A Aleck le sorprendió la fuerza con la que Sebastián lo había golpeado, no era ni un cuarto de lo que podía soportar, pero para el lobo, que tenía cegado los poderes, le pareció que fue un buen golpe.
Corrió siguiendo el rastro oloroso del lobo con la maleta al hombro, parecía que a pesar de estar atado de manos era bastante rápido.
Lo encontró unos metros más allá de pie junto a un árbol, lo miraba fijamente, como si lo estuviera retando y Aleck avanzó con paso firme, dejó caer el bolso al suelo y avanzó con paso firme.
—¿Qué pretendías con esto? —le preguntó y Sebastián se lo quedó mirando con una medio sonrisa en la boca —sabes que sin poderes será imposible que huyas de mi —Aleck siguió avanzando y cuando estaba a solo dos metros del lobo, el suelo bajo sus pies se abrió con fuerza y en seco, como un golpe fuerte y cayó al vacío.
Era un pozo hondo, bastante, y por suerte los poderes de Aleck le ayudaron a girar en el aire como un gato y voltear los pies hacia el suelo.
El fondo del pozo estaba lleno de estacas puntiagudas y él logró afianzarse a una de las paredes arrancando la tierra en grandes trozos y cuando logró detenerse bajó rápido hasta el fondo evitando las puntiagudas puntas.
Volteó a mirar hacia arriba y se encontró con Sebastián, el lobo tenía la cara roja y cuando levantó la mano sostenía en ella el pequeño control remoto que le enviaba el suero que anulaba sus poderes.
— ¡No! —gritó Aleck con fuerza y comenzó a trepar como una hormiga por la pared, pero cuando, de un hábil salto, salió del pozo el control remoto ya está roto a los pies del lobo —¿qué hiciste? —le preguntó con rabia mirando los trozos de plástico.
—Tienes solo unas seis horas antes de que regresen mis poderes —le dijo el lobo —yo que tú, las aprovecharía para alejarme —Aleck avanzó hasta él, tan cerca que sus narices se rozaron, pero el lobo no retrocedió.
—¿Crees que te tengo miedo? —le preguntó en un susurro y Sebastián no contestó —seis horas serán suficientes, ya lo verás —se alejó y caminó hacia el bolso. Sebastián había desperdigado todas las cosas buscando el control y él encontró el tarrito con spray que le había dado el doctor, ya no le importaba qué tanto daño podía hacerle, solo quería acabar con la misión lo antes posible.
Regresó sobre sus pasos y cuando Sebastián lo vio retrocedió, pero le era imposible huir del vampiro mientras no recuperara sus poderes, así que Aleck dio un salto al frente y recorrió en menos de un milisegundo lo que faltaba para estar a la altura del hombre y lanzó dos fuertes chorros de spray a la cara de Sebastián que lo miró confundido por un segundo, pero cuando respiró, cayó arrodillado lanzando un fuerte grito de dolor.
Apretó la tierra con tanta fuerza que se le metió debajo de las uñas, nunca había sentido tanto dolor en su vida, ni siquiera con el dardo que le había lanzado aquel transformista en la cabaña para secuestrarlo, ese líquido era mucho más fuerte, era algo que golpeaba en su corazón y directamente en su voluntad, perdió la conciencia, pero el dolor no se fue.
Aleck miró con horror cómo el cuerpo de Sebastián se contorsionó en el suelo en medio de convulsiones violentas, luego se puso en cuatro patas, como si estuviera transformado, pero aún en su forma humana y comenzó a caminar de esa forma.
Parecía como un exorcismo, como si si se hubiera llenado con mil demonios y cada uno manejara parte de su cuerpo .
Aleck miró el frasco que tenía en la mano con horror y lo dejó caer al suelo al tiempo que corrió detrás de Sebastián que intentaba correr en cuatro patas.
Cuando lo alcanzó, el hombre había chocado contra un árbol y pretendía seguir su camino empujándolo en vez de rodearlo. Aleck se agachó y lo miró a la cara, estaba enrojecida y los ojos verdosos llenos de gruesas lágrimas que mojaban la tierra.
—¿Qué hice? —se preguntó en voz alta y lo tomó por los hombros, se acostó en el suelo recostando la espalda en el tronco y recostando al hombre sobre su pecho.
El científico le había dicho que lo usara con precaución, y él le había soltado dos enormes disparos justo en la cara.
