Ariadna Rinaldi, es una joven que para pagar las deudas de su padre, se ve obligada a firmar un contrato comprometiéndose a casarse y darle un hijo varón al hasta entonces único nieto del machista y gran empresario farmacéutico: Sthephano Grimaldi, quién al morir, estipula en su testamento que el primero que le de un biznieto varón, manejará todos los bienes de la familia. Alonzo Grimaldi, ambiciona con esa herencia, por lo que está decidido a casarse con Ariadna, y embarazarla, para cumplir con su propósito; pero él no contaba con la aparición de Nicholas, nieto no reconocido del patriarca de la familia, quién por pedido de su abuela, aparece para compartir con su primo los bienes, sin imaginar que Ariadna, y Nick, años atrás tuvieron un gran romance, que terminó de manera inesperada, cuando él, la dejó plantada el día de la boda. Un duelo de pasiones se vivirá en esta historia. Ariadna y Nick, para alcanzar la felicidad deberán enfrentar a sus enemigos, quienes les provocaran un gran dolor, todo a causa de una terrible venganza...Un heredero desaparecido, y una madre que no descansará hasta dar con su paradero. Obra registrada en Safe Creative: 2108269044150 © Derechos Reservados. Prohibida su copia o reproducción, adaptación, sin autorización de la escritora. Registrada en el Instituto de Propiedad Intelectual de Ecuador. 2017-2021 ©Todos los Derechos Reservados.
Leer másQueridos lectores agradezco el tiempo que se han tomado para leer esta humilde historia que fue la primera que me animé a subir a las plataformas. Aquí empieza la aventura de la Serie Romance que conforman varios libros más. Recuerden que esta historia participa en el concurso y espero sus votos. Un contrato por amor: Historia de Nick y Ary. Déjame decir que te amo: Segunda parte de: Un contrato por amor. Tengo todo excepto a ti: Historia de Diana y Rodrigo, padres de Santiago Vidal. Cuando seas mía: Historia de Isabela, hermana de Santiago. Si me ves llorar por ti: Historia Alba y Santiago. Un café para el Duque (antes: El día que me quieras): Historia de María Paz y Joaquín. Hoy te vuelvo a enamorar (antes: Amantes de luna llena): Historia de Carlos Duque. Dulce Adicción: Historia en Coautoría con mi amiga Xinova Escritora, autora de Entre sombras y tormenta. Pueden pasar a leer uno de sus libros publica
CUATRO AÑOS DESPUÉS. Isla de Roatán—Honduras La delicada y blanca arena de la playa cubría los pies de Nick y Ary, quienes, tomados de las manos de Nachito, Tefa y Paolo, observaban el hermoso color turquesa del agua del mar. Los niños eran muy educados, tiernos, amorosos y solidarios no solo con sus padres sino con las personas a su alrededor. Ayudaban a Ariadna en el orfanato y en el centro comunitario; sin embargo, cada uno tenía características que los hacían diferentes: Nachito ya era un jovencito de once años, tímido, reservado, bastante maduro para la edad que tenía. Tefa, acababa de cumplir nueve: ella era extrovertida, alegre, divertida. Paolo estaba por llegar a los cinco, él era un pequeño muy ocurrente, simpático, travieso; algo entendible en su edad. Lo primero que quisieron hacer los niños en las hermosas playas de Roatán ubicadas en el hermo
Posterior a eso regresaron al comedor comunitario, donde se sirvió una paella realizada por la abuela Fiorella y la señora María para todos los invitados. Mientras se servían la comida, ingresó al comedor Ana Cristina, con su hermosa barriga de siete meses de gestación, ella al igual que Ariadna, se veían resplandeciente. Alonzo la miró y su corazón se estremeció, sintió mucha emoción al verla. Ana Cristina se dirigió a saludar a Ary. —¡Felicidades, amiga! —comentó abrazándola—. Tu sueño se ha hecho realidad —mencionó Ana Cristina, emocionada. —Gracias —respondió Ary—, pero no creas que te voy a perdonar que te hayas ido sin avisar. —La acusó con el dedo índice, y luego sonrió mirando su abultado estómago. —¡Qué hermosa estás! Y mi sobrino cada día más grande —colocó su mano en el vientre de Ana—, te ves tan linda —aseveró Ariadna feliz de ver a su amiga de vuelta. Nick, como todo un caballer
Ariadna, antes de irse del hospital, pasó a saludar a Alonzo. Quién se encontraba acostado leyendo un libro.—Hola... ¿Puedo seguir?—¡Claro! —respondió él, con una sonrisa.Ariadna se acercó a él, lo tomó de la mano.—Muchas gracias… No tengo palabras para agradecerte. ¡Arriesgaste tu vida por mí!—No podía permitir que Jessica, te hiciera daño...no me lo hubiera perdonado nunca. Tú sabes que eres muy importante para mí… Te quiero Ariadna —expresó Alonzo; sin notar que Ana Cristina, estaba en la puerta de la habitación escuchando.—Perdón, no quería interrumpir —pronunció la doctora, con la voz entrecortada. Ariadna lo soltó.
