Para Esmeralda solo existía esperanza esa Navidad. Se había preguntado por dos días que premio podría haber ganado y estaba ansiosa por descubrirlo. La cita en el hotel más lujoso de la ciudad, creyó que podría cambiar su vida y no se equivocaba. Para Kenton Gilmore solo sería una cena con una hermosa mujer soltera. ¿Quien no mataría por tener esa oportunidad? Además la noche podría cerrarse con broche de oro. Cuando vió a Esmeralda llegar se sintió afortunado y sintió una oleada de deseo recorriendo su cuerpo. Se sentía realmente afortunado. Para ellos nada saldría como se esperaba... La cena fue incómoda y Esmeralda no encontraba tema de conversación. Kenton era su jefe. Él esperaba que ella estuviera embelesada y a sus pies, algo que no ocurríría. -Señor, no pretendo ser maleducada, pero ya hemos cenado y realmente no logro visualizar lo que gané- Rompió el silencio ganando una mirada cargada de incredulidad del CEO -Una cena conmigo, cualquier mujer se sentiría afortunada- Con pasos felinos y una sonrisa que bajaría las bragas de cualquier mujer se acercó- Además podríamos pasar la noche juntos -No es gracioso, señor Gilmore. Exijo saber cuál es el dichoso premio- Ella se sentía furiosa y humillada, colérica -¿No lo crees suficiente? Muy bien, podemos negociarlo. Quédate conmigo y tendrás además de una maravillosa experiencia una suma de dinero para nada despreciable- Se acercó más creyendo que eso cerraría el trato -Es usted despreciable- Lo apartó dándole un fuerte empujón- Tenga usted una feliz Navidad Para Kenton no existía una mujer que lo rechazara y para Esmeralda no habría hombre capaz de comprarla. Ella no era consciente de las artimañas que su jefe usaría por lograr su cometido, pero su vida cambiaría para siempre.
Leer másLourdes se encontraba nuevamente entre los brazos del vicepresidente, sudada, respirando agitada, con su cuerpo tembloroso y más satisfecha de lo que recordaba haber estado alguna vez. Él era un salvaje, pero aún así no podía negar que sabía bien lo que hacía. Estaba muy bendecido y si que sabía usar la poderosa herramienta que Dios le había dado. Ella estaba cubierta por la sábana y se sentía incapaz de mover un músculo, aunque hizo un gran esfuerzo para tapar la desnudez de él porque aún así estando con su bendición dormida aún era intimidante. -Cuanta timidez nena- Él sonrió, se puso de lado y le dió un cálido beso en los labios mientras apartaba su cabello de su rostro -No soy una nena, no me digas así- Lo miró más que ofendida y él rió abiertamente -¿Quieres discutir ahora? Ya sabes en lo que terminan nuestras discusiones, así que si es lo que quieres será un placer continuar- Volvió a besarla notando que estaba super tensa -Por ésta noche llámame como tú quieras-
Lourdes comenzaba a arrepentirse de lo ocurrido, o más bien de la manera en que se había entregado a un desconocido. ¡Ella no era así! Entonces cuando él comenzó a provocarla nuevamente y su cuerpo a responder a aquellos estímulos... ella intentó irse de la habitación aún sin pensar en su desnudez. Estaba abrumada. -¿Adónde crees que vas?- El vicepresidente se puso de pie de un salto y la tomó del brazo intentando detenerla -Esto no es correcto. Sigues siendo un desconocido para mi- Respondió y se soltó de su agarre De pronto lo que fue un pensamiento incoherente tomó sentido y ella fue consciente de la desnudez de ambos, así como también de la excitación que no remitía en el empresario que la veía con clara amenaza en sus ojos. -¿No lo es?- Se acercó haciendo que ella retrocediera hasta que su espalda se estremeció al quedar apoyada contra la puerta- No escaparás de mi Lourdes Ella tragó saliva nerviosa mientras sentía el frío de la puerta a su espalda. La mirada ardien
Lourdes sentía como él se movía con calma. Dejaba que ella se acostumbrara a su tamaño y aún más por el tiempo que llevaba sin tener relaciones sexuales. Claramente le sobraba experiencia y su consideración lo demostraba. Él no dejaba espacio de piel sin tocar. Sus manos eran realmente inquietas porque no se detenían en ningún sitio. De pronto sus manos fueron debajo del trasero de ella y la elevaron. La sensación fue tan placentera que ella arqueó su espalda de manera inevitable. Lo sentía aún más profundo estando de ese modo. -Así te gusta aún más- Fue una afirmación con su voz distorsionada por el placer -Me mentiste- Reclamó y de pronto unos movimientos rápidos la dejaron sin aliento -¿De verdad quieres reclamarme ahora?- Rió y entró en ella de una sola estocada luego de salir. La escuchó gritar de placer y sorpresa -No lo... se- Respondió -Hablemos más tarde. No necesitas buscarme conversación para evitar que termine. Te darás cuenta de que aguanto- Le dijo con t
El empresario podía sentir los nervios y la tensión que Lourdes estaba experimentando, pero aún más el deseo que ardía en su interior. Había notado el calor y la humedad producto de su excitación y aunque se había esforzado por no gemir, era más que evidente que eso le había costado. Su respiración estaba por completo descontrolada y además, la pasión con la que devolvía sus besos era arrolladora. -Me fascina tu piel. Te ves tan linda, indefensa, expectante y excitada que contenerme me está costando demasiado- Confesó alterando aún más a Lourdes -Esto es una mala idea- Confesó con temor, siendo aún más consciente de sus manos atadas -No, no lo es. No pasará nada que no desees- En su voz solo podía sentir sinceridad y eso la tranquilizaba; aunque también la preocupaba Lourdes sentía deseos de llegar al final, pero apenas conocía a ese hombre y ella no era el tipo de mujer que se entregaba a un desconocido. Sabía que no sucedería algo que no quisiera, pero el problema era que
