La alarma sonó con insistencia y Esmeralda la apagó con deseos de permanecer en la cama. El pequeño Alvarito dormía acurrucado a su cuerpo y por primera vez sintió envidia de ese pequeño ángel. Debía de ser lindo no tener preocupaciones ni un posible despido por no acostarse con su jefe en Navidad.
Más que furiosa con el recuerdo, llevó a su sobrino con Lourdes y se encerró en el minúsculo baño para asearse e ir a trabajar. Se sentía intranquila, un manojo de nervios con piernas. El corazón le latía desbocado dentro del pecho y tenía un mal presentimiento que con el correr de los minutos se volvía peor. En la empresa Gilmore las mujeres podían escoger entre vestir un traje con falda tubo o pantalón. Muchas empleadas guapísimas usaban falda así se les congelara hasta la última terminación nerviosa del cuerpo. Esmeralda había usado su falda en invierno, solo cuando sus sobrinos manchaban su pantalón entallado, algo que ocurría con mucha frecuencia. -¿Mostrar las piernas sabiendo que trabajo con un pervertido? No lo haré ni en pleno verano así hagan cincuenta grados de temperatura- Se quejó y se fue con prisa en dirección a la empresa Si la despedían, sabía que no habría justificativos y que por eso debería recibir una buena indemnización. Ese dinero debería servir para sobrevivir mientras encontraba otro empleo. Lo mejor sería esa opción, porque la otra posibilidad sería que su jefe le hiciera la vida imposible por ser rechazado. Llegó al imponente edificio y admiró el gran lugar sintiendo temor por el que sería su destino en los próximos cinco minutos. El mismo hombre simpático de cada mañana le abrió la puerta. Mostró su credencial al encargado de supervisar al personal y se dirigió sin demora a su lugar de trabajo. Su corazón seguía latiendo desbocado, pese a que todo parecía normal. Kenton había pasado una mala noche. Estaba ofendido por ser rechazado, pero también lo suficientemente frustrado para llamar a la mujer con la que se acostaba la mayor parte del tiempo. Victoria siempre estaba disponible para él, no había amor a su persona pero si a su cuenta bancaria. Kenton le había cumplido todos los caprichos que había pedido solo para recibir su completa entrega. Kenton terminó Navidad solo en la suite y durmió solo allí. Por la mañana recibió un traje a medida y fue llevado a la empresa. Su cuerpo estaba en tensión. Aún luego de su rechazo, se excitaba con el recuerdo de esa hermosa y obstinada mujer. El llegó temprano y luego fue informado en el instante en el que Esmeralda llegó a trabajar como cualquier otra mañana. -Señorita Ferguson, quiero que solicite los informes y que los traiga la señorita Starling del área de contabilidad- Con dureza le habló a su secretaria para darle una orden que no admitía réplicas Esmeralda recibió una carpeta de su superior y la indicación de que debía llevársela personalmente al CEO. Creyó que sería despedida allí mismo, pero se armó de valor para hacer lo que su jefe pedía. En el piso de presidencia, la secretaria del CEO la miró con envidia. Vivianne Ferguson era otra tonta que deseaba la atención de su jefe, una que había obtenido hacia más de un año junto a un ramo de flores y unos aretes costosos a modo de agradecimiento. Kenton Gilmore sabía ser un auténtico insensible cuando se trataba de mujeres y sexo. -Traje esto para el señor Gilmore, debo volver a trabajar. ¿Puedes entregárselo tu?- Esmeralda se dirigió a la secretaria. Sabía que algo malo ocurriría. No era casualidad ser llamada por el CEO después de haberlo rechazado -¿No quieres que haga también tu trabajo? El Señor Gilmore pidió que le lleves los informes y eso es lo que harás- Vivianne se negó con argumentos de sobra. Su guapo jefe no estaba de buen humor y si quería conservar su empleo era mejor no tentar al diablo -Bien- Camino a la puerta doble desganada y golpeó Kenton le dió la orden para que entrara y ella avanzó hasta el escritorio con pasos firmes. Dejó la carpeta y se dispuso a retirarse. -Un momento. No le di autorización de retirarse señorita Starling- Se miraron fijamente y ella se cruzó de brazos esperando una orden con impaciencia -Lo escucho, señor- Añadió con acidez, con un respeto que estaba lejos de sentir ante tal despreciable hombre -Tenemos algo pendiente, Esmeralda- Él no iría con rodeos -No veo que pueda ser señor. Solicitó los informes, soy empleada del área de contabilidad. Es todo lo que tenemos en común- Aquel arrebato de sinceridad lo excitó -Esmeralda, sabes bien a qué me estoy refiriendo, ¿Quieres que te refresque la memoria?