Pretendían llevar a Aleck y a Sebastián a dos habitaciones diferentes, pero el menor insistió rotundamente en que no quería perder al lobo de vista y Sebastián no objetó nada, le parecía que el aquelarre no era un lugar muy seguro que digamos y el joven vampiro sabia eso, así que terminaron metiéndolos en una habitación estrecha con dos camas a un más estrechas.
Las cosas con el trasformista líder de ese aquelarre no habían salido bien, él estaba seguro que bajo la tierra Jábico no sería capaz de entrar, pero según lo que le había comentado Aleck, el veneno de los transformistas que convertía a humanos en vampiros tenia un limite de diez o quince expulsiones diarias, así que necesitaban a más de uno para poder formar un ejercito lo suficiente mente grande como para enfrentar a las manadas, a menos de que ya hubieran podido implantar en el cerebro de Kerr ese aparato que podía controlarlo, de ser así, estaban perdidos ya.
— Tenemos que convencerlo de algún modo — dijo Aleck, cada uno estaba a acostado en su cama intentando dormir, con la luz encendida y las sábanas revueltas. Sebastián se volteó de lado y contempló el torso desnudo del muchacho, la piel pálida y los músculos definidos debajo de ella se le antojaron, casi que se le hizo agua la boca y se metió la almohada entre las piernas, ahora que lo pensaba no había sido buena idea haberse acostado solo con la ropa interior.
— ¿Por qué no querías que me enviaran a otra habitación? — Aleck lo miró.
— No confío mucho en la gente de aquí, ya te lo he dicho, son super clasistas y racistas — levantó una pierna que salió de la sábana oscura y Sebastián se obligó a mirar al techo, el cuerpo del vampiro le resecaba la boca y él llevaba demasiado tiempo sin estar con alguien como para controlarse.
— Si este estúpido aquelarre no nos ayuda, aun tenemos el de Exequiel —le comentó Sebastián y el muchacho bufó.
— Son solo un puñado, penas tienen diez puros.
— Pues allá en la fábrica eras solo tú — le dijo y volteó a mirarlo — y solo tú fuiste capaz — Aleck le sonrió — si mañana que hablemos con él dice que no, pues nos vamos, cuando Jábico venga por ellos estarán solos.
Aleck se volteó hacia la pared, dejando la espalda desnuda a la vista de él, con la cintura estrecha y los hombros anchos y Sebastián se imagino pasando las manos por la piel pálida.
— Sé que quieres saberlo — le dijo el vampiro — no tengo que saber leer la mente para ver como te tensaste cunado el puro mencionó que me enamoré de un humano — Sebastián se sentó en la cama, con la almohada sobre el regazo.
— Si no quieres hablar de eso está bien — Aleck se volteó y luego se sentó en la cama en la misma posición que él, luego se encogió de hombros — ¿por eso te fuiste del aquelarre? — Aleck asintió.
— Como te dije ayer, la mayoría no vive aquí, menos los menores de edad. Nos tenían encerrados mientras nos enseñaban y cosas así, y aparte de mi mamá, la única interacción que tenía con el exterior era… era un comerciante que traía mercancía, pero no sabía que éramos vampiros, solo sabía que venía a una cueva y que un muchacho le pagaba lo que le correspondía — Sebastián se quedó muy quieto mientras Aleck recordaba — era alto — continuó el vampiro — de manos grandes y besaba rico, yo apenas tenía diecisiete. Ahora que lo pienso era medio ped0filo —bromeó, pero Sebastián no se rio.
— ¿Duró mucho? — Aleck negó.
— Un par de meses, incluso me prometió que me sacaría de aquí, yo era prácticamente un prisionero. Creo que solo quería acostarse conmigo por que cuando le dije que era un vampiro… lo menos que me dijo era que era un monstruo — bajó la cabeza, se vio tan pequeño en ese momento y tan frágil que Sebastián no resistió el impulso de sentarse a su lado en la cama, cruzar el brazo por los hombros del menos y atraerlo hacia él, tenía la piel suabe y cálida y con la mano libre le acarició el cabello.
— No eres un monstruo — le dijo y Aleck lo miró — o al menos uno lindo — la sonrisa del menor le dio un poco de calor en el pecho. Aleck tomó la muñeca de Sebastián y apartó la mano de su cabello, luego la posó sobre una de sus piernas y la comprobó.
