Kerr siguió a su hermano hacia a fuera, había visto en su expresión una mescla de rabia y rencor que le preocupó.
Cuando salió de la tienda buscó a Lina por todas partes para entregarle al bebé, pero no encontró a nadie, ni a ella ni a Vanya, así que siguió a Víctor con el bebé en brazos que se durmió mientras su tío caminaba tras su padre.
Víctor entro en una enorme tienda de unos dos metros de altura y Kerr la reconoció, era la tienda donde intentaron matar a Rak y a él le pareció que aquel suceso había pasado hacia mil años. La habían reconstruido y Lucía más fuerte que nunca.
Cuando Kerr entró se encontró con todos los miembros más importantes de las manadas. Karina, la pelirroja, señalaba algo en un mapa cuando reparó en la presencia acelerada de Víctor, también estaba Rodolfo y los miembros del concejo de las tres manadas.
Víctor caminó directo hacia Lair y se detuvo a su lado, pero el anciano reparó en Kerr antes que todo y cuando le habló las palabras le produjeron asco.
— Ensucias con tu presencia este lugar — le dijo, parecía que el hombre ya no le importaba disimular el desprecio que sentía por Kerr, pero él permaneció en silencio, él ya no jugaría ese sucio juego. Cuando Lair reparó en la presencia de su Alpha lo miró con ánimos de decirle algo al respecto, tal vez como que Kerr no podía estar en las reuniones del concejo, pero cuando vio la expresión en el rostro del rubio abrió los ojos con sorpresa — ¿Qué sucede? — preguntó, las conversaciones alrededor de la mesa se detuvieron y todos le prestaron a tención a Víctor cuando abrió la boca.
— ¿Hace cuanto que ves a mi madre a mis espaldas? — Lair miró a Kerr, como si entendiera que era él el que le había traído esa información al Alpha y negó con la cabeza.
— No sé qué mentiras te dijo este bastardo, pero yo no… — Víctor levantó la mano y le agarró el cuello con tanta fuerza que le cortó el habla, lo acercó muy lentamente hasta que sus rostro estaban separados por apenas dos milímetros.
— Miénteme de nuevo y será lo último que hagas — el anciano se liberó del agarre del rubio de mala gana y lo miró con desafío.
— Hice lo que tenía que hacer — comentó después de un momento, la carpa estaba llena de personas y ni una sola mosca se escuchaba en el aire.
— ¿Envenenándome en contra de mi propio hermano? — Lair, a esas alturas, ya le importaba muy poco seguir fingiendo.
— En el lecho de muerte de tu padre, le prometí que sus únicos hijos se matarían entre sí — volteó a mirar a Kerr — y cumplí mi promesa.
— No, no lo hiciste — le dijo Kerr.
— ¡Ella era el amor de mi vida y el maldito de Eduardo me la quitó! — grito tan fuerte el anciano que el bebé en los brazos de Kerr se removió inquieto.
— Él nunca me te la quitó por que nunca fue tuya — habló alguien entrando en la tienda, era el tío de Kerr que le apretó un hombro a su sobrino como saludo y bienvenida — ella nunca te amó — Lair levantó la cabeza.
— Yo le hubiera enseñado a amarme si no se hubiera dejado en redar por el estúpido de Eduardo, por eso le ayudé a Luana, ambos habíamos perdido el amor de nuestras vidas a manos del otro.
— ¿Y la ayudaste sabiendo que fue ella quien mató a mamá? — le dijo Kerr y el hombre palideció varios tonos — Karina comenzó a avanzar por la multitud hasta hacerse junto a Kerr.
— Cuando tu tío me contó la forma en que murió me pareció muy extraño — le dijo la pelirroja. Irán, el tío de Kerr, se apoyó en su hombro con fuerza, la noticia le debió de doler como sal en la herida — Kerr miró de nuevo hacia Lair.
— Apoyaste todo este tiempo a la mujer que mató a mi madre — el anciano avanzó hacia Kerr, pero Víctor lo agarró del brazo.
— Esto ya se acabó — le dijo el Alpha — estas desterrado — le dijo y todos contuvieron el aliento, los ojos del hombre se abrieron.
— No puede…
— Pues ya lo hice — le dijo Víctor — ya no nos harás más daño, en este momento abandonarás la manada y si te vuelvo a ver, será la última vez — lo soltó y el anciano le miró con una expresión aterradora, Kerr sabía qué sentimiento escondía esa expresión, él la había sentido cuando el mismo Víctor lo desterró aquella noche, y eso le hizo sentir un poco de lástima por el anciano.
Lair bajó la cabeza, contrariado, y cuando la levantó miró a Kerr con una rabia inconfundible de venganza, de los pliegues de la prenda grande que traía sacó un cuchillo afilado y avanzó con decisión hacia Kerr.
Kerr se volteó de lado, tenía al bebé en el regazo y el hombre avanzó con rapidez. Pensó en extender la conciencia y producirle dolor, pero su tío Irán se interpuso en el camino del anciano, Kerr intentó detenerlo, pero Karina lo detuvo, él aun tenía el bebé.
