Los aquelarres estaban en una perfecta distancia entre la ciudad y la parte mas oscura del bosque. Aleck recordaba perfectamente el camino, lo había recorrido cientos de veces cuando era niño y le sorprendió ver que no había cambiado mucho.
Sebastián caminaba a su lado en silencio mientras el transformista que habían rescatado caminaba un poco rezagado. El lobo había estado cabizbajo desde el encuentro con los suyos en la sede de los laboratorios.
Aleck recostó el hombro con el de él y Sebastián apenas le dio un vistazo, de verdad parecía triste, toda la historia que habían tenido desde el secuestro de Vanya había sido por ellos, por lo que estaban metidos en esa celda, con los que habían nacido y criado y él había estado tan cerca como nunca de poder hacer algo al respecto, pero aunque había entendido que no podía rescatarlos no logró evitar que la tristeza lo invadiera.
—¿Cómo estás? — le preguntó Aleck después de un rato y Sebastián levantó la cabeza y olisqueó el aire.
—Mejor, pero aun no dejo de sentir sus presencias en mi mente, sentí el miedo y la desesperación y también la esperanza que sintieron cuando me percibieron —Aleck estiró la mano y agarró la de Sebastián que en vez de apartarse apretó con fuerza la mano del vampiro.
—Te prometo que todo saldrá bien, y ellos volverán a casa —el hombre le sonrió con honestidad, también quería creer lo mismo, pero tenían una ardua labor por delante.
Karina, la Alpha de la manada del otro lado del bosque insistió en ir con ellos, ya había tenido experiencia convenciendo a aquelarres enteros para unirse a la pelea, pero su presencia en el lago era demasiado importante.
—¿Estás seguro de que esto funcionará? Le preguntó el trasformista, le habían prestado un par de pantalones de Sebastián y caminaba un poco rezagado, sus poderes estaban regresando poco a poco y Aleck se volvió hacia él.
—Tiene que funcionar, ya te conté como funciona Jábico, utilizan del veneno de los transformistas para atacar a las manadas. Mientras tengan a Kerr tendremos tiempo de hacer algo, por que ellos es lo único que quieren, pero cando lo rescatemos ya tenemos que estar preparados para la arremetida —el trasformista apretó el entrecejo y Aleck no tuvo que saber leer la mente para entender qué le pasaba. Cuando un transformista convertía a un humano en un vampiro puro, asumía una tremenda responsabilidad con él, de incluirlo en su aquelarre y casi que tratándolo como a un hijo de sangre.
—Mi veneno hará mucho daño —dijo después un un rato y esta vez Sebastián se volvió hacia él.
—Y todo empeorará si no nos ayudas a convencer al trasformista del aquelarre de Aleck —Exequiel, como les había dicho que se llamaba, negó lentamente con la cabeza.
—A menos de que pase por lo que yo pasé él nunca accederá a pelear si no ve que en realidad está en peligro —Aleck apretó con fuerza la mano de Sebastián y el lobo lo miró.
—Entonces le mostraremos todo el peligro en el que se encuentra — la verdad era que Aleck no tenía muy claro como haría eso, pero debía demostrar seguridad.
Cruzando un grupo espeso de árboles de un olor fuerte, llegaron a la entrada de una cueva que estaba taponada con una gruesa puerta de metal. Una cámara de seguridad titilaba en con una luz roja, los vampiros eran bastante tecnológicos, dentro de sus aquelarres, preferiblemente en lugares bastante inaccesibles, eran fortificados con alta tecnología.
Aleck soltó la mano de Sebastián y avanzó varios pasos hasta estar solo a un metro de la puerta, la cámara le apuntó directo en la cara.
—Soy Aleck Bol, hijo de Eugene Bol, mestizo. Traigo noticias de guerra para el aquelarre y solicito una reunión extraordinaria con el trasformista que lidera este lugar, es de vida o muerte para nuestra especie —cuando terminó, dejó escapar un suspiro, había practicado mucho esas palabras y le salieron como si fuera un robot sin vida.
No pasó nada, la puerta permaneció cerrada y la cámara de seguridad se dirigió hacia Sebastián y Exequiel.
—Creo que quieren saber quiénes somos —dijo Sebastián y Aleck se aclaró la garganta.
—Él es un lobo del concejo de la manada de la fábrica —Aleck no encontró como más referirse a él —y él es un transformista secuestrado por los laboratorios Jábico —Ante la mención del laboratorio, la cámara regreso a su posición original y la puerta se abrió después de un largo minuto.
El metal crujió y cuando estuvo abierta un hombre vestido con un mono negro, un puro, asomó y señaló a Aleck y a Exequiel.
—Entren — les dijo con voz autoritaria y los tres hombres dieron un paso al frente —El lobo no —dijo y Sebastián frenó en seco y abrió un poco la boca. Aleck se detuvo también.
—¿Por qué? Preguntó y él. El puro sonrió de lado. —No se admiten otras especies en el aquelarre de la cueva —Aleck levantó el mentón, sabía como debería afrontar aun arrogante puro.