- Se estaba divirtiendo al notar como ella entraba en tensión y alerta máxima, aunque también estaba excitado y enfadado -Señor Gilmore, usted es mi jefe y es él único puesto que va a ocupar en mi vida. Si no quiere ser mi jefe, despídame- Alzó su barbilla con valentía y lo enfrentó dejándolo pasmado y aún más excitado -Retírate- Le hizo un ademán y aflojó su corbata. Nunca se había sentido tan contrariado, molesto, desafiado y excitado Pero si Kenton creía que su día no podría ser peor, estaba equivocado y a punto de descubrirlo. Esmeralda se dirigió a grandes zancadas al ascensor. No podía creer que su jefe pudiera llamarla con intenciones de mezclar trabajo y placer. ¡No estaba interesada! ¡No iba a interesarse jamás en él! -"Si fuera el último hombre del mundo me hago lesbiana"- Murmuró y chocó con el pecho del vicepresidente que bien la había oído -Creo que me distraje, ¿Mala cena navideña?- Él no temió ser entrometido, no le importaba un bledo -Usted y el jefe pueden irse a... tomar un café a otro continente- No quería decirle un montón de improperios. Su enojo no estaba dirigido a él, sino al narcisista, egocéntrico y estúpido que tenía por jefe -Que tenga buen día señorita. Si lo desea puedo invitarla a cenar para Año Nuevo- Continuó riéndose captando todo lo ocurrido en menos de un minuto -No, gracias. Soy lesbiana- Afirmó enfureciendo al escuchar la fuerte carcajada del vicepresidente ¿Aquellos hombres enloquecían en las vísperas de las fiestas de fin de año? Podían irse al diablo ellos y cenar juntos o con cualquier mujer tonta. Kenton estaba por echar humo cuando escuchó la risa de su vicepresidente y amigo. Él entró a la oficina sin golpear, como lo hacía siempre escuchando varias maldiciones. -Acabo de ver a la afortunada ganadora de una cena contigo. Afirma ser lesbiana ahora y creo que es por tu causa, ¿El encanto Gilmore fracasó?- Se burló sentándose y dejando el maletín de lado. El trabajo podía esperar, lo que estaba ocurriendo era de no creer -¿Es lesbiana? Eso explicaría muchas cosas- Kenton pasó por alto la burla y frotó su barbilla pensativo -No lo es. Le diste una mala experiencia, ¿No funcionaste?- Una seña con su mano y la sonora carcajada de su amigo más lo irritó. Él no tenía problemas para que cierta parte de su anatomía funcionara. El problema que tenía en ese momento era que la dueña de aquella pasión inconclusa que había despertado embravecida no quisiera ir a la cama con él -Siempre funciono, pero ella no me dejó ni acercarme. Me preguntó que había ganado, ¿Quien no mataría por estar conmigo?- Se sentía descolocado y más irritado al ver reír con más diversión a su amigo y mano derecha -Ella no daría un dólar por estar contigo. Creo que no te quiere ni regalado ahora y por lo que dijo, tal vez le interesen las mujeres. Le ayudaste a salir del closet, hiciste una buena acción navideña- Sostenía su estómago riendo aún -¡¿Lesbiana?! Ella va a ser mía, solo que aún no lo sabe- Juró y fue el momento de dejar de reír -Tienes a tu vampiro, deja a la pobre chica en paz- Kenton maldijo. Detestaba aquel apodo, pero con el tiempo había comprendido que buena justicia le hacía a su querida y operadísima amante -No le digas así, odio ese apodo- Se quejó sin poderlo evitar -Sin ganas de echarle sal a la herida, déjame decirte que tuve una Navidad excelente. No sabes lo ardiente que resultó. Uno de los dos fue bien favorecido- Kenton apretó sus dientes. Su barbilla temblaba de rabia -No me interesa. ¿Acaso no la viste? Ella me rechazó, huyó del hotel como si un asesino la persiguiera. De placer nadie muere, era lo único que pensaba darle. Le ofrecí dinero, ¿Qué mujer no lo desea?