Calma.

Cuando Kerr despertó la luz del sol entraba a raudales por la ventana a su lado. Estaba en su catre en el segundo piso y se sintió vacío y ciego como la primera vez que le dispararon el suero, los colores eran menos intensos, no podía oler nada más allá de un par de centímetros de su nariz y se sintió débil, pero le alegró sentir que la fuerza en su interior, esa fuerza incontrolable y cegadora, ya no estaba.

Ni siquiera intentó extender la conciencia, sabía que el efecto del suero se lo impediría, así que cerró los ojos y trató de quedarse dormido de nuevo, tenía todo el cuerpo dolorido y lo único que quería en ese momento era volver a entrar a ese mundo de tinieblas para no pensar más, estaba harto de pensar.

La cobija que le cubría el cuerpo era cálida y suave, estaba seguro que no era la suya, pero ni siquiera quiso abrir los ojos para comprobarlo. 

No estaba en una celda ni tampoco amarrado, así que imaginó que sus acciones aún no le habían costado la permanencia en la manada, y prefirió dejarse llevar por ese estado de paz ciega que le proporcionaba el perder sus habilidades, no más conciencias absurdas buscando en la suya, ni fuerzas intentando salir de su interior. 

Así que le pareció cómodo quedarse así, con la mente en blanco y sin pensar en nada, pero un carraspeo de voz a su lado le hizo abrir los ojos de nuevo.

Cuando Kerr miró hacia un lado se encontró con los azules ojos de Benjamín, el hijo de Víctor, que lo miraba atentamente.

—¿Ben? — se irguió para verlo bien, pero le dolió la espalda —¿Qué haces aquí? —el niño le apartó la mirada hacia el primer piso, y cuando Kerr le siguió la vista se encontró con Lina que los miraba desde el comedor, tenía una olla frente a ella y quitaba los frijoles de sus vainas para preparar la cena, en cuanto vio la mirada de Kerr ella le apartó el rostro.

—Temblabas —le dijo el niño —pensé que tenías frío así que te presté mi cobija —Kerr miró la suave tela sobre él, tenía el dibujo de una cerdita rosa desproporcionada y sonriente.

—Gracias —le contestó Kerr y recostó de nuevo la cabeza en la almohada. El niño se lo quedó mirando —Si tu papá se entera que estas aquí conmigo…

—Está ocupado —contestó él encogiéndose de hombros —el otro Alpha aún no ha enviado respuesta de la entrega de tu novia y él está estresado —Kerr le apartó la mirada.

—Él siempre está estresado.

—¿Por qué mi papá y tú se odian? —le preguntó y Kerr notó una genuina preocupación en su voz.

—Claro que no nos odiamos, Ben, ¿de donde sacas eso? —el niño lo miró mal.

—No me mientas, yo sé que no se llevan bien —Kerr se irguió, el cuerpo entero le dolió y esperó que el dolor pasara rápido como la primera vez.

—A veces no estamos de acuerdo en cosas, pero es algo normal —el niño no pareció complacido, miró a Kerr a los ojos con miedo en el rostro.

—Escuché a dos ancianos del concejo hablando dicen que no eres de confiar, eso le dicen a mi papá. —le contó —decían que tus acciones eran indicios de que querías retar al Alpha por el liderazgo, eso significa que tendrías que matar a mi papá —Kerr pasó saliva, no podía negar para sí mismo que lo había pensado hacía unas horas en su ataque maníaco de rabia, pero él nunca se había imaginado liderando la manada, es más, no lo quería, así que estiró la mano hacia el cabello rubio del niño y lo despeinó. 

—Claro que eso no va a pasar —le comentó Kerr y el niño lo miró esperanzado.

—¿Lo prometes? —Kerr abrió la boca, pero luego la cerró. ¿prometía no retar a Víctor por el liderazgo de la manada?

—Prometo que no mataré a tu padre —le dijo únicamente, la ley que decía que solo un nuevo Alpha podía ser posesionado si el anterior estaba muerto era arcaica y vieja.

—¡Benjamín! —lo llamó desde el primer piso Lina y el niño se puso de pie, le mostró una resplandeciente sonrisa a Kerr y desapareció por las escaleras.

Vanya estaba arropada con una de las cobijas de la celda, en la esquina, reposaba el balde con agua que le habían traído para el baño de ese día, pero se encontraba de pésimo humor, además, el agua siempre estaba fría.

Sacó de debajo del colchón de paja el caballito de madera que le había dado Kerr y lo contempló en la palma de su mano.

—¿Qué estoy haciendo? —se dijo en voz alta, el plan de ganarse la simpatía de Kerr para poder huir se había transformado, y verlo atacando con su telepatía a miembros de su manada por defenderla le dolió, eso era culpa de ella y eso fue lo que pensó que sintió cuando el cuerpo de él estaba en el suelo en medio de gritos de agonía, pensó que sintió remordimiento por que eso lo había causado ella, ¿qué más podía ser?

—¿De donde sacaste eso? —le preguntó una voz grave desde el otro lado de los barrotes y ella dio un salto. A través de la luz que se colaba por la delgada ventana vio el cabello rubio del Alpha que la miraba con rabia, parecía que era habitual que viera a todo el mundo así. Vanya levantó el caballito que tenía en la mano para preguntarle si preguntaba por él y el hombre asintió.