—Siempre han permitido otras especies dentro.
—Pues ya no —Aleck extendió la mano hacia el trasformista para evitar que avanzara.
—Entramos los tres o no entra ninguno —la cara del puro enrojeció.
—Entonces no entrará nadie —dijo con rabia, y una voz robótica se escuchó a través de un radio que tenía en el bolsillo.
—Déjalos entrar —dijo a voz y el hombre palideció.
—Pero… —trató de convencerlo el puro, pero la voz sonó firme y autoritaria.
—Que entren —el hombre casi que dio un salto y Aleck se asustó, ese debería de ser el trasformista que estaba a cargo, trató de recordar cual de los que él conocía que vivían ahí podría ser, pero no reconoció la voz.
—Yo te recuerdo —le dijo el puro a Aleck después de apagar el radio —Fuiste el idiota que se enamoró de un humano —Aleck sintió la mirada que le clavo Sebastián en el cuello y caminó hacia el frente chocando el hombro del puro.
—No estorbes, que te regaña tu jefe — cruzó por la puerta seguido de Sebastián y Exequiel, y cuando llegó a la primer sala donde desembocaba el túnel se detuvo. Una ola de recuerdos lo invadió, muchos recuerdos y la mayoría negativos. Sebastián llegó y se posicionó detrás de él, apoyando las manos en los brazos del vampiro y juntando su pecho con la espalda del menor.
—Sé que lo harás —le dijo y el aliento se deslizó por la oreja de Aleck, pero el gesto no lo calmó, presentía que las cosas dentro de los túneles no eran como recordaba y eso lo asustó.
—Hagámoslo —dijo y continuó la marcha.
Sebastián no tenía que leer la mente de Aleck para saber que regresar al aquelarre le afectaba en sobre manera. Lo vio dudar en una que otra puerta de las que aparecían de vez en cuando en el enorme pasillo de cueva.—Recuerda los colores —le dijo el muchacho y Sebastián le apoyó la mano en el hombro. Sebastián los recordaba, pero el muchacho se los repitió —entre más oscuro más pura la sangre, el transformista tuene un traje como el petróleo, brillante, los demás son de tela, negro para puros, gris para mestizos…—Ya lo entiendo —le dijo Sebastián, venían acompañados por un séquito de personas que lo hicieron sentir más que un invitado, un prisionero —calma —Aleck respiró profundo, y aunque Sebastián se moría de ganas por escuchar el motivo del nerviosismo del vampiro, prefirió solo darle apoyo moral.Siguieron caminando por el pasillo hasta que el vampiro que les había abierto la puerta los detuvo frente a un par de puertas.A Sebastián lo hicieron entrar por otra puerta mientras qu
Vanya no quería salir del agua, aunque sabía que entre más tiempo pasaran allí había más posibilidades de que los encontraran, aunque con las habilidades de Kerr era bastante obvio que tenían la ventaja, no estaban exentos de que volvieran a utilizar el sonido.Estaba recostada en el suelo del pequeño lago de agua termal y Kerr estaba sobre ella acostado sobre su pecho, las manos de Vanya le acariciaban la espalda delicadamente, llevaban ahí por lo menos una hora.— ¿Si traen el sonido que te produce dolor? — le preguntó ella después de un rato y Kerr se encogió de hombros.— Tengo los sentidos extendidos — le dijo él — los vería venir desde un kilómetro a la redonda, así que creo que estamos a salvo por el momento.Vanya se dejó llevar por la somnolienta sensación del agua caliente, tenía el cuerpo molido y el reciente orgasmo le había arrebatado un poco más las fuerzas, así que cerró los ojos. Estaban ya ante una nueva guerra, y presintió que ese sería el último momento en paz que t
Vanya observó con horror como el cuerpo de Kerr se desvanecía frente a ella. Lanzó un grito de horro y logró atraparlo antes de que cayera al suelo. la mujer seguía apuntándole con el arma y avanzo hacia ellos diciendo algo que Vanya no logró entender.Con ella había llevado el arma corta que tenía Kerr, había logrado rescatarla de la caída al rio y no le importó que estuviera húmeda.— Dejalo ir — le dijo desesperada apuntándole con el arma, Kerr se revolcaba en el suelo, pero la mujer la miró con una frialdad que a Vanya le heló la sangre.— No creas que por ser hija de tu padre tendrás un trato especial — le dijo — Ahora eres enemiga del mundo que él quiere formar y así se te tratará — sacó de la parte de atás del pantalón un radio y presionó el botón para hablar, pero Vanya salto hacia el frente, sabía que el arma no dispararía, y no permitiría que vinieran por Kerr, así que agarró a la mujer por la cintura y empujó hacia atrás con todas sus fuerzas apoyando el hombro en su estóma
