Aquí estoy.

Aleck no pudo evitar una y otra vez sentirse culpable, incluso después de que la mujer le dijera que esa había sido la decisión de Sebastián y él tenía que respetarla, pero cuando sentía en el cuerpo esa energía que la sangre del lobo le había proporcionado un nudo se le formaba en el estómago.

Pasaron la noche en la cueva, que era tan amplia como una catedral, bien escondida detrás de la cascada, y a la mañana siguiente el rostro de Sebastián parecía haber recuperado gran parte de su habitual apariencia.

Según le comentaron, el lobo pasó mas de dos horas asimilando el veneno en medio de un dolor agónico, y Aleck no estaba seguro de si él valía tanto sufrimiento.

Cuando terminó de desayunar caminó hasta la cascada, Sebastián estaba sentado en una piedra observando el agua caer.

— Se llama flujo laminar — le dijo y Aleck se sentó a su lado — ese efecto que hace que el agua parezca tan quieta, como si estuviera petrificada — Aleck estiró la mano y le agarró la pierna, a pesar de todo, parecía de buen genio esa mañana.

— Lo siento — le dijo y él negó con la cabeza.

— No lo sientas, estoy bien, estaré bien — con las manos agarró la cara del menor y le dio un cálido beso en los labios — mi lobo va a volver — le dijo y Aleck abrió los ojos.

— ¿Cómo lo sabes? — Sebastián lo tomó del brazo e hizo que se le sentara en las piernas.

— Ayer no tenía telepatía, y hoy regresó, siento a mi lobo, muy lejos pero ahí está, sé que volverá —Aleck le acarició el cabello.

— El resto de tus poderes…

— Ahí están. Fuerza, rapidez. Solo mi lobo se fue, pero no del todo, solo necesito un poco de tiempo — Aleck se sintió feliz por él, y esperó de todo corazón que él tuviera razón, pero la mujer de ese aquelarre les había dicho que los hombres que perdían a su lobo no regresaban —pues no me pasará eso — le dijo Sebastián después de que Aleck le contara.

— ¿Lo sientes aquí? — le preguntó el vampiro tocándole el pecho y Sebastián asintió.

— Es como un calor, un palpitar más bien, y cuando lo dejas salir pues llega la transformación, la verdad es que lo he intentado, pero hay algo que lo bloquea — se giró hacia atrás, para ver si el resto el aquelarre los estaba viendo.

— Espero que regrese.

— Lo hará — le dijo Sebastián — esta mañana Exequiel hizo una prueba — alargó la mano y se pinchó el dedo con una piedra hasta que sangró un poco — Aleck le quitó la mano de un tirón.

— ¿Qué haces? — preguntó y Sebastián le tendió el dedo.

— Pruébala — el vampiro negó con la cabeza, pero Sebastián casi que le puso el dedo en el labio y a él no le quedó más obligación que lamer la pequeña herida que sanó después de un segundo. La sangre en el paladar de Aleck supo horrible, tan amarga como la hiel y se vio obligado a girar la cabeza y escupirla.

— Guácala — dijo y Sebastián se rio.

— El veneno se va de mi organismo — sonrió con alegría — creemos que no habrá consecuencias — los ojos de Aleck se llenaron de lágrimas y se lanzó al cuello de Sebastián para abrazarlo.

— Tenía tanto miedo de que lo perdieras todo por mi — le dijo y metió la cara entre su cuello.

— Si así hubiera sido, valía la pena por salvarte — Aleck negó.

— Claro que no, ni siquiera somos nada — Sebastián lo tomó de los hombros para apartarlo y que lo mirara a la cara.

— No sé que es lo que siento por ti — le dijo el lobo — pero cuando supe lo del veneno entendí que si era necesario entregar mi vida por la tuya lo haría, te mereces vivir, ser feliz después de que cabe esta guerra — Aleck le acarició los labios con la yema de los dedos.

— ¿Y como voy a ser feliz si no estás conmigo? — Sebastián lo besó, y cuando se apartó lo abrazó con fuerza.

— Aquí estoy — le dijo — aquí estoy y no me pienso ir — se quedaron un rato abrazados, hasta que la realidad cayó de nuevo sobre ellos y se vieron obligados a separarse un poco.

— ¿Qué haremos ahora? — le preguntó Aleck y Sebastián respiró profundo.

— Tenemos que encontrar a la gente del bosque, y espero que sí nos ayuden a pelear — se pusieron de pie y caminaron hasta donde el transformista estaba sentado, parecía que meditaba.

— ¿Sabes donde encontrar a la gente del bosque? — le preguntó Aleck arrodillándose a su lado y el hombre abrió los ojos, luego se encogió de hombros.

— No los encontrarás si ellos no quieren ser encontrados — la cara de decepción de Aleck debió haber sido lo suficientemente evidente como para que el hombre sintiera lástima, ya que dejó escapar el aire — pero puedo llevarlos cerca de uno de sus ríos, podrán intentar que los escuchen  — Aleck asintió con la cabeza como agradecimiento y sacó el celular, lo habían apagado ara ahorrar batería. Esperó que Moira pudiera hacer algo al respecto, de lo contrario, serían apenas unos cuantos vampiros contra Jábico y eso lo asustó.      

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