La confianza.

Kerr permaneció el resto de la tarde en la cama, ¿qué más podía hacer? La debilidad del cuerpo ya se le había pasado, pero sus poderes aún no volvían.

Clarisa pasó a sacarle por lo menos un litro de sangre para “estudiar” cómo sus genes eliminan lentamente el suero, y Kerr aprovechó para desquitar con ella parte de su frustración.

—¿Cómo te prestaste a hacer esto? —le preguntó él y la mujer se limitó únicamente a sacar la sangre de su vena. Era alta y delgada, una de las mejores doctoras de su generación, pero se enamoró de un lobo que murió años después y ella no logró nunca abandonar la manada. Kerr no quiso imaginar todo lo que la mujer dejó por quedarse en ella, una vida próspera y exitosa, tal vez hijos.

—Si entramos en guerra no sobreviviremos —le comentó la mujer vaciando la sangre de Kerr en un frasquito —tenemos que estar preparados.

—No habría guerra si Víctor me escuchara —le dijo él y ella no contestó —él está perdido y no se deja ayudar, a veces hace las cosas por que eran las reglas de las manadas hace cientos de años, y a veces no las hace por que ya son muy anticuadas. Ni él sabe en qué dirección llevar esta manada.

—¿Y tú sí? —le preguntó Clarisa —¿tú sí sabrías liderar esta manada de la forma correcta? —Kerr le apartó la mirada.

—Qué yo no pueda hacerlo mejor no quiere decir que él no lo está haciendo mal —Clarisa volteó el frasco para comprobar cómo fluía la sangre dentro de él y Kerr se la quedó mirando, era como si ya hubiera dado por sentado que la conversación había terminado y él entendió que le estaba dando su total apoyo a Víctor —yo podría evitar esta guerra antes de que empiece si él me ayudara, pero está cegado por su orgullo y odio hacia mí.

—Él trata de hacer lo mejor para todos —lo defendió la mujer y Kerr apretó los puños.

—Pues no lo es — Clarisa le estiró el brazo y le introdujo la punta afilada de la jeringa sin ninguna compasión y él dio un salto. Sin sus poderes incluso los dolores se sentían más intensos —Clarisa —le habló él después de un momento, sabía que si las cosas seguían así tarde o temprano tendría que buscar ayuda —¿qué tanto conoces sobre los poderes y la anatomía de un lobo? —esta vez ella sí lo miró interesada, y Kerr no supo si fue por la pregunta o por el repentino cambio de tema.

—Mucho, la verdad, fui yo quien descubrió que el esperma de los lobos curaba casi cualquier herida y enfermedad —Kerr no quiso saber cómo lo averiguó eso, pero asintió con la cabeza.

—¿Podría comentarte algo y me prometes que no le dirás nada a nadie, sobre todo a Víctor? —la mujer se sentó a su lado en el duro catre y asintió con la cabeza —mis habilidades mentales, están… diferentes.

—Te refieres a lo que pasó con los hombres en la celda? —Kerr asintió con la cabeza —Lina me ha comentado al respecto, pensamos que simplemente tu habilidad mental estaba por encima de los demás, puede ser algo normal que un lobo tenga una de sus habilidades más desarrollada que los otros —Kerr la miró a los ojos, se veía en el claro iris algo de duda y curiosidad —pero lo que hiciste en la enfermería cuando operamos a Vanya y esta mañana con los muchachos…

—¿Está mal? —preguntó asustado y ella ladeó la cabeza.

—Es inusual —dijo —habrá que averiguar, en los textos que logró conseguir Lina leímos sobre poderes inimaginables que tenían los lobos de la antigüedad, incluso hacerse invisibles, pero esos textos están en su casa de la ciudad, hay que esperar, pero no te preocupes, es normal que estés por encima de la media en alguna cosa —intentó ponerse de pie, pero Kerr la agarró del brazo.

— Eso no es todo —le dijo y por el tono de urgencia la mujer se sentó de golpe. Kerr se tocó el estómago —siento algo aquí, como una fuerza que lucha por salir, sobre todo cuando me enojo —Clarisa lo miró.

—¿Una fuerza? —preguntó y Kerr se despeinó el cabello rubio con estrés.

—Si, como…como algo que quiere salir de adentro, y luchar contra él me produce dolor.

—Como cuando estabas discutiendo con Víctor —Kerr asintió.

—Clarisa, ¿podrías ayudarme? —ella lo miró a los ojos, luego lo hizo acostar sobre la cama boca arriba empujándolo por el hombro, luego le levantó la camisa y comenzó a tantear en el abdomen de Kerr.

—Dime en dónde lo sientes —Kerr le indicó la zona y ella presionó con fuerza —¿te duele? —él negó y ella se sentó de nuevo en la cama.

—¿Qué crees que sea? —ella se encogió de hombros.

—Nunca había escuchado algo así, ¿crees que tenga que ver con las habilidades telepáticas que estás adquiriendo? —Kerr no estaba seguro, pero sí creyó poder encontrar una conexión entre la fuerza que quería salir y sus habilidades, lo sintió cuando dejó que comenzara a tomar el control y proyectó dolor hacia los guardias que cuidaban la celda de Vanya, e intentó asentir con la cabeza, pero un grito proveniente desde abajo los hizo voltearse con rapidez.

Kerr saltó de la cama y corrió escaleras abajo dejando atrás a Clarisa, y saltó hacia el suelo cuando aún le faltaban un par de metros, y por la falta de poderes perdió el equilibrio y cayó de bruces al suelo raspándose el mentón.

