ella regresaba.
Caminó por las calles solitarias hasta que reconoció una tienda y de ahí a su casa le tomó al menos una hora, y cuando llegó le sorprendió ver que su auto aún estaba tal como lo había dejado la noche que Kerr se la había llevado, sólo que bien cerrado.
Las cosas de comer que traía en la bolsa estaban dentro del asiento del copiloto y unas ya se habían echado a perder. Subió las escaleras y levantó la maceta donde tenía escondida la llave y cuando entró comprobó que todo estaba intacto, excepto por las plantas secas junto a la ventana, agradeció no tener mascotas porque de lo contrario ya estuvieran muertas.
Se preguntó qué habría pasado mientras ella no estaba, era claro que la policía no había llegado a registrar su casa para investigar su repentina desaparición, ¿Por qué?
Llegó hasta el teléfono fijo y cuando lo descolgó comprobó que no tenía tono, de seguro lo habían cortado por no pagar el recibo ¿Cuánto tiempo había pasado secuestrada?
Llegó hasta su habitación y resistió la tentación de darse una ducha y dormir plácidamente en su cama, pero en vez de eso sacó las cajas que tenía debajo y buscó su viejo teléfono móvil y mientras lo puso a cargar buscó el contacto de Emily, su amiga de la escuela de policías.
Espero atenta a que la otra muchacha contestara, y cuando la voz de ella le llegó Vanya sintió un gran alivio.
—Vanya —le dijo ella, parecía sorprendida, pero no mucho —¿Cómo te está yendo? ¿Por qué no me contaste que te mudarías de ciudad? ¿Por qué me llamas de tu antiguo número? —Vanya abrió la boca para contestar, pero luego la cerró.
—Emy —le dijo —siento no haberte contado antes, salió de improvisto —siguió la corriente —¿Cómo te enteraste? —la muchacha al otro lado se hizo esperar.
—¿Estás bien? —le preguntó y Vanya asintió con la cabeza, como si la otra la pudiera ver.
—Si, estoy bien, super, quería llamar a saludar y preguntar como va todo.
—Bueno, no te negaré que fue raro que dejaras la escuela de policía tan de repente y únicamente con una carta, pero me alegra que estés bien, me preocupé —había genuina preocupación en el tono de voz de la otra y Vanya se sintió mal. No eran las mejores amigas, pero sí había una buena conexión entre ellas —¿Volverás? —le preguntó después de un rato.
—No lo sé, Emy, tal vez. No lo sé, necesitaba tiempo para pensar, espero volver pronto —se despidieron con un hasta pronto y Vanya se acostó en la cama boca arriba mirando el techo.
—Fue papá —dijo para sí misma —él inventó una carta para que nadie sospechara mi desaparición —no entendió las razones del por qué lo había hecho, pero le quedaba claro que él había sido. No se extrañó de que hubiera enviado un par de mercenarios para rescatarla.
Se volteó de lado y miró los posters que tenía en la pared, eran un par de policías armados que le serían de inspiración para las mañanas complicadas, y uno de ellos tenía unos bonitos ojos azules parecido a los de Kerr, pero no eran como los de él, lo suyos tenían un parecido al cielo límpido de los veranos intensos, despejados y claros, y se preguntó por qué seguía sintiendo ese nudo en el pecho tan incómodo.
Se hizo un ovillo en la cama y lloró, no lo pudo contener, no era tan fuerte, no para intentar contener esa emoción indescriptible.
Después de que su almohada recibió toda la amargura de su culpa, se puso de pie, se dio una ducha con agua caliente y llenó una maleta grande con mucha ropa, ropa cómoda y que le protegía la piel y varios pares de zapatos firmes y de suela gruesa. Buscó herramientas, un pedernal, paracord y un kit de supervivencia y cuando terminó, parecía que se iba de excursión al fin del mundo.
Empacó su teléfono, no sabía qué había hecho Kerr con el que tenía cuando la secuestró, pero ese le serviría, aunque no supo si a donde iría tendría energía eléctrica.
Se preparó, tomó uno de los dardos que le había dado Lina en la palma de la mano y cuando abrió la puerta se encontró con un hombre alto, pálido como la nieve y con unas gafas oscuras.
