Esa misma noche luego de que Ana Cristina atendiera y estabilizara al pequeño Mateo quien padecía infección intestinal todos regresaban a casa. Ángel estaba al pendiente de sus pequeños. María pensativa caminaba a paso lento con las manos en los bolsillos de su saco, suspiró profundo al recordar todo lo que sucedía, estaba a punto de ingresar al contenedor en el que vivía, cuando divisó a su nieto, sentado esperándola.
—¡Nachito! —exclamó la señora.
—¡Abuelita! —expresó el niño con emoción y corrió a abrazarla.
—¡Mi chamaquito! Pensé que no te volvería a ver...— dijo ella, con lágrimas en los ojos, besando las mejillas de su nieto. —¿Qué haces aquí? ¿Cómo llegaste?
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Horas más tarde. Alonzo, salió de cirugía, estaba delicado de salud; pero estable. Ana Cristina ingresó al área de recuperación. Se acercó a él, y las palabras no salían de sus labios, porque ni ella misma sabía que decirle, no tenía claro lo que sentía por él, por eso sus frases no fueron las típicas de amor que todo el mundo espera cuando alguien está grave en la cama de un hospital. La joven doctora deslizó sus dedos por el nacimiento de la barba de él, se estremeció ante ese contacto, y luego respiró profundo. —Alonzo, tú eres un hombre valiente y fuerte. Me alegro de que estés bien. Sabía que te ibas a recuperar... Hierba mala nunca muere —comentó ladeando los labios, se inclinó y besó la frente de él, y se quedó unos minutos cuidándolo, y después salió a ver como seguía Ariadna. Al entrar a la habitación de su amiga, se dio cuenta de que estaba dormida, revisó
Ariadna, antes de irse del hospital, pasó a saludar a Alonzo. Quién se encontraba acostado leyendo un libro.—Hola... ¿Puedo seguir?—¡Claro! —respondió él, con una sonrisa.Ariadna se acercó a él, lo tomó de la mano.—Muchas gracias… No tengo palabras para agradecerte. ¡Arriesgaste tu vida por mí!—No podía permitir que Jessica, te hiciera daño...no me lo hubiera perdonado nunca. Tú sabes que eres muy importante para mí… Te quiero Ariadna —expresó Alonzo; sin notar que Ana Cristina, estaba en la puerta de la habitación escuchando.—Perdón, no quería interrumpir —pronunció la doctora, con la voz entrecortada. Ariadna lo soltó.
Posterior a eso regresaron al comedor comunitario, donde se sirvió una paella realizada por la abuela Fiorella y la señora María para todos los invitados. Mientras se servían la comida, ingresó al comedor Ana Cristina, con su hermosa barriga de siete meses de gestación, ella al igual que Ariadna, se veían resplandeciente. Alonzo la miró y su corazón se estremeció, sintió mucha emoción al verla. Ana Cristina se dirigió a saludar a Ary. —¡Felicidades, amiga! —comentó abrazándola—. Tu sueño se ha hecho realidad —mencionó Ana Cristina, emocionada. —Gracias —respondió Ary—, pero no creas que te voy a perdonar que te hayas ido sin avisar. —La acusó con el dedo índice, y luego sonrió mirando su abultado estómago. —¡Qué hermosa estás! Y mi sobrino cada día más grande —colocó su mano en el vientre de Ana—, te ves tan linda —aseveró Ariadna feliz de ver a su amiga de vuelta. Nick, como todo un caballer
CUATRO AÑOS DESPUÉS. Isla de Roatán—Honduras La delicada y blanca arena de la playa cubría los pies de Nick y Ary, quienes, tomados de las manos de Nachito, Tefa y Paolo, observaban el hermoso color turquesa del agua del mar. Los niños eran muy educados, tiernos, amorosos y solidarios no solo con sus padres sino con las personas a su alrededor. Ayudaban a Ariadna en el orfanato y en el centro comunitario; sin embargo, cada uno tenía características que los hacían diferentes: Nachito ya era un jovencito de once años, tímido, reservado, bastante maduro para la edad que tenía. Tefa, acababa de cumplir nueve: ella era extrovertida, alegre, divertida. Paolo estaba por llegar a los cinco, él era un pequeño muy ocurrente, simpático, travieso; algo entendible en su edad. Lo primero que quisieron hacer los niños en las hermosas playas de Roatán ubicadas en el hermo
Queridos lectores agradezco el tiempo que se han tomado para leer esta humilde historia que fue la primera que me animé a subir a las plataformas. Aquí empieza la aventura de la Serie Romance que conforman varios libros más. Recuerden que esta historia participa en el concurso y espero sus votos. Un contrato por amor: Historia de Nick y Ary. Déjame decir que te amo: Segunda parte de: Un contrato por amor. Tengo todo excepto a ti: Historia de Diana y Rodrigo, padres de Santiago Vidal. Cuando seas mía: Historia de Isabela, hermana de Santiago. Si me ves llorar por ti: Historia Alba y Santiago. Un café para el Duque (antes: El día que me quieras): Historia de María Paz y Joaquín. Hoy te vuelvo a enamorar (antes: Amantes de luna llena): Historia de Carlos Duque. Dulce Adicción: Historia en Coautoría con mi amiga Xinova Escritora, autora de Entre sombras y tormenta. Pueden pasar a leer uno de sus libros publica
Long Island- New York, Usa.«Don't stop the music by Rihanna» envolvía el ambiente. Las luces robóticas apenas permitían ver los rostros de los jóvenes que bailaban en la pista. El humo del cigarrillo se coló por las fosas nasales de la pareja que con los dedos entrelazados intentaban llegar a su mesa.—¡Aquí! —escucharon a lo lejos, enseguida una mano se agitó llamándolos. Ary parpadeó y sonrió al mirar como su mejor amiga Ana Cristina enloquecía a varios chicos con su particular baile. —¡Vamos! —le dijo ella a su novio.Nick sonrió y avanzó de la mano de su prometida hasta el lugar en donde estaba su amiga. Ariadna se soltó de su agarre y se unió al baile. Nicholas contempló embelesado a su chica
Nicholas Miller aparcó su Lexus, en el estacionamiento de farmacéuticas Grimaldi, dio un respiro que más bien sonó a resoplo, pues la reunión que se llevaría a cabo en unos minutos más, no era de su agrado.Miró su Rolex, y supo que aún tenía tiempo, entonces se recargó en el asiento del auto, deseando desaparecer de la faz de la tierra, sus dedos se deslizaron hacia el reproductor de música.«Mi corazón insiste by Jean Carlos Canela» empezó a sonar, entonces los recuerdos se vinieron a la mente de Nick.—Por más que quise no logré sustituirte... —tarareó pensando en esos ojos negros que lo cautivaron desde el mismo instante que se miró reflejado en ellos. De nuevo esa sensación de vacío que con nada y nadie logró llenar se ap
Ariadna lo miró con recelo, y a la vez con resentimiento, parpadeó un par de veces antes de responder.—Por supuesto —expresó dubitativa.—Mucho gusto, a todos —contestó Nick.La junta se terminó, la abuela anunció una cena en su casa, en honor a su nieto. La señora Grimaldi tomó del brazo a Nick, y lo llevó a conocer la empresa.****En la oficina de Alonzo, una reunión muy importante tuvo lugar.—Deben casarse de inmediato —ordenó Amanda, observando a su hijo, y su novia—. No vamos a permitir que la fortuna de nuestra familia, caiga en manos de unos oportunistas —gruñó.Ariadna, no podía dar crédito a las palabras de la señora Grimaldi, para Am