Sebastián trató de huir de él, tenía el doloroso instinto de ir a casa, pero Aleck no lo permitió, lo recostó contra su pecho con fuerza mientras la palma de su mano estaba puesta sobre el pecho sintiendo los desbocados latidos de su corazón.
—Lo siento — le dio el vampiro y le agarró las manos para que no se hiciera daño —lo siento —le repitió, no sabía si el hombre podía escucharlo en esa condición, así que se limitó a apretarlo contra su cuerpo por al menos una horas hasta que las convulsiones y el dolor cedieron y el cuerpo de Sebastián se relajó como si se hubiera muerto, pero Aleck podía escuchar los latidos de su corazón, eran lentos, como si estuviera dormido y él se quedó ahí, con miedo a hacer algún movimiento que pudiera despertarlo.
Se preguntó qué haría, ya no tenía cómo controlar al lobo y en unas horas obtendría de nuevo sus poderes, ¿sería capaz de pelear con él? No, claro que no, no podría.
Miró para todas partes, y pensó en huir, era lo mejor, si se iba de ahí el lobo tal vez no lograría encontrarlo para vengarse por el dolor que le había causado.
Sebastián se removió, como si su sueño estuviera atormentado por pesadillas y Aleck le acarició el firme pecho para intentar calmarlo. El olor del lobo era agradable, por debajo del olor a tierra y sudor había un olor más intenso, como una flor dulce y ácida y Aleck no pudo evitar olerle el cabello. Los mechones ondulados le hicieron cosquillas en la nariz y él se quedó ahí, quieto, con la firme espalda del hombre sobre su pecho.
Aleck deslizó los labios por su cabello hasta que llegó a su oreja, era blandita y suave, como el pétalo de una roza y ahí le susurró:
—Lo siento, no sabes cuanto lo siento, pero necesito el dinero, necesito que viva mi mamá y lo haré — Sebastián seguía inconsciente, y Aleck se quedó quieto, muy quieto.
Vanya entró a la fábrica, y caminó directo a donde estaban las celdas de los lobos de la manada de Rak. Aunque eran muy fuertes y podrían salir si hubieran querido, estaban bien custodiados por varios hombres con pistolas artesanales de dardos. Cuando vieron llegar a Vanya, se pusieron de pie.
—Eres tú —dijo uno de los hombres, era alto y calvo, con una barba larga —esta guerra comenzó por ti —le dijo y Vanya apretó los barrotes de la celda.
—Y por mi terminará — le dijo —necesito de tu ayuda, ¿eres Rodolfo? — el hombre asintió.
—Si, soy Rodolfo, y no voy a ayudarte, a ninguno, no mientras estemos metidos en estas celdas —Vanya pasó saliva.
—Depende de en lo que puedan ayudarnos veremos si los sacamos de aquí — Rodolfo se sentó de nuevo en la dura cama y le apartó la mirada.
—Todos moriremos —le aseguró —Rak es un maldito sádico despiadado.
—Lo sé, acabó de aparecer un miembro de esta manada desollado —Rodolfo apretó los labios.
—Es solo el principio —le comentó el hombre —Rak nació para la guerra, y es lo que ha hecho por todo su mandato, ¿Cómo crees que ha llegado a tener una manada tan grande? Destruyendo manadas más pequeñas y absorbiéndolas.
—Debe tener una debilidad —le dijo Vanya, más con esperanza que otra cosa y el hombre se rio.
—Tiene muchas, a decir verdad, odia perder y es un maldito cobarde, jamás empieza una pelea que sabe que puede perder, el problema no es él, si no sus lame suelas. Darían la vida por él, tienen una lealtad ciega, sobre todo el tuerto —Vanya se rio.
—¿Ese no fue el que sometió Kerr cuando los vimos por primera vez antes de saltar por el acantilado? —Raúl asintió.
—Si, pero Kerr ya no está, Víctor y el otro lobo fuerte no pueden con todos y los demás serán solo un estorbo —Vanya trató de ignorar el hueco en el pecho que se le formó al recordar a Kerr, así que sacudió la cabeza y se acercó más a los barrotes. Los guardias estaban listos para atacar en cualquier momento.
—Ayudanos a detenerlo —le pidió ella y el hombre le apartó la mirada.
—Deberían huir mientras pueden.
—¿Y luego qué? Mi papá sigue ahí, y si no es Rak será él, huir no basta, hay que pelear, y ganar —Rodolfo se puso de nuevo de pie y caminó hasta Vanya.