— Tus manos también son grandes —Sebastián soltó una carcajada — pero besas mejor — levantó la cara hacia él y dejó un beso sobre el cuello del hombre. Sebastián le acarició la pierna y subió la mano hasta el muslo donde le dio un apretón.
— Te prometo que yo no me iré — le dijo y Aleck se apartó para mirarlo a la cara, tenía los ojos brillantes y se lanzó a sus labios.
Se besaron profundamente, deleitándose con la lengua del otro y cuando Sebastián sintió que la erección entre sus piernas se hacía incontrolable se apartó, pero Aleck no quería dejarlo ir. De un salto se subió a horcajadas sobre Sebastián y restregó sus redondeados glúteos sorbe el miembro endurecido de él.
Sebastián recorrió con la lengua el abdomen de Aleck, luego succionó uno de los pezones rosados y el vampiro dejó caer la cabeza hacia atrás.
Sebastián lo lanzó sobre la cama y se deshizo de la única prenda que lo cubría y luego lo contempló desnudo. El muchacho era una obra de arte, cada musculo bien puesto, con la piel tersa, era delgado pero los músculos bajo la piel lo hacían lucir lo suficientemente varonil como para que la lengua de Sebastián se deleitara del placer.
Recorrió con la boca cada espacio de la piel del vampiro, tomó su erección entre la mano y succionó la punta suabe varias veces antes de que el menor lo agarrara del cabello para darle la vuelta e intercambiar de lugares.
El cuerpo de Sebastián era muy diferente, tan ancho que casi no cabía en la estrecha cama, con las piernas y el pecho cubiertos por una capa de vellos castaños como su cabello.
— Amo esto de los lobos — dijo Aleck acariciando con las yemas de los dedos los vellos del pecho, luego con la lengua.
Cuando llegó hasta donde la erección del mayor palpitaba la engulló de un tirón y Sebastián dejó caer la cabeza hacia atrás, mientras le acariciaba el oscuro cabello y los hombros que seguían el compás de su cabeza subiendo y bajando.
Sebastián sintió que su corazón estallaría, la lengua cálida de Aleck lo tenían al borde de la locura cuando el muchacho se apartó de repente, caminó hacia donde estaba su bolso y sacó un pequeño frasquito.
— Es aceite para el cuerpo, pero funcionará — le dijo y luego lo contempló desnudo en la cama — carajo — bufó — que rico estás — Sebastián no tuvo tiempo de decir nada más, el vampiro se arrodilló y le embadurnó el miembro del aceite resbaloso y cálido y luego se subió a horcajadas sobre él acomodando la dura erección en su entrada.
— ¿No hay que ir despacio? — le preguntó Sebastián y Aleck negó.
— No tengo mucha experiencia en esto — le dijo el vampiro — pero no somos como los humanos, ni tan delicados, sé que se puede hacer rápido — bajó un poco, hasta que la punta enrojecida de Sebastián se hundió dentro de él y ambos dejaron escapar el aliento, luego un poco más y más hasta que estuvo completamente adentro.
— Ay, es mejor de lo que imaginé — le dijo Aleck, era tan estrecho y cálido que Sebastián se quedó sin habla.
Sebastián se volteó, acostando a Aleck en la cama y cuando salió un poco y volvió a entrar, le fue imposible detenerse.
Las estocadas se hicieron fuertes, la piel con la piel resonaba por la pequeña habitación al tiempo que los gemidos de ambos. Sebastián metió la mano entre ellos y acarició con decisión el miembro humedecido del menor y Aleck le arañó la espalda.
Cuando Sebastián llegó al final lanzó una última y profunda estocada mientras sentía que todo el deseo que sentía por el muchacho se derramaba dentro de él, y luego Aleck terminó en su mano y las contracciones que le envolvieron el miembro aun dentro le arrancaron un último gemido.
Se dejaron caer uno al lado del otro por un rato mientras sus respiraciones se acompasaban, estaban sucios y la cama llena de los desechos de la pasión de cada uno y cuando se miraron a los ojos se rieron, luego se besaron y cuando se limpiaron de la mejor manera se acostaron uno al lado del otro y se abrazaron desnudos debajo de las sábanas.
— Que rico — le dijo Aleck — siento que me quité diez años de estrés — Sebastián se rio.
— No es por presumir, pero tengo muchos trucos bajo la maga, solo espera la siguiente ronda, se que te escucharé gritar — le besó el cuello que terminó en mordisco y Aleck enredó los pies con los del lobo y le agradó sentir los muslos grandes y velludos. Cuando lo besó en la boca un sonido extraño recorrió el corredor, como un grito ahogado de miedo y ambos hombres cayeron sentados.
