Mi primera reacción fue de rechazo, porque estaba completamente segura de que no era el mejor momento para convertirme en madre; luego de eso me invadió el miedo y el horror, porque no tenía idea de cómo cambiaría mi vida, y porque me sentí una terrible persona al pensar que, por al menos un segundo, osé imaginar una vida sin ellas; pero, tras escuchar sus corazones latiendo con fuerza en mi interior, me di cuenta de que yo sería capaz de hacer absolutamente TODO POR ELLAS.
Leer másTras lo que parecían interminables meses de gestación, de cambios, de pleitos que terminaban con la pareja llorando, abrazados y pidiéndose perdón, el día del parto llegó finalmente.Elisa sabía que no sería fácil, Humberto lo intuía, y fue por eso que el joven padre estuvo al lado de su amada en todo momento, sosteniendo su mano y brindándole palabras de aliento. Era un día lleno de emociones y expectativas, tanto de alegría como de incertidumbre.Elisa, aunque agotada, adolorida y asustada sentía una paz inigualable al tener a Humberto junto a ella, compartiendo cada instante de ese momento único, fue ahí que entendió lo que ese hombre le había dicho cuando su embarazo fue descubierto: había cosas que lamentarían al vivirlas juntos por primera vez cuando hubo una vez anterior en que no estuvieron juntos.—Lo lamento —dijo la rubia entre gemidos de dolor y jadeos por el cansancio que todo su esfuerzo dejaba en su cuerpo—, debiste estar en el otro embarazo… de verdad, lamento haberte
—Síndrome de Couvade —informó el médico y los esposos se miraron con más miedo que extrañeza—, es algo que los médicos llamamos embarazo empático y, a grandes rasgos, tiene que ver con la necesidad de un hombre de proteger a su pareja de los malestares del embarazo.—Ni siquiera sabíamos que estoy embarazada —declaró la rubia, sin dejar de mirar al médico, pero apuntando con su mano hacía Humberto y hacia ella alternamente,—Bueno —habló el médico—, aunque esto suena a psicológico, la verdad es que tiene una explicación física. Algunos expertos creen que los cambios hormonales producidos durante el embarazo en el cuerpo de la mujer podrían afectar a su vez a las hormonas del hombre, disminuyendo los niveles de testosterona de los afectados y esto, a la vez, aumenta la prolactina, que es una de las principales hormonas relacionadas con el embarazo, lo que produce los síntomas del embarazo, precisamente; además, la baja testosterona puede provocar ansiedad, y si está pasando por una sit
El inicio no fue difícil, aunque sí un poco cansado, sobre todo para Humberto que continuaba teniendo demasiado trabajo en su nuevo cargo, pero Elisa estaba feliz de volver al lugar que, más que ningún otro, se sentía como su hogar, y las niñas pronto se acostumbraron a más gente en su vida, incluyendo la de su nueva guardería.Sin embargo, lo que al principio parecía un arreglo temporal y manejable, pronto se convirtió en una fuente de tensión constante. Humberto empezó a sentirse cada vez más cansado y a demostrar su molestia, como solo sabía mostrar todas sus malas emociones: con mal humor y hasta un poco de ira.Las discusiones con Elisa Alatorre se volvieron más frecuentes y acaloradas. Humberto ansiaba volver a su vida “normal”, aquella en la que cada cosa tenía su lugar y no había sorpresas ni cambios constantes. Su frustración era palpable y, aunque intentaba ocultarla, su carácter emocional lo traicionaba en cada interacción.Elisa, observadora y sensible, notó los cambios en
Elisa Alatorre meditaba en silencio sobre la próxima decisión que debía tomar. El dilema la había mantenido despierta por las últimas noches, pero sabía que ayudar a su cuñada con la administración del restaurante era lo correcto.El embarazo de su cuñada estaba en una etapa tan avanzada que ya no solo ella estaba teniendo problemas para asistir al trabajo, lo hacía también su hermano que debía cuidar, no solo el negocio, sino también a sus amados sobrinos y a su cuñada que estaba, como ella misma decía, súper embarazada, y la rubia no podía quedarse de brazos cruzados mientras la familia necesitaba su apoyo.Al mismo tiempo, Elisa estaba consciente del impacto que su decisión tendría en Humberto. Él no estaba contento con la idea de que ella se llevara a las gemelas a su ciudad natal ni siquiera de vacaciones, alejarlas de él por más tiempo seguro que no sería una idea que le encantaría.Pero no había otra opción, Humberto ahora encargado de la empresa de su padre, quien, decidido a
