Sangrienta Monarquía.

Sangrienta Monarquía.ES

Fantasía
G Malcor  Completo
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10
1 Reseña
22Capítulos
3.5Kleídos
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Resumen
Índice

En un fantasioso reino donde los vampiros son suprimidos por una falsa monarquía, el Conde de ésta especie tendrá la obligación de encontrar a uno de los hijos de quien fuese el verdadero y único rey para recuperar el dominio de la comarca, arrebatado injustamente por los humanos. Mientras va develando los secretos de Debora Rousseau, la hermana del rey, de quien se sentirá atraído.

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Edgar Nevermore
Buenísimo ... ... ... espero más capítulos
2022-12-13 06:43:30
0
22 chapters
Capitulo I
El brillo de la noche era opacado por las grisáceas nubes que cubrían todo el cielo, y las pequeñas gotas de una suave brisa era sólo el inicio de una pronta tormenta. El monarca se encontraba en uno de los balcones del castillo, bebiendo un refrescante coñac, mientras observaba el deprimente panorama natural.- ¿Cómo sigue Debora? - Preguntó Venecia quien llegaba inesperadamente a la estancia, ella se convirtió en reina luego de casarse con el heredero del trono.-No lo sé. Don modesto está cuidando de ella, y no he recibido notificación alguna de su parte. –Respondió Víctor, volviéndose hacia su esposa. Su cabello largo, caía en ondulaciones rojas y castañas claras como un rayo de sol perpetuo, combinando de forma etérea con sus ojos color café. La belleza que derrochaba era una semejanza a la perfección. Venecia tenía seis meses de embarazo y el monarca sólo pedía que su primer descendiente se pareciera más a ella que a él, no sólo en el físico, también en lo intangible. - ¿Cree
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Capitulo II
El coliseo estaba abarrotado de personas, humanos y algunos vampiros que lograban mezclarse entre la multitud. La familia real estaba ubicada en el palco más alto y visible del lugar. Venecia, sentada al lado izquierdo del rey, vestía un extravagante vestido rojo, y accesorios del mismo color que adornaba su cuello y manos. La vestimenta de Debora era más sencilla. El blanco de su vestido hacía resaltar su largo cabello negro, y su hermosa piel blanca carecía de cualquier tipo de maquillaje y artificios, brindándole un aspecto más sencillo, pero nunca vulgar. El monarca vestía también de blanco, pero las miradas eran cautivadas por su inmensa corona decorada con rubíes. Justo debajo de ellos yacía otro palco, donde el portavoz del reino se comunicaba con todos los espectadores. -A través de los siglos hemos sido víctimas de los infames demonios. –Comunicaba el portavoz, envuelto entre aplausos y elogios – ¡Nunca más! –Finalizo así, aumentando aún más la euforia del público.
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Capitulo III
La brisa del invierno se hizo presente durante toda la mañana, una condición climática muy codiciada por los vampiros. El conde se encontraba en la sala de estar de la mísera casa de la familia Franco acompañado de su edecán Raymond, un hombre de estatura promedio, cabello negro y ojos de color pardo oscuro que se apreciaban bajo un par de cejas pobladas. Ambos hombres aguardaban, pacientes, arropados por la disminuida intensidad de la única lámpara que no lograba iluminar toda la estancia. El silencio no era inusual. Las palabras quedaban amarradas en un nudo cada vez que la monarquía asesinaba a miembros de su tribu. En el pasado, ya lejano, los inhumanos podían vulnerar la fortaleza del reino y salvar a su gente de la mortandad, pero luego de un tiempo era absurdo incluso fantasear con la posibilidad de hacerlo. La defensa del castillo se había consolidado. No tenían forma de penetrar al coliseo y salir airosos de una misión que se pudiera etiquetar como suicida. El final de la
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Capitulo IV
Las agujas del reloj marcaban las doce de la noche y el cielo empezaba a desligar pequeñas gotas de lluvia. El temporal no cedía sus malos días, ni siquiera en junio cuando un cielo ligeramente nublado y temperatura de 15°C se consideraba un verano convencional. La habitación estaba sumergida en una impetuosa oscuridad para comodidad de Kisha quien yacía sentada en una esquina de la estancia observando con detenimiento a Sonya. Los ojos de la inhumana estaban pintados de color carmesí para que la falta de luz no cohíba su visión. A diferencia de Raymond, ella apoyaba los ideales del conde y de su raza. No le disgustaba sanar o salvar humanos siendo consciente que amparar a la especie más débil de la creación era el propósito de su existencia. Lamentaba que su amigo y edecán de la tribu desestimara sus creencias, aunque no podía culparlo, después de todo sus protegidos también eran sus verdugos.Los parpados de Sonya se levantaban despacio, mientras trataba de acomodar su distorsionad
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Capitulo V
Su vestimenta era tan convencional como la de cualquier transeúnte, quizás con un ápice extra de elegancia, el Conde aborrecía la simpleza en su imagen personal. Sin paso apresurado, se encaminaba a la morada de los Francos con el ánimo taciturno al recordar que su fiel aliada había capturada tras obedecer sus órdenes y marcharse a la casa de un purificador. Howard no dejaba de recriminarse por lo ocurrido, era como si hubiese colocado la cabeza de su amiga en una guillotina. Aunque ya no existían posibilidades de salvarla, el conde estaba dispuesto a evitar que una situación semejante se repitiera. No volvería a ofrendar a un miembro de su tribu. Presionó el timbre, cuando yacía frente a la puerta y enseguida tuvo respuesta. -¿Quién es usted? –Inquirió curiosa Sonya. Los Francos no era una familia distinguida en el vecindario, menos fuera de allí, así que la presencia de un desconocido era intrigante para la joven. -Mi nombre es Howard y estoy buscando a la señora Estela Franco.