Varios miembros de la manada corrían hacia afuera y Kerr se puso de pie para seguirlos. Cuando salió, un cúmulo de personas se había reunido alrededor de algo sobre el césped en la entrada del bosque y Kerr avanzó entre ellos para ver, y se encontró con con lobo completamente negro, de apenas un metro de altura que tenía las orejas hacia atrás asustado y temblaba enérgicamente, como si se fuera a desmayar en cualquier momento.

Lina estaba frente a él, tenía los ojos llenos de lágrimas y Víctor trataba de hablar con el lobo que seguía temblando. Era Benjamín, su primera transformación. 

Kerr recordó lo asustado que estuvo cuando se transformó por primera vez, el molesto zumbido en los oídos, todos los sentidos maximizados y el terror en el cuerpo que acalambra los músculos. Kerr alzó la voz.

—Todos vuelvan a dentro —dijo, pero nadie le prestó atención, era la primera transformación del hijo del Alpha y todos querían presenciarla, pero lo único que estaban haciendo era aterrarlo más —¡Quiero que se larguen todos adentro o cuando vuelvan mis poderes van a tener que vérselas conmigo! —gritó, alzando la voz tan fuerte que la mayoría dio un salto y se alejó lentamente hacia la fábrica.

En unos minutos solo quedaba Kerr, Clarisa y los padres de Benjamín que parecía a punto de desmayarse.

—Mírame —le decía Víctor —recuerda lo que practicamos, ¿no lo recuerdas? —parecía que comenzaba a impacientarse y el niño transformado comenzó a llorar insistentemente —No llores, escúchame —le decía su padre —¡No llores! —Kerr dio un paso al frente.

—No lo trates así —le dijo Kerr y Víctor le apuntó con el dedo.

—No me digas como hablarle a mi hijo — le contestó el Alpha enojado y Kerr blanqueó los ojos.

—Está temblando y asustado, y lo estás empeorando — le dijo Kerr, y Víctor quería contestar, pero Lina levantó la mano para que ambos se quedaran callados, se limpió de dos grandes manotadas las lágrimas por ver a su hijo de ese modo y señaló a Víctor —deja que Kerr lo ayude —el Alpha abrió los ojos ofendido, y abrió la boca para protestar, pero luego la cerró.

Kerr avanzó hacia donde el pequeño lobo estaba chillando como un cerdito y se agachó, recostando una rodilla en el suelo y estiró la mano hacia él.

—Hola campeón —le dijo — ¿ves? Te dije que sí eras un hombre lobo —el niño parecía igual de asustado, las patas le temblaban y los ojos azules que sobresalían por el pelaje oscuro reflejaban pánico real —solo trata de calmarte, todo lo que estás experimentando es normal, y pasará en cuanto vuelvas a tu forma humana. Tu próxima transformación será menos dolorosa y así hasta que ya no sientas ningún dolor, ahora respira conmigo —dijo y respiró exageradamente para que él lo viera.

Después de un momento pareció dejar de temblar, pero aun así lució nervioso.

—La forma para volver a ser humano es muy fácil —le contó Kerr —es un instinto que ya llevas dentro, busca en tu interior una sensación, como un hormigueo y tomala, deja que se extienda por tu cuerpo y ya verás que todo saldrá bien — el lobo cerró los ojos y Kerr se acercó, hasta que logró acariciarle la cabeza y rascó detrás de las orejas —respira mientras buscas en tu interior esa fuerza y déjate llevar por ella, es pacífica y calmada, como una hojita llevada por la corriente del río —el lobo se agachó y apretó los ojos, como si un dolor lo hubiera punzado y luego se relajó, el pelaje se desdibujó y desapareció bajo la piel y en menos de un minuto el niño estaba de nuevo en su forma humana, desnudo y con el cuerpo lleno de barro y hojas.

Kerr se sacó la chaqueta de cuero y la abrió, el niño caminó tembloroso hacia él y cuando Kerr le rodeó la cintura con la prenda el niño se le colgó del cuello en un fuerte abrazo.

—Me dolió —dijo casi al borde del llanto y Kerr lo abrazó pegándolo a su cuerpo.

—Lo sé, pero dolerá menos cada vez hasta que ya no duela nada, y te acostumbrarás a que te vean desnudo —el niño lo abrazó con más fuerza y cuando Kerr se volvió hacia Víctor y Lina, el Alpha le lanzó una mirada que no alcanzó a identificar.

Kerr bajó a Benjamín que se ajustó la chaqueta y caminó hacia su madre que lo abrazó, Víctor se acercó a él y le besó el rubio cabello.

—Bien hecho, hijo, lo hiciste muy bien —luego el niño lo abrazó —lo siento, no quise gritarte, es que también me asusté.

—Qué bueno que Kerr estaba aquí —dijo Benjamín y su padre apenas le lanzó una mirada superficial a Kerr antes de entrar con su hijo dentro de la fábrica.

—Gracias —le dijo Lina y él únicamente asintió con la cabeza.

Esa noche, cuando los poderes de Kerr regresaron, y se sintió en paz al comprobar que la fuerza que quería escapar de él no se presentó, esperó a que todos los miembros estuvieran dormidos para escabullirse por entre los guardias y correr por el bosque. Si Víctor no quería oír su plan, tal vez serviría si lo obligaba a hacerlo.     

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