Asechados.

Vanya no quería salir del agua, aunque sabía que entre más tiempo pasaran allí había más posibilidades de que los encontraran, aunque con las habilidades de Kerr era bastante obvio que tenían la ventaja, no estaban exentos de que volvieran a utilizar el sonido.

Estaba recostada en el suelo del pequeño lago de agua termal y Kerr estaba sobre ella acostado sobre su pecho, las manos de Vanya le acariciaban la espalda delicadamente, llevaban ahí por lo menos una hora.

— ¿Si traen el sonido que te produce dolor? — le preguntó ella después de un rato y Kerr se encogió de hombros.

— Tengo los sentidos extendidos — le dijo él — los vería venir desde un kilómetro a la redonda, así que creo que estamos a salvo por el momento.

Vanya se dejó llevar por la somnolienta sensación del agua caliente, tenía el cuerpo molido y el reciente orgasmo le había arrebatado un poco más las fuerzas, así que cerró los ojos. Estaban ya ante una nueva guerra, y presintió que ese sería el último momento en paz que tendrían en un buen tiempo, así que apretó el cuerpo desnudo de Kerr contra el suyo y hundió la cara en su rubio cabello.

Kerr levantó la cara después de un rato para mirarla de frente y le acarició los hombros con la mano libre, el torso, los senos y le dio un casto beso en los labios.

— Intentaste acostarte con ella — le preguntó Vanya, pero fue más que una pregunta una afirmación. Kerr no le apartó la mirada y asintió con la cabeza, y aunque Vanya sabía que era una locura, no pudo evitar que le invadieran un poco de celos — es muy hermosa — Kerr asintió de nuevo con la cabeza.

— Pero no eras tú — le dijo él y Vanya sintió emoción en el pecho — la verdad me dejé llevar un poco por su hermosura y otro poco por el morbo, supongo, pero cuando te recordé, yo… no lo sé, me sentí sucio y traicionero.

—Tenías derecho, yo te había engañado, aunque me engañé a mí misma también.

— No, ya no quiero que hablemos de eso — le dijo él y le dio un húmedo y profundo beso en el cuello — lo único que sé es que estoy listo para la tercera ronda.

— ¡Otra! —exclamó ella asombrada y se removió debajo de él.

— Ya vez, tengo mucha energía — bromeó Kerr. Vanya lo empujó por el hombro dejándolo boca abajo en el agua baja y se subió sobre sus glúteos.

— Ay, qué duros — dijo ella bromeando y dejó un surco de besos por la columna del hombre, mordió los abultados músculos de la espalda y cuando comenzó a sentir la humedad entre sus piernas observó de reojo como la piel de Kerr, cerca del omóplato, tenía una pequeña protuberancia que no hubiera notado si no le hubiera pasado la lengua por encima.

Se apartó para mirarlo bien y una pequeña y casi imperceptible luz roja salía de debajo de la piel, y de no ser por la oscuridad del lugar no la hubiera notado.

— M****a — dijo y Kerr volteó a mirarla.

— ¿Qué? — preguntó él — No es que sea cerrado de mente, pero no sé si me guste por ahí — bromeo y movió las caderas para restregar los glúteos contra la piel de Vanya pero ella le golpeó la espalda y se bajó de él.

— Tienes un rastreador — dijo y Kerr cayó sentado de golpe.

— Imposible, no puedo sentirlo — Vanya estiró la mano y tocó el área con os dedos.

— Pues a menos de que la piel te brille por sí sola, ahí hay algo — miró alrededor — por eso no nos están buscando, están esperado que vayamos con las manadas.

— Pero… — Kerr parecía turbado — ¿No se supone que me quieren solo a mí? — Vanya se encogió de hombros.

— Si secuestran a un trasformista tendrán un ejército al instante con su veneno, pero la única forma de conseguir a un ejército de lobos es…

— Controlándolos — completó él.

— Mi papá me dijo que tenían un remitente, si logran llegar hasta las manadas podrán controlarlas y… — Vanya recordó las palabras de su padre, él quería cambiar al mundo, pero para él el fin justificaba los medios y Vanya estaba segura de que haría lo necesario para conseguirlo sin importar si pasaba hasta por encima de ella misma — no podemos ir con ellos, con las manadas.

— Si podemos — le dijo Kerr y se puso de pie — pero hay que sacarlo primero — le tendió la mano a Vanya y ella la tomó.