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Capitulo VI
Con gran indignación, Víctor regañaba a Debora por la decisión que tomó al liberar a la vampira, un acto que se consideraba traición y era condenado con privación de libertad. La menor de los Rousseau lo sabía, pero no estaba dispuesta a quedarse con los brazos cruzados, mientras se cometía una obvia injusticia. -Es tiempo que las leyes sean renovadas, no puedes seguir asesinando a inocentes sólo…-¿Inocentes? –Replicó con incredulidad el monarca. –Esos demonios chupa sangres han asesinado más de nosotros que nosotros de ellos.-Hacen lo necesario para protegerse y evitar su exterminio.-No tienes ni idea de lo que dices. –Vociferó el primogénito, sintiéndose al borde de la exasperación. La traición de su propia hermana lo había puesto entre la espada y la pared, aún respiro del derrocamiento. La solución era indiscutible, Debora tenía que excusarse ante todo el reino sin embargo, Víctor temía que el remedio fuese peor que la enfermedad. Su hermana podía ser muy impredecible.
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Capitulo VII
El Conde yacía de pie en la sala de estar de la casa Franco, a esperas de Sonya quien nostálgica se despedía de su madre y de su abuelo. No era la primera vez que Howard refugiaba a un humano en su tribu y no tenía inconvenientes en hacerlo, así podía depurar la mala reputación que la falsa monarquía les imputó. Varios de esos refugiados agradecían el gesto apoyando su causa.-Debemos irnos. El camino es largo. –Dijo el conde, cansado de la prolongada despedida. Antes de que pudiese marcharse, Estela le entregó a su hija el único objeto de valor que la familia podía presumir, un colgante hecho de plata pura. -Nunca te lo quites. –Aconsejó la madre. Los accesorios de aquel material podían vulnerar a los vampiros, era la manera en la que los ilustres se defendían. -Estará bien, lo prometo. –Dijo el Conde.-Tu raza es descendiente del mismísimo Lucifer. Con ustedes, mi nieta, jamás estará a salvo. – Acusó el longevo hombre. –Juró que no descansaré hasta a ver a tu raza devuelta en e
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Capitulo VIII
La incertidumbre era predominante en el sinfín de emociones que el monarca sentía. Todo a su alrededor se estaba derrumbando pedazo a pedazo. Después de la hazaña de su hermana en la mortandad, sus aliados de otras comarcas estaban reconsiderando desvincular sus convenios, negándose a involucrarse con un régimen que apoyaba, parcialmente, a los vampiros. Si desterraba a Debora del reino sus alianzas se fortificarían, además de que estuviera evitando problemas futuros sin embargo, no parecía ser razón suficiente para flaquear su corazón. Víctor se sentó en el borde de la cama y suspiró profundamente. Sus pensamientos estaban tan ofuscados como lo estaba el cielo de aquella noche, y la lluvia del exterior no se asemejaba a la tormenta desatada en su cabeza. Sintió las turbulencias de su alma despejarse cuando los brazos de su esposa se enlazaron alrededor de su cintura. -No te sigas mortificando. –Dijo la mujer depositando un beso en la parte posterior de su cuello. -No entiendo c
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Capitulo IX
Usaba sus manos para terminar de arreglar un par de hebras rebeldes en su cabello rubio, mientras detallaba su reflejo en el espejo, esperando ver un deterioro en su traje oscuro que pudiera deshacer antes de partir de su casa. Lucaccio no solía vestirse con tanta elegancia, así que se aseguraba de lucir perfecto las pocas veces que lo hacía, más aún cuando la velada sería junto a la hermana del monarca. Ojeó por última vez al aquel caballero del espejo antes de acercarse a un buró de madera caoba y sacar de uno de sus cajones una afilada daga de plata que guardó en la parte posterior de sus pantalones a la altura de su cintura, el tamaño del pequeño objeto no formaba bulto, así que no era divisible, pero más importante, no desaliñaba su traje. Abandonó su ostentosa morada que en ningún lugar expresaba modestia. El verdugo no gozó de ninguna riqueza cuando era un niño, así que, de adulto ya, no se limitaba con sus caprichos. Cualquier cosa que quisiera la adquiría, sin medir costos u
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Capitulo X
Las horas del día resultaron eternas para Debora, quien en ningún momento cruzó palabras con nadie. Para la inusual ocasión decidió colocarse un elegante vestido rojo, su cabello suelto con ondulaciones en las puntas y sus labios estaban pintados del mismo tono carmesí del vestido, decidió lucir igual que lo haría en una cena convencional, sólo esperaba que no fuera demasiado elegante ni extravagante para cenar con un vampiro. Debora bajó de su habitación para encontrarse con el encargado de conducir el carruaje que la llevaría hasta el lugar de encuentro pautado, el cochero yacía en espera de la joven Rousseau en la estancia principal del castillo, Debora frenó en seco al percatarse de la inesperada presencia de su hermano que platicaba con el empleado. -Iré a preparar el carruaje, señor. –Pronunció el cochero, abandonado la estancia después de una reverencia para el rey, dejando en privacidad a los hermanos. -Te ves bien. –Alagó con sinceridad Víctor, levantándose del mueble con s
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