Lourdes esperaba ser desatada y que el vicepresidente recapacitara sobre sus acciones, pero con el transcurso de los minutos comenzaba a perder la esperanza de que eso sucediera. -¿Vas por la vida maniatando mujeres que se niegan a tener sexo contigo?- Lo escuchó reír -¿Maniatando mujeres? Eres tan ocurrente. Realmente no hago eso a menos que me lo pidan. Tu eres un caso especial y por eso lo hago para sorprenderte- Ella escuchaba que claramente estaba bromeando y eso más nerviosa aún la puso -¡Estoy hablando en serio!- Comentó perdiendo la poca compostura que aún le quedaba -También yo, pero tengo que aliviar la tensión. Tu sabes bien que deseas experimentar un poco más, solo que te niegas a admitirlo. Si te preocupa que te haga daño puedo garantizar que ese no es mi estilo- En su voz solo podía percibir la seriedad -No sabes lo que yo quiero. Crees conocerme y no sabes nada de mi- Creyó que sus palabras harían que él se molestara y desistiera pero volvió a fallar miser
Lourdes le entregó a Alvarito al dueño de casa para darse una ducha. El niño se fue a sus brazos más que encantado y ella caminó derrotada a la habitación. -Tarda el tiempo que necesites, tienes bañera con hidromasaje. Confía en mí, es una bendición para los músculos- Él la siguió y ella solo lo escuchó -Solo iba a usar la ducha- Le dijo por no saber cómo usar las instalaciones correctamente y porque no deseaba quedar ante él como una tonta -Estás tensa- Fue con Alvarito al baño y comenzó a preparar todo para que ella disfrutara -¿Tendrá algo que ver qué estoy en un lugar que no es mío junto a alguien que acabo de conocer y quiere meterme a su cama?- Respondió con obviedad y él no pudo evitar reír -De lo que estás diciendo nada es malo. No puedes volver a casa y te permito quedarte el tiempo que sea necesario conmigo. Podemos conocernos por completo y eso solo mejoraría la experiencia, ¿Tienes miedo de que te guste?- Se acercó a ella más de lo debido cuando acabó de prepa
Lourdes no podía creer lo que su hermana le había dicho, ¿Debía probar a ver qué sucedía? Él iba demasiado rápido y apenas acababa de conocerlo. Comprendía los Reels que había leído sobre los hombres de más de treinta años sobre que no andaban con juegos e iban por todo. Mientras los veía reía pero al conocer a alguien así se dió cuenta de que no solamente fueron creados para entretener, sino que contenían verdades. Dormir en una cama tan cómoda aunque no fuera la suya no fue muy difícil, pero que su mente estuviese relajada y pudiera proporcionarle un sueño "normal" eso era más que imposible. Veía al empresario allí, a punto de besarla, teniéndola atada con su corbata y fue ahí cuando despertó sobresaltada. "-Tengo que dejar de escucharlo o voy a volverme loca"- Se repitió mentalmente, pero aún así tenía el presentimiento de que esos sueños serían algo recurrente Volver a dormir fue un reto y tal vez por el cansancio junto al estrés de la situación especial en la que se encon
Lourdes sentía como su autocontrol la abandonaba gradualmente. ¿Cuánto hacía que no recibía un beso de un hombre? Aún recordaba el último y las últimas palabras que había hablado con el padre de sus hijos. Lo que ese ejecutivo la hacía sentir era algo que creía que había muerto hacía mucho tiempo. Cuando ella sintió una mano ascendiendo hacia su pecho fue cuando ella lo apartó tan fuerte que lo tiró al suelo. Realmente estaba nerviosa. -Espera, creí que estábamos bien- Se levantó confundido y la tomó del brazo cuando ella quiso ir al cuarto donde dormían sus hijos -No te dije que me besaras. Me agarraste del cabello, ¿Cómo esperabas que me alejara? No tuve oportunidad- Reclamó diciendo parte de la verdad, porque lo que jamás admitiría era que disfrutó el beso por el tiempo que duró -Pudiste morderme o empujarme igual. Además me correspondiste. No puedo creer que no seas capaz de reconocerlo cuando los dos sabemos que es así- Reclamó manteniendo la calma para evitar que h
El vicepresidente le preguntó a su invitada si le apetecía beber una copa. No había mucho que hacer. Entendía perfectamente que ella quería irse, pero la lluvia caía de manera torrencial y no era recomendable salir con dos niños pequeños de esa manera. La preocupación de él también llegaba al entender que en la zona donde ella vivía existían muchas calles que se inundaban con la lluvia. -No voy a beber para acostarme contigo- Dijo a la defensiva y él sintió profunda molestia -¿Crees que necesito emborracharte para llevarte a la cama? Qué equivocada estás- Se puso frente a ella y se acercó tanto que sus alientos se mezclaron- Cuando lo hagas, porque se que sucederá, será porque me deseas sin siquiera haber bebido una gota de alcohol -No confío en ti- Quiso justificarse -Me alegra que me lo recuerdes cada cinco minutos. ¿Sabes por qué te ofrecí una copa?- Ella negó- Para que te relajes un poco. Si aún no sucedió, las calles cercanas adónde vives tienen que estar inundándose.