—¿Qué quiere? —le preguntó ella y sintió como le tembló la voz, era entrada la madrugada. El hombre miró alrededor comprobando que no hubiera nadie y luego se quitó las gafas. Vanya vio como los ojos rojos parecían brillar en la oscuridad de la entrada y le sonrió de lado exhibiendo unos colmillos largos.
—¿Vanya Quiroz? —preguntó él, tenía una voz airosa y ella asintió con la cabeza, era más que obvio que sabía quién era y según lo poquísimo que sabía de los vampiros según los guardias que la custodiaban, los de ojos rojos eran los más fuertes.
Se preguntó si ese era al mismo que los había atacado en la cabaña y que se había llevado a Sebastián, pero ese trabajaba para su padre, y por la expresión que adquirió en cuando ella le confirmó que era la persona que buscaba, supo que no tenía para ella buenas intenciones.
—¿Qué quiere? —le preguntó ella con la voz más firme que fue capaz de soltar y él la tomó de la muñeca.
—Venganza —dijo y Vanya aprovechó que la dejó de mirar para arrastrarla clavó el dardo en su cuello.
Sabía que estaban diseñados únicamente para lobos, pero no le importó, no tenía como mas defenderse del vampiro y pareció funcionar, ya que cayó al suelo lanzando un grito de dolor y Vanya lo pateó para salir corriendo, pero él la tomó por el tobillo y ella rodó por las escaleras. El bolso en una vuelta la protegió de golpearse la espalda y en la otra la empujó de barriga contra el suelo raspándole el mentón.
Vanya se puso de pie y salió corriendo, aunque sintió que el vampiro corrió detrás de ella, la tomó del cabello y la jaló hacia atrás. Vanya lo miró, el color rojo de sus ojos había desaparecido y parecía débil, pero aún así era mucho más fuerte que ella.
Gritó e intentó zafarse del hombre como le habían enseñado en la escuela de policía, y la maniobra le funcionó a medias, y el hombre comenzó a arrastrarla del cabello por la calle, con el bolso enorme aún colgado en la espalda y Vanya pensó que era el fin, pero una sombra enorme pasó volando sobre ella con un rugido y Vanya logró ver a un lobo muy oscuro que tomó al vampiro de un solo mordisco y lo lanzó contra el auto de Vanya que se rompió por todas partes y el vampiro se quedó inmovil.
Vanya se puso de pie con emoción y miró al lobo.
—¡Kerr! —gritó emocionada pero cuando lo miró bien le entró una decepción enorme, ese lobo tenía los ojos oscuros y una mancha blanca en el pecho, no era Kerr —¿Víctor? —preguntó y el hombre volvió a su forma humana, Vanya intentó no mirarlo desnudo —¿Me seguiste? —él asintió y caminó hacia el vampiro para comprobar si estaba muerto o inconsciente.
—Como lo sospeché —dijo —los aquelarres también están en tu búsqueda —Vanya ladeó la cabeza.
—¿Los aquelarres son de vampiros? ¿no eran de brujas? —Víctor no le contestó, caminó hacia ella y la tomó por los hombros.
—Ve a un lugar que no hayas frecuentado antes y escóndete mientras caer tu padre o no estarás en paz —Vanya recordó de golpe que debía de estar furiosa con él y se apartó mirando hacia el bosque.
—Yo sé a dónde ir —le dijo y caminó hacia el bosque, y cuando estaba en el borde miró hacia la oscuridad del interior sin saber muy bien a dónde debía ir.
—Kerr no está —le dijo él y Vanya negó.
—Lo voy a encontrar —Víctor avanzó hacia ella y se paró a su lado.
—Ven a la fábrica, te lo debo, él te secuestró bajo mi orden, allá te protegeremos.
—¿Olvidaste que están en una estúpida guerra? —le preguntó ella con agresividad y él negó.
—Será tu decisión, ir a la fábrica con la manada, esconderte en la ciudad o suicidarte al entrar al bosque que está repleto de criaturas del submundo que te quieren secuestrar —Vanya miró al suelo, Kerr había salido desde la fábrica, era un buen lugar para empezar.
—Está bien, pero no seré una secuestrada —Víctor negó.
