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Estrategia y negocios.

La fábrica estaba sumida en un silencio intenso, a Kerr le pareció que cualquiera podía escuchar hasta la más mínima respiración que saliera de él. 

Subió las escaleras y en silencio junto al catre se cambió la ropa de dormir y se puso uno de los últimos pantalones que le quedaba.

Cuando salió del lugar entrando en el bosque extendió su conciencia, quería probar algo antes de arriesgarse, así que cuando encontró a uno de los miembros de su manada que merodeaba vigilando los alrededores trató de meterse en su mente con cautela, sintió el mal genio que tenía el lobo con el barro que se le quedaba pegado en las patas y la duda de si lo que veía junto al árbol más allá era un conejo a una ardilla, y cuando Kerr se alejó sonrió con alegría.

No le importó cómo había adquirido esas habilidades, pero le alegró poder entrar en contacto con alguien sin que se diera cuenta, así que utilizando su sobrehumana habilidad aún sin convertirse, corrió por el bosque siguiendo el sendero oloroso que habían dejado camuflado los otros lobos que los estaban acechando. 

En su forma de lobo, aquel olor sería más fácil de identificar, pero Víctor tenía razón, así dejaría un rastro más evidente. Prefirió permanecer en su forma humana y llegó a las orillas de un lago enorme a una hora de la fábrica, en medio del bosque. El sol comenzaba a despuntar por el horizonte.

Al otro lado del lago se alzaba imponente el campamento de la manada Bosque Oscuro, con decenas de tiendas de campaña, unas modernas y otras de telas viejas y ajadas que parecían campamentos gitanos.

Había cultivos a la orilla del lago y también ganado, gallinas y hasta cabras. Las personas parecían estar iniciando las labores del día y Kerr extendió la conciencia desde donde estaba, pero estaba muy lejos, así que se acercó cautelosamente.

Cuando estaba a un tiro de piedra de distancia se metió entre los matorrales y extendió la conciencia. La manada era mucho más grande de lo que él podía llegar a imaginar, había decenas de mentes, todas con sus propios pensamientos y asuntos y le tomó un buen rato encontrar la del Rak, pero cuando lo hizo, le atemorizó entrar a profundidad, pero logró sentir dentro de él una mezcla de rabia contenida, asco pero sobre todo miedo, sintió miedo en él, y aunque no quiso profundizar, entendió que el miedo palpable que tenía era sobre el doctor, el papá de Vanya era lo único que podía generar en el hombre un miedo profundo.

Un cúmulo de conciencias estaba más allá, al otro lado del campamento y parecían tener la urgencia de no ser descubiertos, así que Kerr se dirigió a ellos y entró en la mente de un hombre que se percibía a sí mismo como el único con el valor de hacer algo.

—Ya no podemos vivir bajo su yugo —decía, Kerr no podía escuchar con claridad las palabras de los demás que estaban con él —si el plan funciona, en tres días lograremos eliminar su mandato y el reclamo de Rodolfo será válido, Rak dejará de ser nuestro Alpha y estoy seguro que podremos vivir la prosperidad que siempre hemos soñado, no buscando una guerra cada día —el hombre era fuerte y estaba decidido y Kerr sonrió de lado.

—Bingo —dijo, si lograba convencer a Víctor de que se aliaran con el grupo de hombres que quería derrotar a Rak, sería más fácil acabar con la guerra antes de que empezara, eso pondría a salvo a Vanya y también al resto de su manada.

Salió del área con cautela, su habilidad mental le ayudó para poder esquivar a cada vigilante que estaba merodeando por el lugar y cuando se sintió lo bastante lejos se desnudó por completo y en su forma de lobo corrió por el bosque con energía.

Estaba seguro que con la noticia podía convencer a Víctor de que no iniciara una guerra ni entregara  a la muchacha. Cuando llegó, antes de entrar, volvió a su forma humana y se vistió, y cuando entró por la puerta la mayoría estaban reunidos en el comedor, Víctor estaba dando un anuncio y cuando él entró todos se quedaron mirándolo.

—¿Qué pasó? —preguntó, sabía que cuando Víctor hacía anuncios era sobre temas importantes. El Alpha bajó de la mesa donde estaba subido y caminó hasta Kerr, se aclaró la garganta antes de decirle:

—El consejo y yo hemos hablado y tomamos una decisión, entregaremos a Vanya a la manada del bosque y así evitaremos la guerra —Kerr sintió que el golpe de rabia que le llegó a la cabeza le produjo un mareo.

Cuando sacó la cabeza por la ventana del auto, el viento le despeinó el cabello cobrizo, pero inmediatamente metió de nuevo el rostro, la ciudad tenía un fuerte olor a humanos que le produjo un revoltijo en el estómago. 

Aunque era un vampiro sí que le importaba mantener su dieta vegetariana de no humanos, y agradeció a sus padres que su sangre no fuera tan pura y así poder prescindir de desangrar a tales criaturas asquerosas.

El chofer que lo había recogido en la entrada de la ciudad se detuvo frente a una bodega abandonada en una calle solitaria y le indicó que entrara.

Aleck entró cauteloso por la puerta, a dentro logró escuchar los corazones de varias personas latiendo poco sincronizados y cuando la puerta se cerró tras él, un hombre de cabello negro y con bata de doctor se acercó.

—Aleck Bol —le dijo el hombre tendiéndole la mano y él la tomó —el vampiro ladrón más cotizado de la ciudad– Aleck apretó la delgada mano del hombre.

—Saúl Quiroz, el científico loco más sádico de este mundo —lo saludó él y el hombre le indicó una puerta al terminar unas escaleras.

—La verdad me sorprendió que aceptara pagarme lo que le pedí — le dijo Aleck al doctor y el hombre rio.

—Para la tarea que te contraté, me sorprendió que no cobraras más —Aleck ladeó la cabeza.

—¿Aun tengo tiempo de cobrar más? —el científico abrió la puerta y le indicó que pasara. Aleck entró a una habitación oscura, dividida en dos por una pared de cristal donde un hombre musculoso y desnudo estaba atado a la pared con un collar en en el cuello, tenía el cabello oscuro y los ojos de un miel verdoso que se clavaron en él en cuanto lo vio.

—Tengo especial problema en sacarle la verdad a este hombre lobo — le dijo el doctor —se llama Sebastián, es de la manada que secuestró a mi hija y tu misión sería llevarlo hasta su manada para que luego regreses y me digas donde se encuentran —Aleck miró al hombre atado a la pared, tenía el cuerpo moreteado y lleno de golpes y lo miró con una fiereza que le hizo pasar saliva —piensa en la enfermedad de tu madre —lo instó el doctor —con lo que te pagaré por esto podrás pagar su tratamiento —Aleck volteó a mirar al hombre que le clavó los ojos verdosos y ladeó la cabeza.

—Quiero el doble —le dijo Aleck y el hombre se rio.

—Hecho —le estiró la mano y Aleck la tomó dándole un fuerte apretón.              

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