- Su amigo dejó de reír, ¿Tanto le había afectado el rechazo a Kenton? -No a todas les gusta la vida alegre y ceden fácilmente a los placeres carnales. Tal vez sea frigida o de verdad lesbiana- Usó su mejor tono para calmar a Kenton -¿Frígida? ¿Lesbiana? No. Ella estará conmigo. Te lo digo y lo aseguro. Mientras más tiempo se resista más disfrutaré- Rendido el vicepresidente hizo un asentimiento y abrió el maletín -Como tu digas. Necesito que revisemos algunos puntos importantes que la empresa Blanche intenta modificar. Creo que no es descabellado, pero tú eres quien tiene la última palabra- Era el momento de trabajar La Navidad había pasado y pronto se le pasaría el capricho a Kenton. Al menos eso creyó su amigo. ¡Qué equivocado estaba! -Kenton buscaba con desesperación concentrarse en el documento que tenía frente a él. El recuerdo del rechazo de Esmeralda y no una, sino ¡Dos veces! en menos de veinticuatro horas era insólito. ¿Cómo se atrevía? Además de su osadía al decir que era lesbiana. Él era generoso, complaciente. Victoria, a quien habían apodado Vampiro era su amante más antigua, la que tenía el título de oficial. Él era un hombre práctico, seguro de si mismo y en momentos de gran estrés perezoso para buscar una nueva mujer. Siempre Victoria estaba disponible, a una llamada de distancia y haría lo que fuera por complacerlo. Aquella mañana era particularmente dura y su humor empeoraba a cada minuto a causa de esa hermosa mujer que se atrevió a rechazarlo y hasta a desafiarlo. ¿Ella creía que se lo pondría fácil y la despediría? Ella no tenía ni idea, pero estaba equivocada. Con frustración dejó los papeles de lado. Así lo intentara no lograba concentrarse. Su mano derecha reprimió una sonrisa y lo miró
27 de Diciembre. Alvarito había tenido una mala noche. La salida de sus dos primeros dientecitos lo tenían muy molesto y eso además de dolor le había producido fiebre. Lourdes, su madre, estaba agotada y Esmeralda dispuesta a ayudarla así no se lo hubiese pedido. Lourdes había llorado al darle el pecho a su hijo. En un intento de aliviar su dolor, el pequeño, la había mordido varias veces. Ella anhelaba amamantarlo y necesitaba hacerlo porque no podía pagar la leche de fórmula. Esmeralda lloró mientras se duchaba para ir más despejada a trabajar. No podía ver a su hermana sufrir, de ninguna manera. Ella aún no superaba el amor que sentía por el fallecido padre de sus hijos y además no podía pagar por estar mejor junto a los niños. Dylan iba a la escuela y comprar sus útiles era caro, los pañales de Álvaro eran demasiado costosos también. Maldijo su pobreza y las limitaciones a las que estaban sometidos. -Maldita sea esta vida- Esmeralda repitió una y otra vez Casi sin h
A Esmeralda el sueño y el cansancio que sentía por haber pasado parte de la noche en vela al cuidado de su sobrino, parecía haberla abandonado. Jamás había sentido una descarga mas grande de adrenalina que la que había experimentado en el despacho de su jefe minutos atrás. Casi que podía reírse de la confusión del señor Gilmore cuando le confesó estar locamente enamorada de la señorita Ferguson. Si el supiera que no sabía ni el nombre de esa antipática secretaria tal vez le haría la vida de cuadritos, pero él no tenía por qué enterarse. Kenton caminaba como un león enjaulado, de nuevo, intentando disipar su mal genio. ¡No podía creerlo! A la mujer que deseaba llevarse a la cama le gustaba su secretaria. Él había dormido con ella y, aunque guapa, no era muy encantadora. ¿Qué podía tener de especial? -¡Ferguson!- Gritó con más fuerza de la debida haciendo que la pobre secretaria tirara el lapicero al suelo y él teclado del computador. Le había dado un susto de muerte Acomodando
Para Esmeralda su agotamiento había pasado a ser un tema del pasado. Al llegar al apartamento que compartía con su hermana y sobrinos, ella debía mostrarse renovada y feliz. ¿Importaba estar agotada? No lo hacía. Lourdes había perdido al hombre que amaba y estar intentando criar a dos hijos sola no era tarea fácil. Esmeralda sabía cuánto su hermana sufría, pero ¿Acaso ella no lo hacía también? Por momentos habia notado sus ojos llorosos y enrojecidos mientras miraba a los niños y a la foto del padre de ellos. -¿Pedimos pizza?- Preguntó Esmeralda intentando animar a su hermana y sobrino mayor El pequeño de siete años no era muy consciente de lo que ocurría, mucho menos de lo difícil que era para su madre estar atenta a sus necesidades cuando no podía con su alma. Su tía Esmeralda lo era todo en los momentos donde se sentía ignorado por su madre. Esmeralda escuchaba los lamentos de su sobrino, mientras veía a su hermana sumida en la tristeza mirando con añoranza la imagen dond