Vanya se vistió con la ropa que tenía al lado de la laguna y Kerr caminó desnudo por el bosque.

—No lo haré — le dijo ella y Kerr la tomó de la mano para que caminara más rápido.

— Tienes que hacerlo, yo no puedo solo — le dijo él — no me pasará nada, sano muy rápido, estaré bien en un par de minutos — Vanya pasó saliva.

— Pero te dolerá — Kerr se detuvo y la miró, los ojos azules con la luz de la luna menguante parecían un poco grisáceos.

— Ya estoy acostumbrado al dolor, preciosa.

Entraron a una cueva oscura, Kerr encontró un par de troncos y pasó unos minutos encendiendo una fogata que iluminó el lugar con sombras tenebrosas.

Vanya se sentó en una enorme piedra mientras veía como Kerr, de un puño seco, desprendía parte de la pared de piedra, tomaba una en forma de punta de flecha y pasó un rato sacándole filo contra otra más grande. Luego caminó hacia Vanya y le puso la piedra en la mano.

— Si hubiera otra opción, te juro que no te pediría esto, pero hay que hacerlo, tenemos que ir con los demás y no podremos permitir que nos encuentren — Vanya tomó temblorosa la piedra y la tuvo que agarrar con las dos manos para que no se le cayera, Kerr le dio la espalda después de darle una mirada alentadora y ella tanteó la parte de la cálida piel donde la pequeña luz rojiza sobre salía.

— No puedo — le dijo, le temblaban descontroladamente las manos y Kerr respiró profundo.

— Vanya — le dijo — sé que puedes, no me harás daño, sanaré después de un momento así que hazlo sin pensar porque… — Vanya hundió la punta filosa de la piedra sobre la piel de Kerr y él lanzó una grito — no te detengas — le dijo él apretando los dientes.

Vanya empujó, la manos le temblaban pero tenía la determinación de hacerlo, así que cuando brotó la sangre que cayó al suelo en un hilo constante ella dejó la piedra a un lado. La herida palpitaba con un borbotón de sangre y ella metió los dedos dentro de la cálida carne y Kerr dejó escapar un quejido.

El rastreador estaba resbaloso y le costó bastante trabajo sacarlo de dentro de él, pero cuando logró hacerlo lo sacó de un tirón al tiempo que Kerr lanzaba un grito.

—Ya está —dijo y lo lanzó hacia un lado donde la luz rojiza se mescló con el naranja del fuego, se quitó la blusa clara y la apretó contra la piel de Kerr para detener la hemorragia — ¿estás bien? — Kerr asintió con la cabeza, el dolor había sido fuerte, pero nada comparado con lo que había tenido que pasar la noche que la fuerza de su lobo superior escapó, pero sí que tenía un poco de mareo.

Estuvo a punto de contestar cuando a sus agudos oídos le llegó el ruido de una respiración asustada que venía de la entrada de la cueva y volvió la cabeza rápido.

En la entrada, bañada por la luz de la hoguera, había una mujer con el cabello castaño y los ojos oscuros, tenía un surco de arrugas que le cubrían la frente y el rededor de los ojos. Miró a Kerr y a Vanya con satisfacción.

— ¿Quién eres? — le preguntó Kerr poniéndose de pie, no le importó su desnudes. La mujer había aprovechado la desconcentración y el dolor de Kerr para acercarse.

—No creo que me recuerdes — le dijo ella, en efecto, Kerr no la recordaba, pero había en ella algo muy familiar — mi nombre es Luana — a Kerr le golpearon en la mente miles de recuerdos con ese nombre.

— Eres la mamá de Víctor — le dijo él y ella sintió con la cabeza, una mala sensación se le instauró en el peco y Vanya se acercó un poco para poder ver bien a la mujer.

— ¿Qué hace aquí? —le preguntó Vanya — ¿Cómo nos encontró? — Kerr lo entendió de golpe, sabía que alguien de la manada había delatado su existencia a Jábico, pero nunca imaginó que podría ser la mama de Víctor. Levantó el mentón para confrontarla, pero la mujer levantó la mano y le apuntó con un arma extraña que dejó salir el mismo sonido fuerte que el del helicóptero y Kerr cayó al suelo en medio de convulsiones de dolor.

La mujer avanzó hacia ellos.

— Ya me cansé de jugar, la venganza ya llegó — dijo.   

Capítulos gratis disponibles en la App >

Capítulos relacionados

Último capítulo