Horas más tarde. Alonzo, salió de cirugía, estaba delicado de salud; pero estable. Ana Cristina ingresó al área de recuperación. Se acercó a él, y las palabras no salían de sus labios, porque ni ella misma sabía que decirle, no tenía claro lo que sentía por él, por eso sus frases no fueron las típicas de amor que todo el mundo espera cuando alguien está grave en la cama de un hospital. La joven doctora deslizó sus dedos por el nacimiento de la barba de él, se estremeció ante ese contacto, y luego respiró profundo. —Alonzo, tú eres un hombre valiente y fuerte. Me alegro de que estés bien. Sabía que te ibas a recuperar... Hierba mala nunca muere —comentó ladeando los labios, se inclinó y besó la frente de él, y se quedó unos minutos cuidándolo, y después salió a ver como seguía Ariadna. Al entrar a la habitación de su amiga, se dio cuenta de que estaba dormida, revisó
Esa misma noche luego de que Ana Cristina atendiera y estabilizara al pequeño Mateo quien padecía infección intestinal todos regresaban a casa. Ángel estaba al pendiente de sus pequeños. María pensativa caminaba a paso lento con las manos en los bolsillos de su saco, suspiró profundo al recordar todo lo que sucedía, estaba a punto de ingresar al contenedor en el que vivía, cuando divisó a su nieto, sentado esperándola.—¡Nachito! —exclamó la señora.—¡Abuelita! —expresó el niño con emoción y corrió a abrazarla.—¡Mi chamaquito! Pensé que no te volvería a ver...— dijo ella, con lágrimas en los ojos, besando las mejillas de su nieto. —¿Qué haces aquí? ¿Cómo llegaste?&mda
Nick caminaba de un lado a otro por la sala de su casa, desesperado, contrariado, aturdido, esperaba una sola llamada que le diera aliento... pero... «¿Será que hice bien en confiar en él?» se preguntó aquel hombre que se sentía abrumado, cuando de repente su celular sonó. —Todo listo Nick, la policía está alerta. —Yo requiero estar presente, necesito rescatar a Ariadna. —Ten paciencia, ella te va a llamar, tú debes actuar normal, un mal paso o una ligera sospecha y pondrás en peligro la vida de Ary. Nick resopló al otro lado de la línea. — ¡Está bien! Nicholas colgó la llamada y dejó caer su cuerpo en el sillón colocó sus codos en las rodillas, y tomó su rostro entre sus manos, desesperado aguardaba aquella llamada, hasta que horas después, su teléfono sonó. —Hola, cariño... ¿Me extrañaste? —preguntó carcajeándo
Nick respiró profundo. Necesitaba pensar con cabeza fría. Aun contrariado y meditabundo subió a su auto para dirigirse al orfanato. Sospechaba que Jessica también tenía que ver con la desaparición de Nachito, sin embargo, por más que intentaba conservar la calma, le era imposible, aquel vacío en su estómago se traducía a una sensación de zozobra, al saber a su amada Ariadna en manos de aquella loca. Luego de unos minutos arribó al orfanato, donde todo era un caos, buscaban a Nachito, desesperados, caminando a pasos ligeros llegó hasta el patio en donde Constanza limpiaba a cada rato sus lágrimas. —¿Conny que sucedió? ¿Cómo es posible que Nachito no esté aquí? —Nick, ¡Perdóname! Siempre hemos tomado las medidas de seguridad, nunca se nos ha perdido un niño. No sabemos qué sucedió, ni cómo pasó — sollozó con la voz entrecortada—. Las cámaras muestran a tu primo Alonzo ingresando a este lugar. <
Ariadna en compañía de los tres niños, llegaron emocionados del centro comercial. Ary le entregó a cada uno sus respectivos juguetes, entonces los pequeños corrieron a sus habitaciones a jugar con los obsequios. Entre tanto Ary se fue a su alcoba se quitó los zapatos y se acostó en su cama a descansar unos minutos, mientras Nick llegaba con la pizza. En la habitación Nachito jugaba con uno de los autos que Ary le compró cuando de forma abrupta Nicholas se los quitó de las manos y se los rompió. —Mira mugroso lo que hago con esto. —Nico reía como loco, y averiaba todo lo que podía, mientras Ignacio lloraba asustado. —Si eres inteligente deberías irte de esta casa… Aquí nadie te quiere —expresó mirando con malicia al pequeño, después Nicholas se puso a gritar: —¡Mamá! ¡Mami! Ariadna abrió sus ojos de par en par, se colocó sus pantuflas, y fue a ver que sucedía. Se encontró a su verdadero hijo llorando, y Nichola