Kenton miraba los papeles que descansaban en su escritorio sin verlos realmente. Había intentado leer uno de ellos varias veces, pero estaba desconcentrado. Él rememoraba lo ocurrido con Esmeralda. -¿Revisaste la propuesta?- El vicepresidente había esperado por varios minutos, pero Kenton no lo había notado -No te escuché llegar. Estaba pensando- Contestó apartando los papeles -Eso me queda más que claro. Ya la revisé yo y evalué pros y contras. ¿Tiene algo que ver la señorita Starling en tu momentánea estupidez?- Se burló sabiendo la respuesta -La besé y la lastimé. Le di dinero, pero aún sigue sin aceptar lo que le ofrezco- Con frustración y desespero manifestó la realidad -¿Cómo es eso de que la lastimaste? ¿De que manera?- El solamente había roto algunos corazones, pero jamás había lastimado físicamente a nadie -La mordí con más fuerza de la que quise y le di dinero por eso. ¿Crees que sea suficiente para invitarla a salir? Es decir, si ella comprende que le pagaré
Esmeralda volvió a casa. Tener que negarse a la cena no había resultado difícil, pero presentía que su jefe no se daría por vencido tan fácilmente. ¿Por qué no volvía con su querida vampiro y la dejaba en paz? Ella ni siquiera lo había besado ni lo había mirado como las empleadas que suspiraban por él. -¿Cómo te fue hoy?- Lourdes le preguntó preocupada con el presentimiento de que algo malo estaba ocurriendo -No fue un mal día. Lo normal, números y más números- Restó importancia para no preocuparla Esmeralda notó que había una fotografía más en la pared y sonrió con tristeza. Lourdes seguía aferrada al recuerdo de su ex. Él había sido un buen hombre en toda la extensión de la palabra y en verdad había amado a su hermana. En aquella fotografía podía notar el amor entre los dos, pero a diferencia del amor que habían tenido sus padres, el de ellos era sano. -Trabajas mucho y te estás esforzando aún más, pero no pareces feliz- Lourdes la hizo volver al presente y alejarse así de los
Esmeralda volvió a la empresa y lo hizo con la certeza de que sería despedida finalmente por rechazar de todas formas a su insistente jefe. Antes de dar por terminada su jornada laboral, Kenton mandó a llamar a su esquiva empleada, pero por primera vez no solicitó un informe que justificara su visita a la presidencia. Esmeralda llegó y sin esperar ser anunciada entró a la oficina. Kenton no estaba en su escritorio, sino que había ido a la oficina de vicepresidencia para firmar unos papeles. Cuando la puerta fue abierta ella esperó encontrarse con su jefe, pero nada la sorprendería más que oir la voz de su sobrino. -¿Tia? Wow que pasada, ¿Aquí trabajas?- El niño empezó a mirar cada lugar y se sentó en la cómoda silla giratoria de Kenton -No, ¿Que haces aquí? Esta es la oficina de mi jefe y se molestará mucho si te ve aquí- La puerta fue abierta y Esmeralda se puso de pie -Hola Esmeralda, ¿Quien eres tu?- Miró al niño ocupando su silla con cierta molestia -¿Quién es usted?-
Esmeralda esperaba, de mala gana, sentada en aquel sofá la llegada de su sobrino traidor y de su manipulador jefe. Cuando llegaron, Dylan sostenía en sus manos un automóvil a control remoto de gran tamaño y también llevaba un obsequio para Alvarito. Kenton llevaba la comida y una sonrisa que pretendía ser angelical. -Gracias, pero no debió tomarse tantas molestias- Lourdes agradeció aquel gesto hacia sus hijos notando la emoción de Dylan -No es para tanto. Lo hice con placer y agradezco la invitación- Él demostró sus modales con excesiva cortesía y cordialidad causando infinita molestia en Esmeralda que sabía bien las intenciones ocultas -Vayan a lavarse las manos mientras yo preparo todo- Lourdes comenzó a buscar platos, vasos y demás -Por aquí- Esmeralda guió a su jefe al baño. Dylan se lavó primero las manos y fue junto a su madre dejándolos solos Kenton pretendió ser caballero haciendo un ademán para que Esmeralda entrara primero, pero cuando ella estaba poniéndose