—Admiro tu valor, pero no sé si haya alguna opción —Vanya asintió.
—Recuerdas lo que le quitó los poderes a Rak, tenemos mucho más, y yo sé cómo hacer que se lo traguen en el aire que respiran —Rodolfo sonrió de lado.
—Sácame de aquí y les ayudaremos —Vanya metió la mano por los barrotes.
—¿Trato?
—Trato.
42Kerr permaneció sentado a solas en la cabaña mientras la Alpha se retiró. Si era honesto consigo mismo, le asustaba hablar con Moira, apenas hacía una hora que se enteró que él pertenecía a una raza superior de hombres lobo y ya estaba a punto de hablar con una de las primeras que ha existido desde hace siglos.—Es menor que tú —le había dicho la pelirroja — pero su despertar fue mucho antes, tal vez te sirva para aclarar algunas cosas, no lo sé —y se había retirado a buscarla.Las manos de Kerr sudaban, la cabaña era amplia y cálida y aunque no lo fuera, le pareció que su nuevo cuerpo le ayudaba a conservar mejor el calor, ya que a esas alturas de la montaña el frío era bastante intenso.Mientras esperaba miró la silla que tenía Karina a modo de trono y le pareció graciosos, se imaginó que en el momento en que Rak se diera cuenta de ese querría una para sí mismo. La broma interna que se hizo le amargó la boca, le fue imposible no preguntarse qué estaba pasando en la manada. ¿Vícto
43Cuando Kerr salió de la cabaña tenía en el cuerpo una extraña sensación. La conversación con Moira le había ayudado al menos a entender que lo que le había pasado era meramente un acto evolutivo y que no iba a explotar en cualquier momento, pero el qué hacer con eso le dejó un gran vacío.Las antiguas leyes decían que, si un lobo era expulsado no podía regresar jamás a la manada, a menos de que se posesionara un nuevo Alpha y le permitiera regresar, pero las antiguas leyes ya no aplicaban, las manadas dejaron de creer en cuentos fantásticos y actuaban con más libertad, él podía volver si quisiera a la manada, estaba seguro que si ayudaba en la guerra a Víctor no le quedaría más opción que aceptarlo de vuelta si le juraba de nuevo lealtad, pero ¿quería en realidad?Todas las personas, lobos o humanos, que pertenecían a allí lo habían tratado como si nunca hubiera existido, no supo si acreditarles el hecho de que era el hijo de dos lobos o que simplemente eran desagradables por natur
44Cuando Sebastián despertó, la noche comenzaba a caer sobre el bosque y lo inundaba todo con sombras alrededor fantasmagóricas y espesas. Tenía el cuerpo entumecido y dolorido, le recordó la noche después de que despertara cuando le habían disparado el dardo y lo habían llevado a las pequeñas instalaciones del papa de Vanya.Respiró profundo, y los olores estaban un poco más intensos, como si sus habilidades comenzaran a reaparecer. Alguien bajo él se movió y Sebastián se percató de que estaba acostado sobre alguien y cuando volteó la cabeza se encontró con Aleck, el vampiro tenía el entrecejo apretado mientras dormía, era como si estuviera batallando con algún demonio en una pesadilla.Lo tenía abrazado desde atrás, como si lo estuviera protegiendo de algo y Sebastián recordó las convulsiones que le produjo el líquido que él mismo le había tirado. Ese había sido un dolor diferente, como una especie de punzada en la cabeza y su cuerpo comenzó a moverse sin su consentimiento. Intentó
45Kerr se vistió con rapidez, tenía el corazón acelerado por todo lo que había pasado en menos de diez minutos y no entendió la reacción de Karina.La alarma resonó con fuerza por todo el lugar, parecía una corneta fuerte soplada por alguien y Kerr extendió la conciencia y encontró en las mentes de los demás que la alarma era para una reunión extraordinaria del consejo.Guardó sus cosas dentro del bolso y contempló a Alphita con un nudo en el estómago, como si con verlo a él estuviera viendo a Vanya que le reclamara por acostarse con Karina.—Yo no fui el que traicionó primero —dijo y lanzó el peluche contra las paredes de la tienda y rebotó de bajo de la cama, luego se agachó, lo recogió y lo guardó en el bolso junto con sus demás cosas.Cuando salió de la tienda comprobó que las personas de la manada estaban relativamente intranquilas, en sus conciencias Kerr leyó que hacía mucho no sonaba la alarma del concejo, pero esperaban con ansias el que no fuera nada importante.Kerr buscó