Aleck extendió los sentidos y escuchó decenas de corazones desbocados, se puso de pie y comenzó a vestirse.
— Algo está pasando — dijo y Sebastián lo siguió.
Cuando salieron al pasillo había una revolución de vampiros que corrían por todas partes. Aleck detuvo a un puro que llevaba y un arma y le preguntó qué pasaba.
— Tres miembros del aquelarre se volvieron locos y están atacando al líder — Aleck volteó a mirar a Sebastián.
— ¿Crees que sea Jábico que los está controlando? — el lobo pasó saliva.
— Pues vamos a averiguarlo.
Sebastián siguió a Aleck por los estrechos túneles, para él no eran más que estrechos laberintos que se entrecruzaban los unos con los otros en interminables pasillos, pero el vampiro parecía que tenía impreso en la memoria cada pequeño rincón del lugar.Corrieron chocando con vampiros que iban y venían desesperadamente y eso comenzó a preocuparlo, ¿qué pasaba si lograban secuestrar a Walter? Sin el trasformista que liderara a ese aquelarre, sería más complicado convencerlos de poder pelear a su lado, o todo lo contrario.En el camino se encontraron con Exequiel, el trasformista del aquelarre de la cascada lucía asustado y más pálido de lo normal, de seguro la idea de caer en las manos de Jábico nuevamente lo asustaba, y Sebastián recordó su propia estadía en la cede de los laboratorios, la energía atravesándole el cuerpo y el hambre a la que fue sometido para que confesara donde estaba la fábrica.Llegaron al final del pasillo, había por lo menos dos decenas de puros con ropas negras
Al aquelarre le tomó por lo menos medio día volver a una relativa normalidad. La mitad de los vampiros se había quedado sin poderes por culpa del humo que los enviados de los laboratorios habían lanzado y estaban diseminados por todos los túneles como si estuvieran medio muertos.Sebastián caminaba al lado de Aleck, el muchacho parecía mareado y distraído y se había colgado al brazo del lobo como si en cualquier momento pudiera desmayarse.No habían tenido una buena noche, cuando Sebastián llegó a la habitación después de quitarse toda la sangre del cuerpo Aleck estaba acostado en la cama con posición fetal y los ojos brillosos.— Es como si estuviera vacío por dentro — le había dicho y Sebastián lo abrazó, cuando él perdía los poderes no se sentía gran diferencia, aparte de la fuerza que se iba con la telepatía, pero para los vampiros parecía ser algo diferente, como si la fala de poderes les quitara parte de sí mismos, Sebastián no lo tenía muy claro, pero Aleck era de los pocos que
Kerr y Vanya llegaron a los alrededores de la fábrica, y no encontraron más que un espacio vacío de vida.La manada no estaba, y Kerr estuvo seguro de que los laboratorios Jábico habían llegado después, todos los catres estaban desperdigados por todo el lugar y las mesas rotas, incluso habían roto parte del suelo, como si pensaran que la manada había escondido algo bajo élLa habitación que hacía de hospital estaba completamente vacía.— No creo que clarisa se hubiera llevado todo — le dijo Vanya mientras observaba el lugar — Jábico debió de llevarse las cosas que tenía aquí — un duda terrible invadió a Kerr.— Ella había tomado una muestra de mi sangre — Vanya se encogió de hombros.— Estuviste mucho tiempo inconsciente allá en los laboratorios, creo que alcanzaron a sacarte hasta medula ósea — Kerr ladeó la cabeza. Estaba vestido únicamente con unos pantalones cortos que había por ahí y se acercó a Vanya desde atrás para darle un casto beso en la cabeza.— Lo siento — le dijo él y e
Kerr no sabía como afrontar la situación, no sabía como tomaría su hermano la noticia y eso lo puso nervioso.El Alpha lo llevó hasta su carpa, era amplia, los cuadros de los miembros de la manada desaparecidos estaban colgados en una pequeña repisa que estaba llena de pañales. Lina estaba ahí y le dio un fuerte abrazo a Kerr aplastando a su hijo que él traía cargado.— No creía cuando me dijeron que habías regresado — le dijo la mujer y el sonrió de lado.— Soy como una cucaracha — dijo bromeando y ella al ver la expresión en el rostro de él tragó saliva.— Los dejaré solos — dijo y salió de la tienda.Kerr levantó a su sobrino, el bebé estiró la manito y le agarró con fuerza la nariz, luego sonrió un poco y abrió los ojos azules de par en par. Era muy parecido a él.— Por qué siento que algo marcha mal — le dio Víctor y le tendió a Kerr una silla para que se sentara. Kerr apoyó al bebé en sus piernas y entró en su pequeña conciencia, le gustaba la sensación del cuerpo de Kerr, porqu
