Kerr pasó la noche incómodo, con una sensación en el estómago que lo hizo voltear sobre el duro catre hasta altas horas de la madrugada hasta que decidió ponerse de pie.
Víctor se había reunido con los miembros del consejo, y aunque él podía tomar la decisión sólo si hubiera querido, Kerr agradeció que tuviera la sensatez de tener en cuenta las opiniones de los más viejos, pero aún así no dejaba de martillarle en la cabeza la posible decisión.
Si permitían entregar a Vanya eso no les aseguraría que la guerra se detuviera, Rak parecía un lobo asesino y conquistador y Kerr estaba seguro que de alguna u otra forma se las arreglaría para buscar una excusa para atacarlos.
Quiso pensar que estaba siendo dramático, el mismo hombre había dicho que no quería una guerra, pero algo dentro de Kerr le gritaba que no podía confiar en él, y lo comprobó cuando, cansado de voltear en el catre, extendió la conciencia hacia el bosque con un único interés de distraerse y practicar, pero más cerca de lo que imaginó, casi en la línea de los vigilantes de su manada que patrullaban, había un grupo de lobos acechando la fábrica.
Kerr alejó la mente de ellos, no estaba seguro si ellos lograban sentir su conciencia, así que no quiso arriesgarse, pero la curiosidad y la ansiedad le ganaron, y cuando cerró los ojos y miró dentro de sí hacia el bosque, los lobos ya habían desaparecido.
Bajó del catre y buscó en la mochila donde aún tenía empacadas las cosas que había metido cuando quería huir y sacó la chaqueta de cuero. Abajo, en el fondo, vio el caballito de madera que tenía desde niño y lo agarró contemplándolo, luego lo metió en el bolsillo de la chaqueta y bajó las escaleras.
Como imaginó, Vanya estaba despierta y en cuanto lo vio le soltó una resplandeciente sonrisa, iluminada por la luz amarillenta del bombillo en el corredor frente a la celda, pero Kerr no le sonrió, aún se sentía cansado y traicionado.
—Lo siento —le dijo ella y él le apartó la mirada —creo que no debería ni pedirte disculpas, soy tu prisionera, una secuestrada, no debería pedir disculpas por intentar huir.
—Yo quiero protegerte —le dijo él, y aunque vio de reojo como ella alzó los hombros con rabia, se quedó callada y cuando él la miró, su expresión cambió de repente a una nueva sonrisa triste —Víctor quiere entregarte, Rak quiere sacarte información a la fuerza y tu papá no aparece.
»Pensé que después de que envió a Stiven con esa cirugía en la cabeza enviaría a más para tratar de rescatarte, pero no ha aparecido. Tu intentas huir cada vez que puedes sin importar que te he dicho que solo estas a salvo aquí y yo estoy en medio de todo esto —había alzado la voz sin darse cuenta, así que se pasó los dedos por el rubio cabello y Vanya levantó la cobija a su lado para abrirle un espacio, y Kerr dudó por un momento, de verdad que quería seguir furioso con ella, pero no pudo, abrió la puerta cerrando con llave y se acostó de lado permitiendo que la mujer lo arropara con la cobija y lo abrazara desde atrás.
— ¿Víctor me entregará? —preguntó ella y Kerr se encogió de hombros.
—Él cree que es la única manera, pero yo no lo permitiré —Vanya bajó el cierre de la chaqueta y acarició el pecho desnudo del hombre, a Kerr se le hizo extraño el como la mujer se portaba con él, a veces, como en ese momento, parecían una pareja romanticona, pero otras veces notaba algo que la detenía, se preguntó si todo aquello era una mentira —A pesar de todo me gustó hacerte el amor —le soltó y ella le beso la oreja.
—No te voy a negar que estaba un poco drogada, pero me encantó, sobre todo por que al otro día ya estaba casi sana —Kerr le quiso echar en cara de nuevo su intento de escape, pero prefirió quedarse callado, únicamente se quedó sintiendo los cálidos dedos de ella sobre su pecho.
—Cuando todo esto termine —le preguntó él —¿podré visitarte? —ella se pegó más a él y aspiró el olor de su cabello.
—La verdad, me entristecería que no lo hicieras. Sí, tú me secuestraste, pero eres el único aquí que parece que de verdad quiere mi seguridad.
—Claro que la quiero, eres la única desde mi madre que me trata como una persona —Vanya no contestó, ella había entido la soledad de Kerr en su propio ser cuando la conexión de ellos se hizo fuerte en medio de la cirugía. Kerr se volteó boca arriba y ella apoyó la cabeza en el codo para verlo mejor.
—¿Por qué aquí son tan fríos contigo? Lo he notado —Kerr chasqueó la lengua.
—Es por Víctor —le comentó —antes todo era normal, supongo, pero él siempre ha tenido esa extraña aversión hacia mí, y ahora que es el Alpha parece que se lo contagió a todo el mundo —Vanya le acarició el abdomen, entre los dos se estaba formando un ambiente calentito bajo la cobija.