—Serás nuestra invitada — saltó hacia el frente y cayó transformado y le indicó a Vanya que se subiera en su lomo y ella lo hizo. No pudo evitar sentir un vacío en el pecho al sentir el pelaje del Alpha diferente al de Kerr.
Aleck no tenía mucho dinero, así que había alquilado una habitación junto al bosque por el poco dinero que tenía en los bolsillos. Era una habitación estrecha, con dos camas duras una al lado de la otra y un persistente olor a moho y humedad, y justo para él, con un olfato por encima de lo normal, le pareció bastante asqueroso. Había esposado a Sebastián al respaldo de la cama con unas esposas que le habían dado en los laboratorios, y mientras esperaban a que llegara la comida que él había ordenado, encendió el televisor para intentar distraerse un rato mientras llegaba la noche. —No entiendo— dijo Sebastián —hace rato, cuando saliste del auto, la luz no te quemó —Aleck se lo quedó mirando con una mueca de lástima en el rostro y le subió el volumen al programa de chismes que estaba en el televisor, no le apeteció informar a alguien tan ignorante sobre el tema. Por eso odiaba a los hombres lobo, siempre demostraron sentirse tan superiores a las demás especies del submundo que ni siqu
Cuando Kerr despertó, a pesar de todos los pensamientos que se agolparon en su mente, lo rodeaba una atmósfera de paz tan absoluta que casi se sintió en un ambiente irreal. Se preguntó si estaba muerto, era lo más probable, Había dejado que la fuerza en su interior, esa con la que tanto había luchado, escapara de su encierro, la dejó fluir por completo y sin remordimientos, dejando que el dolor que le produjo le arrancara todos los demás dolores que tenía en el alma, pero cuando abrió los ojos se encontró tirado en el suelo de la cabaña. El sol entraba a raudales por las ventanas rotas y motas de polvo le daban un aire peculiarmente tranquilizador. Se puso de pie, estaba completamente desnudo y su ropa estaba rasgada a un lado, al parecer, se había transformado en la noche sin darse cuenta.Trató de recordar qué había pasado cuando la fuerza se escapó de su cuerpo y no logró recordar más nada más allá del dolor. Se puso de pie, físicamente se sentía muy bien, más que eso se sentía g
El hombre llevó a Kerr dentro de la sala de reuniones donde antes Víctor reunía a la manada antes del llamado y Kerr sintió una mala vibra, todo le traía malos recuerdos.Se sentaron en una mesa amplia y adornada con colgantes de colores y cuando el hombre se sentó junto a él, Kerr le apuntó con el dedo.—¿Hace cuánto sabes esto, Bernard? —le preguntó Kerr y el hombre aspiró hondo antes de hablar.—En realidad, lo sé desde el principio, al igual que los más mayores de la manada.—¿Y por qué nadie nunca quiso decirme nada? —Kerr no quería enojarse, pero le era casi imposible contener las emociones, se sentía como un estúpido.—El Alpha de ese entonces, el papá de Víctor… tu padre, él ordenó que no te dijeran hasta que tuvieras la edad necesaria — Bernard parecía avergonzado.—¿Y eso cuándo sería? —preguntó Kerr golpeando con el puño suavemente sobre la mesa.—No sé, pensamos te lo dirían después de su muerte pero…—Pero Víctor asumió el mandato de la manda y ordenó que nadie me lo dije
Kerr pasó la noche en el bosque, las cosas que había llevado, aunque pesadas, no le resultaron nada para su nuevo enorme lobo y le preocupó que un lobo de ese tamaño descomunal dejara un olor más fuerte, pero por más que extendió la conciencia en todas direcciones, no logró percibir nada en absoluto más que un par de animales.Las distancias que separaban a la ciudad de Pradera de la suya eran bastante enormes, y aunque hubiera podido ganar dinero de alguna forma para pagarse un boleto de avión que lo llevara a San Narciso, el pueblo contiguo a Pradera, y que lo llevaría en apenas un par de horas, le pareció agradable pasar un par de días completamente a solas para poder estar con sigo mismo.Su habilidad mental había explotado, a tal punto que casi cualquier cosa que pudiera imaginar podía lograr, y las pequeñas ardillas fueron los conejillos de indias de sus descansos entre carreras.Logró no solo controlar su voluntad a tal punto que pudo hasta hacer que olvidaran como respirar, ha