Lair levantó el puñal en el aire, y mientras miraba a Kerr avanzó a trompicones sin importarle que Irán estaba en medio de ellos, pero cuando su tío se preparó para detenerlo, Víctor apareció rápido como un rayo, con una mano le agarró la muñeca que sostenía el puñal en el aire y con la otra le agarró el cuello con fuerza, luego lo levantó del suelo.
— ¿Acaso no vez que son mi hermano y mi hijo? — le dijo el Alpha y apretó con tanta fuerza que el cuello del hombre crujió, luego Víctor lo soltó y el anciano cayó al suelo y después de un par de convulsiones se quedó inmóvil.
Kerr volteó a mirar a su hermano que tenía la respiración acelerada y sintió una extraña sensación en el pecho, el bebé despertó y miró a Kerr con sus grandes ojos claros y le sonrió, inocente del peligro por el que había acabado de pasar.
La suave pero fuerte mano de Karina le acarició el brazo y le dio un casto beso en la mejilla.
— ¿Estás bien? — le preguntó y él asintió, volteó a mirarla y sus narices se rozaron al tiempo que la cortina de la tienda se abría y Vanya se asomaba dentro.
Kerr intentó apartarse, pero la Alpha lo tenía bien agarrado. Vanya los miró por solo un segundo y luego volteó hacia el cadáver en el suelo y Kerr no sabía si esa expresión de rabia sería por encontrar a Lair muerto, pero lo dudó. La muchacha volteó a mirar a Víctor.
— Sebastián y Aleck enviaron un mensaje — dijo — su aquelarre no peleará — Víctor se alejó del cuerpo de Lair y se pasó los dedos por el rubio cabello, comenzaba a tenerlo largo.
— Estamos solos entonces — dijo y Vanya negó.
— Encontraron otro transformista — dijo Vanya — su aquelarre no es grande, pero ayudará — dicho esto, salió de la tienda sin dirigirle a Kerr y a Karina una última mirada y Kerr trago saliva, por alguna razón pensó que había hecho algo malo.
Aleck había dejado el aquelarre con una irremediable amargura en la boca, se sintió traicionado, se suponía que ellos eran su aquelarre, que, si los necesitaba, estarían ahí para él, pero no fue así, lo habían dejado de lado por su propio egoísmo y miedo y él esperó que sobrevivieran la próxima arremetida de Jábico, porque claro que regresarían.Pasaron la noche en una cueva cercana y él utilizó en la mañana el celular que le había dado Karina, la Alpha de la manada que había traído Kerr, para darle las noticias y le alegró saber que Vanya y Kerr habían logrado escapar, fue ella quien contestó el celular. — Con él hay muchas posibilidades — le dijo Sebastián dándole un beso en el hombro y Aleck asintió con la cabeza, claro que eran buenas noticias, pero también malas, significaba que Jábico sería más osado a la hora de atacarlos, ellos necesitaban a Kerr y no le dejarían escapar así tan fácil mente. En los huesos Aleck podía sentir una extraña sensación, un presentimiento incómodo,
Cuando Aleck despertó lo primero que sintió fue un tremendo dolor en todo el cuerpo, su organismo sanaba bastante rápido, así que durante su vida cualquier herida era curada en minutos, por eso no estaba muy acostumbrado al dolor. Un gemido fuerte se escapó de su seca garganta y cuando abrió los ojos logró ver los de Sebastián, esos iris verdosos tenían impresos tanta preocupación que lo hicieron sentir más temeroso.Estaban en una cueva, de techo amplo y paredes pintadas de colores artificiales y brillantes, un poco más allá había una cascada cristalina y tan serena que parecía una pared de hielo congelado y tras de ella se lograba otear lo verdoso del bosque.— Jábico — dijo, pero solo hablar le producía un fuerte dolor, Sebastián le posó el pulgar sobre los resecos labios.— No hables, estamos a salvo, encontraron a Exequiel por un rastreador, pero logramos rescatarlo y se lo quitamos, estamos en el aquelarre de la cascada — Aleck intentó levantar la cabeza, pero solo pudo ver borr
Después del momento de conmoción, Kerr logró entregarle su pequeño sobrino a Lina que observó el cadáver de Lair con horror y Víctor ordenó sacarlo de la tienda.Pasaron el resto del día creando estrategias de defensa y ataque, pero en definitiva todas dependían de los vampiros que Sebastián y Aleck deberían de ser capaces de convencer, pero suerte para todos, Kerr había logrado encontrar la manera de que el sonido de los laboratorios no lo afectara, pero de igual forma disminuiría las fuerzas de sus ejércitos a aun noventa y nueve por ciento.Trataron de comunicarse con Aleck, pero el teléfono estaba apagado, y no tenían de otra que confiar en que los dos serían capaz de encontrar la ayuda suficiente.— Hay que tener consideradas todas las posibilidades — les dijo Karina — prácticamente no podemos contar con las habilidades de Kerr, los laboratorios ya tomaron muestras de su sangre, conocen a la raza superior y así como crearon el sonido también crearán algo para inutilizarlo — Kerr