Después de un rato en silencio Kerr sacó el caballito de madera que tenía en la chaqueta y se lo mostró a Vanya.
—Es muy lindo —le dijo ella observándolo en su mano.
—Lo tengo desde niño, es lo único que me queda de esa época, la verdad es que quisiera olvidarla —Vanya jugó con el animalito de madera sobre el pecho de él, como si galopara sobre una llanura —te lo quiero dar —ella se quedó quieta.
—No puedo aceptarlo, esto es muy importante para ti —él negó.
—No sé, pero presiento que las cosas no saldrán del todo bien, si algo me pasa… tómalo como un préstamo, me lo devuelves cuando todo este asunto de la manada del bosque y de tu padre estén terminados, y si no llego a sobrevivir, quiero que lo conserves para que te acuerdes de mi —Vanya lo empujó.
—No digas esas cosas.
—Es una probabilidad —ella le dio un sonoro beso en la mejilla, se estiró y sacó de debajo del colchón el peluchito de lobo con los ojos grandes y lo puso sobre su pecho.
—Entonces yo quiero que te quedes con Alfita —le dijo y Kerr se rio.
—¿Alfita? —ella asintió.
—Es como un Alpha, pero chiquito —Kerr agarró el peluche en su ancha mano y lo observó, luego lo guardó en el bolsillo de su chaqueta y se puso de pie —¿no te quedarás esta noche? —le preguntó Vanya y él negó con la cabeza.
—Lo siento, pero tengo algo que hacer —cerró la puerta tras él y Vanya le habló antes de que desapareciera.
—Cuida a Alfita —Kerr sonrió y salió del lugar.
La fábrica estaba sumida en un silencio intenso, a Kerr le pareció que cualquiera podía escuchar hasta la más mínima respiración que saliera de él. Subió las escaleras y en silencio junto al catre se cambió la ropa de dormir y se puso uno de los últimos pantalones que le quedaba.Cuando salió del lugar entrando en el bosque extendió su conciencia, quería probar algo antes de arriesgarse, así que cuando encontró a uno de los miembros de su manada que merodeaba vigilando los alrededores trató de meterse en su mente con cautela, sintió el mal genio que tenía el lobo con el barro que se le quedaba pegado en las patas y la duda de si lo que veía junto al árbol más allá era un conejo a una ardilla, y cuando Kerr se alejó sonrió con alegría.No le importó cómo había adquirido esas habilidades, pero le alegró poder entrar en contacto con alguien sin que se diera cuenta, así que utilizando su sobrehumana habilidad aún sin convertirse, corrió por el bosque siguiendo el sendero oloroso que habí
Un calor sofocante trepó por el cuerpo de Kerr y lo golpeó en la cara, la vista se le oscureció y no logró ver más allá del rostro crispado de Víctor que lo miraba con una arrogancia que le produjo un vacío en el pecho.Dio un paso atrás y agarró la esquina de la pared con tanta fuerza que desprendió un enorme fragmento de cemento que disolvió como un trozo de cal en su mano.Trató de contenerse, apretó los puños para evitar el arrebato de estirar la mano y agarrar a Víctor del cuello de la camisa y sacudirlo, pero sería una ofensa directa y una pelea a muerte.Pensó que tal vez eso era lo que debía hacer, retar a Víctor, matarlo y hacerse con el liderazgo de la manada, pero no se sintió capaz de hacerlo, no sabía si tenía las fuerzas suficientes para ganarle, pero el cuerpo lleno de adrenalina y la rabia le decían que sí, que sí podía, que lo hiciera.—No puedes entregarla —le dijo tratando de contener un grito y Víctor no le apartó la mirada.—Si, si puedo —Kerr apretó los puños.—E
Cuando Kerr despertó la luz del sol entraba a raudales por la ventana a su lado. Estaba en su catre en el segundo piso y se sintió vacío y ciego como la primera vez que le dispararon el suero, los colores eran menos intensos, no podía oler nada más allá de un par de centímetros de su nariz y se sintió débil, pero le alegró sentir que la fuerza en su interior, esa fuerza incontrolable y cegadora, ya no estaba.Ni siquiera intentó extender la conciencia, sabía que el efecto del suero se lo impediría, así que cerró los ojos y trató de quedarse dormido de nuevo, tenía todo el cuerpo dolorido y lo único que quería en ese momento era volver a entrar a ese mundo de tinieblas para no pensar más, estaba harto de pensar.La cobija que le cubría el cuerpo era cálida y suave, estaba seguro que no era la suya, pero ni siquiera quiso abrir los ojos para comprobarlo. No estaba en una celda ni tampoco amarrado, así que imaginó que sus acciones aún no le habían costado la permanencia en la manada, y