Pretendían llevar a Aleck y a Sebastián a dos habitaciones diferentes, pero el menor insistió rotundamente en que no quería perder al lobo de vista y Sebastián no objetó nada, le parecía que el aquelarre no era un lugar muy seguro que digamos y el joven vampiro sabia eso, así que terminaron metiéndolos en una habitación estrecha con dos camas a un más estrechas.Las cosas con el trasformista líder de ese aquelarre no habían salido bien, él estaba seguro que bajo la tierra Jábico no sería capaz de entrar, pero según lo que le había comentado Aleck, el veneno de los transformistas que convertía a humanos en vampiros tenia un limite de diez o quince expulsiones diarias, así que necesitaban a más de uno para poder formar un ejercito lo suficiente mente grande como para enfrentar a las manadas, a menos de que ya hubieran podido implantar en el cerebro de Kerr ese aparato que podía controlarlo, de ser así, estaban perdidos ya.— Tenemos que convencerlo de algún modo — dijo Aleck, cada uno
Sebastián siguió a Aleck por los estrechos túneles, para él no eran más que estrechos laberintos que se entrecruzaban los unos con los otros en interminables pasillos, pero el vampiro parecía que tenía impreso en la memoria cada pequeño rincón del lugar.Corrieron chocando con vampiros que iban y venían desesperadamente y eso comenzó a preocuparlo, ¿qué pasaba si lograban secuestrar a Walter? Sin el trasformista que liderara a ese aquelarre, sería más complicado convencerlos de poder pelear a su lado, o todo lo contrario.En el camino se encontraron con Exequiel, el trasformista del aquelarre de la cascada lucía asustado y más pálido de lo normal, de seguro la idea de caer en las manos de Jábico nuevamente lo asustaba, y Sebastián recordó su propia estadía en la cede de los laboratorios, la energía atravesándole el cuerpo y el hambre a la que fue sometido para que confesara donde estaba la fábrica.Llegaron al final del pasillo, había por lo menos dos decenas de puros con ropas negras
Al aquelarre le tomó por lo menos medio día volver a una relativa normalidad. La mitad de los vampiros se había quedado sin poderes por culpa del humo que los enviados de los laboratorios habían lanzado y estaban diseminados por todos los túneles como si estuvieran medio muertos.Sebastián caminaba al lado de Aleck, el muchacho parecía mareado y distraído y se había colgado al brazo del lobo como si en cualquier momento pudiera desmayarse.No habían tenido una buena noche, cuando Sebastián llegó a la habitación después de quitarse toda la sangre del cuerpo Aleck estaba acostado en la cama con posición fetal y los ojos brillosos.— Es como si estuviera vacío por dentro — le había dicho y Sebastián lo abrazó, cuando él perdía los poderes no se sentía gran diferencia, aparte de la fuerza que se iba con la telepatía, pero para los vampiros parecía ser algo diferente, como si la fala de poderes les quitara parte de sí mismos, Sebastián no lo tenía muy claro, pero Aleck era de los pocos que
Kerr y Vanya llegaron a los alrededores de la fábrica, y no encontraron más que un espacio vacío de vida.La manada no estaba, y Kerr estuvo seguro de que los laboratorios Jábico habían llegado después, todos los catres estaban desperdigados por todo el lugar y las mesas rotas, incluso habían roto parte del suelo, como si pensaran que la manada había escondido algo bajo élLa habitación que hacía de hospital estaba completamente vacía.— No creo que clarisa se hubiera llevado todo — le dijo Vanya mientras observaba el lugar — Jábico debió de llevarse las cosas que tenía aquí — un duda terrible invadió a Kerr.— Ella había tomado una muestra de mi sangre — Vanya se encogió de hombros.— Estuviste mucho tiempo inconsciente allá en los laboratorios, creo que alcanzaron a sacarte hasta medula ósea — Kerr ladeó la cabeza. Estaba vestido únicamente con unos pantalones cortos que había por ahí y se acercó a Vanya desde atrás para darle un casto beso en la cabeza.— Lo siento — le dijo él y e
Kerr no sabía como afrontar la situación, no sabía como tomaría su hermano la noticia y eso lo puso nervioso.El Alpha lo llevó hasta su carpa, era amplia, los cuadros de los miembros de la manada desaparecidos estaban colgados en una pequeña repisa que estaba llena de pañales. Lina estaba ahí y le dio un fuerte abrazo a Kerr aplastando a su hijo que él traía cargado.— No creía cuando me dijeron que habías regresado — le dijo la mujer y el sonrió de lado.— Soy como una cucaracha — dijo bromeando y ella al ver la expresión en el rostro de él tragó saliva.— Los dejaré solos — dijo y salió de la tienda.Kerr levantó a su sobrino, el bebé estiró la manito y le agarró con fuerza la nariz, luego sonrió un poco y abrió los ojos azules de par en par. Era muy parecido a él.— Por qué siento que algo marcha mal — le dio Víctor y le tendió a Kerr una silla para que se sentara. Kerr apoyó al bebé en sus piernas y entró en su pequeña conciencia, le gustaba la sensación del cuerpo de Kerr, porqu