Kerr siguió a su hermano hacia a fuera, había visto en su expresión una mescla de rabia y rencor que le preocupó.Cuando salió de la tienda buscó a Lina por todas partes para entregarle al bebé, pero no encontró a nadie, ni a ella ni a Vanya, así que siguió a Víctor con el bebé en brazos que se durmió mientras su tío caminaba tras su padre.Víctor entro en una enorme tienda de unos dos metros de altura y Kerr la reconoció, era la tienda donde intentaron matar a Rak y a él le pareció que aquel suceso había pasado hacia mil años. La habían reconstruido y Lucía más fuerte que nunca.Cuando Kerr entró se encontró con todos los miembros más importantes de las manadas. Karina, la pelirroja, señalaba algo en un mapa cuando reparó en la presencia acelerada de Víctor, también estaba Rodolfo y los miembros del concejo de las tres manadas.Víctor caminó directo hacia Lair y se detuvo a su lado, pero el anciano reparó en Kerr antes que todo y cuando le habló las palabras le produjeron asco.— Ens
Aleck había dejado el aquelarre con una irremediable amargura en la boca, se sintió traicionado, se suponía que ellos eran su aquelarre, que, si los necesitaba, estarían ahí para él, pero no fue así, lo habían dejado de lado por su propio egoísmo y miedo y él esperó que sobrevivieran la próxima arremetida de Jábico, porque claro que regresarían.Pasaron la noche en una cueva cercana y él utilizó en la mañana el celular que le había dado Karina, la Alpha de la manada que había traído Kerr, para darle las noticias y le alegró saber que Vanya y Kerr habían logrado escapar, fue ella quien contestó el celular. — Con él hay muchas posibilidades — le dijo Sebastián dándole un beso en el hombro y Aleck asintió con la cabeza, claro que eran buenas noticias, pero también malas, significaba que Jábico sería más osado a la hora de atacarlos, ellos necesitaban a Kerr y no le dejarían escapar así tan fácil mente. En los huesos Aleck podía sentir una extraña sensación, un presentimiento incómodo,
Cuando Aleck despertó lo primero que sintió fue un tremendo dolor en todo el cuerpo, su organismo sanaba bastante rápido, así que durante su vida cualquier herida era curada en minutos, por eso no estaba muy acostumbrado al dolor. Un gemido fuerte se escapó de su seca garganta y cuando abrió los ojos logró ver los de Sebastián, esos iris verdosos tenían impresos tanta preocupación que lo hicieron sentir más temeroso.Estaban en una cueva, de techo amplo y paredes pintadas de colores artificiales y brillantes, un poco más allá había una cascada cristalina y tan serena que parecía una pared de hielo congelado y tras de ella se lograba otear lo verdoso del bosque.— Jábico — dijo, pero solo hablar le producía un fuerte dolor, Sebastián le posó el pulgar sobre los resecos labios.— No hables, estamos a salvo, encontraron a Exequiel por un rastreador, pero logramos rescatarlo y se lo quitamos, estamos en el aquelarre de la cascada — Aleck intentó levantar la cabeza, pero solo pudo ver borr
Después del momento de conmoción, Kerr logró entregarle su pequeño sobrino a Lina que observó el cadáver de Lair con horror y Víctor ordenó sacarlo de la tienda.Pasaron el resto del día creando estrategias de defensa y ataque, pero en definitiva todas dependían de los vampiros que Sebastián y Aleck deberían de ser capaces de convencer, pero suerte para todos, Kerr había logrado encontrar la manera de que el sonido de los laboratorios no lo afectara, pero de igual forma disminuiría las fuerzas de sus ejércitos a aun noventa y nueve por ciento.Trataron de comunicarse con Aleck, pero el teléfono estaba apagado, y no tenían de otra que confiar en que los dos serían capaz de encontrar la ayuda suficiente.— Hay que tener consideradas todas las posibilidades — les dijo Karina — prácticamente no podemos contar con las habilidades de Kerr, los laboratorios ya tomaron muestras de su sangre, conocen a la raza superior y así como crearon el sonido también crearán algo para inutilizarlo — Kerr