Kerr permaneció el resto de la tarde en la cama, ¿qué más podía hacer? La debilidad del cuerpo ya se le había pasado, pero sus poderes aún no volvían.Clarisa pasó a sacarle por lo menos un litro de sangre para “estudiar” cómo sus genes eliminan lentamente el suero, y Kerr aprovechó para desquitar con ella parte de su frustración.—¿Cómo te prestaste a hacer esto? —le preguntó él y la mujer se limitó únicamente a sacar la sangre de su vena. Era alta y delgada, una de las mejores doctoras de su generación, pero se enamoró de un lobo que murió años después y ella no logró nunca abandonar la manada. Kerr no quiso imaginar todo lo que la mujer dejó por quedarse en ella, una vida próspera y exitosa, tal vez hijos.—Si entramos en guerra no sobreviviremos —le comentó la mujer vaciando la sangre de Kerr en un frasquito —tenemos que estar preparados.—No habría guerra si Víctor me escuchara —le dijo él y ella no contestó —él está perdido y no se deja ayudar, a veces hace las cosas por que era
Kerr corrió por el bosque a toda velocidad, su conciencia extendida hacia el frente al máximo percibiendo hasta el más mínimo animalito que huía despavorido ante su presencia.Cuando estuvo a una distancia considerable, dejó la mochila con su ropa y volvió a su forma humana, y cuando el pelaje desapareció un frío intenso lo invadió. Se vistió rápido y extrañó su chaqueta de cuero.Llegó con paso rápido a la orilla del lago y observó las tiendas al otro lado, a pesar de la hora, había varias luces de antorchas que se movían por todo el campamento, parecía que estaban bastante activos.Utilizó la conciencia hacia el frente para evitar a los vigilantes, y espero que, aunque estuviera en su forma humana, no le llegara su olor a alguno de los merodeadores.De igual forma estaba casi seguro que, de la misma forma en que proyectó el dolor hacia los guardias, podía proyectar hasta un olor, así que se atrincheró detrás de un árbol y contactó la mente de uno de los vigilantes. Trató de recorda
Kerr saltó hacia el frente y cayó completamente trasformado rasgando sus ropas, los hombres que estaban con Rod lo miraron sorprendidos, era un lobo negro grande y se veía agresivo, o eso le habían dicho, además, había derrotado con facilidad al tuerto mano derecha del Alpha.Corrió hacia el árbol donde Benjamín se había escondido, pero cuando llegó no encontró a nadie. Buscó y encontró el olor intenso del niño, era parecido al de Víctor, ahora que era un hombre lobo su olor había aumentado.Kerr corrió lanzando tierra alrededor y cuando encontró al niño este estaba intentando quitarse la camisa con desesperación, de seguro intentando no rasgarla cuando se transformara. Aún tenía mucho que aprender.—Sube— le dijo Kerr y el niño se tambaleó, de seguro era la primera vez que sentía la voz de alguien más dentro de su cabeza.—Yo puedo transformarme —dijo asustado y Kerr se agachó.—¡Qué subas de una puta vez! —le gritó al niño y pareció que le dolió la cabeza, pero sirvió, salió corrien
Kerr sabía que nada podía salir bien de esa situación. Rak y el resto de su manada comenzaba a dispersarse por todos los alrededores de la fábrica, rodeándolos, con los dientes afuera y la baba cayendo por entre las fauces.—¡Todos adentro! —gritó Víctor y la manada corrió dentro el lugar despavorida. Clarisa soltó el brazo de Kerr y corrió con más rapidez de lo normal hacia adentro —¿dime qué fue lo que hiciste? —le preguntó Víctor a Kerr que observaba todo como si fuera un sueño. La morfina lo tenía drogado.—Hablé con unos… —se quedó callado, era obvio que la manada de Bosque Oscuro lo escuchaba, no podía delatar a los hombres con los que casi había hecho negocios o todo empeoraría, así que no dijo nada más mientras los oscuros ojos de Víctor lo asesinaban.—Tu maldito esclavo estaba espiándonos — dijo Rak, cuando el lobo habló en la mente de Kerr él lo escuchó lejano, como un eco que se pierde.—Lo siento —comenzó a decir Víctor —yo no lo envié, no tenemos intención de empezar una
Aleck esperó en el primer piso, lograba escuchar latiendo con fuerza los corazones de muchas personas dentro del lugar y se preguntó cuántas personas trabajaban ahí.Desde que Ana Avendaño con su actual esposo Eduardo Tcherassi, a través del periódico Sole Imprimiere, demostró la evidencia de que el el submundo existía: Lobos, Vampiros, Sirenas y cuanta criatura mágica, los laboratorios Jábico habían quedado en evidencia como los principales responsables de la trata de estas especies para su experimentación.Fue un escándalo sin precedentes, no solo para los humanos el saber que existía el submundo, si no también para todo el submundo saber que un laboratorio los estaba capturando para experimentos.Muchas manadas de lobos se mudaron de las ciudades para protegerse, incluso grandes aquelarres de vampiros como al que Aleck pertenecía desaparecieron del mapa para cuidarse.Aleck pensó que todos ellos estaban siendo unos exagerados, ningún humano sería capaz de identificar a alguien del