—Me lo dio Kerr — le contó ella —fue como un gesto cariñoso —bajó la mirada hacia el animalito —¿Qué hicieron con él? —Víctor movió la camisa ajustada que dejaba ver los voluminosos pectorales y ladeó la cabeza.

—Él está bien, tuvimos que dispararle el dardo porque le estaba haciendo daño a sus compañeros. Despertará sin poderes por unas horas y ya veremos qué hacer con él.

—¿Entonces qué estás haciendo aquí? —le preguntó ella, por alguna razón sentía aversión por el hombre ¿acaso cuando sintió en la cirugía los desprecios que le hacía a Kerr se le contagió el odiarlo? —¿Vienes a decirme que me entregaras a Rak para que me arranque cada uña del cuerpo y descubra lo mismo que ustedes? —Víctor la miró confundido —tus guardias son muy chismosos —le dijo ella únicamente.

—No, vengo a hablar de Kerr —le dijo y ella se encogió de hombros —¿qué fue lo que sucedió esta mañana? —Vanya se puso de pie y guardó el cabellito en el pantalón. Víctor no perdió ni uno de sus movimientos hasta que el animalito desapareció detrás de la tela.

—¿Te refieres a cómo torturó a los guardias? —le preguntó y Víctor asintió —Hace apenas unos días yo ni sabía que los lobos tenían telepatía ¿cómo voy a saberlo?

—Él pasa mucho tiempo contigo, está ofuscado por ti, ¿segura que él no te mencionó nada al respecto? —Vanya no dijo nada, caminó de nuevo hacia la cama y se sentó arropándose con la cobija. Víctor entendió claramente que la mujer no hablaría con él, así que golpeó uno de los barrotes con fuerza y lo dobló, ya varios estaban adquiriendo esa peculiaridad, pero cuando intentó irse Vanya le habló:

—¿Cuándo será? —le preguntó y él no la miró a la cara, entendió perfectamente la pregunta de la mujer.

—Ya enviamos un emisario, pero el otro Alpha aún no ha dado respuesta.

—Lo que haces no es lo correcto —le dijo ella —me entregarás para que me maten por nada, ¿y qué te asegura que luego él no inventará una excusa para luego atacarlos? —Víctor negó con la cabeza.

—¿Y qué quieres que haga? — le preguntó con rabia —¿quieres que siga la idea absurda de Kerr? —Vanya ladeó la cabeza.

—¿Al menos te has detenido a pensar si puede ser una buena idea? —él negó.

—El concejo dice que no —Vanya soltó el aire.

—Yo pensé que tú eras el Alpha — Víctor la miró con rabia.

—Esto no es una dictadura, trato de escuchar lo que quiere la manda —Vanya lo señaló con el dedo índice.

—Pues Kerr también es de la manada, y está tratando de buscar la forma de salvarme y a todos, lo escuché de los guardias, él dice que hay una forma de evitar la guerra y no depende de mi vida —Víctor le dio la espalda y se fue y ella dejó de apretar las sábanas, se preguntó si en realidad estaba defendiendo a Kerr por que hacerlo era defender su propia vida o si era por algo más, pero no fue capaz de encontrar respuesta a esa pregunta.

Kerr permaneció sentado en la cama dándole la espalda a las escaleras, no había desayunado ni almorzado y pensó que eso era lo que contribuía a que las fuerzas de su cuerpo tardaran en regresar con el mismo ritmo que la vez anterior, o tal vez la copia del suero que había hecho Clarisa era más fuerte.

Despejado de sus sentidos Kerr no pudo negar que se sentía más calmado, y temió que cuando volvieran, la fuerza que quería escapar de dentro de él regresara.

—Siento haber tenido que llegar hasta esto —le dijo una voz a su espalda y él se volvió dando un salto, no había oído llegar a nadie. Víctor lo miraba directo a los ojos y Kerr se recostó de nuevo en la cama, no tenía fuerzas para pelear.

—No importa —dijo Kerr —¿por qué replicaron el suero? —sintió como Víctor se sentó en la orilla de la cama.

—Casi estamos en guerra, y es un arma no letal muy eficaz, y por suerte para nosotros, fácil de replicar —Kerr bufó.

—No habría guerra si me escucharas. 

–¿Qué te está pasando? – le preguntó el alpha –¿Qué está pasando con tu telepatía? en la cirugía y también en la celda – Kerr no contestó. Sintió como Víctor se puso de pie enérgicamente —Luego hablaremos de esto, solo venía a decirte que tienes prohibido salir de la fábrica, ni siquiera a tus labores de campo, siempre tendrás vigilancia y me pedirás permiso para cualquier cosa.

—¿Ahora soy un prisionero? —preguntó Kerr sin voltearse a mirarlo y Víctor carraspeó la garganta.

—Es solo por tu seguridad, así tendrás tiempo para pensar, en un rato irás con los del consejo y les contarás exactamente qué fue lo que hiciste abajo en las celdas, ¿oíste? —Kerr no contestó, no le importaba para nada lo que Víctor quisiera hacer con él, y mucho menos el concejo, cuando sus poderes regresaran iría al bosque a buscar la manada de Rak, si Víctor no quería implementar su plan, entonces él lo haría sin preguntárselo.  

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