PLAN ALTERNO

Kenton buscaba con desesperación concentrarse en el documento que tenía frente a él. El recuerdo del rechazo de Esmeralda y no una, sino ¡Dos veces! en menos de veinticuatro horas era insólito. ¿Cómo se atrevía? Además de su osadía al decir que era lesbiana.

Él era generoso, complaciente. Victoria, a quien habían apodado Vampiro era su amante más antigua, la que tenía el título de oficial. Él era un hombre práctico, seguro de si mismo y en momentos de gran estrés perezoso para buscar una nueva mujer. Siempre Victoria estaba disponible, a una llamada de distancia y haría lo que fuera por complacerlo.

Aquella mañana era particularmente dura y su humor empeoraba a cada minuto a causa de esa hermosa mujer que se atrevió a rechazarlo y hasta a desafiarlo. ¿Ella creía que se lo pondría fácil y la despediría? Ella no tenía ni idea, pero estaba equivocada.

Con frustración dejó los papeles de lado. Así lo intentara no lograba concentrarse. Su mano derecha reprimió una sonrisa y lo miró con auténtica diversión.

-¿Por qué no ves a tu querida? Ella siempre está lista y además sabe cómo quitarte el estrés de un mal día- Sugirió levantándose para servirse un whisky, el vicepresidente

-Porque no. Tu no entiendes. Por vigésima vez se llama Victoria, ¿Es tan difícil que la llames por su maldito nombre?- Gruñó de pésimo humor

-Yo creo que su nombre no le hace justicia- Bebió al tiempo de escoger las palabras justas- Su mayor victoria fue cazar un millonario que le diera rienda suelta a su pasión por la cirugía estética- Así era y Kenton lo sabía

-Si quieres a una mujer complaciente en la cama y muy feliz, debes pagar el precio. Ella es feliz con él cirujano y yo disfruto los resultados sin restricciones- Argumentó haciendo que su amigo soltara una sonora carcajada

-Si claro. ¿Realmente te consideras un buen amante si tienes que pagar un exorbitante precio? No es por molestarte, pero tienes que reconocer que ella su apodo se lo ganó a pulso- Kenton encendió un cigarrillo de pura frustración. No fumaba mucho, solo cuando su rabia se desbordaba y eso no sucedía mucho en alguien tan controlado como él

Medio cigarrillo fue consumido con rapidez. Realmente estaba molesto y decirlo era poco. Estaba furioso.

-¿Por qué le dicen Vampiro?- Al apagar el cigarrillo sintiendo una calma superficial se aventuró a preguntar

-Es tan blanca como una sábana, tal vez hasta más- Kenton gruñó. Era verdad que aquella piel era pálida, pero no podía ir juzgando a su compañera de cama solo por su color de piel

-No te critiqué cuando te acostaste con una mujer de piel oscura. ¿Dije algo sobre ella?- El vicepresidente reprimió una sonrisa

-No, pero Victoria es diferente. Ella es tan blanca porque no toma el sol ni por asomo. Entérate que si le dicen Vampiro es por eso. Además se entienden sus motivos, con tanta silicona en el cuerpo podría derretirse- Kenton intentó no reírse pero le fue imposible

Victoria era una hermosa mujer, pero su adicción a los procedimientos cosméticos estaba fuera de control. Sus senos se los habían operado más de cinco veces, sus labios siempre tenían relleno y siendo delgada hasta había pagado por liposucción. Kenton pagaba esos caprichos sin opinar. Las mujeres con las que salía tenían algunas operaciones, la belleza no era eterna y sin retoques se iba rápidamente.

-Hablando de Roma...- La voz tan chillona de Victoria se escuchaba con claridad insultando a la secretaria por no dejarla pasar

-Señor Gilmore, lo siento...- La señorita Ferguson se disculpó por Victoria que había entrado contra toda negativa

El vicepresidente se retiró y empujó a la secretaria para que volviera a su puesto. Él sabía cómo era Victoria de persistente y también observó sangre en la muñeca de la pobre secretaria.

-Toma- Le entregó su pañuelo para que pudiera limpiarse y se fue sin decir nada. La señorita Ferguson admiró ese detalle caballeroso, si tan solo su jefe fuera así que feliz sería ¡y que fácil sería su trabajo!

Varios minutos más tarde, la puerta de la oficina del CEO fue abierta con fuerza. Así la secretaria intentara no mirar la escena, era imposible. Su jefe guiaba con poca delicadeza a Victoria fuera de su oficina y ella lloraba, aunque sin lágrimas. Probablemente si pudiera hacerlo no tendría lágrimas, sino silicona.

-Si alguien me molesta en lo que resta del día, considérate despedida- Le advirtió a su secretaria que se estremeció. Aquel hombre era un demonio ese día

Victoria se fue y nadie volvió a entrar a la oficina de Kenton, pero eso no disipó su malhumor. Él caminaba como un león enjaulado dentro de su oficina, estaba furioso. Él creyó que podría aliviar la tensión sexual que lo carcomía por el rechazo de cierta mujercita obstinada. Victoria estaba allí y aunque él no sucumbia a la pasión en su oficina, aquella era una ocasión diferente y necesitaba alivio.

Minutos atrás. Kenton se comportó bruscamente y apoyó a Victoria en el escritorio. Entró en su cuerpo sin un ápice de cuidado. Por un minuto todo fue bien, pero la imagen de Esmeralda llegó a su mente y aquella excitación se fue. La mujer protestó al sentir eso porque se había quedado con ganas de más.

-Vete- Le había dado un cheque y se había dirigido a la ventana para evitar mirar a Victoria que intentaba recomponer su ropa

La situación se salió de control cuando ella exigió saber lo que había ocurrido y Kenton estaba tan molesto que no le daría explicaciones. No podía decirle a su amante que una mujer lo había rechazado y que por eso no había podido encontrar placer en un acto tan brusco y primitivo con ella. Allí ocurrió la discusión más fuerte que habían tenido y ella se había marchado asegurándole que volvería a buscarla de rodillas.

Kenton no estaba seguro de eso. No le apetecía estar con Victoria y creía que aquella relación había llegado a su fin. Ella podía conseguir a otro millonario que pagara sus caprichos y él tendría que idear una manera de saciar el deseo que sentía por Esmeralda. Lo haría, estaba seguro, aunque desconocía como podría conseguirlo.

Para Kenton, Esmeralda se sometería a su lujuriosa voluntad en poco tiempo. ¿Cómo lograría eso? No lo sabía, pero era un brillante hombre de negocios y algún plan se le ocurriría en breve. Si el dinero no funcionaba con una propuesta verbal, tal vez lo haría en físico.

Un cheque sería enviado a Esmeralda, pero nadie podría preveer lo que ocurriría debido a eso. Una cosa era segura, Esmeralda iría a su oficina habitualmente, él lo haría posible, iría hasta que cambiara de parecer. Le ganaría por seducción, por dinero o por cansancio.

Kenton no conocía en si mismo un hombre tan frío como apasionado y despiadado. Aquella cena había cambiado la vida de Esmeralda, pero aún Kenton desconocía todo lo que sería capaz de hacer por ella.

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