El rescate.

Aleck se sintió físicamente bien como hacía mucho no se sentía, los alphas le habían conseguido una buena y fresca ración de sangre saludable de un par de hombres y eso lo puso rocinante como un toro.

No le gustaba mucho el sabor de la sangre, y aunque la consumía una vez a la semana desde que que tenía memoria, no le resultaba demasiado atractiva. Se imaginó como vivían los puros y los transformistas para vivir exclusivamente de ella.

Sebastián caminaba a su lado por el bosque, estaban cerca del hotel en donde se habían hospedado y se lo quedó mirando.

—Te ves bien —le dijo el hombre y Aleck sonrió de lado.

—Si, es que tú me estabas matando de hambre, yo al menos te compré una hamburguesa —el lobo soltó una carcajada que resonó por el bosque y Aleck estiró la mano para que se callara, se suponía que él no iba trasformado para no llamar la atención, así que tampoco podían hacer mucho ruido.

—Lo siento —le dijo Sebastián y Aleck negó, ya se había disculpado lo suficiente el uno con el otro por todo lo que había pasado. Aleck estiró la mano y la apoyó en el hombro de Sebastián, era firme y cálido y se imaginó que se sentiría abrazarlo.

—Tuvimos un inicio intenso —bromeó el vampiro y Sebastián lo agarró por la cintura para atraerlo a él y caminaron lado a lado por el sendero.

—Prometeme que no te arriesgarás mucho —le dijo y Aleck blanqueó los ojos, ya habían discutido mucho al respecto —si me dejas entrar sé que podré…

—No —le dijo Aleck interrumpiéndolo —mi olor es más fácil de disimular, un lobo es bastante oloroso —Sebastián levantó el cuello de la camisa que tenía y lo olio.

—Yo me huelo rico —dijo y luego se estiró y aspiró el cuello del vampiro y Aleck sintió que le temblaron las piernas con el contacto de la nariz del hombre —y tú también hueles rico.

—No es lo mismo —le insistió el vampiro. Cuando llegaron al final del bosque, los separaba de la ciudad una cerca a medio romper que tenía partes caídas y se detuvieron. Aleck se volvió hacia el lobo que no liberó en ningún momento el agarre que tenía sobre su cintura —tienes que confiar en mí, Sebas —el hombre hizo un puchero con los labios y Aleck los miró, la barba que comenzaba a crecer descontroladamente cubría un poco los rosados y carnosos labios y él se imaginó por un segundo el qué se sentiría besarlos — acá nos separamos, sigue el plan.

—No me gusta el plan, ¿y si te atrapan? —Aleck negó, claro que había esa posibilidad, pero no quería admitirla ente él.

—Todo saldrá bien —le dijo y trató de alejarse, pero las manos de Sebastián se aferraron a su cintura.

—¿No me darás ni un besito de despedida? —le preguntó el hombre y Aleck blanqueó los ojos, pero luego con cara de tonto le dio un casto beso en una mejilla y los vellos de los brazos se le erizaron cuando sintió la cálida piel del hombre cubierta por la barba. Cuando se apartó Sebastián lo tomó por al parte de atrás del cuello y lo giró para estar frente a frente y lo besó, y Aleck se dejó besar, sin remordimiento y con soltura.

Disfrutó de los labios sedosos, de la barba se se entrometía y el sabor de su saliva que aun conservaba restos del café que habían bebido un poco más atrás.

Rodeó con las manos el cuello de él y se apretujó contra el musculoso cuerpo, era algo que siempre le había agradado de los hombres lobo, aunque no hicieran ejercicio tenían unos cuerpazos de infarto y tuvo que aguantarse la tentación de meter las manos debajo de la camisa de Sebastián para sentirlo. Se apartó un poco y miró los ojos verdosos del hombre.

—No quiero perderte y con eso la oportunidad de conocerte más —le dijo Sebastián y el vampiro sonrió de oreja a oreja.

—También yo, pero si no hacemos esto, no tendremos un mañana — Sebastián lo abrazó con fuerza y metió la cara en el cuello del muchacho y aspiró de nuevo, como si quisiera guardar por siempre en su recuerdo su olor y él le acarició el castaño cabello, parecía que los lobos tenían algo con el olor. Luego el lobo se apartó y Aleck sintió frio. La luz de la luna les permitía ver con claridad.

—Recuerda, si vez a Kerr será prioridad —el vampiro asintió —prometeme que irás con cuidado —Aleck le dio un beso en la punta de la nariz y se alejó cruzando la cerca, lego se volvió hacia Sebastián que lo miraba.

—Y prometeme que estarás ahí cuando yo esté afuera —el hombre asintió con seguridad.

Con la velocidad que tenía el vampiro, le tomo apenas unos minutos cruzas las desoladas calles de la ciudad y llegar hasta las instalaciones de donde había sacado a Sebastián. Observó desde a esquina y extendió los sentidos.

Logró escuchar dentro del lugar muchos corazones, entre ellos los rítmicos de varios humanos, los fuertes de un puñado de lobos y los acelerados de un par de vampiros. Esos eran su objetivo.

Llegó hasta la pared trasera del lugar y comprobó si había cámaras de seguridad, pero no había nada, parecía que el lugar era apenas una sede de los laboratorios y lo agradeció.