46Víctor no quería enfrentar la situación, cuando Sebastián entró por las puertas de la fábrica con el vampiro en brazos él mismo envió a un par de muchachos para adecuar una de las celdas para la criatura de la noche, aunque tenía superfuerza, le tomaría un par de minutos liberarse y apostó allí varios guardias armados con dardos por si el vampiro intentaba huir.Se encerró en su habitación y aunque Sebastián tocó la puerta un par de veces él lo despachó con un: “estoy ocupado” pero lo cierto era que estaba sentado en la orilla de la cama con la mirada perdida por la minúscula ventana que daba al bosque. observó la habitación, que no era más que una bodega con una cama y un par de cuadros con fotos que a la fuerza Lina había traído de su antigua casa, por lo demás, las paredes estaban mohosas y en mal estado de un color gris cemento. La puerta se abrió y Lina entró meneando la enorme barriga por todas partes y se quedó mirándolo con los brazos cruzados sobre el pecho. Víctor le a
Kerr entró a la tienda que le habían asignado y la miró con decepción, por alguna razón se hizo a la idea de que pasaría al menos unos cuantos días en la manda y que no tendría que enfrentar sus problemas tan rápido, pero ahí estaba, empacando sus cosas listo para regresar a enfrentarlo todo, pero claro que no estaba preparado, si lo estuviera se hubiera dejado llevar por Karina y hubiera tenido una buena noche de sexo, pero el maldito Alphita de peluche tenía que haber aparecido para recordarle lo miserable que tenía que seguir siendo.Se acostó en la cama a pensar, afuera había cierta conmoción de todas las personas que estaban empacando sus cosas y Kerr creyó que debería salir a ayudar, pero no lo hizo, no quería salir de la cama.Se quitó los zapatos y se cubrió con las sábanas y cerró los ojos con fuerza, recordó la humedad de Vanya y lo que sintió en el cuerpo cuando se hundió dentro de ella, lo que sintió cuando la miró a los ojos verdes dilatados y como terminó dentro de ell
48Sobrevivir a la nocheVanya terminó de subir las escaleras con el corazón en la mano, en el comedor estaba ya reunida toda la manada, los humanos y los jóvenes, mientras que los lobos adultos se dispersaron por todo el lugar.De una rápida mirada comprobó alrededor, las ventanas estaban bien selladas con gruesos palos de madera y la puerta principal había sido soldada con enormes vigas de metal que Vanya no sabía de dónde había sacado Víctor.Estaban bien fortificados dentro de la fábrica y Vanya se sintió un poco segura, solo tenían que sobrevivir la noche, si así lo hacían, tal vez Rak se alejara para buscar otra forma de abordarlos.Se unió a los demás que estaban amontonados en el comedor, la mayoría armados con armas artesanales llenas de dardos listos para disparar a cuanto un lobo se le atravesara y Vanya agarró la mano de Lina, la esposa del Alpha, que se veía sudorosa y pálida.—Ya verás que todo va a salir como lo planeado —le comentó ella y Lina apenas la miró cuando asi
Vanya vio como Clarisa se agachó entre las piernas de Lina y tanteó con los dedos la entrada, a lo lejos, se podía escuchar el ruido que hacía la manda acercándose.—Estás muy dilatada, ¿desde hace cuanto estás en trabajo de parto? —le preguntó la doctora y Lina ladeó la cabeza y se mordió el labio cuando la acometió una nueva contracción.—Desde esta mañana, pero pensé que era otra cosa, o estrés —contestó, Lina miró a Vanya y ella notó en sus ojos una preocupación absoluta —¿Por qué ahora mi amor? —le dijo la mujer al bebé y se acarició la enorme barriga.Clarisa la tomó de la mano y comenzó a llevar a Lina hacia la enfermería, un par de ancianas se metieron con ella y Vanya tuvo que ayudarla a llevar. Lina estaba pálida y sudorosa y cuando una contracción le llegó casi se le escapa de las manos a Vanya. La dejaron sobre la camilla y Clarisa comenzó a desinfectar los instrumentos que utilizaría.—¿Qué hago? —preguntó Vanya, tenía el control remoto aferrado a la mano con fuerza y Cla