—No puede pasar —soltó con firmeza Elisa, interponiéndose entre su casa y la madre de su esposo.Ni bien abrió la puerta, a la rubia le tocó enfrentarse a una cantaleta grosera y cansona de parte de una mujer que se presentó justo así, como la madre de Humberto Valtierra, el idiota al que, según las palabras de esa mujer, ella no podría estafar jamás.—Esta es la casa de mi hijo —vociferó con furia la mayor, deteniendo sus pasos a fuerza de la rubia mujercita que, con los brazos cruzados al frente, no se movía de debajo del marco de la puerta.—Sí —respondió Elisa sin perder la calma—, pero también es mía, y sé por Humberto, y por la abuela de Humberto, que usted no tiene buenas intenciones hacía mí o hacia mis hijas, así que no puede pasar a mi hogar. Ahora, sino le molesta, retírese, por favor.—Por supuesto que me molesta —declaró la mayor entre dientes, pues estaba usando todas sus fuerzas en contenerse de tomar a la rubia con ambas manos y comenzar a hacerla jirones cual hoja de p
—Ni siquiera nos parecemos —farfulló Humberto, abrazando por la cintura al par de niñas, que tenía sentadas en un altillo de la cocina, mientras las veía con los ojos entrecerrados—. ¿Por qué lo confundieron conmigo?Elisa, que terminaba de servir el té frío en una jarra para llevarlo a la sala y compartirlo con la abuela y el padre del padre de sus hijas, giró la cabeza para poder mirar al hombre que, al parecer, les reclamaba cosas a dos niñas que ni siquiera tenían dos años.—¿No estás esperando que te expliquen, o sí? —preguntó la rubia, más que confundida, entonces el hombre que juraba amarla la miró casi molesto—. Tienen año y medio, Humberto, y las conoces de toda la vida, sabes bien que te confunden con todo hombre que les pasa por enfrente.—Ya no me confunden tanto —alegó el mencionado, lento, como si de esa manera quedaría completamente claro lo que él decía—, y me ofende que me confundieran precisamente con él.—Ay, por favor, Humberto —pidió la rubia, volviendo la cara a
—Hola, madre —saludó Roberto Valtierra a su madre luego de besar su mejilla, para luego proceder a tomar asiento en esa silla que su madre apuntaba—. Me sorprendió un poco que me invitaras a almorzar de la nada, o al menos fue así hasta que Teresa irrumpió furiosa en mi oficina mencionando a Humberto y lo mal que se seguía portando, así que deduje que esto es más por él que por que extrañas a tu hijo, ¿no es así?—Es justo así —confesó la anciana, sonriendo a un hijo que negaba con la cabeza mientras suspiraba con solo un poco de cansancio—. Es como siempre, ella lo ataca y yo lo defiendo. Te juro que no entiendo la falta de instinto materno de esa bruja. Lo primero es tu hijo, sea hijo de quien sea, pensaba que eso era algo obvio aún para las personas sin corazón.—A ella solo le interesa el dinero —señaló Roberto, comenzando a disfrutar de uno de los mejores desayunos del mundo, ese que tenía la compañía de una mujer que amaba con toda su vida y que lo había amado siempre, a pesar d
—Sabes —dijo el hombre, tras explicar lo que Elisa había estado escuchando a medias mientras él hablaba por teléfono—, no soy idiota por gusto, o por comodidad, es simplemente que casi nunca sé qué es lo que debería de hacer. Bonita, yo no tengo la fórmula adecuada, así que solo uso mis limitados e inadecuados recursos para poder tener lo que necesito porque, aunque parezca un capricho, te necesito a mi lado, y a ellas, porque las amo con toda mi vida y no sería capaz de vivir si ustedes no están a mi lado. Elisa no dijo nada, ahora que conocía un poco más la situación familia de ese joven, y la educación que recibió mientras crecía, podía entender un poco mejor su forma de actuar que, ciertamente, no era la adecuada y sí parecía caprichosa. » Ni siquiera sé lo que debe ser una familia, pero sé que no es lo que mis padres me dieron —declaró Humberto Valtierra—, y lo sé porque no es lo que quiero que tengan mis hijas. Yo quiero una familia de verdad para ellas, y algo en mi interior m
Elisa suspiró, era cierto que su intención fue dejar las cosas claras con Humberto cuando habló con él la última vez, así que ahora no entendía por qué rayos estaba tan decepcionada solo porque él tenía casi una semana sin buscarla, ni a sus hijas.Es decir, sí, le mandaba mensajes continuamente, pero con un simple mensaje él no podría demostrar el suficiente interés en ellas, así que se estaba angustiando un poco, y, aunque en un inicio le pareció agradable la lejanía y el aparente desinterés, ahora le preocupaba al punto de querer saber qué estaba pasando.—Estoy loca —dijo para sí misma mientras, semi recostada en la cama, con sus dos bebés dormidas cerca de ella, veía el número de teléfono y el nombre del padre de sus hijas en la pantalla de su celular—, que pierda el interés en mí debería ser bueno.Dicho eso, Elisa soltó su teléfono y se giró sobre su costado para poder mirar mejor a sus hijas, ellas también extrañaban a ese hombre, por eso las pobres se la pasaban sentadas mira