Trepó como un gato hasta la terraza donde un humano estaba apostado con un arma que disparaba dardos de diferentes colores y Aleck no quiso averiguar para qué servía cada uno, así que lo tomó por sorpresa y lo sometió contra el suelo hasta que quedó inconsciente.

Abrió la puerta de las escaleras y comenzó a bajar, oyó los corazones de un par de hombres que subían por las escaleras y se escondió dentro de una oficina, luego salió.

Las manadas en el lago estaban esperando atentos a que él y Sebastián les avisaran si en ese lugar se encontraban a Kerr, pero Aleck lo dudaba, el lobo más poderoso en mil años debería estar bien fortificado en algún otro lugar, pero no pudo evitar darle una checada a las celdas de los hombres lobos.

Entre los rostros apretados por la falta de comida y las torturas, Aleck reconoció los rostros de varios chicos de la manada de Sebastián, los había visto en las fotografías que tenía el Alpha en las paredes de la fábrica para recordarles por qué estaban luchado.

Quiso ayudarlos, de verdad que lo quiso, pero no tenia tiempo, así que después de comprobar que Kerr no estaba en las instalaciones se alejó ignorando los ojos de súplica que dejaba atrás.

—Vendrán por ustedes —les susurró —pero tiene que tener paciencia y no delatarme —la mayoría asintió con la cabeza y él se alejó.

Solo habían tres vampiros en el lugar, y cuando llegó comprobó que cada uno estaba en celdas diferentes, dos parecían ser puros, mas que suficiente para poner en alerta al aquelarre. Luego se volvió hacia la otra, y cuando vio al vampiro en su interior supo que se había ganado la lotería por que, bien atado y con maquinas sujetas a su boca que le extraían el veneno, había un transformista de ojos rojos que cuando vio a Aleck se movió.

Aleck dio un paso atrás, la única manera de sacarlo de ahí era romper la puerta haciendo ruido, le había prometido a Sebastián que regresaría, pero, la misión era más importante.

Tomó impuso y golpeó la puerta con tanta fuerza que la desprendió con partes de la pared de concreto y una tremenda alarma resonó por el lugar.

Corrió dentro y comenzó desatar al vampiro de la camilla, y cuando le ayudó a quitarse el aparato de la boca el veneno trasparente y espeso cayo por suelo.

—Tu no eres de mi aquelarre —le dijo vampiro y Aleck asintió con la cabeza.

—Luego te explico, ahora hay que salir —el trasformista aprecia débil, como si no tuviera poderes, pero los ojos aun eran rojos.

Salió ayudándolo a caminar hasta el corredor y lo arrastró hacia las escaleras para subir a la tarraza, pero el plan no estaba saliendo como lo habían pensado, si el vampiro no tenía fuerzas para saltar desde el último piso ¿Cómo lo bajaría? Un disparo resonó por el corredor y algo golpeó la parte de tras de la cabeza de Aleck y lo lanzó al suelo junto con el otro vampiro.

Cuando se puso de pie, la bala resbaló y cayó revotando en el suelo. el hombre intentó apuntarle de nuevo a Aleck, aunque sabía que las balas no le harían daño y el vampiro recortó la distancia que los separaba empujando al guardia contra la pared con tanta fuerza que algo crujió cuando se estrelló.

Muchos corazones acelerados se escucharon por la instalaciones.

—¿Por qué haces esto si no soy tu líder? —le preguntó el trasformista a Aleck y él lo tomó por la cintura para ayudarlo a subir las escaleras.

—Yo te saco y tu me ayudas —le dijo él y el de ojos rojos asintió.

—Mi aquelarre estará en deuda contigo —Aleck no pudo evitar sonreír, si lograba rescatarlo, ya tenían un aquelarre en el bolsillo para la guerra, y esperó que fuera grande y poderoso, pero tenía que sacarlo.

Cuando subió a la terraza se encontró con Sebastián desnudo que lo miró asustado.

—¿Qué haces aquí? —le preguntó Aleck y el lobo se encogió de hombros. Se supone que los esperaría en la entrada del bosque.

 —Escuché la alarma, eso no era parte del plan, pero Aleck, los míos están aquí, extendí la conciencia y logré hablar con ellos —Aleck asintió.

—Lo sé, pero no podeos rescatarlos, no hay tiempo —los pasos por las escaleras se escuchaban más fuertes y los ojos de Sebastián se hicieron brillosos. Aleck estiró la mano y le acarició la mejilla.

—Diles que volverás, dales esperanza para que resistan, pero esta es la única forma —una lágrima rodo por la piel y se perdió en la barba, luego asintió con la cabeza y pasó solo un segundo hablando con los suyos en su mente. Aleck se preguntó qué se sentiría tener un vínculo de esa forma, luego saltó hacia el frente y cayó trasformado.

Aleck subió al transformista a lomos del lobo y él se garró del pardo pelaje, luego Sebastián saltó desde el último piso y cayó elegantemente sobre el suelo.

La puerta se abrió de golpe y los guardias salieron a trompicones, disparando hacia Aleck dardos de diversos colores y él saltó sin pensárselo.

Mientras caía sintió un vacío en el pecho, y no por la caída, rescatar al vampiro era la cosa más fácil de la misión, convencer al aquelarre de pelear sería la cosa más difícil que tendría que enfrentar en su vida y eso lo preocupó, pero tenía que hacerlo de la forma que fuera necesario.  

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