El silencio y la paz, eso fue lo primero que comenzó a molestar a Vanya. Desde la noche en la que había regresado a lomos de Víctor a la fábrica, toda la manada estaba sumida en un extraño silencio expectante.Habían transcurrido dos días desde que todo había pasado, y Rak no daba señales de vida, parecía que, o se había arrepentido de atacarlos, o estaba preparando una brutal arremetida. Fuera cual fuese el caso, Vanya sospechó que la manada no sobreviviría a aquello. Víctor seguía intentando entrenar a todos los menores y los ancianos del concejo se veían inquietos. Los terrenos de la manada se habían limitado al máximo, y en el bosque reinaba una inquietante paz. Vanya pasó la mayoría del tiempo recorriendo los alrededores en busca de rastros de Kerr, pero más allá de un rastro de sangre detrás de la fábrica no fue capaz de encontrar nada más, cosa que la preocupó. —Los desterrados normalmente dejan el país —le dijo Víctor una mañana mientras desayunaban. Vanya había tratado de
Kerr no supo cómo sentirse al respecto, las personas que se reunieron alrededor de él comenzaron a tocarlo y abrazarlo como si fuera parte de ellos de toda la vida y regresara después de un largo viaje, tal vez así había sido.Después de un rato, cuando casi todo el mundo le había estrechado la mano o dado un fugaz abrazo acompañado de un “bienvenido” Kerr se dirigió al hombre de cabello negro que tenía sus ojos y le habló.—No… no entiendo —le dijo, emotivo, y él se acercó, lo abrazó de nuevo y comenzó a arrastrarlo por el bosque.—¿Qué sabes? —le preguntó el hombre —parece que no mucho —Kerr negó con la cabeza.—Hace apenas un par de días me enteré que mamá era de acá —el hombre lo siguió arrastrando, se veía feliz y emocionado, como si hubiera recibido el juguete de navidad que había esperado toda la vida.Cuando llegaron a una tienda de campaña alta y hecha de una tela gruesa e impermeable el hombre lo metió de un tirón y Kerr se quedó asombrado.La tienda de campaña parecía ser p
A Aleck le sorprendió la fuerza con la que Sebastián lo había golpeado, no era ni un cuarto de lo que podía soportar, pero para el lobo, que tenía cegado los poderes, le pareció que fue un buen golpe. Corrió siguiendo el rastro oloroso del lobo con la maleta al hombro, parecía que a pesar de estar atado de manos era bastante rápido. Lo encontró unos metros más allá de pie junto a un árbol, lo miraba fijamente, como si lo estuviera retando y Aleck avanzó con paso firme, dejó caer el bolso al suelo y avanzó con paso firme. —¿Qué pretendías con esto? —le preguntó y Sebastián se lo quedó mirando con una medio sonrisa en la boca —sabes que sin poderes será imposible que huyas de mi —Aleck siguió avanzando y cuando estaba a solo dos metros del lobo, el suelo bajo sus pies se abrió con fuerza y en seco, como un golpe fuerte y cayó al vacío. Era un pozo hondo, bastante, y por suerte los poderes de Aleck le ayudaron a girar en el aire como un gato y voltear los pies hacia el suelo. El fond
42Kerr permaneció sentado a solas en la cabaña mientras la Alpha se retiró. Si era honesto consigo mismo, le asustaba hablar con Moira, apenas hacía una hora que se enteró que él pertenecía a una raza superior de hombres lobo y ya estaba a punto de hablar con una de las primeras que ha existido desde hace siglos.—Es menor que tú —le había dicho la pelirroja — pero su despertar fue mucho antes, tal vez te sirva para aclarar algunas cosas, no lo sé —y se había retirado a buscarla.Las manos de Kerr sudaban, la cabaña era amplia y cálida y aunque no lo fuera, le pareció que su nuevo cuerpo le ayudaba a conservar mejor el calor, ya que a esas alturas de la montaña el frío era bastante intenso.Mientras esperaba miró la silla que tenía Karina a modo de trono y le pareció graciosos, se imaginó que en el momento en que Rak se diera cuenta de ese querría una para sí mismo. La broma interna que se hizo le amargó la boca, le fue imposible no preguntarse qué estaba pasando en la manada. ¿Vícto