Aleck no pudo evitar una y otra vez sentirse culpable, incluso después de que la mujer le dijera que esa había sido la decisión de Sebastián y él tenía que respetarla, pero cuando sentía en el cuerpo esa energía que la sangre del lobo le había proporcionado un nudo se le formaba en el estómago.Pasaron la noche en la cueva, que era tan amplia como una catedral, bien escondida detrás de la cascada, y a la mañana siguiente el rostro de Sebastián parecía haber recuperado gran parte de su habitual apariencia.Según le comentaron, el lobo pasó mas de dos horas asimilando el veneno en medio de un dolor agónico, y Aleck no estaba seguro de si él valía tanto sufrimiento.Cuando terminó de desayunar caminó hasta la cascada, Sebastián estaba sentado en una piedra observando el agua caer.— Se llama flujo laminar — le dijo y Aleck se sentó a su lado — ese efecto que hace que el agua parezca tan quieta, como si estuviera petrificada — Aleck estiró la mano y le agarró la pierna, a pesar de todo, p
Salieron esa mañana del aquelarre de la cascada por un túnel que los dejó detrás de un árbol enorme y grueso que escondía bien la entrada, la mujer de vestidos coloridos los acompañó a los tres hasta la entrada y antes de que se fueran le dio una última mirada a los ojos de Sebastián. Lo tomó por el mentón y miró dentro de sus iris verdosos.— Él sigue ahí — le dijo y Aleck supuso que habla de su lobo — pero no serás capaz de alcanzarlo, no de nuevo — Sebastián le quitó la cara y le dio la espalda.— Usted dijo que moriría, y aquí estoy, con mis poderes de humano intactos — le dijo él — espero que no se moleste si dejo de creer en sus interpretaciones — la mujer se despidió únicamente con una fría mirada superficial a los tres hombres y regresó por la cueva.— Es un poco dramática — les dijo Exequiel encogiéndose de hombros, pero Sebastián no contestó, ¿y si tenía razón? Podía sentir la presencia de su lobo, pero… tan lejana, y cada vez que trataba de alcanzarlo sentía que se alejaba
Sebastián tuvo un irremediable instinto de transformarse y atacar, pero por más que lo intentó no pudo llegar a sacar su lobo de donde estaba oculto y tuvo que aguantar el impulso de atacar a los seres extraños que se cernían sobre ellos.Eran extraños, a pesar de su común aspecto humano, por lo menos media decena, tenían cuernos en la cabeza agachados hacia atrás, como carneros, unos más largos que otros y las caras llenas de tatuajes extraños en forma de enredaderas.La gente del bosque, a lo largo de la historia habían sido llamados de miles de formas: brujas, hechiceros, hadas. Una de ellas tenía unas amplias alas de libélulas que brillaban reflejando la luz del atardecer.— No queremos problemas — les dijo Aleck poniéndose de pie y metiéndose entre ellos y Sebastián, para protegerlo, pero él lo vio como que lo hacia para que no se metiera en problemas y eso aumentó su malgenio.— Osan irrumpir en nuestros bosques — le dijo uno de ellos dando un paso al frente, tenía los cuernos d
Aleck se quedó mirando el camino por donde desapareció el lobo, con la cabeza gacha las mejillas enrojecidas, no era capaz de entender qué le pasaba, temprano en la mañana parecía tan contento, y ahora era toda una mole de estrés y rabia. «es por mi culpa» se dijo, si lo hubiera dejado morir su lobo no se hubiera perdido y estuviera bien.— ¿Entonces qué es lo que quieren? — le preguntó la muchacha de las alas y Aleck se volvió hacia ella después de limpiarse las lágrimas.— ¿Me dejarán hablar con su señor el cuervo? — preguntó el vampiro. Según lo que había notado, la chica de las alas tenía alto control de los demás. Si lo que había aprendido en la escuela del aquelarre cuando era niño era verdad, de seguro la chica tendría la sangre pura. En los vampiros los convierte en transformistas una línea ininterrumpida, a los lobos en raza superior, tal vez a la gente del bosque una sangre lo suficientemente pura los haría alados.— Yo decidiré si merece la pena que él te vea — le dijo ella
Kerr caminó sigilosamente, poco a poco se acercó enterrando las patas en la tierra debido a su gran peso mientras acechaba al lobo pequeño que estaba frente a él, pero Benjamín hacía demasiado ruido.— Despacio — Le dijo Kerr en su mente, parecía que el niño estaba cansado y también nervioso. Víctor los observaba desde la sombra de un árbol, con las manos atrás y la mirada apretada. A Kerr le agradó ver como su hermano ya no era tan exigente con el niño, pero la guerra tocaba a sus puertas y todos debían aprender a defenderse, sobre todo el hijo del Alpha y el sobrino del único lobo superior de la jauría.— Desde acá puedo oírte — le dijo Víctor y las orejas del pequeño lobo se hicieron hacia atrás.— No sé por qué hacemos esto — Dijo estresado y se sentó — ¿no deberían enseñarme a atacar y defenderme como ayer? — Kerr negó con la cabeza.— No subestimes ninguna habilidad, pelear te puede salvar la vida tanto como irte en silencio — Antes de que el menor pudiera decir algo, Kerr saltó